Juan Francisco de Güemes y Horcasitas (1682–1768): El Administrador que Moldeó el Imperio Colonial

Juan Francisco de Güemes y Horcasitas (1682–1768): El Administrador que Moldeó el Imperio Colonial

Orígenes, formación y primeros años de servicio militar

Primeros años y formación

Juan Francisco de Güemes y Horcasitas nació el 16 de mayo de 1682 en Reinosa, un pequeño municipio del norte de España, en la provincia de Cantabria. Perteneciente a una familia de la baja nobleza, fue hijo de Francisco de Güemes Cordón y de Francisca de Horcasitas Sáenz de Villa de Mollinedo. Su entorno familiar, relativamente modesto en comparación con otras familias nobles de la época, no le impidió acceder a una educación orientada hacia la carrera militar, un camino común para los jóvenes de la nobleza en el siglo XVII.

Tras la temprana muerte de su padre, Güemes y su familia permanecieron en Reinosa, donde el joven comenzó a formarse bajo el modelo educativo y disciplinario propio de las órdenes militares. A la edad de 19 años, decidió seguir la carrera de las armas y se enlistó en los Tercios de la Corona Española como soldado “entretenido”, lo que indicaba que se encontraba en la fase de aprendizaje, es decir, un cadete que debía recibir formación para alcanzar el rango de oficial. Esta decisión marcó el inicio de una carrera que lo llevaría a ocupar uno de los cargos más altos del Imperio Español.

Participación en la Guerra de Sucesión

En los primeros años de su carrera, Europa estaba inmersa en la Guerra de Sucesión Española (1701–1714), conflicto que dividió al continente en dos facciones: una apoyaba a Felipe de Anjou (Felipe V) como rey de España, mientras que la otra defendía los derechos de Carlos de Austria. Güemes se alineó con la causa de los Borbones y participó activamente en la guerra. Fue asignado al Tercio de Miguel Gascó, con el cual participó en la expedición a Nápoles en 1702, un evento decisivo que permitió al ejército de Felipe V tomar el control de la ciudad. A lo largo de esta campaña, el joven soldado demostró sus habilidades en el campo de batalla, lo que le permitió obtener reconocimiento dentro de las filas militares.

La campaña en Nápoles y la transición a la península ibérica

Tras la victoria en Nápoles, Güemes permaneció allí durante un tiempo antes de regresar a España en 1704 para unirse a las fuerzas que defendían el nuevo régimen borbónico frente a la coalición austriaca. Fue asignado a Galicia, donde participó en las luchas que se libraban en la frontera con Portugal, especialmente en la zona de Extremadura, un terreno clave en las operaciones militares durante la Guerra de Sucesión.

A lo largo de este período, Güemes fue ascendiendo por méritos de guerra, y su creciente reputación le permitió tener un primer encuentro con Felipe V el 20 de junio de 1706 en Jadraque, Guadalajara. Este encuentro, cargado de simbolismo, le permitió ganarse la confianza del monarca y estar más cerca del círculo de influencia real.

Ascensos en el ejército y primeros logros

En 1710, a la edad de 28 años, el joven militar fue ascendido al rango de sargento mayor del regimiento de Segovia, lo que le permitió participar en una serie de importantes batallas, como la toma de Alcántara y la ofensiva en Ciudad Rodrigo, que fueron hitos destacados de la guerra. Durante estos años, sus acciones más brillantes incluyeron la toma de Brihuega en 1710 y la exitosa incursión en Villaviciosa a principios de 1711. A raíz de estos logros, fue ascendido a teniente coronel del regimiento de Burgos en 1711, y en los años siguientes, su prestigio como oficial del ejército español continuó en ascenso.

Participación en expediciones internacionales y nuevos desafíos

En 1717, en el contexto de las tensiones entre España y otras potencias europeas, Güemes participó en la expedición dirigida por el ministro José Patiño, que desembarcó en Cerdeña para expulsar a las tropas imperiales. A raíz de este éxito, el rey Felipe V lo ascendió a coronel del regimiento de Granada, cargo con el cual participó en importantes conflictos, como el sitio de Gibraltar en 1727.

Con el tiempo, el joven militar no solo se distinguió por sus logros en combate, sino también por su capacidad administrativa. En 1731, fue nombrado inspector de infantería en diversas regiones españolas, como Aragón, Navarra y Guipúzcoa, donde demostró sus habilidades en la organización de fuerzas y en la toma de decisiones estratégicas.

