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HistoriaPolíticaBiografía

Enrique II, emperador del Sacro Imperio (973-1024).

Emperador de Alemania, nacido en Baviera el 6 de mayo de 973 y fallecido en Grona el 13 de julio de 1024. Fue conocido como Enrique el Santo o Enrique el Cojo.

Síntesis biográfica

Perteneciente a la dinastía de Sajonia, fue hijo del duque Enrique II de Baviera el Pendenciero. De niño fue desterrado con su familia y regresó a Baviera en 985. Fue educado por el obispo Abraham de Freising y se decidió para él la carrera eclesiástica, completando su educación en Hildesheim con el obispo Wolfgang de Ratisbona. Viajó dos veces a Italia con el emperador Otón III y heredó Baviera en 995. Venciendo la oposición de otros candidatos, fue nombrado Emperador en 1002 y durante los años siguientes consolidó su posición en Alemania. A lo largo de su reinado se enfrentó constantemente contra el duque de Polonia, al que venció en varias ocasiones pero nunca llegó a someter. En 1004 se ciñó en Pavía la Corona de Hierro de los Lombardos, aunque su autoridad en Italia fue aún precaria durante una década. Enrique estableció la nueva sede episcopal de Bambega (1 de noviembre de 1007), producto de su celo por mantener la supremacía sobre la Iglesia de Alemania. Entre 1008 y 1014 mantuvo guerras contra sus cuñados y, simultáneamente, contra Boleslao de Polonia. Fue coronado Emperador en Roma en febrero de 1014 y antes de abandonar Italia tomó medidas administrativas para consolidar su poder sobre Lombardía. Fracasó en su intento de conquistar Polonia en 1015 pero tres años después la presión de los rusos sobre Polonia obligó al duque Boleslao a firmar la paz con el emperador. También en 1018 consiguió Enrique la sumisión de Lorena y asumió la soberanía sobre Borgoña. Entre 1020 y 1022 Enrique II participó en la expedición pontificia contra los bizantinos del sur de Italia. En 1024 el emperador enfermó y murió. Fue enterrado en la catedral de Bamberga y canonizado por el papa Eugenio III; más tarde su esposa también fue canonizada (1200). Le sucedió Conrado II.

Duque de Baviera y Emperador de Alemania

Sucedió a su padre en el ducado de Baviera a su muerte en 995, aunque tuvo que entregar los territorios de Verona y Carintia a su primo Otón. Enrique de Baviera se negó a tomar parte en una conspiración contra el emperador mientras éste se encontraba ausente. A la muerte de Otón III en 1002 se desató una lucha por la sucesión en la que hubo varios candidatos. No hubo rivalidad entre Otón de Carintia y Enrique, que eran primos y el primero reconoció los derechos del segundo, a pesar de lo cual la elección todavía era un paso necesario. Enrique, apoyado por la Iglesia, se apoderó de las insignias reales e imperiales y trató de ganar la confianza de los electores, pero la aparición de Eckardo de Misnia y de Hermán de Suabia como candidatos al trono complicó la coronación. Eckardo fue asesinado en abril de 1002 y Enrique contó entonces con el apoyo de los magnates de Baviera, Sajonia y Franconia oriental, mientras que Hermán sólo era promovido por los de la Franconia occidental y Suabia. El arzobispo de Maguncia ratificó la elección de Enrique mediante la ceremonia de coronación y la unción regia el 7 de junio.

En un principio Hermán de Suabia no aceptó la elección y Enrique atacó sus tierras para someterle, pero el duque reaccionó y devastó la ciudad de Estrasburgo, que le pertenecía, y cuyo obispo se había declarado partidario de Enrique II. Mientras, el emperador recorrió el reino y recibió el homenaje de los principales magnates: a principios de julio recibió en Turingia el reconocimiento de Enrique de Weimar y de los principales nobles y abolió el antiguo impuesto por el que los habitantes de Turingia debían entregar cerdos a la Corona; a finales de mes, en Sajonia, se celebró una asamblea de condes y obispos sajones, a la que acudió el duque Bernardo de Sajonia, que sólo prestó homenaje a Enrique después de asegurarse de que las leyes de los sajones serían respetadas. Enrique prosiguió su viaje hacia la baja Lorena y el 10 de agosto hizo coronar reina a su esposa Kunigunda (o Conegunda) en Paderborn, produciéndose altercados entre los habitantes sajones de la ciudad y los acompañantes bávaros del rey. Enrique recibió la adhesión del arzobispo Heriberto de Colonia y fue jurado rey en Aix el 8 de septiembre. Sólo quedaba por someter Suabia y el emperador ofreció el perdón a su duque, Hermán, a cambio de que le hiciera el juramento de fidelidad y pagase los daños causados a Estrasburgo.

