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LiteraturaBiografía

Hickey y Pellizoni, Margarita (ca. 1740-d. 1791).

Dramaturga y poetisa española del siglo XVIII, cuyos datos biográficos -como ocurre con tantas mujeres relevantes de su tiempo- son escasos, no demasiado fiables y, casi siempre, procedentes de referencias tomadas de su obra literaria, o inferidos de otros datos relativos a los miembros masculinos de su entorno (padre, hermanos, esposos o hijos). Sabemos que fue hija del caballero dublinés don Domingo Hickey, destacado en España como Teniente Coronel de Dragones, y de la dama milanesa doña Ana Pellizoni, perteneciente a una ilustre familia de cantantes italianos (dos de cuyos miembros, Josefa y Rosalía, actuaron en Madrid, en el teatro de los Caños del Peral, a finales del siglo XVIII).

Se conjetura que doña Margarita Hickey Pellizoni nació en Barcelona porque uno de sus dos hermanos, don Joaquín, algo mayor que ella, vino al mundo en dicha ciudad en el año de 1738. Posteriormente, debió de trasladarse a la Corte con toda su familia, en donde contrajo matrimonio -en fecha que nos es desconocida- con un caballero mucho mayor que ella, don Juan Antonio de Aguirre. El hecho de haberse instalado en Madrid le permitió entrar en contacto con los principales cenáculos intelectuales de la capital, en los que pronto fue bien recibida por su ingenio y su vasta cultura, formación que, en una dama de aquella época, causaba enorme admiración entre todas las personas instruidas. Y es que doña Margarita no sólo estaba exquisitamente dotada para la poesía y la creación literaria, sino que poseía un extraordinario dominio del francés (que le permitió, entre otros interesantes trabajos, traducir al castellano la Andrómaca de Racine) y una desmesurada curiosidad intelectual que le llevó a especializarse en el estudio de otras materias ajenas a la Literatura, como es el caso de la Geografía. Al respecto, hay que hacer obligada referencia a su erudita Descripción geográfica e histórica de todo el orbe conocido hasta ahora, de cuya ambición intelectual queda buen reflejo en el propio título, obra que no llegó a salir de la imprenta a causa de la crítica poco favorable de algunos severos especialista en la materia (a quienes tal vez confundió el hecho de que estuviera escrita en verso).

Por lo demás, doña Margarita Hickey y Pellizoni cultivó la poesía lírica de tema amoroso (materia en la que dejó una producción de escaso interés), y la poesía épica (con dos poemas heroicos en loor de don Pedro de Ceballos, virrey de Buenos Aires). En 1779, cuando ya había muerto su esposo, intentó dar a la imprenta dos volúmenes con el conjunto de toda su obra, rubricada por el pseudónimo de Antonio Hernanda de la Oliva y Carrizo; pero, a pesar de que esta recopilación mereció las aprobaciones y el reconocimiento de los censores (entre ellos, don Nicolás Fernández de Moratín), la obra no vio la luz hasta diez años después, cuando fue publicado en Madrid, en 1789, el primero de sus tomos (y, por desgracia, el único que salió de los tórculos).

El susodicho Nicolás Fernández de Moratín, y otros destacados creadores e intelectuales del siglo XVIII (como el dramaturgo vallisoletano Agustín de Montiano y Luyandoy el erudito alavés Eugenio de Llaguno y Amírola) celebraron el ingenio y las dotes de doña Margarita Hickey, particularmente en su aplicación a las labores de traductora; porque, al margen de esa ya mencionada traducción espléndida de la Andrómaca, vertió al castellano dos tragedias de Voltaire, la Zaira y la Alcira (traducciones que, desgraciadamente, no llegaron a verse impresas). De la adaptación que hizo de la tragedia Zaira se conserva un valioso manuscrito en la Biblioteca Nacional de Madrid; de su versión de la Alcira, en cambio, no nos ha llegado muestra alguna. Ambas traducciones habían de figurar en ese segundo volumen de sus obras que no llegó a aparecer. La Andrómaca de Racine, en cambio, corrió mejor suerte, pues vio la luz en el volumen que salió en 1789, titulado Poesías varias sagradas, morales, profanas o amorosas, con dos Poemas épicos en elogio del Capitán General D. Pedro Ceballos, el uno dispuesto en forma de diálogo entre España y Neptuno, y el otro no acabado por las razones que en su Prólogo se expresan; con tres Tragedias francesas traducidas al castellano: una de ellas la Andrómaca de Racine, y varias piezas en prosa de otros Autores, como son algunas Cartas dedicatorias, y Discursos sobre el drama, muy curiosos e instructivos. Obras todas de una dama de esta Corte (Madrid: Imprenta Real, 1789).

Parece evidente que las dos tragedias de Voltaire, ya aprobadas con algunos reparos en 1787, no fueron valoradas con los mismos criterios un par de años después, cuando el estallido de la Revolución Francesa obligó a los censores españoles a extremar el celo a la hora de cribar todas las ideas liberales que llegaban del país vecino.

Bibliografía

  • HORMIGÓN, Juan Antonio (dir.) Autoras en la Historia del Teatro Español (1500-1994). (Madrid: Publicaciones de la Asociación de Directores de Escena de España, 1996).

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • JR.