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PinturaBiografía

Greuze, Jean Baptista (1725-1805).

Pintor francés nacido el 21 de agosto de 1725 en Tournus y muerto el 21 de marzo de 1805 en París. Pintor de género y retratista, discípulo de Grandon y miembro de la Academia de pintura, fue uno de los más distinguidos pintores de la escuela francesa del siglo XVIII, y a la sazón responsable del inicio de la moda que a mediados de dicho siglo hizo famosos en el país galo las escenas de anécdotas sentimentales y los ejemplos moralizantes.

Inició sus primeros estudios en Lyón y más tarde en la Real Academia de París. Su primera exposición tuvo lugar en el Salón de 1755, en el cual alcanzó un éxito inmediato gracias a su trabajo moralizante y popular El padre leyendo la Biblia a sus hijos (1755). No obstante, la atención del momento se centraba en un tipo de pintores menos pretenciosos en los que se notaba claramente la influencia de la escuela holandesa del siglo XVII, maestros en la apariencia. Por ello, las felicitaciones que había recibido se tornaron negativas, lo que estableció las líneas de cómo iba a ser su futuro carácter en cuanto a la opinión que el público tuvo de su trabajo.

En 1755 marchó a Italia, aunque permaneció impermeable a la influencia de la pintura italiana. En 1759 alcanzó de nuevo altas cotas de popularidad gracias a sus trabajos Los esponsales del pueblo (1761) y La maldición paterna y El hijo pródigo (ambos de 1765).

Greuze se sometió en el Salón de 1769 a la obligación de pintar un triste cuadro histórico, El emperador Severo reconviniendo a su hijo Caracalla por haber querido asesinarle, lo que no obstante le valió su entrada en la academia como pintor histórico. Sin embargo, la academia le admitió por fin sólo como pintor de género, así que el rentable artista exhibió sus trabajos al público sólo en su propio estudio durante los treinta años siguientes. Mantuvo su popularidad pintando jóvenes mujeres en poses de fingida inocencia y calculado desnudo.

En la década de 1770, Greuza se cansó de pintar cuadros morales, lo que motivó que en la siguiente década su trabajo se pasara de moda y sus ingresos menguaran hasta dejarle en la precariedad. En 1785 su anteriormente bien considerado talento se había extinguido. La reacción contra sus sentimentales obras de género se tornó en menosprecio crítico hacia sus pinturas y retratos, lo que no fue óbice para que su técnica aguantara con gran integridad el paso de las modas y del tiempo hasta ser considerado, como ya se ha dicho, uno de los mejores pintores de la escuela francesa de su época.

Algunas de sus obras más famosa, al margen de las ya citadas, son La buena madre; El padre desnaturalizado abandonado de su familia; Santa María egipciaca; La vuelta del cazador; La buena educación; La paz del hogar; El cántaro roto; La bendición paternal; El niño llorando la muerte de su madre; La Magdalena; La oración; y El paralítico servido por sus hijos.

Greuze. La fidelidad.

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