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LiteraturaReligiónBiografía

Herrero y Espinosa de los Monteros, Sebastián (1822-1903).

Cardenal, arzobispo, poeta y dramaturgo que nació en Jerez de la Frontera (Cádiz) y murió en Valencia, ciudad de la que era arzobispo. De familia noble y gran formación humanística, estudió Filosofía en el seminario de Cádiz y, posteriormente y sin recibir orden sacerdotal, ambos Derechos en la universidad de Sevilla, en la que llegó a obtener el grado de doctor en ambos. En estos mismos años (1840-1848), comenzó a frecuentar el Liceo de Sevilla, en el que trabó amistad con el duque de Rivas, Fernández Espino y García Tassara, entre otros. Empezó a cultivar su actividad literaria, que culminó con la publicación de dos dramas de corte romántico: García el calumniador y Fernán González. Nos consta que el primero se representó en Cádiz en 1842 con gran éxito. Colaboró, al tiempo, en El Heraldo de Sevilla con artículos literarios. También es de estos años su poema en seis cantos El Diluvio (1841).

Su labor literaria no fue obstáculo para que, con sólo veinte años, llevara una brillante carrera de abogado que culminó con la plaza de juez de primera instancia en Morón de la Frontera, en 1854. Para entonces, los diarios de Madrid publicaban sus artículos literarios y había trabado amistad con Hartzenbusch y Juan Nicasio Gallego. En 1851, se le concedió la Gran Cruz de Jerusalén y fue recibido como Caballero de la Real Maestranza de Sevilla. No obstante, el año de 1856 reservaba una gran sorpresa a nuestro autor: la epidemia de cólera morbo que asoló España se ceba con la población de Morón y el joven juez vio morir a sus seres más allegados. La impresión lo condujo a abandonar todo, a quemar su obra literaria y a ingresar como novicio en la congregación de los Filipenses. Dos años después, en 1860, fue ordenado sacerdote. Volvió al seminario de Cádiz, esta vez como profesor de Oratoria sagrada y Derecho Canónico. En 1861 fue nombrado rector del mismo seminario y provisor y vicario general de la catedral. Fue entonces cuando retomó la literatura y publicó un volumen de Poesías religiosas. En 1867 viajó a Roma y entregó a Pío IX una oda escrita en honor suyo. Durante estos años, fue requerido varias veces para que ocupara cargos de importancia, pero se negó. Finalmente, en 1875, se vio obligado a aceptar el obispado de Cuenca, ciudad en la que años atrás había rechazado una canonjía, al cual iba aparejado en el nombramiento el priorato de las órdenes militares. Posteriormente fue obispo de Vitoria (1876), Oviedo (1882), Córdoba (1883-1898) y Valencia, ciudad en la que permaneció hasta su muerte. En estos últimos años, recibió también el nombramiento de senador real y diversas condecoraciones ( Carlos III, Isabel la Católica). En 1903 fue nombrado cardenal de San Pietro in Montorio y en calidad de tal, asistió a la elección del que fue San Pío X.
Tras enfermar, hubo de regresar a su sede, en la que murió.
Además de las obras citadas, se conserva de su primera etapa, impreso sin lugar ni año, un volumen titulado Los españoles pintados por sí mismos. De la etapa religiosa son unas Poesías dedicadas a León XIII (1888) y numerosas pastorales dirigidas a sus sucesivas diócesis.

G.F.S.E.

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