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Galich López, Manuel Francisco (1913-1984).

Dramaturgo, ensayista, político, diplomático y profesor universitario guatemalteco, nacido en Ciudad de Guatemala en 1913 y fallecido en La Habana (Cuba) en 1984. Autor de una brillante y fecunda producción dramática que, concebida desde las más audaces innovaciones temáticas y estilísticas, ahonda con rigor y lucidez en los problemas políticos y sociales de sus conciudadanos, está considerado no sólo como el mayor exponente de la escritura teatral guatemalteca del siglo XX, sino también como uno de los intelectuales de mayor prestigio en el ámbito hispanoamericano contemporáneo.

Vida

Nacido en el seno de una familia de origen eslavo perteneciente a la por aquel entonces reducida clase media del país centroamericano, pronto dio muestras de poseer unas innatas dotes intelectuales que le revelaron como un estudiante muy capacitado para el aprendizaje de las disciplinas humanísticas. Ya en su juventud, cursó con notable aprovechamiento los estudios de Magisterio y Derecho, y pronto comenzó a ejercer la docencia en el Instituto Central de Varones de la capital guatemalteca, centro del que llegó a ser director.

Su agitada andadura en la vida pública de Guatemala tuvo también un origen precoz, ya que durante su época de estudiante empezó a sentir unas inquietudes políticas que le impulsaron a significarse como uno de los principales líderes estudiantiles en las revueltas organizadas contra la dictadura de Jorge Ubico Castañeda. Esta participación activa en las luchas políticas que convulsionaron su nación a comienzos de los años treinta provocaron su expulsión, en 1931, de la Escuela Normal -donde, a la sazón, cursaba sus estudios de Magisterio-, así como su inmediato encarcelamiento y su posterior destierro a El Salvador. Fue a continuación cuando, al hilo de esta firme implicación en los vaivenes políticos que regían el destino de su pueblo, Manuel Galich comenzó a darse a conocer -ya de nuevo en su país- como escritor e intelectual comprometido, por medio de la difusión de unas piezas teatrales primerizas que anunciaban algunas de las características temáticas que habrían de mantenerse constantes en toda su producción literaria, como el interés por la política y la denuncia social.

Consolidado, durante aquella década de los años treinta, como el autor más significativo de la escena guatemalteca del momento, Manuel Galich fue adquiriendo un sólido prestigio intelectual que corría parejo a la relevancia adquirida en el ámbito de la lucha política, donde, además de ser bautizado con el elogioso título de "el Verbo de la Revolución", había sido elegido presidente del Congreso Nacional cuando sólo contaba veintiún años de edad (1934). Su intensa actividad en la vida pública de su nación quedó plasmada también en su condición de máximo dirigente del Frente Popular Liberador (FPL), organización política integrada por los universitarios más radicales; de ministro de Educación en el gabinete gubernamental del presidente Juan José Arévalo Bermejo (1945-1951), elegido democráticamente tras la caída, en 1944, del dictador Ubico; ministro de Relaciones Exteriores en los primeros compases del mandato presidencial de Jacobo Arbenz Guzmán (1951-1954); y, tras la intervención estadounidense contra éste (al que acusaron desde Washington de filocomunista), embajador de Guatemala cerca de Buenos Aires y, posteriormente, de Montevideo. Tan resuelta fue la implicación del dramaturgo guatemalteco en la política de su pueblo, que en una ocasión llegó a presentarse a unas elecciones generales como candidato a la Presidencia de la República.

Afincado, en el desempeño de sus misiones diplomáticas, en Argentina a partir de 1954, Manuel Galich López se concentró en sus inquietudes literarias e intelectuales para seguir enriqueciendo su rica producción dramática, al tiempo que comenzaba a desplegar una intensa labor como ensayista y una fecunda actividad periodística. En las publicaciones periódicas bonaerenses Propósitos, Conducta y Principios se hizo célebre por sus agudos análisis y comentarios sobre la realidad política y social del subcontinente americano, y hasta tal punto llegó a implicarse en la vida pública argentina, que se vio reducido a prisión en 1955, al poco de haber arribado al país austral, a causa de su pública desaprobación del golpe de estado del general Lonardi y el contra-almirante Rojas, que derrocó al presidente electo Juan Domingo Perón.

