Forner, Raquel (1902-1988).
Pintora y grabadora argentina nacida en Buenos Aires en 1902 y fallecida en la misma ciudad en 1988. De tendencia expresionista, está considerada como una de las mejores pintoras argentinas de la segunda mitad del siglo XX.
Hija de españoles, Forner descubrió su vocación artística en un viaje por tierras españolas realizado cuando tan sólo contaba doce años. Al finalizar sus estudios primarios, ingresó en la Academia Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, institución por la que obtuvo el título de profesora en 1922.
Extremadamente sensible, tradujo al lienzo su preocupación por el destino y el acontecer del ser humano, y su obra se convirtió en un fiel reflejo de la realidad vivida desde su propia experiencia.
Gracias a un premio obtenido con su obra Mis vecinas consiguió los recursos necesarios para viajar por España, Marruecos, Francia e Italia. En 1929 se instaló en París, donde entró en contacto con un grupo de artistas argentinos afincados en Europa, entre los que se encontraban los pintores Antonio Berni y Juan del Petre, el escultor Alfredo Bigatti, con quien más tarde contrajo matrimonio, y el escritor Leopoldo Marechal.
Influida por las enseñanzas del pintor francés Otón Friesz, Raquel fue creando su propio estilo y realizó una pintura neofigurativa, marcada por el dolor, que más tarde desembocó hacia un simbolismo expresionista.
Tras exponer sus obras en el Salón de Tullerías en 1930, regresó a su ciudad natal, donde instauró, junto con otros artistas, los cursos de arte plástico. En su taller, convertido en museo-taller, se ha ubicado la Fundación Forner-Alfredo Bigatti.
Con treinta y cinco años obtuvo la medalla de oro de la Exposición Internacional de París. Tres años más tarde su obra se expuso en Pittsburg y en 1955 ganó el Premio Palanza de Buenos Aires y el Gran Premio de Honor del Salón Nacional de Bellas Artes.
Impresionada por la Guerra Civil española, pintó una serie de cuadros que tuvo como tema principal dicho acontecimiento histórico. La amargura y el terror quedaron reflejados en su obra El drama y Éxodo, que en algunos momentos se aproximaba al surrealismo. A partir de entonces su pintura se convirtió en el testimonio de una conciencia estremecida por los infortunios de las guerras.
En 1947 comenzó una serie pictórica bajo el título La Roca y, un año más tarde, sobre La Farsa. De la década de los años 50 son las series El lago (1953), Apocalipsis (1954), Piscis (1956) y Las lunas (1958-1962). Su obra Espacios (1957) fue un paréntesis de optimismo en la trayectoria de esta artista tan inclinada al desánimo. A partir de entonces, Forner mostró su preocupación por las inquietudes del hombre frente al cosmos.
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