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MúsicaBiografía

Dowland, John (1563-1626).

Compositor y laudista inglés, nacido en el año 1563 y muerto en 1626.

El lugar de nacimiento de John Dowland no se conoce con certeza aunque pudo ser Londres, sin embargo, algunos estudiosos de su biografía afirman que procedía de Irlanda y, más concretamente, de la ciudad de Dublín. Tampoco se conocen muchos datos acerca de su formación musical, pero sí se sabe que antes de cumplir los veinte años se encontraba al servicio de Sir Henry Cobham. De la casa de este noble pasó a prestar sus servicios a la de Sir Edward Stafford, en París. Alrededor del año 1584 debió de retornar a Londres para contraer allí matrimonio. Ya en 1588 fue admitido en el Christ Church College de la Universidad de Oxford. Tras algunos años completando allí su formación como músico, ya en 1592 debió de tocar ante la reina Isabel I de Inglaterra, en el castillo de Sudely. Sin embargo, el sueño que Dowland realmente ansiaba era el de entrar a prestar sus servicios como músico al servicio de la Reina, dentro de la capilla musical asociada a la Corona británica, si bien en un primer momento tuvo que conformarse con sustituir por un tiempo a John Johnson, uno de los componentes de la compañía de músicos reales, The Queen´s Musicke, sustitución que tuvo lugar a lo largo del año 1594. A lo largo de los años que siguieron, John Dowland continuó prestando sus servicios en las casas de diversos nobles, tanto en Inglaterra como en Alemania, donde su patrón fue el Duque de Brunswick. En el año 1595, Dowland decidió emprender un viaje rumbo a Italia, guiado por el deseo de estudiar con el músico italiano Luca Marenzio, pero no llegó siquiera a completar el camino hasta Roma, la ciudad donde vivía el compositor italiano, sino que decidió retornar a Nuremberg. En el año 1598 consiguió un puesto como laudista en la Corte del rey Christian IV de Dinamarca, pero, a pesar del prestigio y del generoso salario que este puesto llevaba aparejado, el melancólico carácter de John Dowland nunca dejaría de lamentarse por no haber logrado entrar al servicio de la Reina Isabel de Inglaterra. Al fin, en el año 1612, conseguiría el tan ansiado puesto de laudista de la Corte Inglesa. Una vez conseguido este nombramiento que el músico tanto había deseado, John Dowland fijó por fin su residencia en Londres, después de tantos años residiendo en diferentes Cortes de toda Europa. Su temperamento, melancólico por naturaleza, desarrollaría desde entonces toda su tendencia a la introspección como parecen indicar las noticias que tenemos sobre su vida durante los años pasados en Londres, así como por lo que puede adivinarse por las obras que compuso desde entonces. Dowland parece incluso haber encaminado esta tendencia a la melancolía y la introspección por el camino de la devoción religiosa. Parece ser que el compositor había adoptado la religión católica durante su visita a París en el año 1580 e incluso ha llegado a afirmarse que fue precisamente su profesión de la fe católica lo que impidió que el compositor fuera admitido como músico real en el año 1594. Sin embargo, la Corte protestante isabelina ya había hecho gala de una gran tolerancia en lo que se refería a las creencias religiosas del también católico William Byrd, el polifonista más prestigioso de su época, así que no parece probable que las creencias personales de John Dowland interfirieran de ninguna manera considerable su carrera como músico. Entre sus composiciones religiosas destacan las canciones espirituales contenidas en la colección titulada Teares or Lamentations of a Sorrowfull Soule (Lágrimas y quejas de un alma llena de pena), entre las que destaca la titulada A heart thats broken and contrite (Un corazón roto y contrito), así como también la titulada If that a sinners sighes (Si un pecador suspira así), recogida en la colección titulada A Pilgrimes Solace (El reposo del peregrino), que el compositor publicó en el año 1612.