Siempre en la estela de los movimientos políticos más progresistas que florecían en Hispanoamérica, a comienzos de los años sesenta el escritor guatemalteco se trasladó a la Cuba recién liberada de la dictadura de Fulgencio Batista por las tropas revolucionarias de Fidel Castro. Afincado en la isla antillana desde 1962, pronto pasó a ocupar cargos culturales de gran relevancia, como el de subdirector de la Casa de las Américas, director de la prestigiosa revista teatral Conjunto (en cuya fundación el propio Galich había sido uno de los puntales básicos), o profesor titular de Historia de América en la Universidad de La Habana. Con el paso de los años, su impulso revolucionario no sólo no aminoró, sino que fue ganando en convicción, intensidad y vehemencia: desde su firme compromiso con la nueva Cuba, alentó los movimientos izquierdistas revolucionarios de su Guatemala natal, apoyó la lucha armada que llevó a cabo la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), y, ya a punto de convertirse en septuagenario, aceptó incluso en 1982 un cargo en la directiva del Comité Guatemalteco de Unidad Patriótica (CGUP), surgido a comienzos de los años ochenta para apoyar a la citada URNG, como coalición entre dos de los partidos más significativos de la oposición radical guatemalteca: el Frente Democrático Contra la Represión (FDCR) y el Frente Popular 31 de Enero (FP-31). Murió en La Habana a mediados de los años ochenta (1984), sin llegar a conocer las primeras reformas constitucionales que, aprobadas por la Asamblea Constituyente en mayo de 1985, traerían la normalidad democrática a su nación.

Obra

Teatro

Las primeras incursiones de Manuel Galich en la escritura dramática datan de comienzos de los años treinta, época en la que el joven humanista guatemalteco frecuentaba también los dominios del Arte de Talía en calidad de actor y director de diferentes colectivos teatrales universitarios. Aún no había cumplido los veinte años de edad cuando ya era conocido por sus célebres piezas breves, compuestas de un sólo acto, en las que sus primeras intenciones de denuncia social quedaban envueltas por la fuerza expresiva de una modalidad genérica tan vigorosa como el drama; entre estos títulos primerizos de su luego prolífica producción teatral, conviene destacar algunas obras tan representativas de su estilo y sus ideas como Un percance en el Brassier, Los conspiradores, La risa, Una carta a su Ilustrísima Correveidile, Un primo en segundo grado, El recurso de Amparo, El miedo, Los conspiradores de Belén, 1813 y Estampas de la Independencia, 1821. Los propios títulos de estas piezas breves anuncian también la precoz versatilidad de Manuel Galich, quien pronto pasó de los dominios del drama a abarcar otros géneros de gran rendimiento en el universo teatral, como la comedia, la farsa satírica o el cuadro histórico.

En líneas generales, puede afirmarse que su teatro supo mezclar de forma magistral los elementos genéricos más diversos (como, por ejemplo, los procedentes de la tragedia y la comedia), dentro de una nítida voluntad innovadora que no se limitó a abolir los encorsetados clichés formales de cada género, sino que introdujo también notables novedades temáticas en el teatro centroamericano (hasta entonces, dominado por el apolillado cuadro costumbrista que venía arrastrándose desde la época romántica). Entre estas innovaciones en los contenidos, resulta ya innecesario subrayar la importancia que adquirió su interés por los temas políticos y sociales, con especial atención a la denuncia de los abusos imperialistas, a la crítica de los privilegios que seguían ostentando las oligarquías terratenientes, y a la difusión de un ideario revolucionario que debería poner fin a esas injustas prerrogativas seculares.

Consagrado, merced a la representación de esta piezas breves, como una de las voces más frescas y originales de la nueva dramaturgia centroamericana, a mediados de aquella década de los treinta Manuel Galich comenzó a ahondar en sus posibilidades creativas con la construcción de sus primeras obras extensas, entre las que hay que destacar algunas piezas compuestas ya de tres actos, como Los necios (1935) -su primera obra de larga duración- y M'hijo el Bachiller (1936) -un espléndido análisis satírico de todos los vicios y defectos que acarreaba el tradicional modelo educativo-. Papa Natas (1938) y El canciller Cadejo (1945), dos magníficas e inquietantes sátiras socio-políticas dirigidas contra la dictadura de Jorge Ubico, vinieron a consolidar definitivamente al dramaturgo guatemalteco entre las voces cimeras de la literatura del país, en un agitado período político y cultural en el que Manuel Galich continuó ofreciendo otros frutos de su inspiración teatral tan granados como Gente decente, De lo vivo a lo pintado, Entre cuatro paredes y La mugre (1953), este último presentado como la segunda parte de su gran éxito Papa Natas.

Durante esta etapa inicial de su actividad dramática, el escritor guatemalteco estrenó algunas obras que, por sus respectivos desarrollos argumentales, no pueden incluirse en el mismo apartado que el resto de su teatro, dominado siempre por la denuncia político-social. Entre los títulos ajenos a esta temática fundamental en la obra de Galich, conviene recordar los de algunas obras tan interesantes como Hacia abajo (1936), El retorno (1938), El desgraciado incidente del reloj (1941), Prohibido para menores (1956) e Ida y vuelta (1948), obra con la que se alzó, en 1948, con el prestigioso Premio Centroamericano que otorga el gobierno de su nación.