Guerras en Italia y Polonia

Aunque en un principio la investidura de Enrique había sido aceptada por Boleslao II de Polonia, pronto trató el duque de Polonia de ampliar su independencia conquistando la marca del Este y la marca de Misnia. Enrique reaccionó e invistió a Eckhardo, familiar de Boleslao, como señor de Misnia. Este hecho y un intento de asesinato sobre el duque de Polonia, instigado según parece por Enrique II, llevaron al polaco a la abierta rebelión contra el emperador: se proclamó duque de Bohemia y ganó la alianza de Enrique de Schweinfur, margrave de Nordgan, del conde Ernesto de Austria y del propio hermano del emperador, Bruno. Enrique trató de aplastar la revuelta y durante el otoño de 1003 mantuvo una guerra contra los rebeldes en el distrito de Nordgan, que culminó con la victoria de las tropas del emperador en Creussen. Esta victoria posibilitó a Enrique ocuparse de sus problemas en Italia.

El emperador movilizó tropas sajonas y bávaras para que impidiesen nuevas acciones del duque de Polonia y en marzo de 1004 se puso en cabeza de una expedición para someter la rebelión del marqués de Ivrea, Arduíno, que había sido coronado Rey de los Lombardos. Arduíno aseguró los pasos de las montañas, mientras él mismo tomaba posiciones cerca de Verona, donde ya había vencido a los imperiales. Pero la defección de muchos de sus partidarios forzó a huir al marqués y Enrique entró en Verona y desde allí se dirigió a Pavía, recogiendo por el camino el homenaje de los magnates de Brescia y Bérgamo. Fue elegido Rey de los Lombardos en Pavía el 14 de mayo y un día después se ciñó en el templo de San Miguel la Corona de Hierro de los Lombardos. A principios de junio tomó el camino de regreso a Alemania.

A mediados de agosto el emperador movilizó las tropas sajonas y bávaras que había dejado para neutralizar al duque de Polonia y las lanzó contra Praga para arrebatar a Boleslao II el dominio de Bohemia. Enrique sentó en el trono ducal de Bohemia a su protegido Jaromir, familiar de Boleslao, que se había exiliado cuando éste se hizo con el poder. La recuperación de Bohemia cerró el periodo de afianzamiento de su reinado, pero en adelante tuvo que hacer frente a peligros exteriores, en especial el encarnado en el duque de Polonia, con quien el emperador firmó un tratado de paz (1005), que proporcionó a Enrique poco más que el reconocimiento de su autoridad y la renuncia de Boleslao a sus aspiraciones sobre Bohemia.

Durante el periodo de paz que siguió, Enrique hubo de ocuparse de neutralizar los ataques de los piratas normandos sobre las costas occidentales del reino. Dejó este asunto en manos de los condes locales, mientras él preparó la reconquista de la ciudad de Valenciennes, de la que se había apoderado poco antes el conde Balduíno de Flandes. Enrique firmó en junio de 1006 una alianza con el rey de Francia, Roberto, que fructificó en una campaña para recuperar la ciudad tres meses después; pero los aliados fueron derrotados. Enrique usó entonces su ascendiente sobre Roberto de Francia para prestar ayuda a su pariente, el rey Rodolfo III de Borgoña, cuya autoridad era disputada por los nobles. No se conoce el alcance que tuvo esta actuación del emperador, aunque se sabe que tomó la ciudad de Basilea y fue reconocido heredero de Rodolfo III.

Pacificación de Alemania

En 1008 Enrique II comenzó una guerra civil contra la familia de su esposa, algunos de cuyos miembros buscaban más altas cotas de poder sobre las iglesias, algo que chocaba de frente con la política eclesiástica del emperador. El hermano mayor de la reina, Enrique de Luxemburgo, había sido nombrado duque de Baviera; su hermano más joven, Dietrich, había intentado ser designado obispo de Metz en oposición al candidato propuesto por Enrique; un tercer hermano, Adalberón, consiguió el arzobispado de Treves tras la muerte de su titular, Liudolfo, en 1008. La guerra estalló cuando Enrique rehusó la designación de Adalberón y propuso su propio candidato, que fue aceptado por el papa y a continuación expulsado de su sede. La familia ducal de Luxemburgo llevó la revuelta a Baviera cuando el emperador depuso al hermano de la reina y asumió el ducado personalmente. La guerra se extendió por la Lorena hasta 1012.

Y mientras Enrique luchaba contra sus cuñados, Boleslao el Bravo seguía en rebeldía. En agosto de 1010 el emperador puso a disposición de Jaromir un ejército compuesto por sajones y bohemios para someter al duque. La campaña fue un desastre que hizo ver a Enrique que la sustitución de Jaromir por Udalrico como duque de Bohemia facilitaría la paz con el polaco. Efectivamente, Boleslao hizo homenaje al emperador en Merseburg en 1012, llevando la espada en la procesión delante de su señor y así recibió el Lausitz como feudo; prometió ayudar a Enrique en Italia y a cambio recibió la promesa de un contingente para reforzar su defensa contra los rusos. Enrique había ganado la paz, pero Boleslao ganó el control sobre el Lausitz, por el que tanto había luchado.

La política interna desarrollada por Enrique II y sus amplias concesiones al feudalismo le habían posibilitado cierto control sobre sus vasallos alemanes, pero en Italia sólo podía contar con el apoyo de la mayoría de los obispos y de unos pocos magnates. Necesitaba hacer firme su situación y esperaba una ocasión para que su intervención en Italia fuese ventajosa. En 1013 Roma estaba dividida entre los partidarios del patricio Juan Crescencio y los de los condes de Túsculo, que el año anterior habían designado un papa cada uno, de los cuales prevaleció Juan de Túsculo, que subió al solio pontificio como Benedicto VIII. El emperador y Benedicto se juraron mutua fidelidad y en 1013 Enrique y su esposa tomaron el camino de Roma para la coronación imperial de Enrique. En Navidad, en Pavía, Arduíno ofreció al emperador la corona de los Lombardos a cambio de la posesión de la marca de Ivrea, pero éste rechazó su oferta, al tiempo que muchos antiguos partidarios de Arduíno le ofrecían su sumisión. Enrique siguió hacia Roma, donde él y su esposa fueron coronados Emperador y Emperatriz el 14 de febrero. Pocos días después se produjo una revuelta en Roma y Enrique abandonó la ciudad, dirigiéndose a Toscana, donde pasó dos meses asegurando la fidelidad de la provincia, vital en la ruta entre Roma y Lombardía. En primavera estaba en Pavía y allí, si bien no había conatos abiertos de rebelión, la autoridad imperial era aún precaria. Enrique tomó medidas administrativas para el control de Lombardía, dotando de plenos poderes judiciales a dos missi permanente. No consiguió la entera sumisión de la Lombardía hasta después de la muerte de Arduíno, un año después. Sus principales partidarios, el marqués Manfredo de Turín y su hermano, el obispo Alarico de Asti, solicitaron el favor imperial; Enrique instituyó al clérigo bávaro Peregrino como canciller para Italia y su gestión consiguió pacificar definitivamente la Lombardía en sólo dos años.

Durante la estancia de Enrique en Italia, Boleslao de Polonia, no sólo no había enviado las tropas prometidas, sino que había intentado arrebatar a Udalrico el control de Bohemia. El emperador preparó una minuciosa campaña y armó tres cuerpos de ejército para conquistar Polonia (1015), de los cuales los del Norte y el Sur fueron rechazados; el del Centro, dirigido en persona por el emperador, fue puesto en desbandada después de cruzar el Oder y la retaguardia fue destrozada junto al Bober. El emperador pasó el año 1016 ocupado en Borgoña, mientras Polonia sufría los ataques de Vladimir el Grande de Rusia. A comienzos del año siguiente Boleslao se avino a pactar con Enrique, pero los pocos esfuerzos del polaco por negociar llevaron al emperador a lanzar una nueva campaña contra Polonia en agosto de 1017, que un mes después regresaba derrotada a Alemania. Sin embargo en enero de 1018 la presión rusa obligó a Boleslao a pedir la paz. Los acuerdos, firmados en Bautzen, no implicaban vasallaje por parte de Boleslao, pero permitieron al emperador conservar Baviera como un feudo y trajeron la paz que tanto necesitaba.

