A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
PolíticaPsicologíaLiteraturaBiografía

Estrada y Ayala, Aurora (1901-1967).

Poetisa, narradora, articulista, educadora y política ecuatoriana, nacida en Puebloviejo (en la provincia de Los Ríos) el 17 de noviembre de 1901 y fallecida en Guayaquil (capital de la provincia de Guayas) el 12 de marzo de 1967. Es una de las voces más sobresalientes de la lírica hispanoamericana del siglo XX escrita por mujeres.

Nacida en el seno de una familia acomodada en la que se rendía culto a la literatura, pasó los primeros años de su infancia en la gran casa solariega en la que había venido al mundo (la hacienda Juana de Oro, perteneciente a la parroquia de San Juan, ubicada, a su vez, en el cantón de Puebloviejo). Sus padres, don Rodolfo Estrada Ampuero y doña Natalia Ayala de la Guerra -ambos originarios de Guayaquil- le proporcionaron desde que era una niña de corta edad una esmerada formación humanística, alentada por el ejemplo de algunos ilustres intelectuales de la familia, como el poeta parnasiano Francisco J. Fálquez Ampuero -primo hermano de don Rodolfo- o Arcadio Ayala Campuzano -pariente de doña Natalia, y padre a su vez de otra brillante escritora ecuatoriana: Elisa Ayala González, precursora del realismo en la narrativa ecuatoriana del siglo XX.

La futura escritora cursó sus estudios primarios en la pequeña escuela de la hacienda Juana de Oro, donde tuvo ocasión de visitar con frecuencia la rica biblioteca de su tío paterno. Allí descubrió precozmente su vocación literaria, al tiempo que comenzaba a disfrutar de algunas de las obras cumbres de la literatura hispanoamericana, como las novelas románticas María -del genial escritor colombiano Jorge Isaacs- y Cumandá -del colosal narrador ecuatoriano Juan León Mera-, así como otros textos de algunos de los grandes autores de las Letras universales -como los franceses Víctor Hugo y Julio Verne.

Al cumplir los once años de edad (1912), la pequeña Aurora Estrada se estableció, con los suyos, en la ciudad de Guayaquil, donde continuó leyendo con fruición, al tiempo que completaba su formación secundaria en la Sección Femenina del Colegio Nacional Vicente Rocafuerte (venero de numerosas figuras ilustres de la nación ecuatoriana). Cada vez más segura de su firme vocación literaria, comenzó, en plena adolescencia, a escribir sus primeros versos, pero no se dio a conocer como poetisa hasta 1920, cuando, cumplidos ya los diecinueve años, publicó algunas de sus composiciones primerizas en la revista literaria Los Hermes. Esta publicación, editada por los componentes del grupo literario homónimo -entre los que sobresalían los poetas J. J. Pino de Ycaza, Rubén Irigoyen y Enrique Segovia Antepara, que, junto a los restantes escritores del colectivo, celebraban sesiones periódicas en el Cementerio General de Guayaquil-, contribuyó notablemente a difundir las voces de los jóvenes autores guayaquileños que comenzaban a escribir a finales del primer tercio del siglo XX.

Merced a estos contactos, la joven Aurora Estrada y Ayala se integró plenamente en los foros y cenáculos literarios de la animada vida cultural de Guayaquil, y pronto logró ver impresos sus poemas en otras publicaciones literarias tan destacadas como la revista Singulus -fundada por el genial Hugo Mayo (1898-1988) y el ya citado Rubén Irigoyen-, en la que comenzó a colaborar en 1921. Y al año siguiente, además de difundir su poesía por otras ciudades de Ecuador -como Cuenca, donde se dio a conocer por medio de algunos poemas aparecidos en la revista local Philelía-, Aurora Estrada había alcanzado ya tal notoriedad en el panorama literario de Guayaquil que se permitió editar su propia revista, a la que bautizó con el nombre de Proteo. Se trataba de una publicación de tirada mensual, destinada no sólo a las Letras, sino también a la información y divulgación artística, en cuyas páginas pronto tuvieron cabida las principales plumas ecuatorianas del momento -entre ellas, la del gran poeta nacional Jorge Carrera Andrade, junto a las de los ya citados Mayo, Irigoyen y Fálquez Ampuero-, y otras voces precipuas de la lírica hispanoamericana, como la de la poetisa chilena Gabriela Mistral.