Gobernador de Cuba: desafíos y reformas

Nombramiento y llegada a Cuba

El 21 de febrero de 1733, Juan Francisco de Güemes y Horcasitas fue nombrado gobernador y capitán general de la isla de Cuba, uno de los puntos neurálgicos del Imperio español en América. Este nombramiento no solo implicaba responsabilidades políticas, sino también una serie de desafíos militares y administrativos, ya que la isla representaba una base estratégica para el comercio colonial y la defensa frente a potencias enemigas como Inglaterra y Francia.

A finales de 1733, después de una travesía que duró dos meses, llegó a La Habana, donde asumió el cargo el 18 de marzo de 1734. Desde el primer momento, se enfrentó a la tarea de consolidar el dominio español en la isla, lo que implicaba fortalecer las defensas y asegurar la estabilidad interna. La isla, por su ubicación, era un lugar de paso crucial para las flotas españolas que comerciaban entre la metrópoli y sus territorios en América, y estaba expuesta constantemente a las amenazas de piratas y corsarios.

Primeros desafíos: defensa y fortificaciones

Una de las primeras medidas que tomó Güemes fue fortalecer las murallas del puerto de La Habana. La fortificación marítima estaba en buen estado, pero la zona interior de la ciudad era vulnerable a posibles ataques. A lo largo de su mandato, trabajó para completar la muralla interior, a pesar de que no recibió el apoyo suficiente desde la Corte para llevar a cabo esta ambiciosa obra. No obstante, en sus informes anuales, se mostraba confiado en que, en menos de dos años, la muralla marítima estaría completamente cerrada.

Además de la defensa urbana, Güemes también tomó medidas para fortalecer otras fortificaciones a lo largo de la isla, como el castillo de San Severino de Matanzas. En este contexto, su principal objetivo era garantizar la seguridad de la isla frente a ataques externos, pero también organizar y mejorar la estructura del Ejército y las milicias locales.

Políticas económicas y militares en Cuba

La gestión de Güemes en Cuba estuvo marcada por un enfoque en la reorganización del Ejército y la creación de un sistema de milicias eficaces. Sabía que la seguridad de la isla dependía no solo de las fuerzas regulares, sino también de la capacidad de la población local para defenderse. En este sentido, se dedicó a reorganizar las fuerzas locales, modernizando los entrenamientos y asegurando que la defensa estuviera en manos de soldados bien preparados.

Además de las reformas militares, Güemes se centró en la economía de la isla. Uno de sus mayores logros fue el apoyo a la creación de la Real Compañía de la Habana en 1741, en la que participó como accionista. Esta compañía, que impulsó el comercio de productos como el tabaco, la construcción naval y el tráfico de esclavos, contribuyó significativamente a la prosperidad de la isla. No obstante, a pesar de sus esfuerzos, la Compañía pasó por momentos difíciles, especialmente en lo que respecta a la construcción naval, una industria vital para la defensa de la isla.

La creación de la Armada de Barlovento y la lucha contra la piratería

Uno de los mayores desafíos para Güemes fue la piratería en las aguas del Caribe, una amenaza constante para el comercio y la seguridad de la isla. En este sentido, creó la Armada de Barlovento, que tenía como objetivo proteger las costas de las Antillas y el Golfo de México de los corsarios. Durante su gobierno, la armada cumplió su cometido de manera efectiva, apoyando los transportes y asegurando el envío de caudales públicos a la península. Sin embargo, en 1748, debido a la disolución de la armada, algunos de sus logros fueron puestos en duda.

El marqués de la Ensenada, ministro de la Marina, destacó el papel crucial que desempeñó la armada en la protección de las rutas comerciales y en la defensa de la isla. No obstante, la falta de recursos y el desgaste de la flota obligaron a la disolución de la Armada de Barlovento, un golpe a las políticas de defensa impulsadas por Güemes.

Enfrentamientos con la piratería y la diplomacia internacional

Durante su gobierno en Cuba, Güemes tuvo que enfrentarse a la creciente presión de los británicos, quienes atacaron otros puntos de las posesiones españolas en América, como Portobelo y Cartagena, y realizaron un desembarco en Guantánamo, cerca de Santiago de Cuba. Sin embargo, a pesar de las amenazas constantes, La Habana nunca fue un objetivo principal de los ataques británicos.

