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HistoriaPolíticaBiografía

Fonseca, Manuel Deodoro da (1827-1895).

General y político brasileño, nacido el 5 de agosto de 1827 en la provincia norteña de Alagoas (actual Marechal Deodoro) y muerto el 23 de agosto de 1895 en Río de Janeiro.

Vida

Educado en el seno de una de las más prestigiosas familias militares del Brasil (su padre era teniente coronel del ejército brasileño y siete de sus hermanos habían servido en el ejército, tres de los cuales murieron en acto de servicio), en 1847 ingresó en la prestigiosa Escuela Militar de Río de Janeiro para comenzar su formación castrense, tras lo cual participó en numerosas campañas militares para ganar experiencia; especialmente destacada fue su actuación en la llamada Guerra de la Triple Alianza, que enfrentó a Brasil, Uruguay y Argentina contra Paraguay, en las campañas de Uruguay y Entre Ríos. En el año 1869, Fonseca resultó herido de gravedad en el sitio de Itororo, acción que le mereció el ascenso a coronel.

A partir de ese momento, la carrera militar y política de Fonseca no dejó de crecer gracias a la misma guerra, que incrementó sobremanera la actividad política de los militares brasileños, los cuales muy pronto vieron en Fonseca al líder que tanto deseaban para derrocar, a pesar del conservadurismo y las vinculaciones personales, al emperador brasileño Pedro II. Entre el año 1869 y 1883, Fonseca fue ascendido a general de brigada (1874), y en 1883 a general de división, el mismo año en que fue nombrado comandante de todas las fuerzas militares asentadas en la región del Río Grande do Sul.

En el año 1886, Fonseca encabezó la primera de una serie de cartas o manifiestos de protesta dirigidos al emperador Pedro II, en la que hacían constar el gran malestar surgido en el seno del ejército brasileño por la conculcación de los derechos civiles y políticos de los militares, es decir, la prohibición al colectivo militar para encabezar listas electorales o cargos políticos, así como la pertenencia de sus miembros a partidos políticos. La reacción imperial fue contundente, pues castigó con dureza a Fonseca, lo cual no impidió que éste, junto con el general Pelotas, también defenestrado, publicara el 14 de mayo de 1887 una segunda carta en la que advertía al emperador del apoyo masivo del pueblo a la causa militar si persistía la actitud intransigente del Gobierno imperial de negar los derechos políticos de los militares. El segundo libelo le valió a Fonseca el ser trasladado, con dos batallones de la guarnición de Río de Janeiro, a las remotas regiones de Mato Grosso.

El creciente descontento popular y el desprestigio en el que había caído la monarquía brasileña facilitaron a Fonseca la preparación de un golpe de Estado enfocado con el objeto de derribar del trono al emperador Pedro II e instaurar un régimen republicano. El 15 de noviembre de 1889, una rebelión militar encabezada por Fonseca y el mariscal Wandenkolk, en cooperación con los líderes civiles republicanos Rui Barbosa y Benjamín Constant, acabó con el efímero Imperio brasileño. Inmediatamente a la caída del emperador, se instauró un gobierno provisional que proclamó la Primera República. El emperador fue obligado a partir con toda su familia y séquito a Lisboa. Fonseca fue nombrado interinamente presidente del Gobierno Provisional hasta el mes de febrero del año 1891, fecha en la que fue formalmente elegido presidente de la Primera República del Brasil.

La primera acción de Fonseca como jefe del ejecutivo fue la restitución del sistema federal, con 20 estados, cada uno con un gobernador nominado por el poder ejecutivo federal. Durante todo el año 1890, el Congreso constituyente estuvo elaborando una nueva Constitución republicana, que fue promulgada el 24 de febrero de 1891. En ella se establecía un sistema presidencialista, tomando como ejemplo la constitución estadounidense, y se adoptaba el nombre de Estados Unidos del Brasil para el país; asimismo, se aplicó también el modelo estadounidense a la hora de transferir una amplia autonomía a los estados brasileños. Aparte de estas medidas, también se dictaron otras disposiciones, todas ellas de un hondo calado positivista, como la redacción de un Código Penal, la Ley de Organización del Sistema Judicial, la obligatoriedad del matrimonio civil antes que el religioso, el sufragio universal, la separación entre Iglesia y Estado, y un largo etcétera.

Aun así, la nueva Constitución brasileña (la segunda en la historia del joven país), no trajo la paz deseada ni la estabilidad política apropiada para sacar al país del atraso heredado por el Gobierno colonial e imperial, ya que los estados de Bahía, Pernambuco, Minas Gerais y Río Grande do Sul se enemistaron enseguida con el ejecutivo presidido por Fonseca. Éste había caído progresivamente hacia posturas claramente dictatoriales e intransigentes, a lo que se sumó el hecho de la falta de experiencia del propio Fonseca en tareas políticas y en la administración democrática de un país que también carecía de una tradición de gobierno constitucional.

El autoritarismo del ejecutivo de Fonseca no tardó mucho tiempo en chocar frontalmente con el Congreso, especialmente en lo que se refería al progresivo deterioro de las finanzas del Estado y a ciertas cuestiones de atribuciones políticas. La tensión entre ejecutivo y legislativo estalló cuando el Congreso logró aprobar una ley que limitaba el poder de veto presidencial. Fonseca entendió la medida como una ley que iba en contra de las propias atribuciones del ejecutivo, por lo que, el 3 de noviembre de 1891, apoyado por la gran mayoría de los militares y por los gobernadores de los estados, decidió disolver el Congreso y proclamar el estado de sitio, con lo que inauguraba su dictadura personal.

El golpe de Estado presidencial, lejos de reforzar la posición de Fonseca, la debilitó. La desobediencia en bloque de todo el estado de Río Grande do Soul, cuyos políticos acusaron a Fonseca de querer restablecer una monarquía con él en el trono, se extendió a una gran número de provincias de todo el país. Fonseca organizó el ejército brasileño mandando un gran contingente de tropas y buques de guerra contra los rebeldes, pero éstos lograron resistir las embestidas de Fonseca gracias a sus numerosas fuerzas de infantería y artillería y al apoyo de la Armada brasileña.

En vista de que la guerra civil tenía visos de prolongarse indefinidamente, las fuerzas rebeldes pidieron la dimisión de Fonseca como primera condición para parar la guerra y restaurar la normalidad en el país. Fonseca, consciente del poco apoyo que le quedaba y no queriendo ser señalado como el culpable de una guerra civil en el país, renunció voluntariamente a su cargo el 23 de noviembre de 1891, y fue su vicepresidente, el general Floriano Peixoto, quien pasó a hacerse cargo de la presidencia.

Retirado totalmente de la política, Fonseca murió en Río de Janeiro, víctima de una enfermedad crónica, en el año 1895.

Bibliografía

  • BETHELL, Leslie. Historia de América Latina: América del Sur (1870-1930). (Barcelona: Ed. Crítica. 1992).

  • VV. AA (Coord. Paulino Castañeda Delgado). Diccionario temático abreviado Iberoamericano. (Sevilla: Ed. Editorial Rodríguez Castillejo. 1989).

  • VV. AA. Historia de Iberoamérica. Historia Contemporánea. Volumen nº 3. (Madrid: Ed. Cátedra. 1988).

CHG

Autor

  • Carlos Herráiz García