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AstronomíaBiografía

Herschel, Sir Frederick William (1738-1822).

Astrónomo alemán, nacido en Hannover (en el estado actual de Baja Sajonia) el 15 de noviembre de 1738 y fallecido en Slough (Gran Bretaña) el 25 de agosto de 1822. Considerado como uno de los fundadores de la Astronomía física, aportó numerosos hallazgos al conocimiento de los cuerpos celestes, entre los que destaca el descubrimiento del planeta Urano.

Su padre era un afamado intérprete musical que le inculcó, desde niño, su afición a la música, materia que estudió con ahínco a lo largo de su infancia, compaginándola con otras disciplinas que también le atraían poderosamente, como las Matemáticas, la Lengua y la Filosofía. Paradójicamente, no habría de interesarse por la Astronomía física -parcela del saber en la que habría de pasar a la Historia- hasta que no hubo cumplido los treinta y cinco años de edad.

Sus dotes musicales le llevaron a formar parte de la Banda Militar de la Guardia de Hannover, lo que a su vez le predispuso para probar fortuna en la carrera militar. Pero sus escasas aptitudes físicas para el desempeño de esta profesión le forzaron a abandonar sus aspiraciones marciales para centrarse definitivamente en el oficio de músico, actividad en la que también llegaría a destacar: fue miembro de varias orquestas, concertista, compositor musical y profesor de órgano.

Fue, precisamente, esta dedicación a la música lo que le impulsó a trasladarse a Inglaterra en plena juventud, y pronto alcanzó cierta celebridad como intérprete al norte de ese país, donde fue recompensado con el puesto de organista en la capilla octogonal de Bath (en el condado de Avon). En el ejercicio de esta actividad se hallaba cuando, casualmente, cayó en sus manos un libro titulado Harmonic (Armonía), obra de Robert Smith, un brillante profesor de Astronomía en la Universidad de Cambridge. Entusiasmado por este tratado, Herschel empezó a profundizar en el estudio de los cuerpos celestes y, con la ayuda de otro libro de Smith, Opticks, llegó a construirse, en 1773, su propio telescopio, con el que pronto pudo descubrir objetos no descritos hasta entonces por la Astronomía tradicional.

El motivo que le indujo a fabricarse sus propios instrumentos ópticos era, sencillamente, su falta de solvencia económica para adquirir los ya existentes. Pero enseguida advirtió que, aplicando con rigor los estudios de Smith y otros astrónomos, podía disponer de unos telescopios mucho más potentes y fiables que los que no podía comprar en el mercado. Gracias a este tesón, Herschel contó muy pronto con unos aparatos que le permitieron escrutar con detalle cada una de las estrellas dobles, en busca de sus respectivos astros paralelos. Fue así como descubrió que las estrellas binarias se desplazan una alrededor de la otra en torno a un centro común. Finalmente, tras haber observado la ubicación y los movimientos de más de un millar de estrellas dobles, se halló en condiciones de escribir su primer estudio de Astronomía, titulado Catalogue of double stars.

A partir de 1774, Herschel comenzó a interesarse vivamente por la nebulosa de Orión, de cuya atenta observación dedujo una de sus primeras intuiciones contrarias a las tradicionales leyes de la Astrofísica: una nebulosa no era, como se había venido creyendo hasta entonces, un conjunto de estrellas cuyos resplandores se mezclaban entre sí hasta adquirir la apariencia de un cuerpo único, sino una gigantesca masa de gas. Para confirmar esta hipótesis, se vio en la necesidad de escrutar Orión y otras nebulosas con unos utensilios mucho más potentes que los que entonces tenía a su disposición, por lo que se enfrascó en la construcción de un telescopio equipado con un espejo de tres pies de diámetro (algo menos de un metro); pero fracasó en el empeño de lograr mayor alcance y precisión, pues, por falta de medios económicos, sólo pudo trabajar con los materiales viejos que habían ido quedando arrinconados en el trastero de su casa.

Limitado, pues, a escrutar el Universo con un telescopio de dieciocho centímetros de apertura, el 13 de marzo de 1781 realizó, con esta rudimentaria equipación, un descubrimiento que habría de la pasar a los anales de la Historia. Trabajaba en la medición de estrellas cuando creyó detectar la presencia de un cometa mientras examinaba la constelación de Géminis; pero observando con mayor detenimiento este cuerpo celeste, advirtió que no tenía la figura de un cometa, puesto que presentaba la forma de un disco con unos límites perfectamente nítidos. Convencido, entonces, de haber descubierto un nuevo planeta, comunicó sus intuiciones al matemático finlandés Anders Lexell, quien confirmó con sus estudios las sospechas de Herschel y anunció oficialmente el hallazgo del séptimo planeta del Sistema Solar.

Entusiasmado con su descubrimiento, el astrónomo de Hannover bautizó a este nuevo planeta con el nombre de Georgium Sidus ("Astro de Jorge"), en homenaje al rey Jorge III (1738-1820), quien a su vez correspondió al honor de Herschel -y a la importancia de su hallazgo- nombrándole "Caballero de la Corte" y "Astrónomo del Rey"; además, el monarca le asignó una pensión anual de doscientas libras que, a partir de ese momento, permitió al alemán dedicarse de lleno a sus estudios astronómicos, sin verse lastrado por cortapisas económicas.

Posteriormente, el planeta identificado por Herschel -que, sin duda, fue divisado como objeto celeste desde la Antigüedad, aunque sin la posibilidad de asociarlo al resto de los cuerpos que giran alrededor del Sol- fue bautizado con el nombre de su descubridor; pero, a comienzos del siglo XIX, el astrónomo alemán Johann Elert Bode (1746-1826) propuso la denominación de Urano, que no se generalizó hasta finales de dicha centuria.

