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LiteraturaBiografía

Gómez de la Serna, Ramón (1888-1963).

Escritor español, nacido en Madrid el 3 de julio de 1888 y fallecido en Buenos Aires (Argentina) el 12 de enero de 1963, que está considerado la figura clave de la Vanguardia. Aunque licenciado en Derecho, ligó su vida indisolublemente a la literatura, y a la obra resultante sólo pueden aplicarse adjetivos que resalten su extremada originalidad, su determinante influencia y su colosal vastedad. Autor incatalogable, escribió siempre con ingenio y brillantez, con la seguridad de que cualquier texto, por breve e insignificante que parezca, puede ser una genial obra literaria. Su afán de renovar la literatura tradicional le llevó a crear nuevas formas de expresión (como la greguería o la novela lírica) en las que siempre estaba presente la poesía. Sin embargo, no cultivó la creación poética propiamente dicha.

Ramón Gómez de la Serna, óleo de Enrique Segura.

Vida

"Nací, o me nacieron, el día 3 de julio de 1888, a las siete y veinte minutos de la tarde, en Madrid, en la calle de las Rejas, número cinco, piso segundo." Así comienza uno de sus libros más significados, Automoribundia, un sentido trazado de su biografía, en la que, claro está, no podía constar de su puño y letra que falleció en Buenos Aires el 12 de enero de 1963.

Aunque viajó mucho por América y Europa, su vida estuvo ligada a los ambientes culturales y literarios de su ciudad natal, hasta que tuvo que abandonarla durante la Guerra Civil, para exiliarse en Argentina.

Como era hijo de un ilustre hombre de Leyes, fue presionado en su familia para que estudiara Derecho. Sin embargo, desde muy joven se mostró mucho más interesado por el periodismo y la literatura.

Pronto se dio a conocer como escritor gracias a sus brillantes artículos publicados en los principales periódicos y revistas. A lo largo de su vida, publicó miles de colaboraciones en medios de comunicación tan difundidos en su tiempo como El Sol, La Voz, Revista de Occidente y El Liberal.

En 1915 fundó la tertulia del café Pombo, en la que ejerció de abeja reina del panal de literatos y artistas que allí se congregaba y del que dejó constancia plástica el pintor José Gutiérrez Solana. Su influencia se dejó sentir más allá de las mesas del local, y su novísimo quehacer literario alumbró y deslumbró a la vanguardia española. La afamada Generación del 27, por ejemplo, mucho debe, entre otros faros culturales, al luminoso Ramón Gómez de la Serna.

Gómez de la Serna, personaje central de la obra de J. Solana. La tertulia del Café de Pombo (1920).

También fue el fundador, junto a Azorín, del PEN Club español (o sea, la sucursal hispana del club de escritores más importante del mundo). Y ejerció como secretario del Ateneo de Madrid.

No sólo fue conocido y admirado por sus escritos literarios y sus artículos periodísticos, sino también por su brillante labor como conferenciante. Decidido siempre a sorprender, llegó a dar una conferencia subido al trapecio de un circo.

Practicó lo que él llamaba el "madrileñismo", que consistía en disfrutar de la rica y bohemia vida cultural de su ciudad natal, sin perderse por ellos los encantos castizos (toros, tabernas, etc.). Pero también viajó mucho, con el deseo de ampliar sus conocimientos y descubrir novedades artísticas y literarias.

En 1931, ya con más de cuarenta años de edad, se casó con la escritora Luisa Sofovich. Durante la II República siguió animando constantemente el panorama cultural español, y al comienzo de la Guerra Civil abandonó España rumbo al exilio en Argentina. Allí, a pesar de no participar en política, sufrió las consecuencias de la caída del general Perón.

Falleció en Buenos Aires; el ayuntamiento de Madrid gestionó la repatriación del cadáver, y hoy sus restos descansan en el Panteón de los Hombres Ilustres, sito en la Sacramental de San Justo, en la misma fosa que Mariano José de Larra.

Obra

En los textos de Ramón Gómez de la Serna se hace difícil separar lo autobiográfico de lo que no lo es, a tal extremo llega su presencia en cuanto escribe. Es, sobre todo, un escritor de sí mismo, que se describe subjetivamente a través del mundo, de las personas y cosas que le rodean. Y su manera de darse en sus libros la llevó a cabo en una prosa renovadora, con la que entremezcló y superó diferentes géneros y soportes. La literatura de Gómez de la Serna es la frontera donde termina la sequedad y la adustez de los prosistas de la Generación del 98 y renace el humorismo: un territorio nuevo, regado por la fantasía y el humor.

Su estética la definió en Ramonismos (1927), y uno de los elementos que la compusieron es la greguería, construcción breve y ocurrente que el autor definió como "metáfora + humor". Sobre este arte de captar lo efímero, sirvan los siguientes ejemplos, escarzados entre las más de diez mil que llegó a escribir, en Greguerías (1917), Greguerías selectas (1919), Novísimas greguerías (1929) y Total de Greguerías (1953) y sin contar las innumerables que dejó dispersas en otros textos:

- "Las sandalias son los bozales de los pies."
- "En las cejas tachó algo la naturaleza."
- "La lechuga es toda enaguas."
- "La leche es sueño batido."
- "En la noche helada cicatrizan todos los charcos."
- "Tocar la trompeta es como beber música empinando el codo."
- "Los tornillos son clavos peinados con la raya al medio."
- "La ametralladora suena a máquina de escribir de la muerte."
- "El cometa es una estrella a la que se le ha deshecho el moño."

De su primera producción literaria, publicada en la revista Prometeo -por él fundada y desde la que propagó las nuevas corrientes literarias-, cabe citar: Entrando en fuego: santas inquietudes de un colegial, 1904; Morbideces, 1908; La utopía, 1909; El lunático, 1912; El concepto de nueva literatura, 1909, donde ya se observa una incipiente literatura vanguardista de la que ya no se separará; e Ismos,1931. Merecen especial atención las biografías -género al que también desabrochó el corsé que le oprimía-, entre ellas: Oscar Wilde, 1921; Goya (1928), Efigies (1929), Retratos contemporáneos (1941), Nuevos retratos contemporáneos y su mencionada autobiografía Automoribundia (1948), donde el autor se encuentra a sí mismo más interesante que a cualquiera de sus personajes y sostiene el interés del lector por medio de sus propias vivencias. Las obras teatrales tendieron a sobrevalorar el monólogo, quizá por esta razón alcanzaron un menor éxito: El ruso, 1913; El doctor inverosímil, 1914; a las que siguieron Gollerías, 1926 y El rastro, 1931.

Otras obras son: El circo, 1916; Senos, 1923; Pombo, 1919, y novelas como La viuda blanca y negra, 1917; El incongruente, 1922; El secreto del acueducto, 1922; La quinta de Palmyra, 1912; El novelista, 1924; Cinelandia, 1925-26; El torero Caracho, 1926; Seis falsas novelas, 1927; La mujer de ámbar, 1927; La nardo, 1930; El hombre perdido, 1946; y Las tres gracias, 1948. Creador de una nueva prosa, su obra supera y mezcla diferentes géneros y soportes. Fue un conferenciante provocador y realizó algunos intentos cinematográficos.

En 1997 la editorial Círculo de Lectores emprendió el ambiciosísimo proyecto de publicar la obra completa -en 21 tomos- de este fecundo y capital autor de la literatura española.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.