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PolíticaHistoriaBiografía

Frondizi, Arturo (1908-1995).

Presidente de la República argentina entre 1958 y 1962, nacido en Paso de los Libres, provincia de Corrientes, en 1908 y muerto en 1995. Ingresó a la Unión Cívica Radical (UCR) en 1928. Se graduó como abogado con diploma de honor en la Universidad de Buenos Aires en 1930. En 1931 se radicó definitivamente en Buenos Aires. Diputado nacional por la Capital Federal en 1946 y reelecto en 1948, fue vicepresidente del bloque parlamentario de su partido. Fue además candidato a vicepresidente en las elecciones de 1951, acompañando en la fórmula a Ricardo Balbín, y llegó a la presidencia de la UCR entre 1954 y 1956. Dentro del radicalismo representaba al ala intransigente, alejado de las líneas proclives a identificarse con la autodenominada Revolución Libertadora que derrocó y proscribió al peronismo en septiembre de 1955. Frondizi, de hecho, se mostró partidario de limitar la proscripción del peronismo, lo que levantó olas de indignación dentro del radicalismo. En 1956 se postuló como candidato a presidente cuando las elecciones eran todavía remotas, hecho que dividió al radicalismo en dos partidos: la UCR Intransigente, cuya presidencia pasó a ejercer, y la UCR del Pueblo, que siguió apoyando los postulados de la revolución libertadora. En 1957 el gobierno del general Aramburu, líder del golpe de estado antiperonista, llamó a elecciones para convencionales constituyentes con el objetivo de legalizar la derogación de la constitución peronista de 1949. Peróndesde el exilio ordenó votar en blanco y logró el 24% de los votos, seguido a poca distancia por la UCRP y en tercer lugar por la UCRI. La compulsa demostró que el partido que lograra conseguir los votos del peronismo sería el ganador de las próximas elecciones.

Frondizi, con el tradicional discurso nacional y popular del radicalismo yrigoyenista, con el aporte de Rogelio Frigerio acerca del desarrollo de las fuerzas productivas y, lo que es más importante, con el apoyo de Perón a cambio de la promesa del levantamiento de la proscripción, ganó las elecciones como candidato de la UCRI con 1,5 millones de votos más que el oficialismo, encarnado en la figura de Ricardo Balbín por la UCRP. De todos modos los votos en blanco ascendían a 800.000, lo que podía interpretarse como un signo de descreimiento por parte de una buena porción del electorado en relación a las promesas del candidato electo. El presidente Aramburu transmitió los símbolos e insignias del poder a Arturo Frondizi el 1 de mayo de 1958.

El discurso del gobierno se tornó entonces más cercano al del peronismo, tratando de restaurar la conjunción entre empresarios y obreros que había propuesto durante su gestión el general Perón, un modelo en el que los trabajadores debían abandonar momentáneamente sus luchas, con el objetivo de recoger los frutos una vez restablecida la normalidad económica. También incorporaba una política novedosa como la del desarrollismo, es decir, la idea de que a través de las inversiones extranjeras se podía dar un nuevo impulso al proceso de sustitución de importaciones iniciado en la década de 1930 y profundizado durante el gobierno justicialista. Además, Frondizi concedió a la iglesia un lugar destacado en la educación, lo que levantó fuertes oposiciones que fueron minimizadas desde el gobierno, poco dispuesto a otorgar al problema mayor relevancia.

Frondizi contaba con mayoría propia en ambas cámaras del congreso y la UCRI gobernaba en todas las provincias, pero su poder era precario por el hecho de haber ganado las elecciones con votos que el peronismo le había prestado. El apoyo peronista se diluiría si no se levantaban las proscripciones y los militares recelaban porque el presidente había roto el tácito pacto proscriptivo, mientras las heridas que había producido la ruptura del radicalismo hacían muy difíciles las negociaciones con la UCRP. Por tal razón, el gobierno se apuró en cumplir algunas de las promesas electorales. Levantó todas las proscripciones, menos las específicamente referidas a la persona de Perón y al partido peronista, restableció la ley de asociaciones profesionales promulgada por el peronismo en 1945, decretó un aumento masivo de salarios del 60% y se propuso negociar directamente con las empresas petroleras extranjeras contratos para la exploración y puesta en producción de nuevas áreas, en lo que Frondizi llamó la “batalla del petróleo”.

La nueva ley de inversiones extranjeras y de promoción industrial otorgaba ventajas al capital extranjero en cuanto a la remisión de utilidades y su repatriación, ventajas aduaneras e impositivas para aquéllas que se produjeran en sectores considerados de importancia clave como la siderurgia, petroquímica, automotriz, energía y, por supuesto, el petróleo. Como consecuencia de esta herramienta legal, las inversiones extranjeras aumentaron de 20 millones de dólares a 248 en dos años, y 100 millones más hacia 1961.