En el interior había desórdenes en casi todas las regiones: En la alta Lorena y Luxemburgo las reclamaciones de sus cuñados no cesaron hasta noviembre de 1017, en que Enrique de Luxemburgo recibió el ducado de Baviera; en la baja Lorena el duque Godofredo había vistos disputados sus derechos por los condes Lamberto de Lovaina (muerto en 1015) y Gerardo de Alsacia. Estos enfrentamientos trajeron alteraciones de la paz, que sólo terminaron tras la concordia y sumisión al emperador firmadas en la asamblea de Nimega de marzo de 1018; en Sajonia los principales problemas eran los derivados de los enfrentamientos entre los nobles y los obispos; en Borgoña, ya desde 1006, durante el reinado del débil Rodolfo III, se habían producido desórdenes que Enrique II había tratado de controlar. Hacia 1016 había un candidato al trono, el conde Otto-William, señor de las heredades que más tarde se conocerían como Franco Condado, que rechazó una expedición imperial. Enrique tuvo que alternar sus guerras contra Polonia y las operaciones para mantener a Rodolfo III en el trono y la paz de Bautzen le dejó las manos libres para ocuparse en pleno de Borgoña. En febrero de 1018 relevó a Rodolfo III de la soberanía sobre Borgoña, que ejerció él mismo, pero los nobles locales se negaron a aceptar su poder y cualquier derecho sucesorio en el futuro.

En abril de 1020 el papa Benedicto VIII viajó a Alemania, confirmó en Fulda la fundación de la sede de Bamberga y consagró su catedral, que colocó bajo una especial protección papal. Pero el principal motivo de la visita del pontífice era pedir ayuda al emperador contra los bizantinos en el sur de Italia. De esta manera volvió a involucrarse Enrique en los asuntos de Italia. Pasó el resto del año ocupado en pequeñas campañas, incluida una contra Balduíno de Flandes. En junio de 1021 se decidió en una dieta en Nimega la participación del emperador en el ducado de Benevento y en diciembre Enrique se unió a las tropas papales, engrosadas por contingentes normandos. Se dividió el ejército en tres cuerpos, uno de ellos mandado por Peregrino de Colonia, que logró conquistar Capua. Salerno también fue conquistada y el cuerpo de ejército mandado por el emperador tomó Troya. Pero los alemanes debieron retirarse en otoño de 1022 porque la peste causó estragos entre sus filas.

En 1023 Enrique solicitó la participación del rey Roberto de Francia para que colaborase con él en la reforma de la Iglesia. Ambos monarcas se encontraron el 11 de agosto en Ivois y acordaron celebrar una asamblea en Pavía en la que participasen obispos italianos y alemanes. El sínodo no llegó a producirse debido a la muerte de Enrique.

Política eclesiástica

En su política de conciliación, Enrique II comprendió la importancia del orden eclesiástico para alcanzar los fines políticos. La reforma que el emperador emprendió sobre el clero alemán se vio favorecida por el renacimiento monástico, que desde Cluny se extendió por la Lorena. En todo caso Enrique prosiguió la política iniciada por Otón I, apoyándose en las iglesias, obispados y abadías del reino. Participó todo lo que pudo en la designación de los prelados y utilizó a los obispos y abades como oficiales imperiales, a los que exigió obediencia incondicional. Reforzó el poder de obispados y abadías mediante donaciones y entrega de regalías y dedicó especial atención a la administración de las sedes y a la reforma de los conventos. Inspirado en la reforma cluniacense favoreció el restablecimiento de la vida monacal, que desde mediados de siglo se extendía radialmente desde el convento de Gorze, junto a Metz. La creación de la sede episcopal de Bamberga no sólo trajo sobre su región una simple alfabetización, sino que se convirtió en un foco de cultura, con una importantísima biblioteca y cuyos escolares difundieron la cultura por toda Alemania.

Bibliografía

  • DIEGO HERNANDO, M. El Imperio en la Europa medieval. Madrid, 1996.

  • HALLER, J. y DANNENBAUER, H. De los Carolingios a los Staufen. Época antigua de los Emperadores alemanes (900-1250). México D. F, 1974.

  • THOMPSON, J.W. Feudal Germany. Chicago, 1928.

JMMT

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero