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FilosofíaBiografía

Guillermo de Ockham (ca. 1280-ca. 1349).

Guillermo de Ockham.

Filósofo inglés, considerado el "príncipe de los nominalistas". Con la negación de la metafísica y la reducción de la gnoseología a la simple doctrina del conocimiento intuitivo intelectual de lo singular, instauró una nueva manera de hacer filosofía, que proporcionó las premisas para la corriente sensitivo-empirista, y para la renovación del pensamiento científico que se produjo en la Edad Media.

Vida y obras.

Guillermo de Occam (en inglés Willam of Ockham), nació en Ockham, hacia el año 1280, y murió en Munich hacia el 1349. Ingresó en la orden franciscana y se inició en la docencia de lógica y teología en Oxford y en otras escuelas franciscanas. Pronto sus opiniones teológicas fueron objeto de acusación de herejía, por lo que tuvo que comparecer ante el papa Juan XXII, en Avignon (hacia 1323). Antes de que se pronunciara la sentencia, huyó de Avignon junto con un grupo de franciscanos críticos respecto de la política eclesiástica de aquel tiempo. Se refugió primero en Italia y luego en Munich, en la corte de Luis de Baviera, a la sazón en guerra contra el Papa. Fue expulsado de la orden franciscana y excomulgado, con lo cual se dio un giro radical en su obra. En los años de enseñanza en Inglaterra y durante su estancia en Avignon, se había dedicado a la redacción de Comentarios a las Sentencias, al Organon y a la Física de Aristóteles, así como a su amplia Summa logicae. Pero a partir de 1328 trabajó casi exclusivamente en sus obras polémico-políticas: sobre la cuestión de la pobreza franciscana (Opus nonaginta dierum), sobre la eclesiología de los papas de la época (De dogmatibus papae Johannis XXII, 1334; Tractatus contra Benedictum XII, 1337-38; Compendium errorum papae Johannis XXII, 1338); sobre el origen y la naturaleza del Estado (Dialogus, Octo quaestiones) y sobre las relaciones entre la Iglesia y el Estado (Breviloquium de potestate papae, De imperatorum et pontificum potestate).

Pensamiento filosófico.

Los universales y el conocimiento.

Occam niega la existencia de los universales. Ni siquiera se trata de abstracciones. Sólo existe el singular, los individuos, que son captados por la intuición sensible de su realidad. Conocemos de modo directo, por la experiencia, en una visión inmediata de la realidad. Los términos generales sólo denotan las semejanzas que se advierten en los individuos. Al no darse más que el singular, los universales no pueden hallarse dentro de las cosas. Tampoco pueden ser las formas particulares últimas, las "hacceitas", que establecía Escoto, porque, en ese caso, habría tantas formas cuantas cosas existen y, por consiguiente, o las cosas o las formas estarían de más. Los universales se reducen, pues, a símbolos, signos de las cosas. En el proceso del conocimiento no cabe hablar de fases u operaciones intermedias, como explicaba Santo Tomás. A la captación intuitiva sigue la conciencia espontánea de la existencia del objeto percibido. Esta economía intuitiva se refleja en la máxima occamiana: "Entia non sunt multiplicanda sine necessitate". He aquí la famosa "navaja de Occam", que, fiel a ese principio de "economía", se propone podar lo superfluo. A esta corriente de pensamiento se la denomina nominalismo o terminismo. Pero el nominalismo de Occam no debe identificarse con el de Roscelino, simple flatus vocis, palabras vacías. Se trata más bien de un conceptualismo: reducción del universal al concepto aparecido en la mente.

Separación entre razón y fe.

Igual que Escoto, Occam concibe el ser de manera unívoca. El ser es predicable tanto de Dios como de las criaturas. Pero su postura, como en otros aspectos, se radicaliza. Escoto admitía la posibilidad de demostrar la existencia de Dios por medio de la razón. Occam, en cambio, niega esa posibilidad. El entendimiento humano por sí mismo no puede llegar a demostrar nada del dogma revelado, por la sencilla razón de que, al no poder tener un conocimiento intuitivo de Dios, tampoco puede tenerlo abstractivo. Al rechazar la unión entre fe y razón, Occam niega también la teología natural.

Teología y moral.

En el plano teológico, el principio de la verificación empírica halla su confirmación en la remisión continua al dato revelado, que salvaguarda a la teología de todo exceso de racionalidad abstracta. De esta forma ve justificado el ideal de la pobreza, la existencia de un poder civil independiente de toda investidura papal. El Sacro Imperio Germánico no es sino la continuación en la Europa cristiana del imperio universal de los romanos. Entre Iglesia y Estado hay, pues, una diversidad de origen, aunque el poder civil debe colaborar con la Iglesia para facilitar a los ciudadanos la tarea de alcanzar su fin último, es decir, la salvación. Respecto a la moral, Occam defenderá que ésta tiene su fundamento en las leyes establecidas por Dios. Al contrario de Escoto, piensa que Dios en su omnipotencia divina, podría llegar, si lo quisiera, a modificar todos los preceptos del decálogo, es decir, todo aquello que no entrañe contradicción.
La influencia del pensamiento de Occam fue decisiva y fundamental para los autores del siglo XIV, y dio pie, por un lado, a la emancipación de la filosofía con respecto a la teología y, por otro, al escepticismo filosófico que habría de encarnar en mentes renacentistas y modernas. Se ha visto en él, igualmente, un lejano precursor del empirismo y, más concretamente, de Hume, así como de la lingüística comparativa.

Bibliografía.

  • ANDRÉS, T.: El nominalismo de G. de Ockham como filosofía del lenguaje, Madrid, 1969.

  • GHELLUY, R.: Philosophie et théologie chex Guillaume d'Ockham, Lovaina, 1947.

  • RABADE, S.: Guillermo de Ockham y la filosofía del siglo XIV, Madrid, 1965.

Autor

  • CCG.