Ulysses Simpson Grant (1822-1885): De General Militar a Presidente Controversial de los Estados Unidos

Ulysses Simpson Grant (1822-1885): De General Militar a Presidente Controversial de los Estados Unidos

Inicios y Formación Militar

Orígenes humildes y educación en West Point

Ulysses Simpson Grant nació el 27 de abril de 1822 en Point Pleasant, Ohio, en una familia de clase baja dedicada al curtido de pieles. Su padre, Jesse Root Grant, aunque de orígenes humildes, tuvo un papel fundamental en la educación y formación de su hijo, y fue quien aprovechó sus contactos para conseguirle un lugar en la prestigiosa Academia Militar de West Point. Aunque Ulysses no tenía la intención de seguir una carrera militar, esta oportunidad representó una de las pocas salidas para escapar de la vida rural y las dificultades económicas de su familia.

Ingresó en West Point en 1839, destacándose por su habilidad en matemáticas y en la equitación. A pesar de no ser un estudiante destacado en el resto de materias, su talento en estas áreas le permitió sobrevivir y graduarse en 1843 con el rango de segundo teniente, ocupando el puesto número 21 en una clase de 39 cadetes. A lo largo de su tiempo en West Point, Grant demostró ser una persona callada, modesta y algo reservada, cualidades que le servirían más tarde en su carrera, aunque también reflejaban su carácter introvertido. La academia fue crucial para su desarrollo profesional, ya que le ofreció una educación militar que, aunque no completamente entusiasta, le permitió forjar el futuro líder que sería durante la Guerra de Secesión.

La Guerra Mexicano-Estadounidense y primeros pasos en el ejército

Tras su graduación, Grant fue asignado al 4.º Regimiento de Infantería y destinado a diversos puestos en el país. Su primera experiencia de combate llegó cuando estalló la Guerra Mexicano-Estadounidense en 1846. Durante este conflicto, Grant sirvió bajo las órdenes de los generales Zachary Taylor y Winfield Scott, dos figuras influyentes que también jugarían un papel crucial en la política estadounidense en los años venideros.

El joven Grant se destacó por su valentía y su capacidad táctica durante las batallas de Resaca de la Palma, Monterrey, Molino del Rey y Chapultepec. A pesar de la dureza de los combates y la naturaleza controvertida de la guerra, que Grant describiría más tarde como “la guerra más injusta jamás librada”, sus logros fueron reconocidos, y fue ascendido al rango de capitán. Estos años de servicio fueron fundamentales para formar su experiencia militar, y le proporcionaron las habilidades necesarias para la posterior Guerra Civil.

Aunque esta guerra tuvo una profunda influencia en su vida, Grant nunca dejó de cuestionar la justificación moral detrás de la contienda. A lo largo de su carrera, se convertiría en un hombre pragmático, que no dudaba en tomar decisiones difíciles para alcanzar la victoria, pero también era consciente de las implicaciones humanas y éticas de la guerra. Esta ambivalencia hacia la guerra también reflejaba la lucha interna de Grant, quien nunca fue un ferviente patriota, sino más bien un hombre que actuaba con una fuerte disposición al deber y a la disciplina.

Dificultades y retiro temporal del ejército

A pesar de sus éxitos durante la Guerra Mexicano-Estadounidense, la carrera de Grant no estuvo exenta de altibajos. Tras el conflicto, fue asignado a varios destinos poco destacados, y su vida fuera del campo de batalla estuvo marcada por la lucha contra la soledad, la frustración y el alcoholismo. En 1852, fue destinado a Fort Vancouver, en el actual estado de Washington, y más tarde a Fort Humboldt, en el norte de California. Fue durante este período que Grant comenzó a experimentar serias dificultades personales, especialmente con sus oficiales y la administración del puesto. Su relación con los superiores y sus subordinados se tensó, y la vida en estos lugares aislados exacerbó sus problemas emocionales.

