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HistoriaPolíticaBiografía

Fernando II. Rey de León (1137-1188)

Rey de León desde el 21 de agosto del año 1157 hasta la fecha de su muerte. Nacido probablemente en el año 1137 y muerto en Benavente el 22 de enero de 1188.

Síntesis biográfica

Hijo de Alfonso VII, durante los años que duró su gobierno se enfrentó a la familia Lara con el fin de obtener el control sobre su sobrino, el rey de Castilla Alfonso VIII. Además mantuvo importantes enfrentamientos con Alfonso I de Portugal en la frontera de Galicia y en Badajoz, y con los almohades, que atacaron sus posesiones en varias ocasiones.

Primeros años

Hijo del rey de Castilla y León Alfonso VII y de la esposa de éste, doña Berenguela, desconocemos la fecha exacta de su nacimiento, aunque parece probable que este se produjera en el año 1137.

Fernando pasó los primeros años de su vida en la corte de sus progenitores, bajo la atenta vigilancia de su nodriza, Juliana Fernández. Pero éste muy pronto abandonó la Corte y se trasladó a Galicia, ya que fue puesto bajo la custodia del conde gallego Fernando Pérez de Traba. No obstante hay que señalar que no permaneció totalmente alejado de su familia, ya que es posible atestiguar su presencia en la Corte con cierta frecuencia. Tras la muerte de su tutor Fernando se incorporó nuevamente al séquito de Alfonso VII. De este modo en la primavera del año 1157 le encontramos junto a su padre en la expedición que dirigió a Almería. Pero los esfuerzos de los ejércitos del emperador no tuvieron ningún éxito, por lo que aproximadamente a principios del mes de agosto el monarca decidió dar por concluida la campaña.

El estado de salud de Alfonso VII empeoró notablemente en el camino de regreso a León, por los esfuerzos realizados. Esta circunstancia obligó a detener la marcha, en el puerto conocido en la época con el nombre del Muradal, donde poco después fallecía dejando a su hijo menor en herencia el reino de León, lugar al que se trasladó Fernando II casi inmediatamente.

Sublebación de Zamora y firma del Tratado de Sahagún

Una vez en el trono el nuevo monarca se apresuró en confirmar a los notables leoneses las tenencias y cargos que habían desempeñado durante el reinado de su antecesor, con la intención de ganarse su favor. Pero la calma no iba ser duradera, puesto que mientras el monarca permanecía en Galicia, los habitantes de la ciudad de Zamora se sublevaron en contra de su mayordomo, Ponce Cabrera. El sentimiento antinobiliario llegó a ser tan grande que los ciudadanos quemaron la iglesia de Santa María la Nueva, donde se encontraba uno de los hijos del citado mayordomo, que pereció en el interior. Así, temerosos de la venganza de don Ponce, un grupo de representantes de la ciudad expuso su caso ante el monarca, afirmando que si éste no accedía a concederles el perdón abandonarían la ciudad, amenaza que indujo a Fernando II concederles lo que pedían y a destituir a su mayordomo. Pero el conflicto no iba quedar zanjado, ya que Ponce Cabrera y algunos de sus familiares decidieron abandonar León incorporándose al séquito de Sancho III. El castellano los recibió con los brazos abiertos, puesto que necesitaba la colaboración de militares experimentados para atacar Navarra. Concluida la mencionada campaña, como prueba de su gratitud, el rey de Castilla se dirigió a León, donde tomó algunas plazas fronterizas que entregó a los familiares del antiguo mayordomo de su hermano.

Fernando II preocupado por estos acontecimientos, decidió organizar un poderoso ejército con el que se proponía frenar los ataques de Sancho III, ya que consideró su intervención como una declaración formal de guerra. Llegados a este punto es necesario señalar la brillante actuación de doña Sancha, tía de ambos monarcas; de la infanta Estefanía, y de los obispos de Plasencia y de León, los cuales mediaron para solucionar el conflicto de forma pacífica, gracias a lo cual Fernando II se reunió con su hermano en el mes de marzo del mismo año. Reunión que tubo como fruto la firma del Tratado de Sahagún.

Confirmado el tratado, Fernando II regresó a sus posesiones, tras lo cual visitó algunos de sus territorios. Así tras su llegada a Oviedo, recibió la noticia de la muerte de su hermano y del advenimiento al trono de su sobrino, Alfonso VIII, el cual contaba con 3 años de edad.

Intevención de Fernando II en Castilla y relaciones con Alfonso I de Portugal

No ha quedado constancia de que Fernando II se mostrara interesado en intervenir en Castilla durante los primeros momentos del reinado de su sobrino, aunque posiblemente su aparente falta de interés estuvo motivada por el ataque que realizó Alfonso I Enríquez a la frontera gallega en septiembre de ese mismo año (1157). Así El rey de Portugal descontento con algunas de las cláusulas del tratado de Sahagún, consiguió apoderarse de una gran parte de la región de Toroño, motivo por el cual Fernando se trasladó a Santiago poco tiempo después. Pero el monarca leonés preocupado por el estado de la frontera oriental de su reino, que podía ser atacada por algunos nobles castellanos, decidió tras recompensar a los afectados, iniciar las negociaciones de paz con Alfonso I, con el que se reunió en Cabrera el 24 de noviembre.

Todavía iba tardar Fernando II unos meses más intervenir en los asuntos castellanos, ya que la muerte de su tía Sancha, el 28 de febrero de 1159, le retuvo en sus reinos. Pero la delicada situación de las fronteras leonesas, le obligó a poner en píe de guerra a la nobleza y a iniciar una campaña militar en Villalobos. De este modo es posible percibir que el interés de Fernando por la situación de Castilla fue creciendo con el paso del tiempo, como lo demuestra el hecho de que sus hombres ocuparan algunas plazas fronterizas, como la Cea. Este cambio de actitud pudo fomentar el deseo del rey de León, de firmar la paz con Portugal, motivo por el cual se reunió nuevamente con Alfonso I en Santa María del Palo (Galicia), el 22 de diciembre. No obstante, a pesar de las buenas relaciones que mantuvo Fernando II con Alfonso I, en previsión de que éste firmara una alianza con los Lara, sus principales enemigos en territorio castellano, decidió impulsar decididamente la repoblación de Ledesma y sobre todo la de Ciudad Rodrigo, ya que estas plazas garantizaban el mantenimiento de las comunicaciones entre León y Extremadura.

Conflictos internos

En el mes de abril del año 1161 Fernando II se vio obligado a trasladarse a Lugo, para mediar en el conflicto que se había abierto entre el Concejo y el obispo de la ciudad, puesto que los vecinos con el fin de luchar contra los abusos del citado obispo, decidieron constituir hermandades y cofradías para defender sus intereses. De este modo temeroso de que se reprodujeran los mismos altercados que en Zamora, Fernando decidió intervenir rápidamente para acabar con el conflicto. Conocemos su actuación gracias a un documento fechado el 20 de mayo de ese mismo año, en el cual el monarca ordenó que se disolvieran inmediatamente las hermandades, prohibió el uso de armas en el interior de la ciudad y se mostró tajante a la hora de afirmar que todos los habitantes debían hacer todo lo posible para restaurar el orden social.

Finalizado el conflicto de Lugo, parece que el monarca tenía intención de regresar a la frontera castellana, pero sus planes se vieron dificultados por el inicio de una nueva sublevación en Salamanca. Dicha sublevación fue encabezada por los notables de la ciudad, puesto que éstos se sintieron agraviados por el modo en el que se estaba realizando la repoblación de Ciudad Rodrigo. Fernando decidido a pacificar a los descontentos visitó Salamanca en el mes de marzo de 1162, pero otros asuntos reclamaron su atención, puesto que estaba previsto que éste viajara a la frontera castellana a reunirse con un nutrido grupo de obispos de este reino, motivo por el que el conflicto sólo quedó parcialmente resuelto en el momento de su partida. Así en el mes de abril se inició una importante rebelión dirigida por un noble local llamado Nuño Serrano, que decidió atacar Ciudad Rodrigo. Tras conocer los planes de los amotinados, el rey se dirigió inmediatamente a estas tierras, donde obtuvo una importante victoria en la batalla del valle de Valmuza.

Relaciones con Castilla, Portugal y los almohades

Posiblemente la victoria de Valmuza animó al rey de León a intervenir definitivamente en Castilla, ya que si bien había prestado su apoyo a la familia Fernández de Castro en contra de los Lara, a la vez que había emprendido algunas campañas con la intención de controlar determinadas plazas fronterizas; en ningún momento había intentado hacerse con la tutela de su sobrino. De este modo al mando de un poderoso ejercito en el verano del año 1162 inició una expedición en el interior de Castilla, que le llevó a ocupar Segovia, gran parte de Extremadura, la Transierrra y Toledo, tras lo cual se dirigió a las tierras situadas al sur del Duero donde se encontraban las posesiones de los Lara. Fernando II entró en Burgos en el mes de octubre, ciudad donde consiguió importantes apoyos para su causa, que le hicieron retirarse del reino satisfecho a finales de 1162. Pero estas campañas no le impidieron reunirse el 27 de septiembre en Agreda con el nuevo rey de Aragón, Alfonso II, el cual tras reconocer a Fernando II como su tutor, obtuvo de éste la promesa de que los ejércitos leoneses le prestarían su ayuda, en caso de que el rey de Navarra intentara atacarle.

El optimismo con el que inició Fernando II el año 1163 muy pronto se trasformó en preocupación, puesto que los portugueses rompieron la tregua firmada años antes, en protesta por la repoblación de Ciudad Rodrigo, por lo que Alfonso I conquistó Salamanca y atacó la frontera Gallega. De este modo aunque Fernando II logró recuperar Salamanca en el mes de junio, nada pudo hacer por defender las regiones de Limia y Toroño, ya que tras la campaña llevada a cabo en tierras salmantinas, éste tuvo que dirigir sus tropas a Castilla, donde los Casto y los Lara habían iniciado una nueva guerra.

La noticia de la inminente llegada de Fernando II a tierras castellanas, supuso un duro golpe para los Lara, ya que sintiéndose en clara desventaja decidieron refugiarse en Soria en compañía del joven Alfonso VIII. Así éstos utilizaron el control que tenían sobre el rey castellano para iniciar las negociaciones de paz con el rey leonés, que rápidamente se mostró interesado por zanjar la cuestión. De este modo tras recibir el homenaje de los Lara el rey de León se convirtió de facto en el nuevo tutor de Alfonso VIII, aunque no pudo reunirse con su sobrino, puesto que en el último momento uno de los colaboradores de Nuño de Lara trasladó al monarca a San Esteban de Gormarz. Indignado por estos hechos Fernando II decidió marchar a su reino, donde impulsó la repoblación de Rivadivia y Padrón, aunque en el mes de septiembre regresó a Castilla y tras arduas negociaciones, pudo reunirse con el hijo de su hermano Sancho. Por tanto tras firmar la paz con Castilla el rey de León se retiró a sus territorios, seguro de su poder, ya que además había nombrado a uno de sus partidarios tutor de Alfonso VIII, aunque de nada sirvió esta precaución, puesto que a la muerte de éste, Nuño de Lara recuperó su autoridad, lo cual dio píe a que comenzaran nuevamente los enfrentamientos en la frontera.

Aprovechando los conflictos fronterizos que mantenía Fernando II en Castilla, Alfonso I atacó en repetidas ocasiones las diócesis de Tuy y Orense y tomó la fortaleza de Cedofeira, lo cual supuso un duro golpe para los intereses del rey de León, ya que el control de este castillo dejaba prácticamente libre el camino para que las tropas portuguesas atacaran Santiago. Pero Fernando no disponía de efectivos suficientes para responder a los ataques portugueses, ya que la mayor parte de su ejército se encontraba en la frontera de Castilla, motivo por el cual decidió resolver la cuestión a través de la negociación pacífica y el 30 de abril de 1165 se reunió en Pontevedra con Alfonso I. Tras quedar sellado el acuerdo de paz, con el fin de estrechar las relaciones entre ambos reinos, Fernando II se comprometió con la hija del monarca portugués, la infanta doña Urraca.

El enlace tuvo lugar probablemente en el mes de junio de ese año (1165) y duró aproximadamente 10 años, ya que Fernando II se vio obligado a separarse de su esposa por una resolución del papa Alejandro III, que declaró nulo el matrimonio, a pesar de lo cual el hijo primogénito de Fernando y Urraca, el futuro Alfonso IX, siguió conservando sus derechos como heredero al trono.

Hay que señalar que a los pocos días de celebrarse la boda Fernando II tuvo que dejar a su esposa para marchar nuevamente a Castilla, concretamente para acudir a Medina de Rioseco, lugar en el que derrotó a Nuño de Lara, que pretendía llevar a cabo una expedición por tierras leonesas. No hay duda a la hora de afirmar que la confianza que obtuvo Fernando de esta victoria, le impulsó a preparar una campaña por tierras musulmanas en el año 1166, la cual tuvo como fruto la toma de Alcántara. Pero parece que en cierta medida éste subestimó a sus enemigos castellanos, puesto que casi simultáneamente los Lara se apoderaron de Toledo, lo cual supuso, además de una importante perdida territorial, la pérdida de una importante fuente de ingresos para el rey de León, que se vio obligado a permanecer en su reino durante todo el año siguiente, intentando restaurar su economía. No obstante, a pesar de la precaria situación financiera en la que se encontraba, éste pudo hacer frente a los ataques que sobre las fronteras de su reino realizaron los ejércitos castellanos y en el año 1168 pudo tomar Castrotierra, conquista que le permitió financiar gran parte de su política y convertirse en el protector de importantes artistas.

Los logros de Fernando no mejoraron su situación en el año 1169, puesto que además de hacer frente a los ataques de los súbditos de Alfonso VIII, tuvo que enfrentarse a las incursiones que realizó en la zona de la Transierra el caudillo portugués Geraldo Sempavor, que logró apoderarse de plazas tan importantes como Evora, Trujillo y Cáceres y que pretendía hacerse con el control de Badajoz. Estas incursiones no podían ser toleradas por Fernando II, ya que se consideraba el dueño legitimo de estos territorios, que constituían la zona natural de expansión de León. No tardó por tanto en acudir en auxilio de la mencionada ciudad musulmana, rompiendo con esta acción la tregua que había firmado con Alfonso I. Así Fernando II tras reorganizar a su ejército derrotó a los portugueses en las proximidades de Badajoz, capturando durante la lucha tanto al caudillo luso como a su rey, acontecimiento que tuvo amplias repercusiones, ya que pudo recuperar todas las plazas gallegas que permanecían bajo la autoridad de Alfonso I e incorporó a su reino Montánchez, Trujillo, Santa Cruz y Montfrag, por no mencionar el hecho que los habitantes de este territorio le juraron fidelidad, aunque tras la llegada de los almohades todos decidieron someterse a sus correligionarios.

La derrota de Badajoz no desanimó al citado Sempavor que continuó con sus actividades en el año 1170, provocando gran malestar en Fernando, que decidió acabar con sus correrías negociando directamente con los almohades. Pero que firmara la paz con el califa norteafricano no supuso que el rey abandonara el ideal de Reconquista, tan arraigado entre los cristianos. Así a pesar de esta nueva alianza Fernando apoyó de forma decidida la creación de la Orden de Santiago y de la llamada Hermandad de los Caballeros de Cáceres.

Parece poco probable que el monarca esperara que los almohades atacaran sus territorios en el año 1174, ya que debió ser una sorpresa recibir la noticia de que éstos habían iniciado el asedio de Ciudad Rodrigo, que se salvó gracias a su rápida intervención. A partir de ese momento podemos percibir un importante cambio de actitud en Fernando II, que intentó por todos los medios reunir recursos suficientes para organizar una expedición por tierras musulmanas y participó gustoso en el Coloquio de Tarazona, celebrado en 1177, donde además de tratarse temas políticos, se planteó la idea de que los reinos cristianos debían unirse frente al enemigo común. De este modo aprovechándose del inicio de un brote de peste en Marruecos, Fernando II atacó Cuenca, donde obtuvo unos resultados discretos, aunque no dio por concluida su campaña, ya que tras conocer la noticia de que los almohades se encontraban atacando Talavera y Toledo, decidió atacar Sevilla y desde allí pasó a Arcos, para concluir su hazaña en Jerez, donde obtuvo un cuantioso botín, aunque le fue arrebatado posteriormente.

Últimos años

En el año 1178 Fernando II, coincidiendo con las celebraciones que se llevaron a cabo en Salamanca conmemorando sus 20 años como rey de León, decidió contraer matrimonio con Teresa Fernández, la viuda de Nuño Pérez de Lara, a la que conocía desde su juventud, puesto que ésta era la hija del conde Pedro Fernández de Traba. Poco después tuvo que hacer frente a los ataques que le dirigió Alfonso VIII, el cual en el invierno de 1179 consiguió entrar la llamada Tierra de Campos, dando un paso definitivo para la recuperación del Infantado, que había sido ocupado por Fernando II durante su minoría de edad. De este modo ante el peligro que suponía esta expedición castellana Fernando se reunió con sus hombres en Zamora el 1 de mayo de 1179, tras lo cual inició el contraataque. Pero esta reactivación de la guerra entre León y Castilla iba a provocar la reacción de Alfonso I, que decidió enviar a su hijo, el futuro Sancho I, a atacar Ciudad Rodrigo, circunstancia que obligó al rey de León a dividir a sus tropas para poder luchar en dos frentes, a pesar de lo cual fue el vencedor de ambos monarcas.

La muerte de la reina Teresa a principios del año 1180 fue un duro golpe para el rey, aunque apenas tuvo tiempo para llorarle, ya que tras el funeral recibió la noticia de que Alfonso VIII se encontraba en las proximidades de Carrión, con la intención de atacar. Así una vez que Alfonso ocupó el Infantado, los acciones bélicas se centraron en las plazas fronterizas, que fueron defendidas de forma tenaz por Fernando II. Pero ambos monarcas muy pronto perdieron su ímpetu inicial, por lo que el 21 de marzo de 1181 firmaron la paz de Medina de Rioseco. Solucionado el conflicto con su sobrino, Fernando consciente de sus graves problemas financieros convocó a los notables para que participaran en el Concilio de Benavente, donde intentó buscar soluciones para su problema.

Clausurado el citado concilio, Fernando II inició los preparativos para enfrentarse a los musulmanes en el año 1182, aunque no pudo concluirlos, puesto los burgueses de Lugo habían obligado a abandonar la ciudad al obispo, tras dar muerte al merino mayor. La llegada del monarca apaciguó los ánimos de los revoltosos, circunstancia que permitió a Fernando II iniciar una peregrinación a Santiago. Poco días pudo permanecer en Galicia ya que le fue comunicado que se habían reanudado las hostilidades en la frontera de Castilla. Aunque hay que señalar que no debieron de ser confrontaciones muy duras, puesto que ese mismo año se firmó la paz de Lavandera-Fresno, en la cual ambos monarcas se comprometían a colaborar en el proceso de Reconquista. Así dispuesto a cumplir con su parte, Fernando II sitió, en septiembre de 1183, Cáceres, plaza que se rindió en junio de 1184. La reacción de los almohades no se hizo esperar, pero Fernando II en vista del largo asedio en el que habían participado sus hombres, decidió ponerse a la defensiva, circunstancia que animó a los norteafricanos a atacar Santarem, (Portugal). Dicho asedio que fue iniciado el 27 de junio de 1184, animó a Fernando II a colaborar con las tropas portuguesas, circunstancia que sorprendió tanto a Alfonso I como a los almohades, que sufrieron una grave derrota.

Tras esta nueva victoria se inició el declive del monarca, que coincidió con el encumbramiento de la familia López de Haro, familia que llegó al poder de la mano de la amante del rey desde el año 1183, Urraca López, la cual se convirtió en su esposa en mayo de 1187, para gran disgusto del heredero al trono, que sintió desplazado. Así es difícil determinar cuales fueron las actividades llevadas por el monarca en estos últimos años de su vida, aunque es perceptible la mano de su esposa en todos ellos.

Fernando II murió el 22 de enero de 1188 probablemente en Benavente. Sus restos mortales fueron enterrados en la catedral de Santiago.

Bibliografía

  • CARRETERO JIMÉNEZ, A. El Antiguo Reino de León. (León, Edilesa, 2001).

  • GONZALEZ J. Regesta de Fernando II. (Madrid, CSIC, 1943).

  • JOVER ZAMORA, J. M. Historia de España Ramón Menéndez Pidal. La Reconquista y el proceso de diferenciación política (1035-1217). (Madrid, Espasa-Calpe, 1991).

Autor

  • Cristina García Sánchez