Aquel mismo año de la fundación de Proteo -donde también alcanzaron gran difusión las crónicas y reseñas literarias de la educadora y poetisa uruguaya Luisa Luisi-, Aurora Estrada y Ayala contrajo matrimonio con el también poeta Gustavo Ramírez (1900-1967), quien, además de rondar a la editora de dicha revista, venía estampando su firma en algunos de sus números. El matrimonio resultó ser tan fecundo en la procreación como lo venían siendo ambos cónyuges en la creación literaria, pues de él nacieron cinco hijos (Edgar Gustavo, Agni Gustavo, Alsino Gustavo, Lil Aurora e Isabel Natalia Ramírez Estrada).

A partir del 1923, Aurora Estrada empezó a publicar sus poemas en la revista bonaerense Orientación, actividad que compaginó, por aquel tiempo, con el intercambio de abundante correspondencia con la escritora argentina Teresa Maccheroni, firme defensora de las propuestas estéticas de la Vanguardia y, a la sazón, directora del rotativo La Madre, cuyo ideario abrazaba decididamente los postulados revolucionarios. Simultáneamente, Aurora Estrada iba incrementando su prestigio literario en su propio país, donde, en el transcurso de aquel mismo año de 1923, triunfó clamorosamente en los Primeros Juegos Florales convocados por la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE), filial de Quito. La joven poetisa no sólo conquistó el primer premio de dicho certamen con su poema titulado "Cuando vuelvas sin mí", sino que obtuvo también el segundo premio, merced a su composición "La Casa en ruinas". Esta consecución, en una misma convocatoria, de la Flor Natural en Lira de Oro (primer premio del concurso) y la Medalla de Oro (segundo premio) tuvo una honda repercusión en los medios culturales de Ecuador, hasta el punto de que el célebre caricaturista Antonio Bellolio reprodujo la efigie de Aurora Estrada en "Página Literaria" del rotativo El Guante.

La relación entre Aurora Estrada y esta importante publicación de Guayaquil se volvió mucho más sólida en 1924, cuando la escritora fue nombrada directora de dicho suplemento cultural. Aquel año, la poetisa demostró que también era capaz de producir una prosa de enorme calidad, al hacerse con el primer premio en el concurso convocado para distinguir el Mejor Artículo Periodístico que homenajeaba las efemérides de octubre. Poco después, ya en 1925, Aurora Estada y Ayala empezó a publicar sus poemas en la revista Savia, dirigida por Gerardo Gallegos y José María Aspiazu Valdez, al tiempo que iniciaba su colaboración con la prestigiosa publicación cultural América, editada en Quito, donde debutó con su famoso poema "Epístola al amado".

No había concluido ese fructífero año de 1925 cuando la escritora de Puebloviejo fue nombrada directora de la "Página Cultural" de La Idea, un periódico universitario de gran difusión; más no desatendió por ello los compromisos que seguían vinculándola estrechamente a los medios de comunicación guayaquileños, en los que siguió publicando abundantes composiciones poéticas (así, v. gr., en la "Página Cultural" de La Prensa). Finalmente, en el transcurso de aquel mismo año vio cumplido su sueño de ver editado su primer poemario, que salió a la luz bajo el título de Como el incienso (1925), impreso en los talleres de la Imprenta Municipal de Guayaquil. Se trataba de una colección de cuarenta y un poemas escritos -según confesaba la autora en aquella misma edición- bajo la influencia de las "grandes poetisas del Sur" -entre las que ocupaba un lugar preeminente esa Gabriela Mistral que, veinte años después, habría de recibir el primer Premio Nobel que se otorgaba a un autor hispanoamericano.

