Bartolomé José Hidalgo (1788–1822): El Poeta del Pueblo y la Independencia

Bartolomé José Hidalgo (1788–1822): El Poeta del Pueblo y la Independencia

Orígenes, formación y primeros años de lucha (1788–1811)

Bartolomé José Hidalgo nació el 24 de agosto de 1788 en Montevideo, una ciudad que en ese momento formaba parte de la Banda Oriental del Virreinato del Río de la Plata. Aunque en la actualidad se le considera uruguayo, resulta más adecuado considerarlo rioplatense, dado que la división de los territorios sudamericanos en esa época era completamente distinta a las naciones actuales. Su contexto de origen fue profundamente modesto, y su familia estaba marcada por la pobreza: su padre, Juan Hidalgo, y su madre, Catalina Jiménez, no gozaban de grandes recursos. A los doce años, Bartolomé quedó huérfano de padre, lo que le obligó a asumir una gran responsabilidad en el sustento de su hogar. Estas penurias económicas marcarían su vida, pero también moldearían su carácter y su futura obra literaria. En sus propias palabras, al recordar esos años de lucha y sacrificio, Hidalgo dijo: “Ya he dicho que soy de una familia muy pobre, pero honrada; que soy hombre de bien y que esto es todo mi patrimonio”.

A pesar de las dificultades materiales, Hidalgo recibió una formación académica básica, que se limitaba principalmente a la instrucción impartida por los padres franciscanos en la escuela de Montevideo. Sin embargo, su educación más significativa fue autodidacta. La lectura de los poetas y dramaturgos neoclásicos españoles, una corriente literaria que prevalecía en su época, le permitió desarrollar una vasta cultura literaria que más tarde se reflejaría en sus escritos. Esta influencia neoclásica sería un sello distintivo en sus primeras composiciones, pero con el tiempo evolucionaría hacia una mayor conexión con las costumbres y el lenguaje popular de su pueblo.

A los quince años, Hidalgo comenzó a trabajar como empleado en los almacenes de don Martín Artigas, padre del célebre José Gervasio Artigas, quien sería uno de los personajes más influyentes en la historia de la independencia uruguaya. La relación de amistad que Hidalgo mantuvo con Artigas durante toda su vida sería crucial para entender su posterior involucramiento en las luchas revolucionarias. A lo largo de su juventud, Hidalgo desarrolló habilidades como contable y obtuvo experiencia en el comercio, lo que le permitió acceder, en 1806, a un puesto en el Ministerio de la Real Hacienda. Sin embargo, poco después de asumir este cargo, el joven Hidalgo se vio arrastrado por la situación bélica de su tiempo.

En 1807, la invasión inglesa al Río de la Plata generó una gran incertidumbre política y social. Hidalgo, al igual que muchos de sus contemporáneos, decidió alistarse en el batallón de los milicianos. Participó en la Batalla de El Cardal, un enfrentamiento clave en la defensa de la soberanía de la región contra las tropas británicas. Aunque la invasión fue finalmente repelida, esta experiencia marcó un hito en la vida de Hidalgo, que empezaba a forjar su identidad como patriota y como poeta. En este período de turbulencia política y militar, Hidalgo compuso su primera gran obra poética: la «Marcha oriental» (1811), un himno de clara exaltación patriótica que evocaba el sentimiento de unidad entre los pueblos del Río de la Plata.

La difusión de la «Marcha oriental» fue un factor clave en el reconocimiento temprano de Hidalgo como poeta cívico, y el fervor con el que la población adoptó su obra le permitió alcanzar un lugar destacado en la cultura de la Revolución. A raíz de la amplia difusión de este poema, el Triunvirato de las Provincias Unidas del Río de la Plata le otorgó el título de «Benemérito de la Patria», un honor que subrayaba tanto su valentía en el campo de batalla como su compromiso literario. Esta distinción fue, además, un punto de inflexión en su carrera, pues a partir de este momento Hidalgo se convertiría en un personaje central dentro del movimiento patriota.

