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Ocio y entretenimientoBiografía

Gómez de Lesaca García, Juan (1867-1896).

Matador de toros español, nacido en Sevilla el 24 de junio de 1867, y muerto en Madrid el 15 de octubre de 1896.

Novillero valiente y arrojado donde los haya habido, Juan Gómez de Lesaca despertó desde muy joven una gran admiración entre sus paisanos y entre otros diestros ya consagrados como figuras del toreo, quienes veían en él a un digno sucesor y lo ayudaban y protegían en la áspera andadura novilleril. Tanta era su afición al Arte de Cúchares, que aún le faltaban dos años para alcanzar los veinte de edad cuando, el día 21 de abril de 1895, en las arenas de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, recibió la alternativa de manos del genial espada hispalense Rafael Guerra Bejarano (“Guerrita”). Aquella tarde, Juan Gómez de Lesaca se doctoró en tauromaquia dando lidia y muerte a estoque a un toro perteneciente a la ganadería de Benjumea, que atendía al nombre de Belonero.

Mes y medio después (concretamente, el día 2 de junio de aquel año de 1895), el valeroso e impulsivo diestro sevillano afianzó su meteórica carrera confirmando ese título de doctor en tauromaquia ante la severa afición de la Villa y Corte. Fue su padrino en aquella emotiva ocasión el célebre coletudo sevillano Fernando Gómez García (“El Gallo”), padre de dos de las mayores figuras del toreo de todos los tiempos: Rafael Gómez Ortega (“El Gallo”) y José Gómez Ortega (“Joselito” o “Gallito”). Don Fernando le cedió a Juan Gómez de Lesaca los trastos con los que había de lidiar y despenar al toro Mechones, que se había criado en las dehesas del duque de Veragua.

Viose, pues, el jovencísimo espada sevillano reconocido como matador de toros (con la alternativa tomada y la confirmación recibida) cuando sólo contaba dieciocho años de edad, fenómeno que, por poco habitual, parecía preludiar una venturosa carrera jalonada de grandes triunfos. Pero el trágico azar, siempre al acecho en el mundillo del toro, cambió radicalmente el signo de estos felices auspicios. Un malhadado 15 de octubre de 1896, cuando alternaba con el coletudo sevillano Emilio Torres Reina (“Bombita”) en las arenas del ruedo de Guadalajara, el toro Cachurro, marcado con el hierro de Rapamilán, se arrancó con aviesas intenciones hacia el joven Juan Gómez de Lesaca, quien, tras una breve carrera, despreció la codicia del morlaco y se detuvo al pie del vallado, sin llegar a saltarlo, pensando que el toro no se arrimaría hasta las mismas tablas, acobardado por la violencia del seguro encontronazo; sin embargo, Cachurro no reparó en distancias y, encelado en el bulto indefenso del torero, le infirió una gravísima cornada. Traslado con urgencia Madrid, el desventurado Gómez de Lesaca falleció a las once de la noche de aquel trágico día.

Autor

  • JR.