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LiteraturaBiografía

Jiménez Rueda, Julio (1896- 1960).

Narrador, dramaturgo, ensayista, periodista y diplomático mexicano, nacido en Ciudad de México en 1898 y fallecido en 1960. Tras adentrarse en el cultivo de la creación literaria por medio de varias novelas y narraciones breves, encontró su verdadera vocación en la composición de unas brillantes piezas dramáticas que, a la postre, le convirtieron en uno de los mejores exponentes de la comedia de costumbres mexicana del siglo XX.

Vida

Desde sus primeros años de estudiante, el joven Julio Jiménez Rueda mostró una acusada inclinación hacia el conocimiento de las disciplinas humanísticas, lo que le condujo a cursar estudios superiores de Leyes en la Universidad Nacional de México, donde, una vez licenciado en Derecho, obtuvo también el grado de doctor en Filosofía y Letras. A lo largo de su brillante trayectoria profesional, el escritor de Ciudad de México habría de regresar en varias ocasiones a su antigua alma mater, para desempeñar en ella diversas labores docentes y ocupar varios cargos directivos.

En su condición de hombre de Leyes, participó de forma activa en la vida pública y administrativa de su nación, al que representó como secretario de embajada en las delegaciones diplomáticas de México en Montevideo (1920) y Buenos Aires (1921-1922). De regreso a su país, siguió ocupando cargos de alta responsabilidad en los círculos político-culturales, como el de director del Archivo General de la Nación o, algo después, el de presidente del Centro Mexicano de Escritores. Previamente, Jiménez Rueda había sido nombrado director de la Escuela de Arte Teatral de la Universidad Nacional (1918), en donde tomó sus primeros contactos con el arte de Talía y llegó a estrenar dos piezas dramáticas debidas a su propia pluma. Cinco años después, en calidad de secretario del Ayuntamiento de la Ciudad de México, aunó sus esfuerzos políticos y sus intereses artístico-culturales para promover la creación del luego célebre Teatro Municipal. Asimismo, desde dicho cargo administrativo auspició una interesante política de subvenciones que, inaugurada con la ayuda concedida a la Compañía de María Teresa Montoya, constituyó uno de los mayores acicates para que las agrupaciones dramáticas de la época llevasen a las tablas las principales obras de los dramaturgos mexicanos contemporáneos.

Posteriormente, Jiménez Rueda intervino de forma decisiva en la fundación de la Unión de Escritores Dramáticos, ya inmerso en una infatigable labor de mecenazgo teatral que le animó, además, a asumir la dirección en los montajes de varias obras e, incluso, a verter a la lengua castellana algunas piezas dramáticas del francés Jules Romains y de otros escritores extranjeros. Asimismo, desarrolló una fecunda labor periodística en diferentes medios especializados en temas culturales, y colaboró también con asiduidad en varios rotativos de información general, como Excelsior, El Universal, El Heraldo y El Progreso. Por estos y otros servicios prestados al desarrollo cultural de su pueblo, así como por el interés dramático y la calidad literaria de algunas de sus obras, Julio Jiménez Rueda fue objeto a lo largo de su vida de numerosos honores y distinciones, entre los que cabe destacar su elección, en 1935, como miembro correspondiente de la Academia Mexicana de la Lengua, y, en 1954, de la Academia Mexicana de la Historia.

Obra

Aunque irrumpió en el panorama cultural mexicano con algunas narraciones breves y extensas que, en general, no suscitaron gran interés entre críticos y lectores, sus tempranos contactos con el mundo de la escena le permitieron descubrir las posibilidades de expresión que le ofrecía el lenguaje dramático y darse a conocer en calidad de autor de obras teatrales. Así, comenzó estrenando algunos dramas que, como el titulado Como en la vida (México: Dirección de Talleres Gráficos, 1919), pronto le marcaron el camino definitivo por el que habría de proseguir su labor teatral: el subgénero de la farsa y, sobre todo, la comedia. En 1923 volvió a los escenarios aztecas con la obra titulada Lo que ella no pudo prever (México: Ed. Cultura, 1923), una comedia dramática compuesta de tres actos a la que pronto siguió, en el transcurso de aquel mismo año, un drama en tres actos titulado La caída de las flores (México: Ed. Cultura, 1923).

Cuatro años después, dio a la imprenta en España una farsa compuesta de tres actos y presentada bajo el título de La silueta de humo (Madrid: Espasa-Calpe, 1927), obra que, recibida con grandes elogios por parte del público y la crítica especializada, quedó a la postre como el fruto más granado de su variada producción teatral. Se trata de una brillante comedia de costumbres que, caracterizada por el agudo análisis psicológico de sus personajes, refleja en clave de humor el manido tema del adulterio y los celos infundados.

En 1932, Julio Jiménez Rueda volvió a sorprender a críticos y espectadores con Miramar. El rival de su mujer, un espléndido poema dramático que, centrado en la figura histórica del emperador Maximiliano de Habsburgo, mereció los honores de la imprenta al cabo de diecisiete años transcurridos desde su estreno (México: Imprenta Universitaria, 1949).

En su faceta de ensayista y estudioso de las letras y la historia de su pueblo, Jiménez Rueda dio a la imprenta varios escritos de enorme interés, como los titulados Historia de la literatura mexicana (México, 1928), Juan Ruiz de Alarcón y su tiempo (México: Porrúa, 1939), Don Pedro Moya de Contreras: primer inquisidor de México (México: Ed. Xochitl, 1944), Estampas de los siglos de oro (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1957) y Herejías y supersticiones en la Nueva España (1946). El resto de su producción literaria se completa con las narraciones tituladas Moisés (1924) y La desventura del conde Kadski (1935).

Bibliografía

  • - BASURTO, Luis G. Teatro mexicano (Madrid: Ed. Aguilar, 1960).

- CARBALLO, Emmanuel. 19 protagonista de la literatura mexicana del siglo XX (México: Empresas Editoriales, 1965), págs. 169-179.

- MONTERDE, Francisco. Teatro mexicano del siglo XX (México: Fondo de Cultura Económica, 1980), t. I, págs. 486-546.

J. R. Fernández de Cano.

Autor

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