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HistoriaPolíticaBiografía

Fernández de Córdoba, Diego. Marqués de Guadalcázar (1578-1631).

Político y administrador español, XIII virrey de Nueva España (1612-1620) y XIII virrey del Perú (1622-1629), nacido en Sevilla en fecha no precisada y muerto en Guadalcázar en 1631.

Hijo de los marqueses de Guadalcázar, desde su infancia se desempeñó como gentilhombre de cámara del rey. Fue nombrado Caballero de la Orden de Santiago. Felipe III en 1609 le confirió los títulos de primer marqués de Guadalcázar y Conde de Posadas.

Fue nombrado virrey de Nueva España el 23 de enero de 1612 y tomó posesión del cargo en ciudad de México el 28 de octubre de 1612. Encomendó al francés Adrián Boot la ejecución de las obras de desagüe de la ciudad de México. Se estableció el Tribunal de Tributos y repartimiento de azogues con el fin de fiscalizar la compra y venta de este producto para las minas de plata. Ordenó a las tropas al mando del capitán Diego Martínez de Hurdáiz a sofocar la rebelión de los indios tehuecos en Sinaloa. Poco después, se aplicó la misma modalidad represiva con la rebelión de los indios tepehuanes en Durango. Bajo el mandato de este virrey se fundaron las ciudades de Córdoba y Lerma y, en su honor, se dio el nombre de Guadalcázar a la sierra transversal de San Luis Potosí. Una de sus máximas preocupaciones fue el refuerzo militar que se tuvo que adoptar en los puertos del Atlántico al presentarse en 1614 unos navíos holandeses frente a las costas de Acapulco.

Fue nombrado virrey del Perú el 13 de diciembre de 1620. Haciendo la ruta Acapulco-Paita, entró en Lima bajo palio el 25 de julio de 1622, momento en el que recibió el poder de la audiencia que presidía Juan Jiménez Montalvo. Durante su gobierno se envió a la Corona un total de 6.055.431 ducados, a la vez que se hizo un gracioso donativo a ésta por un total de 668 mil pesos, en el que se incluía un tercio del producto del tributo cobrado a los indios. La crisis de producción en las minas de plata de Potosí se mantuvo esta vez a consecuencia del desbordamiento de la laguna de Caricari en marzo de 1626, que inundó e inutilizó ingenios y socavones. Paralelamente, fueron inútiles los esfuerzos hechos en Potosí para aliviar la violencia social entre vicuñas y vascongados: fracasaron todas las providencias que el virrey y la audiencia de Charcas hicieron para remediar el conflicto. En lo que respecta a la producción de azogue en Huancavelica, ésta experimentó un retroceso al caer hasta los 4.200 quintales por año. Por otro lado, persistió el problema de la huida o muerte de numerosos indios vinculados a la mita minera en Potosí, ya que la propuesta del virrey de reducir la mita a la séptima parte de los indios expeditos de los pueblos designados para dicho servicio no tuvo eco en Madrid. En el terreno comercial, se insistió en la prohibición de llevar a Perú efectos de la China procedentes de México. Otro aspecto económico importante fue la reorganización del Tribunal de Cuentas. No se caracterizó este gobierno por crear o aumentar los impuestos, pero sí por su intento de acabar con las evasiones y cobros atrasados de los mismos. Esto último explica que la recaudación de la avería y el almojarifazgo experimentaran un aumento considerable, que en el primer caso significó un crecimiento del 400%. Por último, correspondió a este virrey restablecer el 21 de marzo de 1625 el estanco de la aloja. Otra acción audaz fue la cesión al Tribunal del Consulado de la recaudación del impuesto de la alcabala por un plazo de nueve años, que condujo al incremento de este cobro. En 1623 se preocupó de ampliar las defensas del virreinato, para lo que se establecieron baterías y cuarteles en los principales puertos. En febrero de 1624 hubo que hacer frente en el Callao a la escuadra holandesa al mando del almirante Jacobo L’Hermite Clerk, quien antes de morir de disentería mantuvo un bloqueo sobre este puerto y otros más al norte y sur del Perú que duró cinco meses. Las batallas navales fueron escasas, pero los holandeses en ningún momento lograron su objetivo de desembarcar y tomar las ciudades peruanas. La diezmada escuadra holandesa finalmente se retiró en junio hacia el estrecho de Magallanes y posteriormente tomó rumbo hacia el Brasil. En 1624, mediante una Pragmática, se abolió la costumbre de que las mujeres limeñas fueran tapadas, prohibición que no prosperó. En lo que respecta al patronato regio, la catedral de Lima que concluyó este virrey fue consagrada el 19 de octubre de 1625 por el arzobispo Gonzalo de Ocampo. Anteriormente, en 1624, había sido inaugurado el monasterio de Santa Catalina de Lima. Fueron públicas las desavenencias entre el virrey y la Inquisición sobre competencia jurisdiccional en materia religiosa. De ahí que sólo se efectuó un auto de fe el 24 de diciembre de 1625 en el que veinticuatro penitentes fueron condenados a diversos castigos, entre ellos dos a ser quemados en la hoguera. En el campo de la educación, se fundó el colegio de San Pedro Nolasco en 1626, bajo el patrocinio de la orden de la Merced. Se sancionaron el 15 de noviembre de 1626 unas ordenanzas para maestros en las que se señalaban los requisitos que se debían cumplir para ejercer tal oficio. Otra disposición importante fue el intento de regularizar el servicio de correos, para lo que se reconstruyeron los tambos que habían desaparecido de los caminos y se nombró superintendente del ramo al oidor Juan de la Celda. Este gobernante entregó el mando a su sucesor, el conde de Chinchón, el 14 de enero de 1629, retornó de inmediato a España y fijó su residencia definitiva en la capital de su mayorazgo de Guadalcázar, en el que falleció en 1631.

Bibliografía

  • MENDIBURU, Manuel de: Diccionario histórico biográfico del Perú. Lima, 1933

  • OROZCO LINARES, Fernando: Gobernantes de México desde la época prehispánica hasta nuestros días. México, 1985.

  • TAURO, Alberto (ed.): Enciclopedia Ilustrada del Perú, t. 4. Lima, 1987.

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