El 11 de abril de 1854, después de varias confrontaciones con sus compañeros y un creciente problema con el alcohol, Grant presentó su dimisión. Abandonó el ejército y se retiró a una vida civil, sin demasiadas perspectivas de futuro. En los años siguientes, Grant intentó dedicarse a la agricultura en Missouri, pero fracasó estrepitosamente. La empresa de cultivo que había iniciado con su suegro, junto a varios otros intentos comerciales, fracasaron, y Grant se vio obligado a mudarse a Galena, Illinois, donde se unió al negocio familiar de curtido de pieles.

A pesar de sus fracasos en la vida civil, este período de dificultades también sirvió para mostrar el carácter de Grant. En lugar de rendirse, buscó un propósito, aunque el camino hacia su redención no sería fácil. La siguiente gran etapa de su vida llegaría con el estallido de la Guerra Civil en 1861, y la oportunidad de demostrar su valor en un contexto completamente diferente.

El Ascenso en la Guerra de Secesión

Inicio de la Guerra Civil y reclutamiento para la Unión

Con la declaración de la Guerra de Secesión en 1861, Grant vio en la lucha una oportunidad para recuperar su carrera y contribuir a la causa de la Unión. Aunque inicialmente estaba fuera del servicio activo, la guerra civil le dio la oportunidad de reencontrarse con su vocación militar. En junio de 1861, Grant fue nombrado coronel del 21.º Regimiento de Voluntarios de Illinois por el gobernador de Illinois, Richard Yates, quien reconoció rápidamente su experiencia y aptitudes para el mando.

Uno de sus primeros logros significativos fue la toma de Paducah, en Kentucky, en septiembre de 1861. Este éxito inicial, aunque pequeño, tuvo gran relevancia estratégica, ya que bloqueó una importante vía de acceso de los Confederados al río Ohio, dificultando sus movimientos en la región. Además, Grant tomó rápidamente el control de la ciudad de Cairo, en el sur de Missouri, asegurando un punto clave en la defensa de la Unión en el río Mississippi. Esta serie de victorias le permitió consolidarse como un líder efectivo, y rápidamente fue ascendido a general de brigada.

La capacidad de Grant para tomar decisiones rápidas y decisivas, sin dudar en enfrentarse al enemigo, fue uno de los factores que lo distinguió. Su enfoque directo, en contraste con la indecisión que caracterizaba a otros oficiales de la Unión, resultó ser fundamental para obtener victorias en la región del Oeste, y su fama comenzó a crecer rápidamente.

Estrategias y victorias decisivas

A medida que la guerra se intensificaba, Grant se destacó por su enfoque agresivo y decidido, adoptando una estrategia de desgaste contra las fuerzas Confederadas. En febrero de 1862, después de una campaña sostenida, Grant capturó el Fuerte Donelson, una victoria significativa que abrió el camino hacia el interior del sur. La rendición del comandante Confederado, Simon Bolivar Buckner, quien estaba al mando del fuerte, fue uno de los primeros momentos en que la Unión experimentó una victoria decisiva. Fue durante esta campaña que Grant pronunció su famosa frase, “No puedo escapar, y no quiero”, al referirse a la rendición de los Confederados. Esta victoria no solo aumentó su reputación, sino que también mostró su capacidad para presionar al enemigo y obtener resultados en momentos críticos.

El siguiente gran enfrentamiento fue la Batalla de Shiloh, en abril de 1862, que resultó ser una de las batallas más sangrientas de la guerra. Aunque la Unión inicialmente fue sorprendida y sufrió grandes bajas, Grant logró reorganizar y, finalmente, derrotar a las fuerzas Confederadas en una victoria estratégica. A pesar de las críticas iniciales por haber sido tomado por sorpresa, la victoria final demostró su habilidad para adaptarse a situaciones adversas y su capacidad de liderazgo bajo presión. Shiloh fue un momento definitorio en la guerra, marcando el inicio de una serie de victorias para la Unión en el teatro occidental.

Sin embargo, las victorias no llegaron sin costos. La Batalla de Shiloh dejó claro que la guerra sería larga y sangrienta, y Grant fue criticado por la enorme cantidad de bajas. A pesar de la controversia, Grant se mantuvo firme en su estrategia de desgaste, convencido de que solo una victoria decisiva en el terreno de batalla podría llevar a la Confederación a rendirse.

