Gibson, Ralph (1939-VVVV).
Fotógrafo estadounidense nacido en Los Angeles en 1939. Inició su aventura fotográfica mientras cumplía el servicio militar en la marina norteamericana, cuando realizó un curso de fotografía entre 1956 y 1960. Frecuentó después el Instituto de Arte de San Francisco para, en 1962, ocupar el puesto de asistente de cámara de la célebre foto-documentalista Dorotea Lange, quien le enseñó ese lado de la fotografía menos amable del documento directo, de la extrema pobreza, del desconcierto y la desesperanza. No en vano ella se había formado en las filas de la “Farm Security Administration”.
En 1968 se instaló en Nueva York, donde colaboró como asistente de fotografía con Robert Frank en el drama Mi hermano y yo (1969). Ese mismo año fundó la “Lustrum Press”, que se convirtió más tarde en editorial no sólo de sus libros fotográficos, sino también de los de otros colegas fotógrafos.
El trabajo desarrollado por Gibson, ejecutado fundamentalmente en blanco y negro, explota las posibilidades del grano grueso, que confiere un aspecto mágico al resultado, y se centra en el análisis del fragmento, esto es, en el recorte de lo real para extraer sus posibilidades expresivas. El aspecto mágico se detecta no sólo en la técnica y el encuadre, sino también en la elección de los temas, escenas fantásticas, fantasmales, que rayan el surrealismo, pero cuyos referentes son extraídos de la cotidianidad, lo que muestra su gran imaginación para representar los espíritus a partir de formas corpóreas. Para apoyar esta idea fantasmagórica de la realidad, hizo buen uso del lenguaje fotográfico y, gracias a una óptica de gran angular, aumentó la tensión de la imagen, su dinámica inmovilidad y la distorsión espacial.
La serie “El sonámbulo” (1968) quizá sea la más célebre del artista. Con una temática fantasmal, incluye imágenes de desnudos en interiores vacíos, donde la parte del cuerpo presentada se “manifiesta” como presencia intangible: los cuerpos decapitados se muestran así anónimos, como espíritus entre tinieblas. La más famosa fotografía de esta serie es la que muestra, en un plano largo, una mano que surge del pomo de una puerta entreabierta, rodeada por un halo de luz blanca y proyectando sus sombras sobre la pared opuesta. En principio, nada hay de tenebroso en esta imagen, nada hay que incite al temor. En este caso, la presencia inquietante se manifiesta en un fuera de campo bien conceptualizado; ese lugar para el deseo, para la censura, pero también para el terror y el miedo ante lo desconocido.
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