Este periodo también estuvo marcado por la Guerra de la Oreja de Jenkins (1739–1748), en la que España se enfrentó a Inglaterra. El conflicto tuvo repercusiones directas en Cuba, ya que los británicos, aunque no atacaron La Habana, pusieron en peligro las rutas comerciales y la estabilidad de las colonias españolas. Güemes, al frente de la isla, tuvo que gestionar las defensas y mantener las relaciones diplomáticas con las otras potencias europeas, una tarea complicada debido a las tensiones crecientes.

Virrey de Nueva España: consolidación y reformas

El nombramiento como virrey de Nueva España

El 23 de noviembre de 1745, en una decisión clave para su carrera, Juan Francisco de Güemes y Horcasitas fue designado virrey de Nueva España, una de las posiciones más influyentes dentro del Imperio español. A pesar de estar en medio de su gobierno en Cuba, Güemes recibió la noticia de su nuevo destino y comenzó los preparativos para su traslado. Este cambio, que era una recompensa por su lealtad y méritos, también lo implicaba en una de las regiones más dinámicas y económicamente relevantes del Imperio.

El 9 de julio de 1746, hizo su entrada en la Ciudad de México, donde fue recibido con celebraciones que coincidieron con la reciente proclamación de Fernando VI en España, tras la muerte de Felipe V. Las fiestas que se organizaron incluyeron una función teatral, la distribución de medallas y otros festejos en un ambiente de contención de gastos debido a la situación económica que atravesaba el virreinato. La noticia de la muerte de Felipe V y el ascenso de Fernando VI había llegado con varias semanas de retraso a Nueva España, lo que permitió que el virrey asumiera el poder en un ambiente de transición política.

La proclamación de Fernando VI y las celebraciones

Las celebraciones que tuvieron lugar en febrero de 1747 reflejaron el optimismo por la llegada de un nuevo monarca, pero también marcaron el inicio de la consolidación de Güemes como virrey. Durante esta etapa, no solo debía lidiar con la administración cotidiana del virreinato, sino también con la necesidad de implementar políticas fiscales y económicas eficaces para mantener el poder de la Corona en América.

Reforma fiscal y económica en el Virreinato

Una de las tareas prioritarias para el nuevo virrey fue mejorar las finanzas del virreinato, que atravesaban una situación delicada debido a las cargas económicas derivadas de la guerra y los crecientes gastos en defensa. Güemes inició una serie de reformas fiscales para aumentar las rentas reales, las alcabalas (impuesto sobre las transacciones comerciales) y otros tributos clave para financiar la administración colonial.

Además, se mostró muy enfocado en la mejora de los sistemas de recaudación de impuestos, buscando una mayor eficiencia y control en la administración de los recursos. Implementó una serie de medidas para controlar el comercio del pulque, los cordobanes, el alumbre y otros productos importantes para la economía del virreinato. No obstante, uno de los temas más conflictivos fue la creciente resistencia a los intentos de limitar o controlar los juegos de azar, las peleas de gallos y otras actividades populares, que constituyen una parte importante de la economía informal.

Lucha contra el contrabando y la regulación del comercio

El contrabando fue otro de los principales problemas con los que tuvo que lidiar Güemes. Durante su mandato, aumentaron las tensiones con las potencias extranjeras, especialmente con Inglaterra, que presionaba para obtener mayores derechos comerciales en el continente americano. Para frenar estas prácticas ilícitas, el virrey impulsó medidas para regular el comercio y fomentar el uso de puertos controlados por la Corona.

Su lucha contra el contrabando incluyó la intensificación de la vigilancia en las costas y la restricción de la fabricación de aguardiente y otros productos que se importaban desde la Península. Estas reformas, sin embargo, encontraron una fuerte resistencia de los comerciantes y fabricantes locales, quienes se veían amenazados por las nuevas normativas.

Conflictos internos y externos en el virreinato

En el plano interno, uno de los principales retos de Güemes fue gestionar los intereses de las diferentes facciones dentro de la administración colonial. Durante su mandato, hubo una constante tensión entre los intereses de la Iglesia, los comerciantes y las autoridades locales, quienes a menudo se oponían a las reformas y regulaciones impuestas por el virrey.

En el frente exterior, la situación no era menos complicada. La presión de los franceses en el norte, especialmente en la región de Texas, representaba una amenaza constante. Sin embargo, Güemes demostró una firme determinación para asegurar las fronteras del virreinato. En 1748, en una operación clave, consiguió expulsar a un francés llamado Cuartier de Texas, quien había establecido fábricas y almacenes en la región, lo que consolidó la presencia española en ese territorio.

