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LiteraturaBiografía

Juan de la Cruz, san (1542-1591)

San Juan de la Cruz. Córdoba.

Místico español, cuyo verdadero nombre era Juan de Yepes y Álvarez, aunque es universalmente conocido por su nombre religioso de San Juan de la Cruz. Nació en Fontiveros (Ávila) en 1542 y murió en Úbeda (Jaén) 1591. Con su aportación, la poesía mística española alcanzó su cota más alta.

Vida.

Estudió con los carmelitas en Medina del Campo y, en 1563, entró en la orden con el nombre de Juan de San Matías. Entre 1564 y 1568 estudió en Salamanca. Antes de concluir sus estudios, en 1567, conoció a Santa Teresa de Jesús, quien lo ganó para la causa de la reforma del Carmelo. Desde ese momento, se hizo cargo de la reforma de la rama masculina de la orden, en tanto que la santa lo hizo de la femenina. Fundó conventos en Alcalá, Duruelo, Pastrana, Segovia y Ávila (convento de la Encarnación). Como cabeza visible de la reforma, fue objeto de persecuciones por parte de la rama que permanecía en el Carmen Calzado. Así, fue apresado por los propios monjes y encarcelado en Toledo en 1577. Su prisión le sirvió para componer de memoria parte de su Cántico Espiritual. Tras nueve meses de prisión, logró fugarse y continuar con su misión, fundando conventos en Baeza y Jaén. En 1582 fundó con la venerable Ana de Jesús -la que fue secretaria de Santa Teresa- el convento de Granada. Era su momento más fecundo como poeta: compuso la Subida al Monte Carmelo, la Noche Oscura y la Llama de amor viva, y concluyó el Cántico Espiritual.

San Juan de la Cruz, "En una noche escura".

Hasta 1585 fue prior en Granada y, desde esta fecha, procurador general de Andalucía. Continuó con su labor de fundación hasta su muerte en Úbeda en 1591. Está enterrado en la catedral de dicha ciudad jienense.

En 1726 fue canonizado y en 1926 proclamado Doctor de la Iglesia. Su festividad se celebra el catorce de diciembre, fecha de su muerte.

Obra.

La obra de San Juan nos ha llegado de forma fragmentaria: su azarosa vida de fundador y los problemas que tuvo con la Inquisición (que mandó destruir tras su muerte parte de sus papeles) nos ha preservado sólo una parte, aunque enormemente valiosa de su obra.

Su característica de poeta místico confiere a su poesía una dificultad interpretativa que dio que hablar a muchos de sus contemporáneos, entre ellos a la propia Santa Teresa. Como forma de explicar lo inefable de la unión mística, recurre a imágenes inconexas y delirantes, pero profundamente plásticas:

"Mi amado, las montañas,
los valles solitarios, nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos.

La noche sosegada
en par de los levantes de la aurora.
La música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora
".

("Cántico espiritual").

Ello le obliga a acudir a un experimentalismo lingüístico que no es, en el fondo, sino afán de comunicar algo que supera a los sentidos. Consciente el poeta de la dificultad de su obra (a la que llegó a calificar de "dislate" en alguna ocasión), recurrió a explicaciones en prosa para aclarar los términos de sus composiciones (así, v.gr., las glosas a la "Subida al Monte Carmelo", escritas entre 1578 y 1583; al "Cántico espiritual" y a la "Llama de amor viva", las dos de 1584; o a la "Noche Oscura", de 1579). Con todo, la dificultad del tema no se aclaró con estos comentarios que, a veces, contribuyen a una oscuridad mayor de los símbolos de la poesía.

Como poeta, inicia San Juan su obra tarde, durante el mencionado cautiverio de 1578, a los treinta y seis años, y continúa hasta 1586. Desde esta fecha se dedicará a la corrección de sus escritos.

Su obra poética, tal y como nos ha llegado, está integrada por dos tipos de obras: las místicas y aquellas en las que el poeta explica partes de la Escritura (así los Romances sobre el Evangelio "In principio erat Verbum", acerca de la Santísima Trinidad", o el "Super flumina Babilonis", traducción en romance del "Salmo CXXXVI"). Dentro del primer apartado -el más valioso, sin duda, de su obra-, cabe distinguir, a su vez, entre las piezas más sencillas (aquellas que glosan a lo divino estribillos profanos) y los grandes poemas místicos. Son los primeros "Vivo sin vivir en mí", poema que también glosaría Santa Teresa; "Tras de un amoroso lance"; "Por toda la hermosura"; y "Sin arrimo y con arrimo". Respecto de los segundos, constituyen la parte más difícil de la obra de San Juan y en ellos el lenguaje simbólico alcanza cotas de difícil superación.

San Juan de la Cruz. Cántico espiritual.

Cabe destacar su variedad métrica, que va de las coplas octosilábicas de "Entréme donde no supe", hasta los cuartetos endecasílabos de "Un pastorcico solo está penando", pasando por el empleo de la lira en la "Llama de Amor viva", el "Cántico espiritual" o en la "Noche Oscura", hasta los pareados con estribillo del "Cantar del alma".

El "Cántico Espiritual" está considerado como su obra maestra, pues en ella realiza la fusión de multitud de elementos procedentes de su educación humanística y de la lectura de la Biblia, especialmente del Cantar de Cantares, para describir el encuentro del alma con su Amado. La falta de conexión lógica, habitual en su obra, va sembrando diferentes elementos que se presentan dispersos hasta que cristalizan en un determinado momento. Así, las referencias a la guerra o a los miedos de la amada

"y todos cuantos vagan
me van de ti mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan
y dejánme muriendo
un no sé qué que quedan balbuciendo
",

dispersas a lo largo de todo el poema, cobran sentido en el final, como ha señalado en su magistral lectura del poema Domingo Ynduráin, cuando la desaparición de los elementos negativos, encarnados en Aminadab, permite que todo el mundo descanse en el Amado:

"Que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco parescía,
y el cerco sosegaba
y la caballería
a vista de las aguas descendía
"

No obstante la falta de lógica, el poeta crea una serie de conexiones constantes que el lector percibe a través de alusiones y evocaciones que permiten seguir el hilo del pensamiento del poeta y en las que el sentimiento místico platónico del Renacimiento se cruza con el tema bíblico.

Respecto del resto de los poemas, cabe señalar cómo San Juan se hace con la lengua poética de su siglo al acudir a símbolos como la noche, tan frecuente, por no ir más lejos, en la obra de Francisco de la Torre, o a las propias formas de la poesía garcilasiana:

"En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada
".

("Noche oscura").

San Juan de la Cruz, "En una noche escura".

Bibliografía.

  • ALONSO, Dámaso; La Poesía de San Juan de la Cruz (desde esta ladera); Madrid, Gredos, 1966.

  • BOUSOÑO, Carlos; Teoría de la expresión poética; Madrid, 1970.

  • YNDURÁIN, Domingo; ed., Poesías; Madrid, Cátedra, 1993, 8ª ed.

Autor

  • José Ramón Fernández de Cano; Gerardo Fernández San Emeterio