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LiteraturaBiografía

Huysmans, Joris-Karl (1848-1907).

Narrador francés de origen flamenco, nacido en París en 1848 y fallecido en su ciudad natal en 1907. Autor de una espléndida producción narrativa que hunde sus raíces en la estética realista decimonónica (y, de forma muy señalada al comienzo de su trayectoria literaria, en su derivación naturalista), recorrió luego las principales corrientes finiseculares (como el simbolismo y el decadentismo) para acabar a la postre asumiendo algunas de las grandes novedades que caracterizan el gusto literario contemporáneo, como el misticismo y el esoterismo. Produjo, en suma, una obra en prosa de exquisita belleza formal y enrevesado espíritu contradictorio (que no era sino el reflejo de las violentas oscilaciones anímicas del propio autor), en la que sobresale como una de las piezas cumbres de la literatura francesa de todos los tiempos la novela titulada À rebours (1884), que puede encontrarse traducida al castellano bajo títulos tan disímiles como Al revés, A contracorriente, A contrapelo, A contratiempo, etc.

Inclinado desde su juventud hacia el conocimiento de las disciplinas humanísticas, cursó estudios superiores de Leyes y en 1868, a los veinte años de edad, ingresó como funcionario de carrera en la célebre Sûreté (Seguridad) del Ministerio del Interior francés, en donde habría de desplegar una intensa labor profesional por espacio de treinta años, hasta que, ya consagrado como uno de los grandes escritores de su tiempo, decidió dedicarse en exclusiva al cultivo de la creación literaria. Pero antes de poder permitirse esta independencia creativa, Joris-Karl Huysmans aprendió a compaginar con notable acierto su trabajo de funcionario con su innata inclinación hacia la prosa de ficción, que a comienzos de los años setenta le llevó a interesarse por la pujanza vigorosa y emergente -primero en las letras francesas, y muy pronto en todas las literaturas del mundo occidental- de la corriente naturalista. Imbuido del espíritu y las enseñanzas de los grandes maestros del Naturalismo (llegó a compartir amistad con su máximo exponente, el escritor parisino Émile Zola), a mediados de dicha década el escritor de origen flamenco dio a la imprenta su primera narración extensa, publicada bajo el título de Marthe, histoire d'une fille (Marta, historia de una muchacha, 1876), obra claramente adscrita a la citada tendencia por la que había empezado a evolucionar el realismo francés, al igual que su segunda novela, aparecida al cabo de tres años bajo el epígrafe de Les s?urs Vatard (Las hermanas Vatard, 1879).

En ambas narraciones -así como en À veau-l'eau (A la deriva, 1882), su tercera entrega novelesca-, Huysmans daba rienda suelta a sus inquietudes formales y temáticas naturalistas enfocando su punto de mira sobre la prostitución, la indigencia y otras formas de degradación social, pero mostrando siempre una especial sensibilidad para el tratamiento de los temas morbosos que, al tiempo que individualizaba claramente sus obras frente a la producción coetánea del resto de los narradores naturalistas franceses, tendía estrechos puentes de contacto con otras corrientes estéticas igual de pujantes en la época, como el Simbolismo (de hecho, fueron muy comentados en los cenáculos literarios parisinos los elogios mutuos intercambiados entre Huysmans y el gran poeta Stéphane Mallarmé, tal vez la figura más representativa de la sensibilidad poética simbolista).

No abandonó, todavía, el círculo de los naturalistas, ni mucho menos -dentro de él- la escuela de Zola y el denominado "Grupo Médan", a cuya definitiva consolidación contribuyó de forma decisiva con la aportación de Sac au dos (Mochila a cuestas), un relato incluido en el volumen colectivo titulado Soirées de Médan (Las veladas de Médan, 1880), en el que vieron la luz otras narraciones breves del propio Zola y de otros autores precipuos de la época, como Guy de Maupassant (que incluyó allí su celebérrima historia titulada Bola de fuego). Por la importancia de los narradores que lo escribieron y de los relatos que lo conforman, Las veladas de Médan está considerado como uno de los mejores manifiestos del Naturalismo francés.

