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HistoriaBiografía

Farnesio, Alejandro (1545-1592).

Aristócrata y militar italiano que realizó destacados servicios para la corona española, hijo de Octavio Farnesio y de la hija natural de Carlos V, Margarita de Parma, nacido en Roma en 1545 y muerto en Arrás el 2 de diciembre de 1592.

Vida

Aunque vio la primera luz en Italia, pronto marchó a España para ser educado bajo la tutela de su madre; allí también contrajo matrinomio con María de Portugal, nieta del rey don Manuel, en 1565.

Participó en la batalla de Lepanto a las órdenes de don Juan de Austria y en la campaña de los Países Bajos, en la que, junto a los tercios españoles venidos de Italia, consiguió las victorias de Gembloux y Suhem. En ésta última dio pruebas de su valentía como guerrero, y ordenó castigos ejemplares para aquellos que habían jurado fidelidad al rey de España y, no obstante, cometieron insubordinación. Más tarde estuvo al frente de las tropas de don Juan de Austria en Nivelle, cuando aquél se retiró para atender a su quebrantada salud. El de Parma entonces fue apoderándose de todos los pueblos de la zona, como Limburgo o Dalhem, ciudades en las que las tropas españolas cometieron un sinnúmero de abominaciones y crueldades.

En este estado las cosas decidió don Juan de Austria, algo restablecido de sus dolencias, enviar un ejército que se enfrentaría con los alemanes protestantes y los flamencos, que estaban dirigidos por el duque de Anjou, y a los que apoyaban los monarcas de Inglaterra, Francia y Alemania. El encuentro entre ambas tropas tuvo lugar en Malinas en 1578, y fue tal el heroísmo que mostró Farnesio en el campo de batalla, que don Juan, que veía extinguirse sus días, reunió a todos los capitanes y nombró públicamente al de Parma su sucesor en el gobierno de Flandes hasta que el rey proveyese, nombramiento que Felipe II confirmó poco después.

Demostró el italiano ser tan sagaz gobernante como había sido estratega; supo aprovechar las disensiones religiosas de los flamencos y el odio de aquellos hacia el príncipe de Orange para separar a los rebeldes, y firmó el convenio de Arrás en el que se daba validez al Edicto perpetuo y se decidía la salida de Flandes de los tercios españoles. Disgustado por la falta de numerario que hacía que las tropas se amotinaran, presentó su dimisión al rey, dimisión que no fue aceptada.

Las campañas continuaron, si bien únicamente con las tropas que habían quedado en las provincias aliadas, pues el resto habían salido de Flandes según lo convenido en el acuerdo de Arrás. Farnesio sufrió varios atentados contra su vida, lo cual no le hizo flaquear en absoluto; se apoderó de Breda, Cambray y Tournai e incluso, a pesar de que sus soldados le daban por muerto, sepultado bajo la bala de un cañón, sobrevivió para ponerse a la cabeza de los antiguos tercios españoles que, unidos a los italianos formaban un poderoso ejército. Intentó desplegar el duque sus armas diplomáticas con Flandes y con Brabante, que resultó inútil ante la profunda animadversión que sentían por los españoles; así pues, se vio obligado a recurrir de nuevo a las armas, y se paseó victorioso hasta las inmediaciones de Brujas y Gante. Las disidencias que habían surgido entre flamencos y franceses y la muerte del príncipe de Orange, unido a los nuevos refuerzos recibidos por Farnesio, le permitieron proseguir su campaña con redoblados bríos y apoderarse de Bruselas, Nimega, todo el Brabante, Gante y Amberes en 1585, en lo que fue uno de los hechos más señalados de su carrera militar y de la historia de la armada española.

No bien recobrado el de Parma de estos trabajos, se vio obligado a hacer frente al ejército que enviaba la reina Isabel de Inglaterra, encabezado por el conde de Leicester. En ese momento, la muerte de su padre le reportó los ducados de Parma y Piacenza, y solicitó del rey permiso para marchar a Italia, que no sólo no fue concedido, sino que además Farnesio fue encargado de la expedición que debía invadir Inglaterra. La campaña naval de 1588, cuidadosamente preparada, se vino abajo por la impaciencia de Felipe II, que no quiso escuchar los consejos del marqués de Santa Cruz y del de Parma, quien al recibir la noticia del desastre de la Armada Invencible, no llegó siquiera a embarcar. (Véase Armada Invencible).

Ya como gobernador absoluto de los Países Bajos, encargóle Felipe II que marchara hacia Francia para obligar a las tropas del audaz Enrique IV a levantar el sitio de París, y consiguió derrotar a éste en Ligny y Aumale, voliviendo a Bruselas victorioso pero con su salud harto maltrecha. De nuevo tuvo que marchar a defender la frontera francesa, y marchó hasta Caudebec, donde una herida de bala le produjo una calentura de la que no llegó a recuperarse; en esta quebrantada situación, haciendo gala de su resolución, viajó hasta París, pero ya tuvo que enviar legado al rey de que mandara a su sucesor porque su estado de salud no le permitía continuar con las labores de gobierno. A su muerte, acontecida el día 2 de diciembre, se celebraron suntuosos funerales, que mostraron el prestigio que había alcanzado entre sus súbditos.

Autor

  • lu