Tan cierta era esta filiación de Aurora Estrada entre las "grandes poetisas del Sur", que en 1926 algunas composiciones de la escritora ecuatoriana compartieron páginas, dentro de la revista Ecuador Ilustrado (impresa en Guayaquil), con otros poemas de la susodicha Gabriela Mistral, así como de la argentina Alfonsina Storni y de las uruguayas Delmira Agustini y Juana de Ibarbourou. Y, al año siguiente, empezó a publicar sus poemas en la revista Voluntad, dirigida por Jorge Pérez Concha y Alfredo Pareja Diezcanseco, sin dejar por ello de difundir sus versos por medio de otras publicaciones con las que venía colaborando desde mucho tiempo atrás, como la ya mencionada revista América, en la que, en dicho año de 1927, dejó impresos sus poemas "Los cauces eternos", "La cita" y "La marca". Por aquel tiempo, Aurora Estrada firmaba algunos de sus poemas con los pseudónimos de Ida Paz y Elva.

En 1928, la escritora de Puebloviejo volvió a la primera plana de la actualidad literaria ecuatoriana, al quedar vencedora -merced a su poema "España y América"- en el Certamen Poético del Comité de la Raza, organizado para conmemorar el 12 de octubre. En un solemne acto celebrado en la Universidad de Guayaquil, Aurora Estrada recibió la Flor Natural que le correspondía por haber triunfado en este concurso, y fue proclamada "Reina del Verso"; poco después, el rotativo El Universo la honraba con el título de "Redactora de Honor".

Aún no había hecho eclosión, en la trayectoria estética e ideológica de Aurora Estrada, ese aliento revolucionario que habría de caracterizar poesía de madurez. Pero sus inquietudes socio-políticas no se hicieron esperar, porque, tras haber cosechado de nuevo el aplauso de la intelectualidad ecuatoriana por su poema "Oración lírica" -escrito expresamente para la inauguración del mausoleo de la poetisa Mercedes González de Moscoso-, la autora de Puebloviejo sorprendió gratamente a críticos y lectores con un poema tan hondo, sincero y comprometido como "A Francis Laguado Jaimes" (publicado en la revista América en 1929), donde rendía un emocionado tributo de admiración y respeto al político venezolano asesinado en Cuba. Francisco de Paula Laguado Jaimes -detenido en su refugio de La Habana por la policía cubana, a instancias de las autoridades venezolanas, y arrojado al mar para que fuera devorado por los tiburones- había fundado en 1921 Venezuela Libre, un periódico de agitación comunista en el que colaboraron las voces más elocuentes de la izquierda hispanoamericana de la primera mitad del siglo XX.

Durante la década de los años treinta, Aurora Estrada y Ayala se consolidó definitivamente como una de las voces cimeras de la poesía ecuatoriana del momento. Continuó triunfando en numerosos concursos y certámenes -como el convocado en 1930 para conmemorar el Día del Maestro; o el promovido en 1932 por el Círculo Atalaya de Ambato, con motivo del primer centenario del nacimiento del escritor Juan Montalvo Fiallos, certamen cuyo primer premio (una medalla de oro) vino a galardonar el soneto de Aurora Estrada titulado "Montalvo"-; y fue llamada a intervenir en múltiples eventos literarios y pedagógicos, como el Comité Pro Glorificación del poeta Numa Pompilio Llona Echeverri, o la Primera Exhibición del Poema Ecuatoriano (1933), en la que presentó una composición original titulada "J.G. White & Co. Ltd.". En este poema, Aurora Estrada volvía a poner de manifiesto sus preocupaciones socio-políticas, ahora volcadas en la situación laboral de los trabajadores de la empresa cuyo nombre da título a estos versos, a la sazón responsable de las obras de alcantarillado y pavimentación de Guayaquil.