La Revolución de Mayo de 1810, que marcó el comienzo de la lucha por la independencia de Argentina y Uruguay, también se convirtió en un hito para Hidalgo. En 1811, se unió a las fuerzas comandadas por su amigo Artigas para luchar contra los portugueses en las regiones de Paysandú y Salto, dos de los frentes más importantes en la lucha por la independencia. Fue en este contexto bélico cuando su poesía comenzó a tomar un giro más popular y cercano a las raíces de su pueblo, lo que lo conectó aún más con la emergente literatura gauchesca.

Durante estos primeros años de lucha, tanto en el campo de batalla como en el campo literario, Hidalgo desarrolló una identidad más compleja, pasando de ser un poeta influenciado por las convenciones neoclásicas a un escritor que incorporaba el habla popular y los temas de la lucha por la libertad. Su capacidad para combinar la fuerza de sus ideales revolucionarios con la poesía, y sobre todo con el lenguaje de los gauchos y de los soldados, le permitió anticiparse a lo que sería la verdadera irrupción de la literatura gauchesca en el Río de la Plata.

En resumen, los primeros años de Bartolomé Hidalgo estuvieron marcados por la pobreza, la lucha, y un incansable esfuerzo por forjar su destino como escritor y patriota. Desde su formación autodidacta hasta su incursión en el campo de batalla, estos años sentaron las bases para lo que sería una de las producciones literarias más relevantes del proceso de independencia de América del Sur.

Revolución y consolidación literaria (1811–1816)

El periodo comprendido entre 1811 y 1816 fue crucial para Bartolomé Hidalgo. Durante estos años, no solo consolidó su identidad como patriota, sino que su obra literaria también alcanzó nuevas alturas. Si bien comenzó su carrera con influencias neoclásicas, fue la Revolución de Mayo y la guerra por la independencia las que transformaron su escritura y lo convirtieron en uno de los primeros grandes exponentes de la literatura gauchesca, un género que pronto tomaría fuerza en el Río de la Plata.

Tras la batalla de El Cardal y su posterior participación en la lucha contra los portugueses en las regiones de Paysandú y Salto, Hidalgo se sumergió de lleno en el proceso revolucionario. Su amistad con José Gervasio Artigas, líder de la revolución oriental, fue una de las constantes de su vida. Juntos compartieron ideales republicanos y lucharon contra el dominio de los imperios coloniales en la región. Fue en este ambiente de tensión política y militar que Hidalgo comenzó a componer sus obras más influyentes, aquellas que lo consolidarían como el “poeta de la revolución”.

Uno de los primeros logros literarios de Hidalgo fue la composición de la «Marcha oriental» en 1811. Este poema se convirtió en un himno de la independencia, en el cual se expresaba el fervor y la determinación de la causa revolucionaria. A través de versos sencillos pero poderosos, Hidalgo convocó a sus compatriotas a unirse al éxodo encabezado por Artigas, mientras se invocaba la libertad como el valor supremo. La «Marcha oriental» resonó con una gran parte de la población, y su difusión permitió a Hidalgo alcanzar un reconocimiento público temprano. El fervor con que los habitantes de la Banda Oriental adoptaron la «Marcha» consolidó a Hidalgo como una de las voces literarias más prominentes del proceso emancipador, y le valió el título de “Benemérito de la Patria”.

Además de su producción poética, Hidalgo incursionó en el teatro, un terreno en el que se destacó considerablemente. En 1816, estrenó su pieza Sentimiento de un patriota, que marcó un hito en la dramaturgia de la Revolución. La obra, que tocaba temas de lealtad y sacrificio por la patria, fue recibida con entusiasmo, y consolidó su posición como uno de los primeros dramaturgos de la historia del Uruguay. A raíz del éxito de esta obra, Hidalgo fue nombrado Director de la Casa de Comedias de Montevideo, un puesto de gran prestigio que le permitió seguir contribuyendo al desarrollo cultural de la naciente República Oriental del Uruguay.

Su obra dramática no se limitó a Sentimiento de un patriota. En el mismo año, estrenó La libertad civil, una obra que abordaba los temas de la independencia y la justicia, y que ofrecía una reflexión profunda sobre el futuro de las repúblicas latinoamericanas. La libertad civil fue una de las piezas más complejas de Hidalgo, en la que se mostraba una visión crítica sobre la guerra, pero a la vez se celebraba la victoria de la causa patriota como el camino hacia la construcción de una sociedad libre y justa.

Sin embargo, los éxitos no solo fueron literarios. A medida que su nombre se fue consolidando en el ámbito cultural, Hidalgo también vio cómo su carrera política avanzaba. En 1811, tras sus primeras composiciones poéticas, fue incorporado a la administración del gobierno revolucionario y desempeñó cargos como comisario de guerra. Su vínculo estrecho con Artigas y su participación activa en la lucha por la independencia le otorgaron un lugar destacado en los círculos patriotas.

A pesar de su crecimiento en la esfera pública, Hidalgo seguía siendo consciente de las dificultades que enfrentaba el país en su lucha por la independencia. En 1816, la situación en la Banda Oriental se tornó aún más compleja con la invasión de las tropas portuguesas, lo que obligó a muchos patriotas a abandonar Montevideo. La «Marcha nacional oriental» fue otra de las composiciones de Hidalgo que se destacó en este periodo. En este himno, Hidalgo expresó su dolor y su determinación frente a la invasión portuguesa, convocando nuevamente a la unidad del pueblo oriental en defensa de su libertad.

La labor de Hidalgo no solo se limitaba a la composición de himnos y obras teatrales. Su capacidad para capturar el sentir popular en sus textos lo convirtió en uno de los precursores de la literatura gauchesca. Al igual que muchos otros intelectuales de su tiempo, Hidalgo comprendió la importancia de reflejar las voces del pueblo en su literatura. Los versos de Hidalgo no solo expresaban los ideales de la revolución, sino que también trataban de conectar con la realidad de los gauchos y los soldados que luchaban en el frente. De este modo, su poesía fue más allá de las convenciones literarias de la época, acercándose a la lengua coloquial y popular.

La participación activa de Hidalgo en los combates, su vinculación con los ideales republicanos y su constante afán por exponer la realidad social de su tiempo le dieron un lugar único en la historia de la literatura de la región. Si bien sus primeros trabajos reflejaron la influencia neoclásica, el contexto revolucionario en el que vivió hizo que su poesía se volviera más directa, más accesible y más comprometida con la causa de la independencia.

En resumen, entre 1811 y 1816, Bartolomé Hidalgo consolidó su figura como poeta y dramaturgo. Su obra alcanzó un nivel de sofisticación literaria que lo posicionó como uno de los grandes escritores de la Revolución del Río de la Plata, anticipando lo que sería el auge de la literatura gauchesca. Su producción no solo reflejaba la lucha por la independencia, sino también el sentir popular, y fue un canto a la unidad, la libertad y la justicia.

Éxitos, exilio y creación de la literatura gauchesca (1817–1820)

Con la caída de Montevideo ante las fuerzas portuguesas en 1817, la situación política y social de la Banda Oriental cambió drásticamente. La invasión portuguesa marcó el inicio de un nuevo período para los patriotas, y para Bartolomé Hidalgo, significó el final de su tiempo como figura central en el ámbito literario y político de Montevideo. Ante la ocupación portuguesa de su ciudad natal, Hidalgo decidió mudarse a Buenos Aires, donde continuaría su vida literaria y su activismo patriótico, pero también enfrentaría nuevos desafíos personales y profesionales.

Instalado en la capital del Río de la Plata, Hidalgo se encontró en un contexto completamente distinto al de la Banda Oriental, pero su compromiso con la independencia y su vocación literaria seguían siendo los motores de su existencia. Durante sus primeros años en Buenos Aires, continuó escribiendo con fervor, plasmando en sus obras el ardor patriótico que lo había caracterizado durante su juventud. Entre 1818 y 1820, Hidalgo publicó algunos de sus poemas más recordados, como el Cielito patriótico para cantar la acción de Maipú y el Nuevo diálogo patriótico, composiciones que celebraban las victorias militares de los patriotas y que seguían llamando a la unidad frente a las amenazas externas. En ellas, se reflejaba el profundo amor por la patria, pero también la preocupación por las divisiones internas que se estaban dando entre los caudillos de la región.

En 1818, con la victoria de José de San Martín en Maipú y la consolidación de la independencia de Chile, Hidalgo escribió El triunfo, una obra que celebraba no solo las victorias militares, sino también la futura prosperidad que traería la independencia. La pieza, como muchas de las obras de Hidalgo, era un canto a la libertad, pero también un llamado a la construcción de una nación fuerte y unida. Sin embargo, a pesar de la relevancia de sus trabajos literarios, Hidalgo se encontraba en una situación económica y personal cada vez más difícil. La vida en Buenos Aires no fue fácil para él, y las dificultades económicas se intensificaron a medida que pasaba el tiempo.

En 1820, Bartolomé Hidalgo contrajo matrimonio con Juana Cortina, una joven porteña, lo que marcó un giro importante en su vida personal. Sin embargo, la situación económica de la pareja seguía siendo precaria, y la necesidad de subsistencia llevó a la leyenda de que Hidalgo vendía sus poemas en las calles de Buenos Aires, como una forma de ganarse la vida. A pesar de las dificultades, su amor por la literatura y por la causa patriota nunca decayó, y su obra siguió siendo un vehículo para la expresión de los ideales de libertad y justicia.

Durante estos años, Hidalgo también continuó trabajando en el teatro, una de sus pasiones más grandes. Entre 1820 y 1822, estrenó varias obras, incluida la pieza El triunfo, que celebraba las victorias militares de los patriotas. Su teatro seguía siendo un reflejo de sus ideales republicanos y de su visión de la emancipación como un proceso que debía ser acompañado por la consolidación de un orden social justo y democrático.

Uno de los aspectos más interesantes de esta etapa de su vida fue su conexión cada vez más estrecha con la literatura gauchesca. Si bien su obra inicial estuvo marcada por la influencia de la estética neoclásica, su contacto con los gauchos y su participación en las luchas patriotas le permitió interiorizarse en las formas de expresión populares, especialmente en el habla de los soldados y de los habitantes rurales del Río de la Plata. Fue en este período cuando Hidalgo comenzó a escribir sus famosos cielitos y diálogos patrióticos, que pasarían a formar parte de la literatura gauchesca. Estos poemas, escritos en verso octosílabo, usaban un lenguaje sencillo y accesible, que reflejaba la visión y los sentimientos del pueblo común, los gauchos y los campesinos.

Los cielitos, en particular, se convirtieron en uno de los mayores logros literarios de Hidalgo. Estos poemas se caracterizaban por su tono festivo y por su capacidad para capturar el espíritu popular de la época. Con su característico ritmo y métrica, los cielitos celebraban la independencia, la libertad y las victorias militares, pero también abordaban los problemas y las luchas cotidianas del pueblo. Al mismo tiempo, los diálogos eran una forma de crítica social, en la que personajes populares, como gauchos y campesinos, conversaban sobre los eventos de la época y reflexionaban sobre la situación política.

A través de sus cielitos y diálogos, Hidalgo no solo se consagró como uno de los pioneros de la literatura gauchesca, sino que también demostró su habilidad para dar voz a los sectores más humildes de la sociedad. Su identificación con los gauchos, los soldados y los campesinos se profundizó en estos años, y su obra se convirtió en una expresión auténtica de las luchas sociales y políticas que definían la época. En muchos sentidos, Hidalgo fue uno de los primeros autores en reflejar en su obra la realidad de los pueblos del Río de la Plata, no desde una perspectiva intelectual o elitista, sino desde el corazón mismo de la lucha popular por la independencia.

Sin embargo, esta etapa de éxitos literarios estuvo acompañada de profundas dificultades personales. Las tensiones sociales y políticas de Buenos Aires, junto con las penurias económicas que sufrió durante toda su vida, hicieron que su bienestar fuera cada vez más frágil. En 1822, su salud comenzó a deteriorarse debido a una grave afección pulmonar que, sumada a su precariedad económica, le impidió continuar con su actividad literaria y social. A medida que su enfermedad empeoraba, Hidalgo se retiró a Morón, una pequeña localidad cercana a Buenos Aires, en busca de un ambiente más tranquilo que pudiera aliviar su afección.

Declive y muerte (1821–1822)

Los últimos años de vida de Bartolomé Hidalgo estuvieron marcados por la pobreza, la enfermedad y la indiferencia de la sociedad cultural hacia su figura. Tras abandonar Buenos Aires y trasladarse a Morón, en busca de un lugar más adecuado para su salud, Hidalgo cayó en un profundo aislamiento. La dolencia pulmonar que lo aquejaba se fue agravando, y las dificultades económicas lo dejaron en una situación de precariedad extrema. Vivió en condiciones muy humildes, y, como a lo largo de toda su vida, no tuvo los recursos suficientes para procurarse una atención médica adecuada o alimentos de calidad.

El contexto político y social de la época también fue otro factor que contribuyó al olvido de Hidalgo. La Revolución del Río de la Plata, que había marcado su vida desde sus primeros años, parecía haber dejado atrás a muchos de sus protagonistas, y la figura de Hidalgo no fue una excepción. A pesar de su significativo aporte literario y patriótico, la sociedad argentina y uruguaya del momento, sumida en conflictos internos y en un proceso de consolidación nacional, pareció dar la espalda al hombre que había escrito los primeros himnos de la independencia y que había forjado el camino para la literatura gauchesca. En este ambiente de indiferencia, su muerte pasó casi desapercibida.

Bartolomé Hidalgo falleció el 28 de noviembre de 1822 en Morón, a los 34 años. Su muerte fue el cierre de una vida marcada por el sacrificio personal, las luchas políticas y su incansable amor por la libertad. Fue sepultado en el modesto cementerio local, y con el tiempo, sus restos se mezclaron con los de otros difuntos anónimos, lo que refleja la total falta de reconocimiento en su momento.

El olvido inmediato de su muerte por parte de los medios culturales de la época contrasta con el peso que su obra tendría en la historia de la literatura de la región. En su momento, no hubo un gran homenaje póstumo ni se le dio la relevancia que su figura merecía, pero en las décadas siguientes, especialmente en el siglo XIX y XX, se reconoció la importancia de Hidalgo como precursor de la literatura gauchesca y uno de los grandes poetas patrióticos del Río de la Plata. En este sentido, su legado, aunque tardío, comenzó a consolidarse, y su figura pasó a ser vista como una de las más importantes del panorama literario de la independencia.

Hoy en día, Bartolomé Hidalgo es reconocido como uno de los padres fundadores de la literatura uruguaya y uno de los grandes poetas patriotas del Río de la Plata. Su obra, que en su momento fue vista como la expresión popular y rebelde de la revolución, ha sido reinterpretada como un componente esencial en la construcción de la identidad nacional de Uruguay y Argentina. Su habilidad para capturar las voces de los gauchos y de los pueblos oprimidos le ha asegurado un lugar destacado en la historia de la literatura latinoamericana, siendo uno de los precursores de la literatura gauchesca que más tarde tendría en autores como José Hernández un desarrollo pleno.

Su vida y su obra han sido objeto de numerosos estudios literarios y biográficos, y su contribución a la independencia de las repúblicas del Río de la Plata ha sido reconocida a través de homenajes y la preservación de su memoria en museos, monumentos y obras literarias. Aunque su tiempo fue breve y su vida estuvo marcada por la lucha constante, Bartolomé Hidalgo dejó una huella indeleble en la historia cultural de la región.

En cuanto a su legado literario, Hidalgo es considerado como el primero en plasmar, de manera auténtica y popular, la esencia del gaucho y de los pueblos del Río de la Plata, utilizando su poesía como un vehículo para expresar los anhelos de libertad, justicia y unidad de las masas populares. Sus cielitos y diálogos siguen siendo una de las expresiones literarias más representativas de la época revolucionaria, y su enfoque de la lengua popular ha influido en generaciones de escritores y poetas que han buscado conectar con el pueblo a través de la palabra.

En conclusión, aunque la vida de Bartolomé Hidalgo fue corta y llena de dificultades, su influencia perdura hasta nuestros días. De ser un hombre olvidado en el momento de su muerte, su figura ha emergido con el tiempo como una de las más significativas de la literatura de la independencia de América del Sur. El poeta que dio voz a los oprimidos y a los soldados de la revolución ahora ocupa un lugar destacado en la memoria colectiva de Uruguay y Argentina, y su legado sigue siendo una fuente de inspiración para la literatura gauchesca y la historia cultural de la región.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Bartolomé José Hidalgo (1788–1822): El Poeta del Pueblo y la Independencia". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/hidalgo-bartolome-jose [consulta: 19 de octubre de 2025].