Expansión territorial en el norte de América

El periodo de Güemes en Nueva España también estuvo marcado por una política de expansión territorial en el norte. En 1751, negoció con el gobernador de Nueva Orleans para la retirada de los franceses, quienes se habían infiltrado en las fronteras del Mississippi, lo que permitió a España consolidar su dominio sobre la región. Este enfoque en la defensa territorial fue clave para frenar los intentos de expansión de otras potencias europeas en América.

Últimos años y legado

Retiro del gobierno y su regreso a España

A pesar de los logros obtenidos durante su mandato como virrey de Nueva España, Juan Francisco de Güemes y Horcasitas se encontraba en un periodo de agotamiento físico y mental. En 1751, debido a problemas de salud y a la creciente presión de la administración, solicitó su relevo, alegando su avanzada edad y el quebranto de su salud por el exceso de trabajo. A pesar de su solicitud de retirarse, su destitución no fue confirmada hasta mediados de 1755, cuando supo que sería reemplazado por el marqués de las Amarillas.

Güemes, que había dedicado más de dos décadas a la administración colonial, redactó una detallada memoria de su gobierno, destinada a su sucesor, el marqués de las Amarillas. Fue un trabajo minucioso que reflejaba la experiencia adquirida durante su gestión en Cuba y Nueva España. Tras la entrega del bastón de mando en la localidad de Otumba, Güemes aprovechó para regresar a España, viajando primero a La Habana y luego a Cádiz, donde llegó a principios de agosto de 1756.

Últimos años en España

Una vez en la península, fue nombrado comandante militar de Madrid, capitán general de los Ejércitos y decano del Supremo Consejo de Guerra, cargos que ocupó bajo los reinados de Fernando VI y Carlos III, quien lo confirmó en sus destinos. A pesar de su retiro oficial, continuó desempeñando un papel relevante en la política española, manteniendo su lealtad hacia su amigo, el marqués de la Ensenada, y acercándose al círculo político del conde de Aranda. Durante estos años, se dedicó a la política interna de España, y aunque ya no ocupaba un cargo activo en el gobierno colonial, su influencia seguía siendo significativa.

Reconocimiento y legado

El legado de Juan Francisco de Güemes y Horcasitas se forjó tanto en su capacidad de administrador como en su habilidad para mantener el control sobre vastos territorios del Imperio español. Como virrey de Nueva España, logró consolidar la defensa territorial del norte del virreinato, destacándose en la expulsión de los franceses de Texas y en la negociación de acuerdos con los franceses en el Mississippi. Asimismo, su gestión en Cuba dejó huella a través de las reformas económicas y de defensa, especialmente en la construcción de fortificaciones y en la reorganización de las fuerzas armadas.

Sin embargo, su legado no estuvo exento de controversia. Aunque se le reconoció como un gobernante laborioso y enérgico, también se le acusó de haberse enriquecido a través de su puesto, especialmente en lo que respecta a su participación en la Real Compañía de la Habana. A pesar de estas acusaciones, su respeto por la administración y el bienestar de los pueblos coloniales quedó reflejado en los testimonios de aquellos que lo conocieron.

El historiador Riva Palacio describió a Güemes como un «gobernante acertado, laborioso y enérgico», pero también reconoció que «los grandes defectos se perdonan cuando van acompañados de grandes virtudes». Su figura sigue siendo un símbolo de la administración borbónica en América, especialmente en lo que respecta a la organización del ejército, la fortificación de las colonias y la expansión territorial hacia el norte.

Muerte y últimos días

Juan Francisco de Güemes y Horcasitas falleció en Madrid el 27 de noviembre de 1768, en el palacio de los Mostenses, su residencia en la capital. A lo largo de su vida, su figura fue reconocida tanto en España como en sus territorios coloniales. A su muerte, su hijo, Juan Vicente de Güemes, le sucedió en el título de conde de Revillagigedo y más tarde se convirtió en virrey de Nueva España, continuando el legado de la familia en la administración colonial.

Güemes dejó una profunda huella en la historia de la administración colonial española, no solo por sus logros y reformas, sino también por su figura autoritaria y su enfoque pragmático ante los retos del Imperio. Su vida y obra siguen siendo un reflejo de la complejidad de la gestión colonial en América y de las tensiones entre el poder central y las realidades locales en los territorios ultramarinos.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Juan Francisco de Güemes y Horcasitas (1682–1768): El Administrador que Moldeó el Imperio Colonial". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/guemes-y-horcasitas-juan-francisco [consulta: 27 de septiembre de 2025].