El plan final y la rendición de Robert E. Lee

A medida que el conflicto avanzaba, Grant ascendió rápidamente en el mando. En marzo de 1864, fue nombrado comandante en jefe de todos los ejércitos de la Unión por el presidente Abraham Lincoln. Este ascenso no fue solo un reconocimiento a su destreza militar, sino también una muestra de la confianza de Lincoln en su capacidad para llevar la guerra a una conclusión exitosa.

Una de sus primeras decisiones como comandante en jefe fue lanzar una ofensiva total para aplastar a las fuerzas Confederadas. Sabía que la derrota de Robert E. Lee, comandante del Ejército Confederado de Virginia del Norte, sería crucial para acabar con la guerra. El plan de Grant fue multifacético: su general William T. Sherman avanzaría a través de Georgia, causando estragos en las líneas de suministro y debilitando la moral del sur, mientras que otras fuerzas, bajo el mando de Philip H. Sheridan, atacarían el Valle de Shenandoah y destruirían las rutas de abastecimiento.

Aunque el camino no estuvo exento de fracasos y grandes sacrificios, la estrategia general de Grant fue eficaz. Finalmente, las fuerzas de Lee fueron rodeadas en Petersburg, lo que llevó a la rendición de la ciudad de Richmond, la capital Confederada, el 2 de abril de 1865. La caída de Richmond fue un golpe decisivo para la Confederación, y pocos días después, el 9 de abril de 1865, Lee se rindió formalmente a Grant en Appomattox Court House. Este evento marcó el fin de la Guerra Civil, un hito que consolidó a Grant como uno de los más grandes héroes militares de la historia de Estados Unidos.

La rendición de Lee no solo significó la victoria militar, sino también un símbolo de la reunificación del país después de los horrores de la guerra. Grant, quien fue conocido por su postura conciliadora hacia los soldados Confederados, contribuyó al proceso de reconstrucción que seguiría al fin del conflicto.

La Presidencia de Ulysses S. Grant

La llegada al poder y el inicio del mandato

Tras la victoria de la Unión en la Guerra Civil, Ulysses S. Grant se convirtió en un héroe nacional. Su fama y prestigio como comandante militar le otorgaron un poder de convocatoria extraordinario, lo que lo catapultó directamente a la vida política. En 1868, fue nominado por el Partido Republicano para ser su candidato presidencial. A pesar de su inexperiencia política, Grant aceptó la oferta, y en las elecciones de noviembre de ese año derrotó al demócrata Horatio Seymour, convirtiéndose en el 18.º presidente de los Estados Unidos.

El 4 de marzo de 1869, Grant asumió el cargo de presidente. Su llegada al poder fue recibida con entusiasmo por una nación deseosa de reconstrucción tras los horrores de la guerra civil. Sin embargo, su falta de preparación y conocimientos políticos pronto se hicieron evidentes. A lo largo de su campaña y durante su mandato, Grant no mostró un interés profundo en los detalles de la política, la administración pública o las complejidades del sistema de gobierno de los Estados Unidos. Fue elegido principalmente por su popularidad como héroe de guerra, pero carecía de las habilidades necesarias para manejar las intricadas dinámicas políticas que se requerían en el gobierno de una nación recién salida de un conflicto civil.

Uno de los grandes problemas de Grant durante su presidencia fue su incapacidad para elegir colaboradores competentes. En lugar de rodearse de expertos y personas de confianza, muchos de los miembros de su gabinete fueron figuras de segunda categoría, y algunos incluso estaban comprometidos con la corrupción. Esto resultó en un ambiente de ineficacia política y corrupción dentro de la Casa Blanca, algo que marcaría profundamente su administración.

Primer mandato presidencial y la era de la corrupción

Desde el inicio de su mandato, la presidencia de Grant estuvo marcada por una serie de escándalos económicos y financieros. En 1869, dos especuladores, Jay Gould y Jim Fisk, lograron convencer a Grant de que interrumpiera los suministros de oro en el mercado con el fin de aumentar su precio. La maniobra, que buscaba crear una burbuja especulativa, culminó en el famoso «Viernes Negro» del 24 de septiembre de 1869. En ese día, el mercado de valores de Nueva York colapsó, lo que provocó pánico y la ruina de miles de inversionistas. Aunque Grant rápidamente intervino para liberar oro en el mercado y frenar la especulación, el daño ya estaba hecho, y este evento socavó aún más la confianza en su liderazgo económico.

