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PeriodismoLiteraturaBiografía

Fiallo, Fabio (1866-1942).

Poeta, narrador, periodista, pedagogo y diplomático dominicano, nacido en Santo Domingo en 1866 y fallecido en La Habana (Cuba) el 28 de agosto de 1942. Poeta precoz, cultivó con singular maestría la vertiente parnasiana de la vasta corriente modernista que recorrió todas las culturas hispanoamericanas a finales del siglo XIX, al tiempo que desarrollaba unas fecundas labores políticas, diplomáticas, periodísticas y pedagógicas que, firmemente comprometidas con el presente histórico de su nación, le convirtieron en una de las voces más representativas de la intelectualidad centroamericana de su tiempo.

Alentado por una temprana vocación humanística, cursó estudios superiores de Leyes pero no llegó a concluir la carrera, ya que su inclinación hacia el cultivo de las Letras y su severo compromiso con el desarrollo político y educativo de su nación le llevaron muy pronto a adentrarse en otras parcelas del saber, como la creación literaria, las labores pedagógicas y la publicación de numerosos artículos de la más diversa índole en los principales medios de comunicación del país antillano. Además, desempeñó funciones diplomáticas que le condujeron, en calidad de cónsul de la República Dominicana, hasta La Habana (1905), Nueva York (1905) y Hamburgo (1910), y desplegó en su isla natal una intensa actividad política que le permitió ocupar cargos tan relevantes como el de comisionado especial del Gobierno en las provincias de Samaná, Azúa y Barahona (1904) y, entre otros muchos, el de gobernador de la provincia de Santo Domingo (1913). Pero, en el lado oscuro de la política, esta implicación constante y generosa en el destino histórico de su nación le acarreó también graves contratiempos, como la feroz persecución de sus enemigos políticos e incluso, en algún período de su vida, la reclusión en presidio.

En su condición de periodista, Fabio Fiallo se dio a conocer mediante la publicación de diferentes cuentos y poemas en el rotativo Listín Diario, donde su aguda capacidad para la crítica y el análisis pronto quedó patente en otras colaboraciones de marcada orientación política. Asimismo, colaboró con cierta asiduidad en el periódico Tirano Banderas y en la revista teatral La Escena, en la que desempeñó funciones de cronista de acontecimientos relacionados con el Arte de Talía, y en su asombrosa versatilidad firmó también numerosos artículos y crónicas en la publicación deportiva Sport. Otros trabajos periodísticos suyos vieron la luz en la revista Lápiz.

Como narrador, el humanista de Santo Domingo sobresalió por su magistral dominio del complejo género del relato, al que aportó varias piezas maestras de la literatura hispanoamericana contemporánea, recogidas en el volumen titulado Cuentos frágiles (Nueva York: H. Braeunlich, 1908). En sus cuentos más celebrados (como los titulados "Flor de lago", "Ernesto de Anquises", "La inolvidable", "El príncipe del mar", etc.), Fabio Fiallo dio muestras de recrearse en la forja de una prosa amena, fluida y, sobre todo, gozosamente imaginativa, capaz de sintetizar la especificidad lingüística y literaria de la nación dominicana en unas señas de identidad estilísticas en las que la pretensión de pureza y sobriedad no interfiere en el desarrollo imaginativo del ingenio. En su aportación personal a las renovaciones técnicas y formales postuladas por la corriente modernista, el escritor dominicano echó mano de procedimientos y recursos importados de otras latitudes (como, v. gr., los incorporados en Europa por el simbolismo y el impresionismo), para expresar en nuevas y vivísimas imágenes todo el colorido plástico y la riqueza rítmica del Caribe; y, al mismo tiempo, supo rescatar otras técnicas constructivas que, aunque tenidas ya por caducas y desfasadas (como, por ejemplo, las procedentes de la antigua tradición romántica hispánica) dieron lugar en su pluma a sorprendentes logros que venían a renovar, desde el aprovechamiento de elementos antiguos, la prosa centroamericana contemporánea.

A pesar de estos méritos acumulados en su faceta de narrador, Fabio Fiallo alcanzó las más altas cotas de prestigio literario merced a sus composiciones poéticas, pronto incluidas en las principales muestras antológicas no sólo de la lírica dominicana del momento, sino de la poesía hispanoamericana de todos los tiempos. No en vano fue el propio Rubén Darío, amigo personal del vate de Santo Domingo, quien alabó sus poemas con palabras tan elogiosas como éstas: "Canta al amor que llega: hace que la naturaleza misma se unifique con la hermosura de la mujer amada. Tiene ternuras y congojas inusitadas, que parecen notas arrancadas del arpa que se veía en el ángulo oscuro del salón o en los baúles inmemoriales". A tenor del criterio del inmenso poeta nicaragüense, en la poesía de Fiallo también se hermanan con sorprendente afinidad los nuevos ecos del Modernismo con la antigua herencia del Romanticismo (con el recuerdo implícito de Bécquer). Además de la delicada estela amatoria del célebre vate sevillano, en los versos de Fabio Fiallo se hacen patentes otras lecturas e influencias tan aprovechadas y enriquecedoras como las del alemán Heinrich Heine, los franceses Alphonse de Lamartine y Paul-Marie Verlaine, los poetas modernistas coetáneos (como el cubano Julián del Casal y el mexicano Amado Nervo) y, desde luego, el susodicho Rubén Darío, quien alabó no sólo la sensibilidad romántica de Fiallo en el tratamiento de la materia amorosa, sino también esa exquisitez artística y renovadora que insertaba sus composiciones en las estelas más rutilantes del Modernismo hispanoamericano. Posteriormente, la crítica especializada, al tiempo que destacaba la figura y la producción lírica de Fiallo como la más importante de su generación, se encargó de subrayar que, dentro de estas secuelas caribeñas del Modernismo, el autor de Santo Domingo era, entre los escritores modernistas propiamente dichos, el más escorado hacia la herencia neorromántica.

No es de extrañar, por ende, que el tema amoroso sea el principal en la creación poética de Fabio Fiallo, en la que el tono amable y frívolo de numerosas composiciones deja cabida a una sutil -y, casi siempre, fugaz- expresión del erotismo, que a la postre se desvanece en una atmósfera poblada por los elementos más característicos de la casuística amatoria romántica (pasión desbordada, amores idealizados, tristeza melancólica, amantes desesperanzados, celos furibundos, desilusión y desconsuelo, etc.). Entre los poemas más célebres de Fiallo insertos en esta corriente amorosa de inspiración neorromántica, cabe recordar los titulados "En el atrio", "¡Quién fuera tu espejo!", "Astro muerto", "Pierrot", "Mi risa", "Tu nombre", "For ever" y, sobre todo, "Plenilunio", tal vez la composición más conocida y declamada por los escolares dominicanos del siglo XX.

Junto a esta presencia dominante de los temas y tópicos propios de la lírica amorosa aparecen también, dando lugar al segundo núcleo temático en importancia dentro de la poesía de Fabio Fiallo, numerosos poemas traspasados por la marcada vena patriótica que dio lugar a la designación del humanista de Santo Domingo como "el poeta patriota". A este remoquete contribuyeron, muy señaladamente, sus escritos poéticos y periodísticos destinados a poner de manifiesto su ideología anti-intervencionista y su condena de la ocupación militar de la República Dominicana llevada a cabo por los Estados Unidos de América, que le inspiró unos versos de amor a la patria publicados bajo el título de "Canto a la bandera". En 1920, desde su cargo de director del rotativo Las Noticias, arremetió con firmeza contra el ejército invasor norteamericano, lo que le granjeó el encono de los militares foráneos, que desataron contra Fiallo una feroz persecución. Finalmente, en 1926, dos años después de la evacuación de las tropas estadounidenses, "el poeta patriota" -que había conocido los rigores de la cárcel a causa de esta defensa a ultranza de la soberanía de su pueblo- pudo publicar, entre las páginas de su segundo volumen de versos, el poema titulado "Rumor de cadenas" -otra de las composiciones de obligada inclusión en cualquier antología de las Letras dominicanas-, donde queda patente su rechazo de la ocupación extranjera.

Su primer poemario, publicado a comienzos del siglo XX, vio la luz bajo el título de Primavera sentimental (Caracas: Tip. J. M. Herrera Irigoyen, 1902). Al cabo de seis años, Fabio Fiallo dio a la imprenta la recopilación de narraciones breves anteriormente citada (Cuentos frágiles), para no volver a asomarse a las librerías hasta 1926, fecha en la que salió de los tórculos su segunda entrega poética, La canción de una vida (Madrid: Cristóbal Colón, 1926), publicada muchos años después en su país natal bajo el título de Canción de una vida (Santiago [República Dominicana]: El Diario, 1942). Otras obras suyas son Poesías (Barcelona: Cervantes, 1931), Las manzanas de Mefisto (La Habana: Imprenta Ucar, García & Cía, 1934), El balcón de Psiquis (La Habana: Cultural, 1935), Comisión Nacionalista en Washington: 1920-1921 (Ciudad Trujillo: Imprenta La Opinión, 1939) y Crime of Wilson in Santo Domingo (La Habana: Arellano y Cía, 1940).

Bibliografía

  • ALCÁNTARA ALMANZAR, José: Antología de la literatura dominicana, Santo Domingo: Biblioteca Esencial, 1972, pp. 25-43.

  • BAEZA FLORES, Alberto: La poesía dominicana en el siglo XX, Barcelona/Santo Domingo: Universidad Católica Madre y Maestra, 1976.

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.