Hacia fines de 1958, probablemente como consecuencia de esta política, se desató una fuerte inflación que obligó al gobierno a solicitar ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI). En junio de 1959 se nombró como ministro de Economía al ingeniero Álvaro Alsogaray, quien impuso un severo plan de estabilización que devaluó el peso, congeló los salarios y suprimió controles y regulaciones estatales, un conjunto de medidas que provocaron la caída del salario real. Este programa de cuño liberal ortodoxo, totalmente opuesto a la política llevada adelante por el gobierno hasta el momento, significó el fin del acuerdo social en favor del desarrollo, y determinó el enfrentamiento con los sindicatos. El sindicalismo había visto con buenos ojos la promulgación de la ley de asociaciones profesionales, que restablecía la cuota sindical de los trabajadores descontada de su salario directamente por planilla, pero la dura represión ejercida contra los obreros del frigorífico Lisandro de la Torre y el empleo del ejército a tal fin constituyó un punto de inflexión en la relación con el gobierno.

En efecto, la utilización de las fuerzas armadas en la represión coincidió con el advenimiento de Alsogaray en la cartera de economía y con la asunción en la comandancia en jefe del ejército del general Carlos Severo Toranzo Montero, jefe de la facción más antiperonista de la fuerza. En realidad, los militares no habían dejado nunca de vigilar al gobierno, desconfiados de las relaciones de Frondizi con el peronismo, y de estos recelos surgieron los famosos “planteos militares”, que consistían en presiones sobre el poder ejecutivo para forzar la aprobación de medidas tendentes a frenar el avance de las fuerzas peronistas, u obtener prerrogativas de una facción sobre otra. El gobierno de Frondizi debió soportar treinta y dos de estos planteos, y a todos cedió.

El triunfo de la revolución cubana polarizó las posiciones. En tanto que la izquierda y el progresismo tomaron partido por Fidel Castro, la derecha, el antiperonismo y la iglesia se declararon anticomunistas. El ejército, presionado por Estados Unidos, asumió también una posición en contra de la experiencia socialista, que se convirtió en una excusa más para presionar a Frondizi. Éste, entusiasta partidario de la Alianza para el Progreso del presidente Kennedy, no quería perder sin embargo la capacidad de maniobra que le otorgaba la presencia de una revolución como la cubana en América, y se negaba a romper relaciones con los caribeños. El acuerdo con Janio Quadros, el presidente de Brasil sospechado de comunista, la entrevista con Ernesto “Che” Guevara, ministro de Industria de Cuba, y la abstención argentina en la reunión en Punta del Este en la que el sistema interamericano decidió expulsar a Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA), erizaron la piel de los anticomunistas argentinos, lo que decidió a los militares a volver a presionar al poder ejecutivo, con lo que lograron la ruptura con la isla del Caribe un mes después de la conferencia de Punta del Este.

Al acercarse 1962, año de elecciones de gobernadores, Frondizi comenzó una maniobra política tendente a asegurarse los votos peronistas, consciente de que sin ellos no ganaría la nueva compulsa electoral. A principios de 1961 se desembarazó de Alsogaray y de Toranzo Montero, y comenzó una política social más flexible. Fue nuevamente el peronismo, y en particular el sindicalismo, el objeto de los coqueteos gubernamentales. Con un discurso de izquierda que había ganado nuevos bríos por la acción de la revolución cubana, se trataba de conquistar las huestes sindicales, permeables a él sobre todo en el ámbito de la dirección intermedia en virtud de una cierta radicalización de muchos de sus cuadros. Pero la cúpula de las organizaciones gremiales, a cuya cabeza se encontraba Augusto T. Vandor, se inclinaba por el levantamiento total de las proscripciones, lo que les permitiría acceder a cargos electorales menores e incluso alcanzar alguna gobernación. A estos requerimientos tuvo que acceder Perón desde el exilio, para mantener el control global del proceso interno.

Sin embargo, un triunfo peronista era realmente inaceptable para los sectores que habían asumido como propia la proscripción. De tal manera, Frondizi tuvo que prometer que en caso de que ganasen los candidatos de ese partido no les entregaría el poder y asumir los costos políticos de tal gesto. En consecuencia, el presidente jugó toda su suerte a las elecciones del 18 de marzo de 1962, erróneamente confiado en sus posibilidades. Los candidatos peronistas triunfaron ampliamente en varios de los distritos, incluso en la provincia de Buenos Aires, clave de la elección, donde se impuso la formula encabezada por Andrés Framini, un duro dirigente sindical de los trabajadores textiles.

En los agitados días siguientes Frondizi hizo lo imposible por capear la situación: intervino las provincias donde habían triunfado los peronistas, cambió todo su gabinete y le encargó al general Aramburu una mediación con los partidos políticos, que le dieron la espalda y se declararon poco interesados en su suerte y en la del sistema institucional mismo. Era ésta la señal que esperaban los militares, que el 28 de marzo derrocaron al presidente. Frondizi logró mantener la serenidad como para imponer una suerte de continuidad constitucional en la cabeza del presidente provisional del Senado, José María Guido, pero fue detenido y estuvo preso en la isla Martín García, frente a la ciudad de Buenos Aires.

Una vez liberado fundó el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID), del cual fue presidente hasta 1985, cuando renunció al cargo para lanzar el llamado Movimiento Nacional. Fue autor de numerosos libros, entre ellos Petróleo y Política, que se publicó en 1955, y recibió importantes condecoraciones durante y después de su mandato. Fue además miembro de la Academia Nacional de la Historia desde 1988.

Bibliografía

  • RODRÍGUEZ LAMAS, Daniel: La presidencia de Frondizi. Buenos Aires: Ceal, 1984

D. Santilli

Autor

  • Daniel Santilli