En el ámbito económico, el presidente también se vio enfrentado a una situación difícil con respecto a los «greenbacks» (billetes de papel emitidos durante la Guerra Civil). Los agricultores y quienes apoyaban el uso de una moneda más accesible presionaban para que el gobierno mantuviera el valor de estos billetes, mientras que los acreedores, que querían la estabilidad del oro, exigían que se devolviera la deuda en moneda metálica. En 1869, los acreedores obtuvieron su victoria cuando el Congreso aprobó la ley que obligaba al gobierno a pagar la deuda en oro, lo que significó un retroceso en las políticas de dinero fácil que favorecían a las clases más pobres.

La administración de Grant también fue conocida por el auge de la corrupción política, producto del sistema de «spoils» (reparto de cargos políticos entre los leales al presidente). Grant, aunque aparentemente ajeno a las implicaciones morales de este sistema, permitió que su gobierno fuera afectado por la corrupción en diversas agencias federales. Entre los escándalos más notorios se encontraban los implicados en el Crédito Mobilier, una empresa vinculada al ferrocarril Union Pacific que desvió fondos públicos para su beneficio propio, y el escándalo de los sobornos de las reservas indias, que involucró a miembros de su administración y dañó aún más la imagen de su gobierno.

Política exterior y otros logros menores

A pesar de las controversias internas, la administración de Grant logró algunos éxitos en el ámbito internacional. Un logro importante fue la firma del Tratado de Washington en 1871, que resolvió varias disputas entre Estados Unidos y Gran Bretaña, entre ellas la cuestión de los daños ocasionados por los barcos de guerra británicos a los intereses estadounidenses durante la Guerra Civil. Este tratado fue un paso importante para evitar una guerra con el Reino Unido y demostrar la capacidad de Grant para gestionar las relaciones exteriores.

En cuanto a las relaciones con América Latina, Grant trató de ampliar la influencia de Estados Unidos en la región. En particular, impulsó la idea de adquirir la isla de Santo Domingo (hoy República Dominicana), pero fue un intento fallido debido a la oposición del Congreso, que rechazó la propuesta. A pesar de este fracaso, su gobierno también se inclinó por mantener una postura de neutralidad en la Guerra de los Diez Años en Cuba, conflicto entre España y sus colonias cubanas, demostrando su interés en evitar una intervención directa en los asuntos latinoamericanos.

Sin embargo, los esfuerzos de Grant en la política exterior fueron eclipsados por los problemas internos y los escándalos de corrupción que afectaron su imagen y su gobierno. A medida que se acercaban las elecciones de 1872, la popularidad de Grant comenzó a decaer, pero, a pesar de ello, los republicanos lo postularon nuevamente como candidato presidencial.

Declive, Últimos Años y Legado

La reelección fallida y la crisis interna en el Partido Republicano

En 1872, el descontento con la administración de Grant fue tal que un grupo de republicanos disidentes, que abogaban por una reforma interna, formaron el Partido Republicano Liberal. Este nuevo partido presentó como su candidato presidencial a Horace Greeley, un influyente editor del New York Tribune, mientras que Grant, a pesar de la creciente corrupción de su gobierno, logró la nominación republicana para un segundo mandato.

A pesar de los escándalos y la crisis de confianza en su presidencia, Grant ganó las elecciones, en parte gracias a la desorganización del Partido Demócrata, que presentó múltiples candidatos en lugar de uno solo. La victoria de Grant en 1872, sin embargo, fue más una derrota para el Partido Demócrata que una reafirmación de su popularidad. En su segundo mandato, la corrupción continuó siendo una preocupación prominente, con nuevos casos de sobornos y escándalos financieros que empañaron aún más su reputación.

La administración de Grant fue, por tanto, un periodo marcado por el agotamiento político y el desgaste de la moral pública. A pesar de sus logros en la Guerra Civil, su presidencia fue incapaz de hacer frente adecuadamente a los desafíos económicos y políticos que surgieron durante la «Edad Dorada» (Gilded Age), un periodo de gran desigualdad económica en Estados Unidos.