A pesar de estas afinidades estéticas y personales que seguían vinculándole a los naturalistas, Huysmans ya había apuntado en su tercera novela esa personal inclinación hacia la capacidad evocadora y sugerente del simbolismo y la desgana exquisita del decadentismo, rasgos que triunfaron por completo en su cuarta narración extensa, la ya mencionada obra maestra titulada Á rebours (1884). En este ejemplo acabado del espíritu y la literatura decadentes, el autor parisino narra la peripecia de Jean Des Esseintes, un hombre anémico afectado por graves problemas psíquicos que, ya en la treintena, decide apartarse de los ambientes mundanos que viene frecuentando desde su juventud. Último descendiente de una familia aristocrática, ha vivido hasta entonces rodeado de caprichos que, aunque parecían colmar su afán de delectación estética, no han logrado satisfacer sus inquietudes espirituales y han contribuido a agravar aún más su neurastenia. Retirado, pues, a una tranquila villa provinciana situada en Fonteny-aux-Roses, se hace construir allí su particular "torre de marfil", en la que las vidrieras góticas, el mobiliario suntuoso, las pinturas de sugerentes temas fantásticos, las inquietantes plantas artificiales, la riqueza y rareza de las telas que visten las paredes y, en definitiva, todos los elementos decorativos intentan adecuarse a las exigencias exquisitas y decadentes de sus gustos. No es éste, claro está, el ambiente más apropiado para atajar la veloz progresión de su neurosis, que, alimentada por los peregrinos volúmenes de su biblioteca (con los grandes decadentes latinos, como Petronio y Apuleyo, al frente; pero también con los místicos de todas las culturas, y los grandes simbolistas modernos, como Mallarmé, Verlaine y Baudelaire ), provoca en el protagonista una constante evocación de sus vivencias anteriores, que reaparecen una y otra vez en sus sueños dando lugar a terribles pesadillas. Cuando su salud mental corre el riesgo de caer en una fase de deterioro imparable, Jean Des Esseintes se ve obligado a abandonar las rarezas de su voluntario aislamiento, con lo que experimenta una notable mejoría que, en su opinión, es debida sobre todo a la bondad misericordiosa de Dios, cuya ayuda había implorado en sus momentos de mayor desesperación. A la postre, el protagonista acaba identificando su extraña inclinación hacia el artificio y la estética decadente como un impulso místico que le instaba a alcanzar un ideal, ahora por fin entendido como un camino de beatitud, y no una angustiosa demora en la contemplación ociosa y diletante.

Pero, más allá de las conclusiones del protagonista y de las interpretaciones personales de cada lector, lo que quedaba bien patente en À rebours era el hastío de Huysmans ante la mediocridad de la vida cotidiana y su necesidad de buscar alguna vía de escape -a través de la estética- por donde huir de esa oprobiosa rutina. Y, del mismo modo que el protagonista de su obra maestra hallaba en los perfumes exóticos, la decoración exquisita y las bellezas artificiales el mejor modo para evadirse de la realidad asfixiante, el propio Huysmans creyó encontrar una puerta abierta en el misticismo católico, al que -como no podía ser menos en su condición de esteta decadente- se acercó primero desde un refinado esoterismo adobado de sugerentes indagaciones en el campo de la demonología y la imaginería diabólica.

El paso previo por esta fase de demonismo dejó también una valiosa huella literaria, la novela Là-bas (Allá abajo, 1898), extraño pero lúcido intento de crear un paradójico "realismo de lo sobrenatural", y primera incursión de la narrativa contemporánea en los cultos satánicos. Con este espléndido relato, Joris-Karl Huysmans consiguió dar carta de naturaleza cultural y artística a unas prácticas esotéricas que, hasta entonces, sólo habían gozado del prestigio intelectual que les otorgaban los iniciados en ellas.

Pero, tras este fructífero, sombrío e inquietante descenso a los dominios del Maligno, Huysmans se reencontró definitivamente con el catolicismo ortodoxo y recondujo no sólo su obra, sino su propia vida por el sendero de esta doctrina religiosa. A partir de entonces, recluido durante largos períodos en los monasterios benedictinos de Igny y Ligugé, renunció al satanismo y enfocó todas sus preocupaciones temáticas hacia dicha espiritualidad católica, pero conservando intacto ese vigoroso estilo naturalista que le había hecho célebre en sus novelas anteriores, y sin abominar tampoco -a pesar de la temática religiosa- de ese punto de vista hedonista y sensual que, junto al rasgo recién mencionado, venía caracterizando e individualizando su producción narrativa. Esta particular e intensa vivencia del hecho religioso quedó bien plasmada en En route (En ruta, 1895), La cathédrale (La catedral, 1898), L'oblat (El oblato, 1903) y Les foules de Lourdes (Las muchedumbres de Lourdes, 1905), cuatro novelas de madurez que no sólo reproducían en sus ficciones los vaivenes espirituales de Huysmans, sino que incluso reflejaban algunos de los episodios más notables de su vida (así, v. gr., Durtal, el protagonista de El oblato, decide, como el propio autor parisino, vivir en un cenobio de la Orden de San Benito).

Aunque fueron sus obras narrativas las que le dieron celebridad mundial en su tiempo y le permitieron pasar a la historia de la literatura universal, Joris-Karl Huysmans también cultivó con notable acierto el género ensayístico, en el que se mostró -tal y como cabía esperar en un esteta de su talla- como uno de los mejores conocedores del arte de su época, y en particular de ese movimiento impresionista al que analizó con penetrante rigor y lucidez en obras como L'art moderne (El arte moderno, 1883) y Certains (1889).

Bibliografía

  • JIMÉNEZ TOMÉ, María José. J. K. Huysmans: del naturalismo al misticismo (Málaga: Universidad de Málaga. Servicio de Publicaciones, 1988).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.