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LiteraturaBiografía

Escobar, Eduardo (1943-VVVV).

Poeta colombiano, nacido en Envigado (en el departamento de Antioquia) el 20 de diciembre de 1943. Es una de las figuras más representativas del nadaísmo, un movimiento poético que, encabezado por el también antioqueño Gonzalo Arango Arias, recurrió a la provocación y la transgresión para protestar airadamente contra la cultura oficial y las instancias académicas e intelectuales controladas por el Poder.

Nacido en el seno de una familia en la que eran frecuente las vocaciones religiosas, el joven Eduardo Escobar tomó, en un principio, el ejemplo de los suyos y decidió seguir la carrera eclesiástica, por lo que ingresó en el Seminario de Misiones de Yarumal (Antioquia). Allí, además de ir superando varias etapas en su camino hacia el sacerdocio, decidió cursar estudios superiores de Teología, por lo que pronto adquirió una densa y fructífera formación humanística que habría de enriquecer notablemente su futura obra literaria.

Este temprano interés por las Letras fue lo que acabó apartando al joven Escobar de la vida religiosa antes de que hubiese llegado a ordenarse sacerdote. Fue, en efecto, su inmensa curiosidad literaria el acicate que le empujó a interesarse vivamente por las propuestas de los nadaístas, quienes pronto le consideraron un miembro más de ese colectivo bullicioso y radical que habían formado. Así, tras la publicación de su primer poemario, que salió de los tórculos con el sugerente título de Invención de la uva (Medellín, 1966), Escobar se olvidó por completo de su antigua vocación sacerdotal y se consagró a la creación poética, actividad que compaginó con otras formas de ganarse la vida (entre ellas, las de publicista y cultivador de hortalizas).

Ocho años antes de la aparición de esta opera prima de Escobar había visto la luz el manifiesto constitucional del nadaísmo, publicado en Medellín por un grupo de jóvenes que, vivamente influidos por el francés Juan Paul Sartre y su obra La nausée (La náusea, 1938), decidieron renovar por completo la literatura colombiana de la segunda mitad del siglo XX por medio de la introducción de formas e ideas típicamente vanguardistas. Pero, más que el contenido de dicho manifiesto y las primeras obras difundidas por sus firmantes, lo cierto es que lo que más conmocionó al academicismo, la universidad y el resto de los sectores de la cultura oficial fue la actitud de estos jóvenes, que, con el susodicho Gonzalo Arango a la cabeza, protagonizaron auténticos episodios escandalosos, desde quemas simbólicas hasta sacrilegios en plena catedral de Medellín (el propio Arango fue "quemado" simbólicamente por sus compañeros de aventura literaria en dos ocasiones).

De este modo, la violencia, el escándalo, lo escabroso, el humor, el sarcasmo, la frescura y la causticidad se convirtieron de inmediato en rasgos distintivos de los nadaístas, que también impusieron una radical renovación del lenguaje literario, con la introducción en sus poemas, cuentos y piezas teatrales de vocablos, imágenes y tópicos tomados de la música contemporánea (especialmente, del rock and roll norteamericano), de los medios de comunicación (sobre todo, la radio y la televisión) y, en definitiva, del universo del discurso de la sociedad de consumo actual. Se apartaron, además, en lo que a temas y argumentos se refiere, del tradicional apego de la literatura colombiana a la problemática rural, para centrar sus obras en bares, parques, barrios y vías de circulación de las grandes urbes; y mostraron de forma explícita el hastío e, incluso, el asco que les provocaba la clase política dirigente, a la que seguía reverenciando la cultura oficial (que, representada por la Academia de la Lengua, llegó a afirmar que estos jóvenes autores tomaban su lenguaje literario de las alcantarillas).

Además de Gonzalo Arango Arias y Eduardo Escobar, entre los nadaístas figuraron otros autores tan destacados como José Mario Arbeláez Ramos-más conocido por su pseudónimo de Jotamario-, Elmo Valencia, Jaime Jaramillo Escobar -o X-504, según su provocador apodo literario-, Amílkar U., Humberto Navarro, Darío Lemos, Jaime Espinel, Diego León Giraldo, Elkin Restrepo, Armando Romero, Dukardo Hinestroza, Pablus Gallinazo, Alvaro Medina, Malgrem R. William Agudelo, Alberto Sierra, Jan Arb, Álvaro Barrios y los hermanos Jorge Orlando y Moisés Melo.

Dentro de este amplio y heterogéneo repertorio de autores, Eduardo Escobar se presenta, tal vez, como el menos agresivo de todos ellos, al menos en lo que se refiere al empleo de un lenguaje cáustico, abrupto y corrosivo. Otros de los rasgos que, en cierto modo, le individualizan respecto a sus compañeros de grupo literario es su menor apego a la ciudad, pues en su producción poética también hay lugar para otros espacios habitados por el hombre. Los versos de Eduardo Escobar se presentan, así, como los más revestidos de lirismo reflexivo dentro de la corriente nadaísta, lo que no implica que, desde su primer poemario, el autor de Envigado haga gala de una explícita rebeldía y un tono de burla que reflejan, a partes iguales, su desprecio hacia los poderosos y su conmiseración hacia los más desfavorecidos.

Poco a poco, sin perder un ápice de ese humor y esa rebeldía que rebosan sus primeros poemas, el discurso poético de Escobar se va transformando en la voz elocuente de un hondo pensador obsesionado por temas tan profundos como el silencio de Dios sobre los trágicos sucesos de la tierra, la amenaza nuclear, la búsqueda de la verdad y, en suma, otros aspectos universales en la historia de la poesía y el pensamiento: la vida, la muerte, el dolor, la felicidad, el cosmos, etc. Todo ello queda patente en la rica, variada y sugerente producción impresa del poeta de Envigado -una de las más extensas de su generación-, en la que, además de esa opera prima citada ya en parágrafos superiores, figuran otros títulos tan notables como Monólogos de Noé (Medellín: Ed. Gamma, 1967), Del embrión a la embriaguez (Medellín: Ed. Antorcha, 1969), Cuac (Medellín: Ed. Gamma, s.d.), Buenos días noche (Historias de ciegos) (Medellín: Ed. Gamma, 1973), Confesión mínima (Bogotá: Ed. Tercer Mundo, 1975), Cantar sin motivo (Bogotá: Ed. Cromos, 1977), Antología poética (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1978), Escribano del agua (Medellín: Universidad de Antioquia, 1986) y, entre otros, Cucarachas en la cabeza (Bogotá, 1992).

Además, Eduardo Escobar es autor de algunas obras fundamentales para el estudio del nadaísmo y quienes lo conformaron, como las tituladas Gonzalo Arango, correspondencia violada (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1980), Gonzalo Arango (Bogotá: Procultura, 1989) y Manifiestos nadaístas (Bogotá: Arango Ed., 1992)

Bibliografía

  • ARANGO, Gonzalo. Manifiesto nadaísta (Medellín: Tipografía Amistad, 1958).

  • COBO BORDA, Juan Gustavo. "El nadaísmo", en Manual de literatura colombiana (Bogotá: Procultura-Planeta, 1988), págs. 195-235.

  • ROMERO, Armando. El nadaísmo colombiano, o la búsqueda de la vanguardia perdida (Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, 1988).

  • VVAA. De la nada al nadaísmo [antología] (Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, 1966).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.