El colapso económico y personal

La crisis económica de 1873 representó uno de los mayores desafíos para la administración de Grant. Esta recesión, la más profunda hasta ese momento, fue el resultado de una serie de factores, incluidos los especuladores financieros y la política fiscal inadecuada del gobierno. El colapso de los bancos y la caída en los precios de los bienes agrícolas afectaron gravemente la economía nacional, y la falta de un plan claro para afrontar la crisis dejó a Grant en una situación muy difícil.

Además de los problemas económicos, Grant también sufrió un golpe personal devastador. En 1881, invertió todos sus ahorros en un negocio bancario llamado Grant & Ward, una firma de Wall Street. La empresa, sin embargo, resultó ser una estafa, y Grant se encontró en la ruina financiera. Perdió todo su dinero, lo que agravó aún más su situación personal y emocional. Para poder sobrevivir, Grant se vio obligado a recurrir a la escritura, y comenzó a redactar sus memorias.

La escritura de sus memorias y su enfermedad

A pesar de los problemas financieros, Grant logró encontrar una salida en sus memorias. En 1884, publicó Personal Memoirs, un relato sincero y detallado de su vida y sus experiencias durante la Guerra Civil. Las memorias se convirtieron en un éxito rotundo tanto en términos literarios como financieros. La obra fue aclamada por su honestidad y estilo directo, y proporcionó a Grant una fuente vital de ingresos, que le permitió asegurar el bienestar de su familia.

Sin embargo, durante este periodo de su vida, Grant también luchaba con un grave problema de salud. A finales de 1884, le fue diagnosticado cáncer de laringe, una enfermedad que lo debilitó rápidamente. A pesar de su condición, continuó trabajando en sus memorias y luchó valientemente contra la enfermedad, pero su salud se deterioró a un ritmo alarmante.

Muerte y legado histórico

Ulysses S. Grant falleció el 23 de julio de 1885 en su casa en Mount McGregor, Nueva York, a la edad de 63 años. Su muerte marcó el final de una vida llena de contrastes: de ser un general victorioso que salvó a la Unión, pasó a convertirse en un presidente cuya administración estuvo plagada de escándalos de corrupción y un colapso económico. No obstante, su legado como líder militar permanece incuestionable. La conclusión de la Guerra Civil y su habilidad para negociar la rendición de Robert E. Lee en Appomattox lo consolidaron como uno de los héroes más grandes de la historia estadounidense.

En términos políticos, su legado es más ambiguo. Si bien su presidencia fue criticada por la corrupción y la falta de una visión clara, algunos historiadores argumentan que sus esfuerzos en la reconstrucción nacional y su defensa de los derechos de los afroamericanos durante la Reconstrucción, al firmar la Ley de Derechos Civiles de 1875, le otorgaron un lugar importante en la historia del país. Aun así, su incapacidad para manejar las complejidades políticas y económicas de su tiempo oscurece su legado en muchos aspectos.

Con el paso de los años, la figura de Grant ha sido reevaluada. Hoy en día, muchos lo consideran un líder fundamental para la preservación de la Unión y una figura clave en la derrota de la Confederación. Sin embargo, su tiempo en la presidencia sigue siendo un periodo problemático en la historia de los Estados Unidos, caracterizado por la corrupción y los escándalos que empañaron su imagen como gobernante.

La muerte de Grant no puso fin a su relevancia histórica, ya que sus memorias siguen siendo un testimonio poderoso de su vida y contribución a la historia estadounidense, tanto en tiempos de guerra como en la presidencia. Su figura continúa siendo objeto de estudio y reflexión, y su legado como general y presidente sigue siendo parte fundamental de la narrativa nacional.

Cómo citar este artículo:
MCN Biografías, 2025. "Ulysses Simpson Grant (1822-1885): De General Militar a Presidente Controversial de los Estados Unidos". Disponible en: https://mcnbiografias.com/app-bio/do/grant-ulysses [consulta: 3 de octubre de 2025].