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Espinosa Pólit, Aurelio (1894-1961).

Poeta, ensayista, traductor, crítico literario y religioso jesuita ecuatoriano, nacido en Quito el 11 de julio de 1894 y fallecido en su ciudad natal el 21 de enero de 1961. Humanista fecundo y polifacético, es una de las figuras más sobresalientes de la intelectualidad ecuatoriana de la primer mitad del siglo XX.

Nacido en el seno de una familia acomodada en la que casi se rendía culto al conservadurismo y a las tradiciones, se vio forzado a abandonar su país, conducido por los suyos, cuando sólo contaba cuatro años de edad. La causa de esta partida fue el triunfo en Ecuador de la Revolución Liberal (1895), cuyas primeras medidas causaron un profundo desasosiego en don Aurelio Espinosa Coronel, padre del futuro escritor y hombre de una convicciones políticas e ideológicas radicalmente opuestas al liberalismo triunfante.

Afincado, así, en Francia en 1898, recibió desde niño una esmerada educación en algunos de los mejores centros de enseñanza del continente europeo, como el Colegio de Saint Michel que regentaba en París los religiosos de la orden de San Viator (donde inició sus estudios primarios a partir de 1900), o la École Libre que gobernaban en Friburgo (Suiza) los Hermanos Cristianos (en la que fue internado en el transcurso de aquel mismo año). Finalmente, en 1901 fue matriculado en el prestigioso Colegio de Nôtre Dame de la Paix sito en la localidad belga de Namur, y regentado por unos Padres Jesuitas que habrían de ejercer una poderosa influencia no sólo en la formación académica del pequeño Aurelio, sino en otras muchas facetas de su vida (principalmente, en el encauzamiento de su acusada religiosidad).

Durante el decenio que fue desde 1901 hasta 1911, el joven alumno ecuatoriano recibió una esmerada formación humanística en dicho colegio jesuita, donde tuvo ocasión de descubrir su vocación literaria y su innata inclinación hacia la poesía y el estudio de las lenguas clásicas. Luego, tras haber completado en aquella localidad belga sus estudios primarios y secundarios, fue enviado a España para que, siguiendo los designios de su vocación religiosa, ingresara en el convento de la Compañía de Jesús en Granada (17 de septiembre de 1911), donde, tras demostrar a sus maestros sus asombrosas dotes intelectuales, fue destinado a profundizar en el estudio de dichos saberes humanísticos (lo que, en términos jesuíticos, se conoce como "realizar el Juniorado").

Así, entre 1913 y 1921 el joven Aurelio Espinosa Pólit tuvo ocasión de adquirir un copioso bagaje cultural que le convirtió en uno de los humanistas más reputados de la Compañía. En vista de esta progresión, en 1922 sus superiores religiosos autorizaron su marcha a Sarriá, localidad barcelonesa donde la Orden contaba con una Facultad en la que sus miembros cursaban estudios superiores de Teología. Allí, al tiempo que adquiría los conocimientos necesarios para completar dicha carrera, el humanista ecuatoriano acabó recibiendo las órdenes sacerdotales (31 de diciembre de 1924).

Siempre en procura de ampliar sus saberes, en 1925 Aurelio Espinosa se trasladó al Santuario de Loyola (en Azpeitia, Guipúzcoa), donde se puso bajo la tutela del padre Ignacio Errandonea, director de estudios humanísticos de los jesuitas vascos. El magisterio de este humanista fue otra de las influencias decisivas en la trayectoria intelectual y docente del religioso ecuatoriano.

Aunando su voracidad de ampliar conocimientos con su talante viajero, a finales del verano de 1927 Aurelio Espinosa pasó al Reino Unido para cursar la carrera superior de Estudios Clásicos en la Universidad de Cambridge; pero en junio de 1928, cuando sólo había completado -con gran brillantez y aprovechamiento- el primer curso, sus superiores religiosos le obligaron a abandonar estos estudios y le enviaron con urgencia a su país natal (del que llevaba alejado treinta años), donde, al parecer, se hacía imprescindible su labor pastoral y docente.

En efecto, tan pronto como llegó a Ecuador (lugar que le resultaba totalmente desconocido, pues había partido de allí a los cuatro años de edad), Aurelio Espinos Pólit inició una tenaz y fructífera labor cultural y pedagógica que pronto habría de situarle a la cabeza de la intelectualidad ecuatoriana de su tiempo. Entre 1928 y 1929 (es decir, durante el primer año de esta segunda etapa en su país natal) se ganó el respeto y la admiración de numerosos grupos de estudiantes por sus conocimientos de Filosofía (materia de la que impartió clases nada más llegar a Ecuador); y fue precisamente por aquel tiempo cuando decidió donar a sus compatriotas todo el valioso material bibliográfico que había ido acumulando durante su dilatado proceso de formación académica en Europa.

Fundó, así, en 1929, con esos fondos bibliográficos de su propiedad, la denominada "Biblioteca Ecuatoriana Aureliano Espinosa Pólit", que en aquellas fechas fue saludada por las autoridades políticas y académicas del país como el mayor legado cultural jamás recibido por Ecuador. La Compañía de Jesús se hizo cargo de conservar, administrar e incrementar estos fondos que, puestos desde su origen al servicio del pueblo ecuatoriano, constituyen en la actualidad una riquísima biblioteca cuyo objetivo principal es el de "acopiar, conservar y preservar la memoria ecuatoriana y proyectarla en la formación de las generaciones presentes y futuras". Además de los libros legados por el padre Espinosa Pólit, el centro que ahora lleva su nombre cuenta con las secciones de Museo, Archivo, Fondo Antiguo, Hemeroteca y Herbario.

Al margen de esta fecunda y generosa iniciativa, el padre Espinosa Pólit dejó otro valiosísimo legado cultural que, durante muchos años, enriqueció a numerosas generaciones de humanistas ecuatorianos. Se trata de la labor que realizó como traductor de obras clásicas de algunos de los grandes autores de la Literatura grecolatina, como Sófocles, Virgilio y Horacio. Algunas de sus traducciones -como la versión en castellano que ofreció de la Eneida-, se consideran piezas clásicas en los estudios grecolatinos, por lo que se siguen reeditando en nuestros días.

Pero, además de acercarse a los clásicos en su faceta de traductor, Aurelio Espinosa los convirtió durante mucho tiempo en el eje de su actividad docente e investigadora. Impartió numerosos cursos sobre la materia, dictó conferencias en los principales foros académicos de Ecuador y de otras naciones de Hispanoamérica, y publicó varios estudios y ensayos críticos en los que demostró una asombrosa perspicacia para el análisis de este colosal legado de la Antigüedad.

A Virgilio, su autor predilecto, le dedicó, además de la ya citada traducción de la Eneida, algunos libros de erudición tan valiosos como los titulados Virgilio, el poeta y su misión providencial (Quito, 1932); Síntesis virgiliana (Quito, 1960); y Virgilio en verso castellano. Bucólicas, Geórgicas y Eneida (México, 1961). Además, entre sus estudios y ensayos -acompañados en muchos casos de la pertinente traducción- hay que citar otras aportaciones tan notables como Sófocles. Edipo Rey en verso castellano (Quito, 1935-1945); Dieciocho clases de literatura (Quito, 1947); El Lebrel del Cielo de Francis Thompson. Semblanza, versión poética y comentario (Quito, 1948); Posiciones católicas en educación (Quito, 1953); Temas ecuatorianos (Quito, 1954); Gramática latina y escritos complementarios (Quito, 1958); Curso de cultura superior religiosa (Quito, 1958); Los dos primeros poetas coloniales ecuatorianos, siglos XVII y XVIII: Antonio de Bastidas y Juan Bautista Aguirre (Puebla, 1959); Epistolario de José Joaquín de Olmedo (Puebla, 1960); Poesía y prosa de José Joaquín de Olmedo (Puebla, 1960); Los jesuitas quiteños del extrañamiento (Puebla, 1960); y Trozos selectos de autores ecuatorianos (Quito, 1962).

Ya consagrado como una de las figuras precipuas de la vida cultural y académica ecuatoriana de la primera mitad del siglo XX, el padre Espinos Pólit fue invitado por el Ministerio de Educación de su país para que colaborara en el diseño de la política educativa de Ecuador. El humanista contribuyó con los saberes que había ido acumulando en su ya densa experiencia docente e investigadora; pero, lejos de conformarse con este papel de consejero, decidió promover alguna iniciativa más concreta y ambiciosa que dejase una huella profunda de su paso por el sistema educativo ecuatoriano.

Así las cosas, en la década de los años cuarenta captó las voluntades de algunos buenos amigos suyos que también habían sobresalido en el ámbito de la educación y las humanidades -como el escritor y diplomático Julio Tobar Donoso, o el religioso dominico y gran crítico de arte José María Vargas Arévalo-, y los implicó en el Comité Promotor de la Universidad Católica de Quito, al frente del cual se colocó el propio Aurelio Espinosa. Merced su tenaz empeño en sacar adelante este proyecto, el día 4 de noviembre de 1946 se inauguró oficialmente la Universidad Católica, con el humanista quiteño como primer rector.

Por todos estos méritos en el ámbito de la docencia, la investigación y el desarrollo y la promoción cultural, Espinosa Pólit no sólo es recordado actualmente en ese magno legado bibliotecario que lleva su nombre, sino también en el Premio Nacional de Literatura "Aurelio Espinosa Pólit" y por el Museo "Aurelio Espinosa Pólit".

Cabe anotar, por último, que el colosal humanistas de Quito cultivó también con notable acierto la creación poética, género al que aportó algunos títulos tan dignos de mención como Del mismo laúd (1914); Alma adentro (1938); Estaciones y cristofanías (1944); La fuente intermitente (1946). Y fue, asimismo, un excelente biógrafo, como dejó patente en sus libros titulados Olmedo en la historia y en las letras. Siete estudios (Quito, 1955) y Santa Mariana de Jesús, hija de la Compañía de Jesús (Quito, 1956).

Transcurridos más de cuarenta años desde la fecha de su desaparición, las composiciones poéticas del padre Aureliano Espinosa fueron recogidas y publicadas en el volumen titulado Poesía completa (Quito: Comisión Permanente de Conmemoraciones Cívicas, 1996), con recopilación a cargo de Jorge Salvador Lara y prólogo de Gabriel Ceballos García.

A propósito de la figura, la obra crítica y literaria y el impresionante legado intelectual del erudito quiteño, el destacado poeta, narrador, ensayista y crítico literario ecuatoriano Alejandro Carrión ha emitido un ponderado juicio que bien puede servir como compendio y resumen de esta reseña bio-bibliográfica: "El padre Espinosa, además de erudito y crítico, de traductor y maestro, de latinista y helenista, de historiador de la Literatura ecuatoriana, es un notable poeta, que llega desde el humilde murmullo a la nota mística más encumbrada, con una admirable sencillez de técnica. No sufrió nunca inquietudes por sus afanes, a veces sanos y superficiales, de la forma o el alarde metafórico. Cultivó la poesía ceñido a las doctrinas clásicas; sus versos son como los que pueden leerse en los grandes poetas castellanos, pero la emoción lírica es propia del poeta y de alta calidad"

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.