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PinturaBiografía

Giorgione (1478-1510).

Pintor italiano -conocido también como Giorgio da Castelfranco, cuyo auténtico nombre era Giorgio Barbarelli o Zordi-, nacido en Castelfranco en 1478 y muerto en Venecia en 1510. Pese a que gozó de una gran fama entre sus contemporáneos, pocos son los testimonios que tenemos sobre su vida e incluso sobre su obra. El dato más preciso es la mención que a él se hace en El Cortesano de Baltasar de Castiglione, donde se le compara con los excelentísimos pintores, Rafael, Leonardo, Mantegna o Miguel Ángel. La escasez de documentos referentes a su figura y la inexactitud de las versiones dadas por escritores del siglo XVII han hecho que la reconstrucción del corpus de su obra sea una tarea difícil y en algunos casos insalvables hasta para la crítica actual. Con toda seguridad se sabe que son de su mano obras como La Tempestad, los Tres filósofos y la Venus durmiente, que ya aparecen descritas en las obras de Marcoantonio Michiel, realizadas entre 1525 y 1543. Posteriormente se le han atribuido el Retrato de Mujer joven, fechado en 1506 y conservado en Viena, y el Retrato de hombre, del Museo de San Diego, en California. Las dos obras presentan inscripciones del siglo XVII con el nombre de Giorgione. En 1648, Ridolfi incluye en esta lista la tabla de altar con La Virgen, el Niño y los santos Liberal y Francisco, conservada en la catedral de Castelfranco. Igualmente se sabe que en 1508 realizó los frescos del Fondaco dei Tedeschi, de los que solo se conserva un fragmento con la representación de una Joven desnuda.

Retrato de una joven. Giorgione. Italia, 1506.

Giorgione es la primera figura importante que surge en el centro artístico de Venecia. Esta ciudad rica y próspera, por su principal actividad comercial, había mantenido relaciones con Oriente, y fue más lenta que el resto de las ciudades italianas en introducir las novedades del nuevo estilo renacentista. Pero cuando esto ocurrió, lo hizo tan suyo que logró un esplendor y una vivacidad, con los que se identificó plenamente. La diferencia con Florencia es que al modelo teórico florentino, fundamentalmente intelectual, opuso la praxis concreta de la escuela veneciana, basada en el estudio tonal de la luz y el color. En Venecia, por tanto, la teoría no alcanzó la importancia y rigor que en Florencia o en Roma, pero la calidad de la obra de Tiziano y el resto de sus compañeros y su rápida difusión, producirá una revisión teórica del nuevo sistema plástico. Los teóricos venecianos investigarán sobre la cualidad, diversidad y propiedad de los colores; con ello mostraron un interés por este aspecto ajeno a la tradición florentina.

En medio de este ambiente, surge Giorgione que fue educado en el taller de Giovanni Bellini, orientador de los esquemas cromáticos de los cuadros. Sus aportaciones en la pintura tuvieron un resultado extraordinario. Desde un punto de vista iconográfico, los temas mitológicos no constituyeron los símbolos mejores para revestir un pensamiento tradicional. Sus cuadros presentan no el símbolo sino la imagen de un hombre nuevo, liberado de las reglas del pasado que, no obstante, conoce. Para Giorgione, dichos símbolos son una invitación a una concreción en otros más modernos que nacen de una sensibilidad directa del artista hacia el mundo que le rodea. Es una elaboración interior y personal, resultado de la contemplación de la naturaleza. Ésta es presentada por Giorgione como un lugar misterioso donde se desarrollan los acontecimientos de la vida humana.

La mayor aportación de Giorgione es haber conseguido la representación de una atmósfera misteriosa mediante el uso de la luz y el color, sobre una idea de naturaleza en calma. Giorgione no utiliza el paisaje como fondo de la escena, sino que es tratado como un verdadero asunto, válido por sí mismo. No dibuja aisladamente las cosas y los personajes para distribuirlos luego en el espacio, sino que considera la naturaleza como un conjunto. En su pintura parece que el dibujo no existe y que no es necesario para definir la forma, un plano o una distancia. Para conseguir, incluso la perspectiva, le basta con acercar un color a otro.

En suma, su pintura es delicadísima, llena de paz y ensueño, donde los acordes dóciles e íntimos tonos parecen identificarse con una armonía cósmica que preside el destino humano.

Giorgione amó la belleza femenina y la supo traspasar a sus obras, donde expresó plásticamente lo femenino eterno y universal de la especie. Así, su Venus dormida es la glorificación de la mujer, sin misticismo ni mitología, sin simbolismo; representa, simplemente, una joven dormida que forma parte de la naturaleza que la circunda, como los árboles y el cielo.

La relación que percibió Giorgione entre la belleza femenina y el paisaje, armonizados los dos con un especial tratamiento de la luz y el color, se pone de manifiesto en su famoso cuadro de La Tempestad. El tema representado nos es desconocido, hecho que se ha prestado a innumerables interpretaciones de todo tipo. En él con los personajes, que no están dibujados con absoluta corrección y cuya composición no se hubiera entendido en los círculos florentinos, se logra una conjunción mediante la luz y el aire que son los elementos que alientan el cuadro. Se presenta una luz fantástica de tormenta, convirtiendo el paisaje en un protagonista que tiende a fundirse con las figuras.

Giorgione. Grabado sobre La tempestad de Giorgione.

Bibliografía

  • WILDE, J.: La pintura veneciana: de Bellini a Tiziano. Madrid, Nerea, 1988.

Autor

  • Esther Alegre Carvajal