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LiteraturaBiografía

Jodelle, Etienne (1532-1573).

Poeta y dramaturgo francés, nacido en París hacia el año de 1532 y fallecido en su ciudad natal en 1573. Gran renovador del teatro francés, arrinconó los gustos medievales en pro de la vuelta al clasicismo y la restauración del género cómico, y fue el primero en cultivar la "comedia burguesa" (o "humanista") y en proyectar la creación de una comedia nacional francesa. Fue, además, autor de una brillante producción poética que sobresale por su alcance satírico -que abarca asuntos de índole moral, política y religiosa-, su originalidad métrica y rítmica, su riqueza verbal y musical y su poderoso aliento imaginativo.

Nacido en el seno de una familia acomodada perteneciente a la clase burguesa, cursó estudios en el prestigioso colegio de Boncourt, donde tuvo por maestro al célebre humanista y poeta latino Marc-Antoine de Muret (1526-1585). Inclinado desde su temprana juventud hacia el estudio de las disciplinas humanísticas y el cultivo de la creación literaria, comenzó precozmente a escribir versos siguiendo, en estos primeros compases de su obra, la estela de otro gran escritor de su tiempo, Clément Marot (1496-1544); hacia 1552, cuando andaba alrededor de los veinte años de edad, ya estaba estrechamente vinculado a su antigua alma mater, el Collège de Boncourt, al que también pertenecían otros destacados poetas de su generación, como Rémy Belleau (1528-1577) y Jean de la Peruse.

A comienzos de aquella década de los años cincuenta, enfrascado en su propósito de crear una comédie nationale estrictamente francesa, Etienne Jodelle compuso su pieza teatral Eugène, que fue representada por vez primera en 1552. Siguiendo las reglas de la comedia clásica e italiana, el joven dramaturgo dio la espalda a la ya caduca tradición de los misterios medievales para buscar, en el género cómico, un nuevo cauce temático y formal capaz de expresar las inquietudes y los sentimientos de esa burguesía emergente a la que pertenecía. Al parecer, Jodelle escribió por aquel tiempo otra comedia humanista, La Rencontre, que en la actualidad se considera perdida.

Su afán por renovar la escena francesa de mediados del siglo XVI le llevó luego a escribir Cléopâtre captive, considerada unánimemente por la crítica como la primera tragedia "a la antigua" -es decir, siguiendo los modelos de la tragedia clásica grecolatina- de la literatura en lengua francesa. Esta novedosa obra de Jodelle, estrenada en febrero de 1553 bajo la atenta mirada del rey Enrique II (1519-1559), sentó las bases de la tragedia clásica que habría de alcanzar su apogeo en Francia durante la siguiente centuria. La acción arranca con un Marco Antonio ya muerto y una protagonista que no tiene otro deseo que seguir los pasos de su amado, pues considera que su destino se ha detenido en el momento en que la muerte le ha privado de su ser más querido. Concebida como un prolongado lamento trágico en el que apenas hay lugar para la acción, Cléopâtre captive provocó el entusiasmo de los asistentes a su estreno y situó a Jodelle en la cima de la literatura dramática del momento. A mediados de la década siguiente, el dramaturgo parisino escribió Didon se sacrifiant (1565), la única tragedia suya que, junto con Cléopâtre captive, ha llegado hasta nuestros días. La elección de una heroína marcada por su sino trágico no es la única coincidencia con Cléopâtre captive, ya que el autor de ambas obras quiso consolidar sus propuestas de renovación reiterando los mismos esquemas formales y temáticos que tantos aplausos le habían granjeado

En el transcurso de los festejos carnavalescos de 1553 se representaron en París tanto Eugène como Cléopâtre captive, las dos piezas teatrales que habían hecho famoso a Jodelle. Precisamente fue en el transcurso de dichas celebraciones cuando se produjo la unión entre el Collège de Boncourt y el Collège de Coqueret, en el que había surgido un activo y bullicioso grupo de escritores conocidos como la Pléiade. Fruto de esta unión de intereses estéticos afines fue el surgimiento del nuevo teatro francés, firmemente comprometido con la recuperación de la tragedia clásica y, por supuesto, con la observancia de sus reglas fundamentales (como la de las tres unidades, que obligaba al autor a respetar los límites proporcionados del tiempo, el lugar y la acción). Dentro de este interés colectivo por el modelo trágico de la Antigüedad grecolatina, Etienne Jodelle se significó por otra innovación: fue el primer dramaturgo que utilizó para sus tragedias el verso alejandrino, que pronto habría de convertirse en el recurso métrico más representativo del género.

