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HistoriaBiografía

Haro, Juan de [administrador colonial español] (ca. 1550-1631).

Administrador colonial español nacido hacia 1550 en Medina del Campo y muerto en 1631 en San Juan de Puerto Rico. Fue gobernador y capitán general de la provincia de Nueva Andalucía y de Puerto Rico, donde defendió la isla del ataque del corsario holandés Balduino Enrico.

Natural de Medina del Campo, sirvió luego como capitán de galeras. Estuvo en Flandes, donde defendió el comercio marítimo. El 6 de septiembre de 1614 fue nombrado gobernador y capitán general de Nueva Andalucía, cargo que desempeñó hasta 1619, y luego con la prórroga de un segundo mandato. En 1625 fue elegido gobernador de Puerto Rico. Tomó posesión de su cargo el 30 de agosto de dicho año y lo desempeño hasta su muerte.

Haro tuvo que afrontar al poco de llegar a su destino el ataque realizado por el corsario holandés Boudewijn Hendrijks, a quien los españoles llamaban Balduino Enrico. Se presentó ante San Juan el 24 de septiembre de 1625 al frente de su poderosa flota con 1.500 hombres. Su Capitana tenía veintiséis piezas de artillería, dos de bronce y el resto de hierro, y la Almiranta estaba armada con treinta y dos piezas, seis de las cuales eran de bronce. Haro contaba apenas con los 350 soldados que guarnecían el castillo. Dispuso de inmediato el envío de efectivos hacia el Boquerón (donde había desembarcado Cumberland en 1598), pensando que el holandés atacaría igualmente por ese punto débil, pero se confundió, pues Hendrijks se dirigió directamente a la boca principal de la bahía, dispuesto a desafiar el fuego de los cañones del Morro. Los 17 buques holandeses pasaron bajo su artillería sin sufrir el menor daño (las cureñas de los cañones estaban viejas, y éstos descabalgaban a cada disparo). Enrico entró en el puerto y bombardeó luego la Puntilla de San Lázaro. Los vecinos de San Juan huyeron hacia el interior de la isla. El gobernador Haro se encerró en el Morro, para obligar al enemigo a un cerco prolongado, única forma de poder recibir algún socorro. El holandés se apoderó de la ciudad e instaló su cuartel general en la Fortaleza, mientras sus tropas efectuaban el correspondiente saqueo de casas y templos.

El 27 de septiembre dispuso el asalto al Morro y envió un ultimátum de rendición, que fue rechazado. Haro respondió ordenando salir a ochenta hombres, que lograron algún éxito. Otro grupo de defensores, mandados por el capitán Botello, logró embarcarse en unas canoas y asaltar el fuerte del Cañuelo, con lo que Haro tuvo de nuevo en sus manos la tenaza que cerraba la bahía. La lucha prosiguió sin tregua hasta el 21 de octubre, cuando Balduino conminó nuevamente a rendirse al gobernador, amenazándole con quemar la ciudad si no lo hacía. Haro contestó con arrogancia, negándose a capitular, y San Juan fue incendiado. El corsario holandés comprendió finalmente que le resultaría muy difícil vencer por hambre a los defensores del Morro, ya que habían recibido socorros desde Santo Domingo, y dispuso la retirada, que se efectuó el día 1 de noviembre. La flota tuvo que salir bajo los cañonazos de los españoles, que esta vez les hicieron un daño un considerable. Hendrijks perdió la nave Medenblink, propiedad del Príncipe de Orange.

San Juan quedó destrozado. Los holandeses quemaron 96 casas, de las que 46 estaban hechas de piedra. Entre ellas figuraba la fortaleza vieja, antigua residencia de los gobernadores. La ciudad quedó en tal estado de ruina que se aprovechó la ocasión para trazar su amurallamiento. Los invasores robaron el "situado", todas las alhajas, los esclavos de los pobladores y hasta la famosa biblioteca del obispo Bernardo de Balbuena, un gran humanista. Balduino perdió una nave y una lancha y más de 200 hombres. Dejó además quince prisioneros en manos del gobernador Haro, quien en su carta al gobernador de Santo Domingo Diego de Acuña le notificó que los enviaría "presto al infierno, si antes ellos no quisieren irse al cielo". Cumplió, efectivamente, su propósito, ahorcando a los quince. Once de ellos partieron "directamente al cielo", como él decía, pues se bautizaron antes de morir; los otros cuatro prefirieron "el infierno".

Felipe IV recompensó a Haro su esfuerzo concediéndole 4.000 escudos de merced en mayo de 1626. El gobernador siguió su mandato y durante los últimos meses del mismo se vio involucrado en un proceso, originado porque su ayudante, Luis de Castro, había huido con el dinero del situado, que había ido a buscar a Veracruz. Haro no tuvo que ver nada con el asunto, y fue citado únicamente como testigo.

Bibliografía

  • LUCENA SALMORAL, M. Piratas, bucaneros, filibusteros y corsarios en América. Editorial Mapfre, Madrid, 1992, reedic. Venezuela, Grijalbo, S.A. de Venezuela, 1994.

  • MORÓN, G. Historia de Venezuela. Caracas, 1971, Italgrafica, 5 t.

MLS

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  • 0302 MLS