El entusiasmo del soberano Jorge III, los científicos de su reino y el propio Herschel estaba plenamente justificado, ya que el descubrimiento del astrónomo de Hannover introducía novedades tan importantes en la Astrofísica como el arrumbamiento de esquema de los sólidos platónicos propuesto por Kepler (1571-1630), que sólo contemplaba la posibilidad de que fueran seis los planetas que giran alrededor del Sol.

Favorecido, pues, por el rey y por la pensión que éste le había asignado, Herschel se instaló en 782 en Datchet, lugar vecino al castillo de Windsor, donde construyó un gigantesco telescopio de seis metros de largo (treinta pies), dotado de un espejo de cuarenta y cinco centímetros (18 pulgadas). Con este potente instrumento, se consagró de lleno a la búsqueda de nuevas nebulosas y, asistido por su hermana Carolina Lucretia -a la que había inculcado su interés por los cuerpos celestes- incrementó su antiguo catálogo de nebulosas en más de dos mil unidades (cuando, antes de su llegada casual al mundo de la Astronomía, sólo se habían detectado unas ciento cincuenta).

Sus aportaciones al conocimiento del Universo se sucedieron sin solución de continuidad desde que manejara tan potente telescopio. En 1787 descubrió dos satélites de Urano (Titania y Oberón) y, al cabo de dos años, halló otros dos satélites no identificados hasta entonces, ahora pertenecientes a la órbita de Saturno (Mimas y Enceladus). A tenor de sus anotaciones, es posible que en 1801 detectara también el tercer satélite de Urano (bautizado más tarde como Umbriel), cuya existencia no fue constatada fehacientemente hasta 1851 por el astrónomo británico William Lassell (1799-1880).

Ante estos logros, la corona le otorgó cuatro mil libras para que pudiera construir el mayor telescopio de su tiempo. Con este nuevo aparato, de cuarenta pies de longitud, Herschel realizó otras apreciaciones de gran interés, como la relacionada con la movilidad del Sistema Solar dentro de nuestra galaxia: el astrónomo alemán demostró que no está fijo y que, en su desplazamiento, se dirige hacia la constelación de Hércules (en realidad, hacia la Lira). Partiendo del movimiento propio de trece estrellas como punto de referencia, halló que el Sol se mueve en el espacio, en relación con sus astros vecinos, hacia un punto cercano a la ubicación de la estrella Vega, perteneciente a dicha constelación de Hércules. Además, escrutó minuciosamente las manchas solares y confirmó que la naturaleza del Sol es gaseosa.

Concibió, asimismo, el ambicioso proyecto de describir la estructura de la Vía Láctea, al que consagró más de veinte años de trabajo. Al término de este dilatado período, había conseguido computar más de noventa mil estrellas, en cerca de dos mil quinientas áreas de muestra; simultáneamente, este recuento le permitió ir detectando otros muchos objetos espaciales, como cúmulos, nebulosas, estrellas dobles y estrellas variables. Todos estos cuerpos quedaron registrados en su magna obra Catalogue of Star Clusters and Nebulae (obra significativamente ampliada, en 1864, por su hijo John Frederick William Herschel, también reputadísimo astrónomo).

Pero las valiosas aportaciones de Herschel a la Astronomía no pararon aquí. También analizó las distintas clases de nebulosas y, en las constituidas por masas blancas, halló una ingente cantidad de estrellas pequeñas que giraban de un modo regular en torno a las que distinguió como estrellas centrales. Asimismo, descubrió la existencia de otras galaxias distintas de la Vía Láctea, a las que bautizó como Universos-Islas, y explicó que su aspecto nebuloso se debe a la enorme distancia que las separa de la Tierra, lejanía que impide contemplar nítidamente sus estrellas de una en una, con cuerpos independientes e individuales.

Autor, además del ya citado Catalogue..., de un excelente tratado de Astrofísica titulada Motion of the solar system in space (El movimiento del sistema solar en el espacio, 1783), Herschel transmitió su pasión por el Universo sideral a su hijo John y a su hermana Caroline Lucretia (1750-1848), quien pronto se distinguió como discípula aventajada de su hermano mayor, al descubrir por su propia cuenta tres nebulosas y ocho cometas.

Como dato anecdótico, cabe citar que el gran astrónomo de Hannover construyó, por expreso encargo del rey español Carlos IV (1748-1819), un magnífico telescopio de veinticinco pies de largo, dotado de un espejo de tres pies de diámetro, que fue instalado en el real observatorio emplazado en los Jardines del Buen Retiro de Madrid. Considerado como uno de los mejores de su tiempo (pues competía en calidad con el que manejaba el propio Herschel en su observatorio de Datchet), fue bárbaramente destruido por las tropas napoleónicas en el transcurso de la Guerra de la Independencia (1808-1814).

Miembro de la Academia de Ciencias de París, de la Sociedad Real de Londres (Royal Society) y de la Sociedad Astronómica de esta misma ciudad (Royal Astronomical Society), Frederick William Herschel fue honrado con el título de Sir en 1816, y galardonado, entre otros premios y distinciones, a título póstumo, con la Medalla de Oro de la Royal Astronomical Society (1826) y la Medalla de la Academia de Ciencias de Prusia (1846). Gran parte de sus escritos quedaron recogidos en los Anales de la Royal Society londinense.

JRF

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.