Su voz poética comenzaba a ser ya tan relevante que, en 1934, cuando sólo contaba treinta y tres años, fue objeto de un estudio crítico a cargo del erudito Joaquín Gallegos. Al año siguiente, tras iniciar su colaboración con una nueva revista (Bloque, de Loja, donde debutó con el poema "Nuestra canción"), Aurora Estrada continuó revelando sus inquietudes políticas al publicar un artículo en el libro de homenaje dedicado a Adolfo Hidalgo Nevares, fallecido en Quito en 1934. Y al poco tiempo participó con el susodicho poema "Nuestra canción" en la Primera Exposición del Poema Mural Revolucionario, evento político-cultural organizado en Quito por el Sindicato de Escritores y Artistas del Ecuador. Por si esta presencia suya en las arenas políticas no hubiese quedado suficientemente subrayada con estos actos, la escritora de Puebloviejo suscribió un Manifiesto por medio del cual dicho Sindicato se dirigía al presidente de Bolivia para exigirle la puesta el libertad del escritor y político Gustavo Navarro -más conocido por su pseudónimo literario de Tristán Marof-, Jefe del Partido Obrero Revolucionario, encarcelado por su airada defensa de la igualdad social y su acendrada crítica al gobierno responsable de haber llevado a Bolivia a la denominada Guerra del Chaco (1932-1935).

En 1936, tras haber publicado su poema "Esperanza" en una nueva revista -Base, fundada en Quito por el escritor y pensador Joaquín Gallegos Lara-, Aurora Estrada divulgó, en las páginas del periódico Arte, su célebre artículo "Misión de los Artistas Nuevos", por vía del cual hacía explícita su adhesión a la tesis de quienes defienden que el arte y los creadores han de ponerse al servicio de la lucha socio-política. Y al años siguiente, con la clara intención de reafirmar sus postulados teóricos con un testimonio creativo, publicó en la prestigiosa revista América (editada en Quito) una composición poética titulada "Chaco", en la que opinaba sobre la penosa contienda que había enfrentado cruentamente a Bolivia y Paraguay.

Por aquel entonces, Aurora Estrada, su esposo Gustavo Ramírez y los hijos que ya habían engendrado residían en Quito, donde el cabeza de familia había conseguido culminar sus estudios superiores de Leyes en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central. El motivo de este traslado había sido la expulsión de Ramírez Pérez de las aulas de la Universidad de Guayaquil, en la que estaba a punto de completar dicha carrera, por haber militado abiertamente en la Fracción Universitaria de Izquierda (organización responsable de la divulgación de la ideología marxista por todo el cantón de Guayaquil). Por fortuna para el matrimonio y su prole, el escritor ocupó enseguida un buen cargo laboral en la Caja Nacional de Pensiones, organismo estatal para el que trabajó hasta jubilarse, sacando así adelante a su familia.

Al trasladarse con los suyos a Quito, Aurora Estrada decidió cooperar también con su trabajo al sostenimiento del hogar. Su amplia formación cultural y el enorme prestigio intelectual de que gozaba le permitieron ejercer la docencia en varios centros educativos de la capital ecuatoriana, con especial dedicación a la enseñanza en la Escuela Normal Manuela Cañizares, que despertó su vocación de educadora. Así las cosas, la poetisa ingresó en la Facultad de Pedagogía de la Universidad Central, donde preparó una tesis doctoral sobre la poesía de Gabriela Mistral, si bien no llegó a alcanzar el grado de doctora porque dicha facultad fue reconvertida, en el ínterin, en Instituto Pedagógico, con lo que sus estudiantes -entre ellos, Aurora Estrada- sólo pudieron obtener el título de licenciados.

