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Ocio y entretenimientoBiografía

Jiménez Castro, Rafael, o "Chicuelo" (1937-VVVV).

Matador de toros español, nacido en Sevilla el 7 de marzo de 1937. En el planeta de los toros es conocido por el celebérrimo sobrenombre de "Chicuelo", apodo que heredó de su padre, el genial espada trianero Manuel Jiménez Moreno, quien a su vez lo había recibido de su progenitor, el fundador de esta famosa dinastía sevillana de matadores de toros, Manuel Jiménez Vera. Además de estos ilustres antecedentes familiares, entre el parentesco de Rafael Jiménez Castro figura un hermano, Manuel Jiménez Castro, que probó suerte como novillero, aunque no llegó a recibir la alternativa y pasó a engrosar las honrosas filas de los toreros que visten de plata; y un joven epígono de esta saga taurina que, todavía en calidad de novillero, ha recuperado el entrañable apodo familiar para anunciarse en los carteles de la última década del siglo XX.

Las inmejorables relaciones que mantenía toda su familia con el entramado taurino profesional permitieron al jovencísimo Rafael Jiménez Castro dar rienda suelta a su temprana vocación torera sin pasar por las típicas dificultades a que debían enfrentarse otros jóvenes aspirantes de su época. Así las cosas, contaba sólo quince años de edad cuando, el día 24 de junio de 1952, sin haber pasado por el correoso trance de las novilladas sin picadores, se enfundó su primer terno de luces en la bella localidad cordobesa de Cabra, donde, en compañía de otro brioso aprendiz de torero, José Ordóñez, dio cuenta de un encierro de novillos procedente de la ganadería de don Juan José Cruz. Debutó, pues, en un festejo donde estaba anunciado el concurso de los varilargueros, circunstancia verdaderamente extraña en un aprendiz de quince años.

Sin embargo, esta precocidad no se tradujo en una presta aparición en plazas de primera categoría, como lo prueba el hecho de que no compareciera ante la primera afición del mundo hasta el día 30 de mayo de 1957, es decir, cuando ya había alcanzado la veintena. Hasta entonces, Rafael Jiménez Castro ("Chicuelo") se había limitado a torear por plazas menores, casi todas ubicadas en su ámbito geográfico meridional; pero en la mencionada campaña de 1957 decidió que ya había llegado el momento de presentarse en las arenas de la madrileña plaza de Las Ventas, pues no podía demorar más su toma de alternativa, y tampoco era cuestión de doctorarse sin haber pisado antes, en calidad de novillero, el redondel de la Villa y Corte. Así las cosas, el ya citado día 30 de mayo de 1957 hizo el paseíllo a través del redondel madrileño, para alternar con los novilleros Enrique Orive y "El Trianero" en la lidia y muerte de un encierro procedente de la ganadería de doña Eusebia Galache de Cobaleda.

Al comienzo de la campaña siguiente le llegó el momento crucial en la carrera profesional de cualquier torero: la toma de alternativa. En efecto, el día 6 de abril de 1958 se vistió de luces en Sevilla para recorrer el albero de la Real Maestranza, apadrinado por el genial coletudo rondeño Antonio Ordóñez Araujo; el cual, bajo la atenta mirada del espada sevillano Manuel Vázquez Garcés ("Manolo Vázquez"), que hacía las veces de testigo, cedió al toricantano los trastos con los que había de dar lidia y muerte a estoque a un burel criado en las dehesas de don Carlos Núñez, que atendía a la voz de Cañamazo.

Un mes después volvió a pisar la arena de la capital de España, esta vez dispuesto a confirmar, ante el severo público de Las Ventas, los méritos que le acreditaban como matador de reses bravas. Corría, a la sazón, el día 16 de mayo de dicha temporada de 1958, fecha en la que ejerció las funciones de padrino el aclamado lidiador madrileño -aunque nacido accidentalmente en Caracas- Antonio Mejías Jiménez ("Antonio Bienvenida"), quien, en presencia del susodicho "Manolo Vázquez" -enrolado, de nuevo, en oficio de testigo-, facultó a "Chicuelo" para que trasteara y estoqueara a Cocolito, un morlaco marcado con el hierro de don Salustiano Galache.

Pronto se echó de ver que el joven Rafael Jiménez Castro había heredado de su padre (y, en buena medida, también puede decirse que de su malogrado abuelo) esa finura y gracia sevillanas que dotaban a su toreo de una dimensión artística tan aquilatada entre las figuras de su saga como poco frecuente en otros lidiadores. Por desgracia, también se advirtió con presteza que iba a costarle mucho llegar a convertirse en una gran figura del Arte de Cúchares, pues a las excelsas posibilidades estéticas que adornaban su quehacer taurino no les acompañaban esas sobradas dosis de valor que son imprescindibles para enfrentarse con el ganado bravo.

De ahí que, en plena campaña de 1959, cuando tan sólo había cumplido diecisiete ajustes como matador desde que recibiera la alternativa en su Sevilla natal, Rafael Jiménez Castro ("Chicuelo") decidiera retirarse del ejercicio activo del toreo. Su última actuación había tenido lugar en las desaparecidas arenas de la plaza de San Sebastián, el día 16 de agosto de 1959; desde entonces, y hasta bien entrada la década de los años sesenta, el diestro sevillano no volvió a vestir un terno de luces.

Pero el gusanillo de la afición, sumado a su carácter voluble e indeciso, le animó a regresar a los ruedos el día 12 de agosto de 1962, fecha en la que hizo el paseíllo en el coso mejicano de Tampico, para enfrentarse con un lote procedente de la ganadería de Santín, acompañado en los carteles por Jaime Bravo Arciga y Rodolfo Palafox. Tras esta fugaz reaparición, circunscrita al ámbito hispanoamericano, se retiró nuevamente del toreo, lo que no impidió una segunda vuelta en 1967. Con tan guadianesca trayectoria, su nombre ya no alcanzaba una alta cotización en los carteles de las principales plazas del país, por lo que en dicha campaña de 1967 tan sólo se vistió de luces en tres ocasiones, y en dos durante la siguiente temporada de 1968, en la que de nuevo se cortó la coleta.

Tras un larguísimo paréntesis de inactividad, decidió volver al ejercicio activo del toreo en 1981, cuando ya había rebasado largamente los cuarenta años de edad. Pisó así de nuevo el albero hispalense, pues el día 27 de abril del referido año hizo el paseíllo en la Real Maestranza para alternar, en la línea de un encierro de Carlos Núñez, con dos figuras de la talla de Francisco Romero López ("Curro Romero") y José María Dols Abellán ("José Mari Manzanares"). Esta vez, empero, supo advertir a tiempo que su momento como matador de reses bravas ya había pasado, por lo que, tras intervenir como maestro en otra función de toros, optó por mudar el oro por la plata y pasarse al escalafón de los subalternos.

Autor

  • JR.