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HistoriaPolíticaBiografía

Juan II, Rey de Francia (1319-1364).

Rey de Francia, llamado el Bueno, hijo de Felipe VI y de Juana de Borgoña, nacido en el castillo de Gué-de-Maului, cerca de Mans, en 1319 y muerto en Londres en 1364. Instituyó la orden de la Estrella.

Subió al trono a la muerte de su padre en 1350, y rápidamente se destacó como un rey cruel y caprichoso, adoptó una serie de medidas arbitrarias que fueron muy poco populares. Hizo ejecutar al conde de Eu acusándolo de forma ridícula; el conde, que se encontraba prisionero de los ingleses, había acudido a Francia, bajo juramento de regresar, para recaudar el dinero necesario de su rescate; Juan II le acusó de ayudar y financiar a los ingleses en contra de Francia. Para intentar paliar la difícil situación de su Hacienda devaluó la moneda, lo que provocó la ruina de muchos de sus súbditos, con el mismo propósito persiguió a los comerciantes en busca de su dinero.

En 1352 con motivo de la boda entre su hija, Juana, y el rey de Navarra, Carlos II el Malo, capturó al navarro y le obligó a cederle una serie de territorios fronterizos. Carlos II el Malo, era también pretendiente a la corona de Francia, y por tanto enemigo de Juan II. Felipe, hermano de Carlos, pidió ayuda al príncipe de Gales Eduardo, conocido como el Príncipe Negro. Este, deseoso de prestar sus servicios a cualquiera que luchase contra Francia (no hay que olvidar que ambos países estaban enfrentados en la Guerra de los Cien Años), preparó su ejército e invadió Francia desde el norte; Juan II se apresuró a reunir sus tropas y hacer frente a la invasión. En el mes de julio de 1356 Juan II recibió la noticia de que dos ejércitos ingleses, uno a las órdenes del duque de Lancaster y otro a las del Príncipe Negro, se dirigían hacia Normandía con la idea de encontrarse con los partidarios de Carlos de Navarra que su hermano Felipe había logrado movilizar.

Juan II no tuvo reparo en recurrir, en su enfrentamiento contra los ingleses, a los mercenarios de la denominadas Compañías Blancas, famosas por su total falta de escrúpulos y por su ferocidad en el combate. Las Compañías Blancas fueron un azote para Francia ya que incluso durante los tiempos de tregua, eran capaces de sembrar el terror y arrasar a als poblaciones que las acogían. Esta ferocidad fue también sufrida por el reino de Castilla al ponerse las compañías al servicio de Enrique de Trastámara en su guerra fratricida contra Pedro I el Cruel.

En 1353 una sobrina de Juan II, Blanca de Borbón, contrajo matimonio con Pedro I de Castilla, en un intento de unir a ambos reinos contra sus enemigos comunes, pero Pedro I abandonó a Blanca el mismo día de la boda, para regresar a los brazos de su amante María de Padilla. Esta afrenta unida a la muerte de Blanca en 1361 y las sospechas que sobre este suceso se cernían sobre Pedro I, motivaron que Juan II apoyase a Enrique de Trastámaraen la guerra civil castellana, para lo que mandó tropas al mando del capitán Bertrand Du Guesclin.

El ejército inglés logró invadir Poitou y arrasar toda la zona, pero Juan II al frente de las tropas francesas evitó la unión entre los ejércitos del duque de Lancaster y el Príncipe Negro. Este movimiento del rey francés dejó al príncipe inglés en una difícil situación, acorralado y superado ampliamente en número de tropas, por lo que pidió la paz. Juan II, que buscaba aniquilar el poder de Inglaterra en el continente, se negó. El 16 de septiembre de 1356 tuvo lugar la batalla en Poitiers. Juan II acompañado de sus hijos, el delfín Carlos (futuro Carlos V) y el futuro duque de Borgoña, Felipe el Atrevido, inició el ataque, pero su mal planteamiento y lo desfasado de su técnica de ataque dio la victoria a los ingleses, los cuales aniquilaron a los hombres del rey francés en los tres días que duró la batalla. Juan II cayó prisionero en manos de Eduardo el Príncipe Negro, el cual le condujo a Londres.

Juan II nunca regresó a la corte parisina y el gobierno quedó en manos de un jovencísimo delfín Carlos, que no estaba preparado para el gobierno, por lo que Francia se sumió en un vacío de autoridad en el cual las luchas por el poder y los conflictos civiles se sucedieron dando lugar a unos años de profunda inseguridad. Durante la prisión del rey se reunieron los Estados Generales para poner remedio a las calamidades del reino. En las calles de París estalló el descontento del pueblo, que acusaba a los poderosos de apropiarse de los subsidios del rey y de permitir su cautiverio en Inglaterra. Étienne Marcel canalizó el descontento de la capital para alzarse con el poder y proclamar la Comuna de París en marzo de 1357. Para obligar a Carlos V a aceptar la Comuna, se alió con Carlos, el Malo, de Navarra y pretendiente al trono francés, al cual liberó de la prisión en que permanecía por sus continuas intrigas contra Juan II. En 1358 el regente Carlos V tuvo que huir de París, mientras en las regiones rurales estallaba una nueva sublevación conocida como la Jacquerie (1358). Todo este clima de incertidumbre y guerras internas acabó por arruinar a Francia.

Mientras Francia se descomponía en luchas intestinas, Juan II harto ya de su largo cautiverio juró y firmó un vergonzoso tratado, en 1358 en Londres, con Eduardo III de Inglaterra, por el cual a cambio de su libertad procedía a autorizar la desmembración de Francia, pero ni los Estados Generales ni el regente aceptaron dicho acuerdo, por lo que el rey inglés levantó un fabuloso ejército con el que invadió Francia. El 8 de mayo de 1360, ante la imposibilidad por parte del regente Carlos, de hacer frente al ataque inglés, se firmó la paz en Bretigny. Por el Tratado de Bretigny Inglaterra imponía las condiciones territoriales del Tratado de Londres de 1358 y se formaba una Gran Aquitania gobernada por el príncipe de Gales (el Príncipe Negro); además Inglaterra obtenía Ponthieu, Calais y Guines. A cambio, Eduardo III renunciaba a sus derechos legítimos sobre el trono francés. Con respecto al asunto de la liberación de Juan II, se estableció que el rescate a pagar fuera de tres millones de escudos en lugar de los cuatro fijados en Poitiers; pero un primer pago de 600.000 escudos bastaría para liberar al rey. El 24 de octubre se efectuó un pago de 400.000 escudos, todo lo que los Estados Generales habían podido reunir; Juan fue liberado y el tratado de Bretigny ratificado por ambos soberanos. Pero según el mismo, Eduardo renunciaba a sus derechos sobre Francia y Juan a sus derechos sobre los territorios cedidos en el tratado, que suponían más de un tercio del territorio total del monarca francés. Finalmente, ni Eduardo ni Juan efectuaron renuncia alguna, por lo que la Guerra de los Cien Años se prolongó una vez más.

De regreso en Francia, pero no en París, Juan II incorporó Borgoña y Champaña al territorio francés. En Aviñón se disponía a iniciar una peregrinación a Tierra Santa, cuando tuvo noticia de que su hijo, el duque de Anjou, que había quedado en Inglaterra como rehén, se había fugado; obligado por su espíritu de caballero, Juan II fue a Inglaterra a ocupar el lugar de su hijo. En 1364 murió en Londres, pero su cuerpo fue enterrado en Saint-Denis, Francia.

Contrajo matrimonio con Bona de Luxemburgo, hija de Juan I y de Isabel Premyslovna, y fruto del mismo nacieron: su heredero Carlos, el futuro Carlos V; Luis, duque de Anjou; Juan, duque de Berry; y Felipe, duque de Borgoña. Sus tres hijas las dio en matrimonio a Carlos de Navarra; al conde de Bar y a Galeazo Viscontti de Milán.

Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez