Imber de Coronil, Lya (1914-1981).
Pediatra y humanista venezolana, nacida en Odessa (Rusia) el 18 de marzo de 1914, y fallecida en Caracas el 13 de septiembre de 1981. Hija de Naum Imber y de Ana Barú, a los cuatro años se trasladó con toda su familia a Soroki (Rumanía), en donde pasó el resto de su infancia y el comienzo de su adolescencia. En 1930 su familia se instaló definitivamente en Venezuela, en cuya Universidad Central ingresó la joven Lya para cursar estudios superiores de Medicina. Durante aquellos años de estudiante sobrevivió gracias al dinero que cobraba por poner inyecciones, ingresos que complementaba con los procedentes de las clases particulares de francés que impartía y de la traducción de algunos artículos científicos escritos en lengua alemana.
Destacada, pues, por sus amplios conocimientos humanísticos (a los que se sumaba su dominio excepcional de la literatura rusa), llamaba la atención entre sus compañeros no sólo por su firmeza, su inteligencia y su belleza, sino por el valor y la decisión con que sobrellevaba la -entonces- proeza de ser la única estudiante femenina de la Facultad de Medicina. Este rasgo de independencia y rebeldía frente las pautas sociales establecidas caracterizó no sólo su forma de ser, sino, más adelante, su actividad profesional, en la que llegó a convertirse en una figura destacada de la Psiquiatría mundial.
En 1936 obtuvo su título de licenciada en Medicina, y un año más tarde ingresó como Médico Interno en el recién inaugurado Hospital Municipal J. M. de los Ríos (dirigido entonces por el Dr. Gustavo H. Machado), institución en la que después ocuparía el cargo de Médico Residente, para acabar asumiendo las responsabilidades inherentes a la Jefatura Titular de Servicio y, finalmente, la Dirección de todo el centro hospitalario. En el ejercicio de sus funciones como Directora creó, en dicho hospital, la Biblioteca Gustavo H. Machado y la Sociedad Médica, e intervino activamente en la fundación del Patronato del Hospital de Niños. El carácter firme y anticonvencional de esta mujer singular (que en 1938 había contraído matrimonio con Fernando Rubén Coronil) queda bien reflejado en una de las disposiciones que tomó siendo Directora del mencionado hospital, por vía de la cual levantó la orden que prohibía a las mujeres usar pantalones dentro de esta institución sanitaria.
Pero su mayor aportación a la Medicina de su tiempo se basó en su firme convencimiento de que las madres debían estar cerca de sus hijos enfermos, circunstancia que, según ella, favorecía notablemente la recuperación de los niños. En defensa de esta tesis, llegó a luchar por la fundación de lo que ella llamaba la "Casa de las Madres" dentro de los hospitales.
