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HistoriaReligiónBiografía

Hermenegildo, San (579-584).

Príncipe visigodo, hijo de Leovigildo y de su primera esposa Teodosia. Su padre, con objeto de garantizarle el trono le casó con Ingunda, hija de Sigenerto, rey de Austrasia y de Brunhilda, hija de Atanagildo.

Ingunta, ferviente católica, tuvo desavenencias con su madrastra Goisvintha, que era arriana, por lo que su padre, para conseguir la paz familiar, le envió como Dux de la Bética a la muerte de Liuva.

La influencia de su esposa y del obispo católico de Sevilla, Leandro, le indujeron a abandonar la religión de sus padres, haciendo causa común con los restos del ejército imperial que quedaba en Andalucía y que también profesaba la religión católica, rebelándose contra la autoridad paterna.

Leovigildo trató por todos los procedimientos de evitar una confrontación con su hijo predilecto, pero Hermenegildo, bien por ambición, bien por fanatismo religioso, se negó a escuchar cualquier proposición, lo que hizo que su padre se viera obligado a tomar las armas para sofocar la rebelión de su propio hijo.

Sitiada Sevilla, después de dos años de privaciones, se rindió la ciudad. Hermenegildo tuvo que refugiarse en Córdoba, que aún continuaba en poder de los bizantinos.

Hermenegildo se arrojó a los pies de su padre y le pidió perdón. Leovigildo le perdonó la vida, pero le privó de los atributos regios y le envió exiliado a Valencia con orden expresa de no abandonar la ciudad.

No había transcurrido un año, cuando Hermenegildo abandonó Valencia camino de las Galias, en busca del apoyo franco para destronar a su padre. Apresado en Tarragona por el duque Segisberto, el rey intentó nuevamente convencer a su hijo de que cesara las hostilidades y se sometiera a su autoridad, ofreciéndole incluso la libertad y la dignidad regia si volvía a abrazar el arrianismo. Leovigildo, lleno de ira al ver rechazada su oferta de perdón, ordenó la muerte de su hijo, que fue decapitado el 13 de abril del 585.

Aunque los propios católicos de la época consideraron la rebelión de Hermenegildo como un crimen, con el paso de los años, al ser olvidada la rebelión, y con el incremento de poder del clero católico, esta muerte fue considerada como un martirio. Su canonización fue proclamada en toda España por el papa Sixto V en 1585.

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