La segunda etapa de la producción dramática de Manuel Galich López se abrió, a mediados de los años cincuenta, con su traslado a Buenos Aires, donde el autor guatemalteco entró en contacto con unos círculos teatrales más cosmopolitas que le permitieron enriquecer su obra con algunas novedades técnicas desconocidas hasta entonces en Guatemala. Fueron subiendo, así, a los escenarios argentinos algunas piezas nuevas de Galich tan deslumbrantes como El tren amarillo (1955) -una de sus obras maestras-, La trata o el campanólogo (1959), El pescado indigesto (1961) -otra de sus creaciones cimeras, galardonada con el Premio "Casa de las Américas"-, El último cargo (1964) -tercera entrega de la trilogía política sobre la familia Natas-, Pascual Abah (1968) y Mr. John Tenor y yo (1975).

En los últimos años de su vida, Manuel Galich López cultivó con singular maestría el teatro destinado al público infantil y juvenil. En el volumen titulado Teatrinos (La Habana: Gente Nueva, 1983) recogió seis obras destinadas a los lectores y espectadores de corta edad, a los que dirigió también algunas piezas de teatro para títeres que, como la titulada Entremés de los cinco pescaditos y el río revuelto, constituyen un deslumbrante ejercicio de técnica dramática compleja puesta al servicio de una arquitectura aparentemente simple.

Ensayo.

En su faceta de ensayista, el escritor guatemalteco brilló con luz propia en el panorama intelectual hispanoamericano de su tiempo, donde su obra no fue sólo reconocida por sus méritos artísticos, sino también por la profundidad y el rigor de sus análisis históricos, políticos y sociales. Buena parte de su prosa ensayística quedó dispersa, en forma de artículos periodísticos, entre las páginas de los múltiples rotativos y revistas en los que colaboró asiduamente Manuel Galich, difundidos por los más diversos países de Hispanoamérica; pero el grueso de sus escritos reflexivos y analíticos vio la luz en formato de libro, bajo títulos tan significativos -y tan necesarios, desde el mismo momento de su aparición, para una correcta interpretación de la realidad hispanoamericana del siglo XX- como Del pánico al ataque (Guatemala: Tipografía Nacional, 1949) -imprescindible testimonio de las luchas estudiantiles en Centroamérica, contado por uno de sus protagonistas-, Por qué lucha Guatemala. Arévalo y Arbenz: dos hombres contra un imperio (Buenos Aires: Elmer Editor, 1956) -lúcido análisis de los desmanes cometidos por el imperialismo norteamericano en Hispanoamérica, y de la respuesta que los líderes latinos le pueden ofrecer- y Mapa hablado de América Latina en el año del Moncada (La Habana: Casa de las Américas, 1973). Además de estas obras capitales, Manuel Galich dejó impresas varias recopilaciones de artículos y ensayos sobre historia y literatura hispanoamericanas (en los que puso especial atención en algunas figuras inmarcesibles del subcontinente americano, como Simón Bolívar o Benito Juárez), así como un libro de semblanzas biográficas titulado Nuestros primeros padres. Asimismo, dejó acabado -aunque inédito- un trabajo titulado "De Repúblicas pobres a esquilmadas neocolonias", primera parte de un proyecto monumental que, concebido bajo el ambicioso título de Centroamérica en mi siglo, quedó inconcluso con motivo de su muerte.

Bibliografía

  • CRUZ, Víctor Hugo: "La intensa y brillante vida de Manuel Francisco Galich López", en USAC. Revista de la Universidad de San Carlos (Guatemala), 4 (1988), pp. 3-6.

  • LEAL, Rine R.: "Siete autores en busca de un teatro", en Conjunto (La Habana), III, 6 (1968), pp. 7-23.

  • MONSANTO, Carlos H.: "Manuel Galich: dramaturgo olvidado guatemalteco", en XVIII Congreso del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, t. II, Madrid: Ediciones Cultura Hispánica, 1978.

  • USAC. Revista de la Universidad de San Carlos (Guatemala), 4 (1988). [Número monográfico dedicado a Manuel Galich y su obra].

  • VV. AA.: "Manuel Galich In Memoriam", en Casa de las Américas (La Habana), 148 (1985).

  • VV. AA.: "Un homenaje al Maestro, al Compañero", en Conjunto (La Habana), 63 (1985).

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.