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HistoriaReligiónBiografía

Hincmaro, Arzobispo de Reims (806-882).

Arzobispo de Reims nacido en 806 y muerto en Epernay el 21 de diciembre de 882. Buen prelado y hábil político, Hincmaro de Reims desarrolló una activa labor al servicio de Carlos el Calvo y sus sucesores, además de ser el autor de varios tratados, sobre diversos temas políticos y eclesiásticos.

Perteneciente a una importante familia de la Francia occidental, fue educado en el monasterio de St-Denis bajo la dirección del abad Hilduin. En 822 llegó a la corte de Ludovico Pío, como acompañante de su preceptor, nombrado capellán. Allí se familiarizó Hincmaro con todos los pormenores de la administración del Imperio, tanto a nivel eclesiástico como político. Hincmaro también acompañó a su maestro durante su destierro en Corvey. Posteriormente regresó a completar su formación a St-Denis. Hincmaro gozó del favor de Ludovico Pío, ante el cual intercedió por Hilduin, al que se le permitió regresar a su abadía. A instancias del emperador, Hincmaro se ocupó de asuntos espirituales y políticos.

En 840 Hincmaro pasó al servicio del rey Carlos el Calvo, de quien fue consejero privado, aumentando su participación en los asuntos de gobierno. Tras la muerte de Ludovico Pío en 840 fue rehabilitado como arzobispo de Reims Ebbo, que había sido expulsado de la sede metropolitana en 835; Hincmaro se opuso y declaró nula la restitución, prohibiendo incluso ejercer funciones espirituales a los clérigos que habían sido designados por Ebbo. Éste fue expulsado de nuevo y autorizado después por el papa Sergio II para administrar la eucaristía, pero en el sínodo de Beauvais de abril de 845, Hincmaro fue nombrado arzobispo de Reims, en sustitución de Ebbo. Su consagración tuvo lugar en Reims el 3 de mayo, pero la deposición de Ebbo fue revisada por el papa a instancias del emperador Lotario I, enemigo del nuevo arzobispo. Finalmente Hincmaro fue confirmado y recibió el palio del papa León IV.

Desde la dignidad metropolitana y a través de su influencia en la corte, Hincmaro se convirtió en una de las piezas claves de la política del reino de los francos occidentales. Sin embargo conoció la oposición del clero favorable a Ebbo y de Lotario I. En el concilio de Soissons de 853 la deposición de Ebbo y la consagración de Hincmaro fueron de nuevo puestas en tela de juicio, pero el arzobispo logró que se declarasen nulas las investiduras hechas por Ebbo después de su rehabilitación en 840, aunque los prelados afectados fueron rehabilitados a instancias de Carlos el Calvo. Hincmaro no consiguió del papa León IV la confirmación de las estipulaciones de Soissons; los decretos fueron confirmados después, bajo los pontificados de Benedicto III y de su sucesor, Nicolás I. Pero tras las confirmaciones de 863, Nicolás I recibió varios informes en los que se relataban las injusticias de que habían sido víctimas los clérigos depuestos, sobre todo un tal Wufald, que contaba con el respaldo de Carlos el Calvo. Hincmaro fue convocado, junto con los demás arzobispos de Francia, a un sínodo en Soissons (agosto de 866) en el que el caso sería revisado de nuevo. El papa ordenó la restauración de Wufald (que poco antes había recibido de Carlos el Calvo la sede vacante de Bourges) y del resto de sacerdotes, aunque éstos fueron obligados a jurar obediencia a Hincmaro. Entre 866 y 867 hubo un cruce de correspondencia entre Hincmaro de Reims y Nicolás I en referencia a la aplicación de las sanciones papales.

Hincmaro de Reims tomó parte muy activa en las controversias que se levantaron en su tiempo con referencia a la cuestión de la predestinación. En 848 fueron condenadas las enseñanzas de Gotescalco de Orbais, referentes a la predestinación. Éste fue enviado a Reims para que fuese custodiado por el arzobispo Hincmaro. Un año después se volvió a tratar el tema en el sínodo de Quierzy y fueron de nuevo condenadas las doctrinas de Gotescalco. Hincmaro expuso sus cuatro tesis sobre la doctrina de la predestinación en el sínodo de Quierzy de 853, y, aunque sus enseñanzas fueron aceptadas en general, fue atacado por ella por Prudencio de Troyes y por Remigio de Lyón. En el sínodo de Valence de 855 fueron publicados cánones para rebatir las doctrinas de Hincmaro, a las que éste contestó con su obra De Praedestinatione (858), de la cual no se conservan copias. Su segundo tratado sobre la predestinación llegó tras el sínodo de Savonières (859), presidido por él mismo y en él fueron planteadas sus famosas cuatro tesis, que alcanzaron una gran difusión en la época. Fueron las siguientes: Dios desea la salvación de todos los hombres; la voluntad del hombre permanece libre tras su muerte, pero debe ser santificada por la gracia de Dios; de entre la masa de los condenados, unos pocos están predestinados a salvarse por la vía de la misericordia de Dios; Cristo murió por todos los hombres. El conflicto que el arzobispo mantuvo con los otros prelados francos referente al tema de la predestinación quedó resuelto con la aceptación de las Cuatro Tesis, en el sínodo de Toucy, en 860.

Otro de los temas tratados por el arzobispo de Reims fue el de la Trinidad. Hincmaro fue duramente atacado por Gotescalco y acusado de sabelianismo, cuando prohibió que en su diócesis se cantase un himno para los mártires en el que se encontraba la frase Trina Deitas. Hincmaro se defendió mediante el ensayo De una et non trina deitate.

Como arzobispo, Hincmaro de Reims también mantuvo frecuentes querellas con los obispos de sus sedes sufragáneas. El obispo Rotahdius de Soissons había depuesto a un sacerdote y el metropolitano lo rehabilitó motu propio, excomulgando y encarcelando al sucesor designado por Rothadius, lo que causó las quejas del obispo. La cuestión fue tratada en el sínodo de Pistres, en la diócesis de Rouen, en 862 y Rothadius fue depuesto; no obstante, éste apeló al sínodo y a Roma, lo que prolongó el asunto hasta que el sínodo, continuado en Soissons, volvió a deponerlo. El hecho de que Hincmaro menospreciase la apelación a la Santa Sede hecha por Rothadius le valió la reprobación del papa Nicolás I, que además alegó que la deposición de un obispo por causa mayor era un asunto de incumbencia exclusivamente papal. Rothadius, después de un azaroso viaje a Roma, fue restaurado por el propio Nicolás I en 865. El arzobispo también se enfrentó con su propio sobrino, el obispo Hincmaro de Laón, que esgrimió las decretales de Pseudo-Isidoro para revocar su deposición. Carlos el Calvo desposeyó al joven Hincmaro de su cargo en la corte y de cierta abadía que le había sido concedida, pero cuando intentó secuestrar los bienes de la diócesis recibió la oposición del arzobispo.

Este enfrentamiento con el monarca fue un hecho circunstancial, ya que la colaboración de Hincmaro con Carlos el Calvo fue una constante. La alianza entre el episcopado y el poder real se encaminó por un lado a la defensa de los derechos de la Iglesia y por otra al apoyo a la Corona por parte del clero, para disminuir la influencia de la nobleza. Hincamro de Reims usó todas sus armas políticas al servicio de Carlos cuando éste se enfrentó con Lotario. En 858 Hincamro se puso al frente del movimiento eclesiástico contrario a la ocupación de la Francia occidental por parte de Luis el Germánico; posteriormente tomó parte en las conversaciones de paz de Coblenza (860), siendo la pieza clave para que Carlos el Calvo conservase su reino. Por aquellas fechas Hincmaro también intervino en el divorcio de Lotario II, que, habiendo repudiado a su esposa Theutberga, pretendía casarse con Waldrada, su amante. El arzobispo le atacó con una polémica carta, De divortio Lotarii. A la muerte de Lotario II en 869 Hincamro fue un firme apoyo para la sucesión de Carlos el Calvo en la Lotaringia; fue el propio arzobispo el que coronó a Carlos en Metz a pesar de las protestas del papa Adriano II, que sustentaba la candidatura del rey Luis II. Pero en el concilio de Ponthion de 876, en el que el emperador convocó a todos los obispos de la Galia, fue leído un memorial en el que el papa designaba a Ansegiso de Sens vicario apostólico para la Galia y Germania; esta decisión perjudicaba sobre todo a Hincmaro, que, como metropolitano, consiguió el apoyo de la mayor parte de los prelados de la Galia, de tal manera que la sanción pontificia no tuvo aplicación y Ansegiso no pudo desarrollar las prerrogativas concedidas por el papa. El arzobispo defendió sus derechos como metropolitano en la obra De jure metropolitanorum.

Después de la muerte de Carlos el Calvo en 877, Hincmaro siguió al servicio de la Casa carolingia, primero formando parte de la corte de Luis III y participando en los sínodos de Troyes (878) y Fismes, (881). Tras la muerte de Luis III en 882, Hincmaro continuó como consejero de su sucesor, Carlomán y escribió para él una exhortación sobre las obligaciones de un monarca, con el título de ordine palatii. En 882, durante los ataques de los normandos, el arzobispo fue trasladado a Eparnay, donde murió.

Bibliografía

  • FICHTENAU, H. The Carolingian Empire. Toronto, 1978.

  • HALPHEN, L. Carlomagno y el Imperio Carolingio. Madrid, 1992.

  • MCKITTERICK, R. The Frankish Kingdoms under the Carolingians. Londres, 1983.

  • PERROY. Le monde carolingien. París, 1974.

  • PRITSCHARD, J. The life and times of Hincmar, Archibisop of Rheims. Littlemore, 1849.

JMMT

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero