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Ocio y entretenimientoBiografía

Fernández Pérez, Ángel, "Valdemoro" (1840-1915).

Matador de toros español, nacido en Valdemoro (Madrid) el 1 de marzo de 1840, y fallecido en el Hospital de Incurables de la capital de España, el día 2 de marzo de 1915. En el planeta de los toros es conocido por el sobrenombre de "Valdemoro".

Impulsado por la gran afición a los toros que sintió desde muy temprana edad, a los dieciséis años empezó a jugar con reses bravas, y a los veintiuno abandonó su primera profesión de carpintero para ir fogueándose como becerrista en cuantas capeas y festejos populares se celebraban en su entorno geográfico. Y aunque no contaba con el apoyo de grandes padrinos, su tesón y su arrojo le llevaron a ser contratado como banderillero de las principales figuras del momento.

No obstante, Ángel Fernández ("Valdemoro") tenía el firme propósito de convertirse en matador de reses bravas, por lo que insistió hasta conseguir, ya con treinta y dos años de edad, que un diestro de la talla del madrileño Cayetano Sanz Pozas le otorgara la alternativa. Tal ceremonia se verificó en la plaza de toros de Madrid, el día 13 de octubre de 1872, fecha en la que el toricantano se doctoró tras muletear y despachar a estoque a un morlaco perteneciente a la ganadería de doña Dolores Monje, viuda de Murube. Fue testigo del evento el afamado espada granadino Salvador Sánchez Povedano, más conocido por el remoquete de "Frascuelo". Cabe reseñar la curiosa anécdota de que Ángel Fernández Pérez ("Valdemoro") ya había toreado en calidad de matador de toros antes de haber recibido la recién consignada alternativa; ocurrió en Lima (Perú), en donde en la campaña de 1871 toreó una veintena de corridas, con gran satisfacción del público que las presenció, que le otorgó el galardón de la Medalla de Oro. Sin duda estos éxitos ultramarinos fueron los que le decidieron definitivamente a ascender al escalafón superior.

Al año siguiente de haberse doctorado, volvió a embarcarse rumbo a América, donde renovó los triunfos anteriores, especialmente en la plaza de toros de La Habana. Allí, según recuerda el historiador de la Tauromaquia don José Sánchez de Neira, "fue obsequiado con un beneficio, alhajas y dádivas de valor". El mismo erudito, en su Gran Diccionario Tauromáquico (Madrid: Imprenta y Librería de Miguel Guijarro, editor, 1879), añade que "Valdemoro" fue muy castigado por las reses bravas, tal vez debido a que "es valiente, pero se apresura; quiere cumplir, pero no puede más [...]. No le falta inteligencia, tampoco arte, pero sí sangre fría, o sea calma, sobre todo si un toro se le da mal. Reflexiona poco, es muy activo en los quites y muy aceptable para el puesto que ocupa entre los de su clase".

La afición de "Valdemoro" no se extinguió cuando el voluntarioso diestro madrileño se retiró de los ruedos, ya que entonces fundó una escuela de tauromaquia en Carabanchel Bajo, en donde enseñó los fundamentos del Arte de Cúchares a los jóvenes maletillas que, como él, no contaban con grandes apoyos en los restringidos círculos taurinos.

Autor

  • JR.