Distinguida, pues, desde 1937 con el título de Licenciada en Ciencias de la Educación, Aurora Estrada emprendió a partir de entonces una brillante trayectoria laboral como docente y teórica de la pedagogía, lo que no le impidió continuar desarrollando su rica producción poética. Ésta se vio incrementada, en 1938 -año en el que, en Guayaquil, logró entrevistarse en persona con Gabriela Mistral-, con su afamado poema "Vosotros que lloráis a vuestros muertos", escrito con motivo de la Guerra Civil Española y publicado en el libro colectivo Nuestra España: Homenaje de los Poetas y Artistas Ecuatorianos (Quito, 1938).

Su infatigable labor como escritora y animadora cultural se prolongó durante la década de los años cuarenta, en la que fue designada miembro del Comité Pro Homenaje al Poeta Enrique Segovia Antepara (1942). En 1943, tras componer otra de sus más célebres composiciones -"Pioneros", dedicada al Día del Oriente Ecuatoriano-, publicó su libro de poemas Tiniebla, un hondo poemario de tono elegíaco, dedicado a su madre. Inmersa, por aquel tiempo, en una febril actividad creativa, escribió en su residencia de Quito algunas obras de géneros y contenidos tan variados como Cometas al Viento (poesía infantil), Nuestro Canto (poesía social), En el Puente (novela) y Retratos de Mujeres (semblanzas literarias de algunas figuras femeninas de amplia repercusión en la cultura hispanoamericana contemporánea, como Juana de Ibarbourou, Delmira Agustini, Magda Portal, Clara Zetkin, Lina Po y, entre otras, Blanca Luz Brum). Escritas mientras buena parte del planeta se desangraba en el curso de la II Guerra Mundial, estas obras quedaron inéditas en los cajones del escritorio de la fecunda autora ecuatoriana.

No dejaba, por ello, Aurora Estrada de divulgar sus poemas a través de las publicaciones literarias más prestigiosas de su país, como la ya ampliamente citada revista América, donde publicó por aquel tiempo las composiciones "El retrato" -dedicada al eximio escritor, periodista y político quiteño José Rafael Bustamante Cevallos-, y "U.R.S.S." -en la que exaltaba la victoria del Ejército Rojo sobre las tropas nazis-. También escribió, en ese mismo año de 1944, el célebre poema "Canto al 28 de Mayo", un inflamado homenaje a las jornadas de la revolución popular y militar iniciadas en dicha fecha; y tomó parte activa en el Congreso de la Confederación de Trabajadores del Ecuador (CTE), donde se convirtió en una de las principales promotoras de la candidatura, para la Asamblea Nacional, de Nela Martínez (quien, gracias en parte a este trabajo de Aurora Estrada, habría de convertirse en la primera mujer que ocupaba un escaño en el Congreso de Ecuador tras unas elecciones democráticas).

Al término de la II Guerra Mundial, como testimonio del reconocimiento internacional que se le tributaba por su lucha contra el fascismo en Ecuador (y, en general, en toda Hispanoamérica), el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt invitó a Aurora Estrada y Ayala a visitar los Estados Unidos de América. A su regreso a Ecuador, la escritora continuó redactando algunos poemas, si bien decidió dedicar mucho más tiempo a la docencia y la investigación pedagógica. Y así, en 1950 volvió a instalarse en su querida ciudad de Guayaquil (de la que llevaba ausente más de tres lustros) para ingresar en el plantel docente del Colegio Nacional Aguirre Abad.

Poco después, Aurora Estrada comenzó a impartir clase en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Guayaquil, actividad que compaginó con su incesante dedicación a la creación poética. Por aquellos primeros años de la década de los cincuenta escribió un par de poemarios -Fatum y Hora Cero- que no llegó a dar a la imprenta, y que, en el momento de redactar esta ficha bio-bibliográfica (año 2006), permanecen todavía inéditos. Más no se conformó con su entrega a la docencia y a la escritura poética, y continuó desempeñando una valiosa, abnegada y comprometida labor en pro de las causas de los más desfavorecidos (mujeres marginadas, niños maltratados, colectivos damnificados por la desigualdad y la injusticia social, etc.). Así, en 1952 Aurora Estrada y Ayala fue elevada a la presidencia de la Unión de Mujeres del Guayas, en cuyo seno promovió importantes movilizaciones a favor de la Derechos de la Mujer, del Niño y de la Paz.