Los clamorosos triunfos cosechados por Eugène y Cléopâtre captive sumergieron a Jodelle en una fructífera actividad creativa que no era sino el refrendo de la aceptación con que habían sido acogidas sus propuestas tanto entre el público como parte de sus colegas. En 1558, los regidores de París le encomendaron la organización de un magno evento festivo en el Hôtel de Ville, en homenaje de su majestad el rey Enrique II y del duque de Guise, flamante vencedor de las tropas inglesas en la batalla de Calais. Gracias a la generosa partida presupuestaria que le asignó su ciudad natal, Etienne Jodelle tuvo ocasión de poner en pie un grandioso espectáculo en el que recurrió a los efectos visuales del teatro en la calle (divisas, inscripciones, carteles en verso) para ofrecer una innovadora mascarada musical inspirada en el mito de los argonautas (con el propio Jodelle en el papel de Jasón). Pero la mayor parte del público iletrado que concurrió masivamente a dicho espectáculo no estaba preparada para enfrentarse a las habituales propuestas renovadoras del autor parisino -como, por ejemplo, un Orfeo cantante que causó la rechifla entre el respetable-, y el espectáculo concluyó en una ruidosa manifestación de descontento, aderezada con pateos y pitidos, que puso fin al prestigio ascendente de Jodelle en los dominios del Arte de Talía. En el transcurso de aquel mismo año, el dramaturgo dio a la imprenta un volumen titulado Recueil des inscriptions (1558), en el que recogía los textos de los carteles y la mascarada, al tiempo que exhibía la furia y el dolor que la reacción del pueblo de París le había provocado.

A partir de entonces, Etienne Jodelle se centró de lleno en la escritura poética, con el deseo de volver a granjearse el prestigio literario que había conseguido como autor dramático. Sobresalió, en dicha faceta, por sus versos satíricos y polémicos, dirigidos -en su exquisita factura formal- contra los grupos sociales más variados; fueron muy conocidos los sonetos en los que arremetía contra los portadores de nuevas ideas religiosas (Contre les ministres de la nouvelle opinion), así como los poemas satíricos que, entre 1567 y 1568, dirigió contra los protestantes y contra el orador, poeta latino y canciller de Francia Michel de l'Hospital (1505-1575), quien, en una muestra más de su espíritu abierto y tolerante, se había opuesto al establecimiento de la Inquisición en Francia y había proclamado la libertad de culto. Estas polémicas composiciones poéticas, lejos de granjearle la fama y el reconocimiento que tan vehementemente buscaba, le fueron poco a poca arrinconando hasta sumirle en la más triste miseria, de la que sólo escapaba ocasionalmente merced a la brillantez de algunos versos afortunados. Así, v. gr., en 1569 fue invitado a tomar parte en el "Salón de la Maréchale de Retz", para el que escribió algunos de los más bellos versos de amor de la literatura francesa del siglo XVI; y tres años después, el rey Carlos IX (1550-1574) le hizo entrega de quinientas libras en agradecimiento a los versos elogiosos que había dedicado a la Matanza de San Bartolomé (23-24 de agosto de 1572).

Pero estos socorros ocasionales no bastaban para paliar su extrema pobreza, agravada por el arrinconamiento al que había sido relegada su figura y su obra. Cuando la muerte le sorprendió, en su ciudad natal, en 1573, Etienne Jodelle era un hombre amargado y huraño que, con poco más de cuarenta años de edad, estaba considerado un fracasado; abandonado por sus antiguos compañeros de andadura literaria, murió maldiciendo su mísero destino, insultando a Dios y renegando de la época mezquina que le había tocado vivir, en la que no tuvieron cabida sus ilusionados proyectos artísticos. Sin embargo, al poco de su muerte algunos de los escasos amigos que le acompañaron hasta el final de sus días recogieron varias de las composiciones que, en vida, nunca había llegado a dar a la imprenta Jodelle, y las publicaron en un volumen que, en la actualidad, constituye la única muestra de su obra poética que ha llegado hasta nuestros días. A pesar del carácter fragmentario y circunstancial de este volumen -que presenta muchas lagunas y recoge, incluso, poemas inconclusos del escritor parisino-, es fácil apreciar que la originalidad del corpus poético de Jodelle poseyó un aire de modernidad escasamente valorado por sus contemporáneos, pero plagado de hallazgos novedosos que demuestran su condición de hombre adelantado a su tiempo. No es de extrañar, por ende, que sus versos hayan sido recuperados y revalorizados por la crítica contemporánea.

En efecto, dentro de esa Oeuvre posthume (Obra póstuma, 1574) recopilada por sus amigos llama la atención la audacia de Jodelle a la hora de dislocar con maestría la sintaxis y el ritmo habituales del soneto, en un claro preludio de la estética barroca que aún tardaría varios años en ser plenamente asimilada en la Europa Occidental. Respecto a los contenidos que predominan en este poemario póstumo, cabe citar la importancia concedida por Jodelle al tema amoroso -plasmado, generalmente, en sonetos dedicados a la mariscala de Retz-, que parte de una sutil transformación del erotismo en materia espiritual, cercana a veces a la corriente mística. Además, abundan esas polémicas composiciones satíricas de ardoroso vigor que tantos problemas le causaron en vida.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.