Hikmet, Nazim (1902-1963).
Poeta, narrador y dramaturgo turco, nacido en Salónica en 1902 y fallecido en Moscú en 1963. Humanista fecundo y polifacético, dotado de una vasta curiosidad intelectual y un tolerante espíritu cosmopolita que le permitieron asimilar en su obra literaria las más variadas influencias formales y temáticas, se distinguió sobre todo por el cultivo de una poesía sencilla y directa cuya principal finalidad apuntaba a transmitir a cualquier tipo de lector la riqueza de su experiencia vital, marcada por algunos de los más destacados acontecimientos políticos del siglo XX.
Vida
Hijo de un funcionario otomano obligado por su trabajo a ocupar diversos destinos en el extranjero, el joven Nazim Hikmet vivió en Moscú entre 1921 y 1923, período en el que, decidido ya a seguir los derroteros por los que le arrastraba su innata vocación literaria, entró en contacto con algunos de los poetas rusos más destacados de la época, como Serguei Alexándrovich Esenin (1895-1925) y Vladimir Vladimirovich Mayakovsky. Tras un fugaz paso por Turquía en 1923, regresó en el transcurso de aquel mismo año a la capital soviética para instalarse allí por espacio de un lustro (1923-1928), ya plenamente imbuido en la ideología comunista que dominaba el país y, sobre todo, en esa cultura soviética de vanguardia a la que había tenido acceso de la mano de los dos citados poetas.
De regreso a su patria, pronto se hizo notar entre la clase intelectual turca, tanto por sus brillantes colaboraciones publicadas en diferentes medios de comunicación como por su precoz interés por el mundo del cine, al que dio un impulso notable en la Turquía de los años treinta. Pero su condición de comunista y su manifiesta oposición al régimen dictatorial de Mustafá Kemal Atatürk (1881-1938) acabó con su incipiente prestigio intelectual y dio con sus huesos en la cárcel en 1938, donde permaneció privado de libertad hasta 1950 (es decir, desde los treinta y seis a los cuarenta y ocho años de edad). Una vez liberado, abandonó definitivamente Turquía para afincarse de nuevo en Moscú, en donde residió de forma permanente hasta el fin de sus días.
Obra
Esa voraz curiosidad humanística que dirigió sus pasos desde su juventud le permitió alcanzar un conocimiento notable no sólo de la tradición occidental y las vanguardias europeas, sino también de la lírica oriental, que dejó una evidente huella en sus composiciones poéticas primerizas (patente, sobre todo, en la adopción de los moldes métricos tradicionales de las poesías árabe y persa). Posteriormente, Nazim Hikmet asimiló las técnicas occidentales para ir conformando una espléndida producción lírica de madurez en la que triunfa a cada paso la afirmación de la libertad individual, dentro de una voluntaria literaturización de su experiencia política que, por un lado, llegó con gran nitidez a sus lectores (como era su intención), aunque, al mismo tiempo, concitó sobre él los recelos de la crítica oficial soviética, empeñada por aquel entonces en denigrar cualquier manifestación artística que no pudiera inscribirse dentro de los rigurosos límites formales y temáticos del realismo socialista. Entre sus obras poéticas más relevantes, conviene recordar aquí las tituladas 835 líneas (1928); En este año de 1941 (uno de los más bellos poemarios épicos de la literatura turca contemporánea); Últimos poemas escritos en Turquía; La emigración es peor que la muerte; Telegramas turcos (1956); El duro oficio del exilio (1958) y la recopilación Poesías de amor (1933-1962).
En su faceta de prosista, Nazim Hikmet escribió la narración autobiográfica Los románticos (1963), que vio la luz en Francia a los pocos días de la muerte del poeta de Salónica. Más interesante resulta, empero, su producción teatral, en la que resulta obligado detenerse para mencionar la descarnada sátira ¿Existió realmente Iván Ivánovich?, que fue llevada a los escenarios moscovitas en 1956, aprovechando la tímida apertura propiciada por las autoridades soviéticas en los primeros años del "deshielo". Concebida como una dura sátira contra los excesos estalinistas y un firme rechazo al culto personalista tributado por todo el pueblo soviético a su líder, esta espléndida comedia volvió a poner de manifiesto la lucidez intelectual, la valentía personal y la independencia crítica de un autor que, por llevar hasta sus últimas consecuencias estos valores, había padecido ya más de diez años de privación de libertad.
JRF