Esta relevante presencia en el panorama político y social del Ecuador de mediados del siglo XX la convirtió, por aquel tiempo, en candidata a Senadora por la provincia de Los Ríos, aunque el dictamen de las urnas le impidió alcanzar este cargo. Lejos de caer en el desaliento ante este relativo fracaso de su carrera política, la animosa escritora de Puebloviejo renovó sus bríos en el ámbito de la lucha social y asumió la representación de Ecuador en la Primera Conferencia Latinoamericana de Mujeres (celebrada en 1954 en Río de Janeiro). Al año siguiente cruzó el Atlántico para asistir, en Suiza, al Primer Congreso Mundial de Madres, y a su regreso a Ecuador continuó protagonizando la actualidad política de su país hasta que, en 1960, volvió a fracasar en un nuevo intento de acceder a las cámara legislativas ecuatorianas (ahora, como candidata a Diputada por la provincia del Guayas, en una iniciativa promovida y respaldada por el Movimiento Femenino del Guayas).

Volvió a centrarse, a partir de entonces, en su actividad literaria e intelectual, que le llevó a publicar, en 1962, un interesante artículo titulado "La desolada poesía de David Ledesma Vásquez". Al año siguiente -en el que, entre otros quehaceres creativos, compuso un poema original destinado al volumen colectivo Los poetas del Ecuador cantan a Cuba (Guayaquil: Imprenta Claridad, 1963)-, las autoridades del régimen dictatorial que a la sazón gobernaba en Ecuador despojaron a Aurora Estrada de los cargos y las titulaciones que la facultaban como docente; pero en 1964, a raíz de un nuevo cambio de gobierno, los escritores, artistas e intelectuales de todo el país le ofrecieron un acto de homenaje y desagravio en el que, al tiempo se reconocía su impagable labor como escritora, maestra y activista política, se le hizo entrega de la "Lira Poética María Piedad Castillo de Leví" (otorgada por el Círculo de Periodistas de Guayaquil).

El 8 de marzo de 1967, cuando se disponía a pronunciar una conferencia sobre el Día Internacional de la Mujer en uno de los foros culturales más concurridos de Guayaquil (el célebre Café Galería), Aurora Estrada y Ayala sufrió un gravísimo derrame cerebral que acabó con su vida al cabo de cuatro días. El texto que había preparado para tal evento fue publicado por la revista Cuadernos del Guayas, en una edición especial destinada honrar la memoria de la escritora y del también poeta y narrado César Dávila Andrade, fallecido por aquellas mismas fechas.

Aurora Estrada fue también catedrática del colegio 28 de Mayo, cuyo himno posee una letra escrita por la poetisa de Puebloviejo, quien también compuso los textos de los himnos de la provincia de Los Ríos, de la Escuela Normal Manuela Cañizares, del colegio Aguirre Abad de Guayaquil y, entre otros, de la Escuela Aurora Estrada de Babahoyo (el Concejo Cantonal de esta última localidad, capital de Los Ríos, la había honrado en 1956 con el título de "Hija Preclara"). Además de este centro educativo, llevan su nombre un colegio, una avenida, la Biblioteca de la Casa de la Cultura y una travesía en Guayaquil (donde también hay una plaza adornada con una efigie suya). Y en Quito existe también una calle llamada "Aurora Estrada".

La escritora de Puebloviejo viajó a numerosos lugares del mundo a lo largo de su vida, como Suiza, Cuba, la Unión Soviética, Estados Unidos, Brasil, Francia, Italia, Checoslovaquia, México, Guatemala, Argentina, Colombia y Chile. Colaboradora asidua en varios rotativos y revistas internacionales, vio sus poemas traducidos al francés, el inglés, el italiano, el japonés y el ruso.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.