John Dowland fue reconocido en su época como un gran virtuoso del laúd. Algunas noticias indican que fue además un cantante inspirado, lo que debió de convertirlo en un completo y magnífico intérprete tanto de sus propias obras como de las ajenas. Pero sin duda alguna, lo que ha hecho que Dowland pase a la posteridad es su sensibilidad e inteligencia como compositor. Sus obras para laúd son una muestra de estas cualidades. Muy pocas de sus composiciones escritas para este instrumento fueron publicadas durante la vida de John Dowland, pero, afortunadamente, sí se conservaron de forma manuscrita y pudieron ser llevadas a la imprenta en épocas posteriores, lo que contribuyó a divulgar el extraordinario talento del compositor. Sin embargo, es probable que la calidad de sus composiciones, que hoy en día resulta evidente, quedara ensombrecida durante su vida por su gran habilidad como laudista y como cantante. Pero si sus obras para laúd resultan innovadoras e inspiradas, aún se distingue más John Dowland como compositor de canciones. Es dentro de este género donde el músico desarrolla todo su talento y donde deja depositada toda su sensibilidad. Lo cierto es que sus composiciones para laúd sólo pueden gozar hoy en día del aprecio de un público minoritario, debido en buena medida a la decadencia experimentada por este instrumento desde el siglo XVII. Por el contrario, sus canciones siguen sin mostrar los signos del paso del tiempo, tanto en lo que se refiere a la música como a los textos utilizados por el compositor. La sensibilidad que recogen estas canciones resulta no ya moderna, sino intemporal.

De los cuatro volúmenes en que se encuentran recogidas estas canciones, los tres primeros llevan el título de Libros de Canciones y Arias, mientras que para el cuarto el autor escogió el más descriptivo título de El reposo del peregrino (A Pilgrimes Solace). Cada uno de estos libros contiene veintiuna canciones, que, junto con las otras tres publicadas por el hijo del compositor en 1614, dentro de la colección A Musical Banquet, hacen un total de ochenta y siete. Las arias (ayres) que contienen estos libros se caracterizan por estar organizadas y presentadas de manera polifónica, a cuatro partes con texto. Estas cuatro partes pueden ser interpretadas por las voces de cuatro cantantes, como si se tratara de madrigales. Sin embargo, estas pequeñas composiciones se distinguen de la polifonía clásica renacentista en el hecho de que la voz más aguda, la de la línea del cantus, presenta una importancia melódica mayor que las líneas del alto, tenor, y bajo, cuya función parece ser la de acompañar a esta voz principal, si bien es cierto que hay casos, como el de la canción titulada Can she excuse my wrongs? (¿Puede ella perdonar mis errores?), en los que la voz del cantus cede el protagonismo a las otras voces y se limita a mantener una sola nota a lo largo de varios compases. Como alternativa para la interpretación a varias voces de cantantes, estas obras pueden también interpretarse a una sola voz solista, la que corresponde a la línea del cantus, mientras que las otras tres líneas pueden ser adaptadas para la interpretación con laúd. La línea del bajo (bassus) podría doblarse utilizando un instrumento como el bajo de viola, si bien no resulta necesario, pues esta línea ya se encontraría interpretada por el laúd. El primer libro de canciones de Dowland, publicado en el año 1597, fue también la publicación más temprana en la que encontramos recogidas estas nuevas ideas sobre la interpretación de canciones polifónicas. De hecho, ésta es solamente otra de las contribuciones de Dowland a la forma musical de la canción. Es cierto que ya otros compositores anteriores a John Dowland habían compuesto canciones destinadas a la interpretación por parte de un solista acompañado por un instrumento de cuerda, no sólo en Inglaterra, como hizo William Byrd, sino también en otros países, como muestra el ejemplo de Luys de Milán. Sin embargo, Dowland fue el primero en especializarse en la composición de esta clase de canciones y en dotarlas de una calidad y de una personalidad que las pondría a la altura de otras formas musicales más extensas y, al menos en principio, también más serias. Ya desde las canciones recogidas en su primer libro, encontramos una gran riqueza de materiales melódicos y poéticos, así como una habilidad especial por parte del compositor para hacer compatibles las palabras y la música, así como una particular libertad y variedad en el tratamiento rítmico. Algunas de las melodías proceden de canciones tradicionales que, incluso hoy en día, resultan fácilmente identificables. En las canciones contenidas dentro del segundo libro de John Dowland se aprecia una evidente evolución, especialmente en el acompañamiento de laúd. En los libros tercero y cuarto encontramos, tanto ejemplos de canciones cuya belleza e inspiración reside prácticamente sólo en la belleza de la melodía, como otras en las que Dowland continúa desarrollando la riqueza en los acompañamientos de laúd que caracterizaron las canciones de su segundo libro.

Además de sus méritos como compositor, Dowland resulta ser un magnífico representante de la estética y del temperamento artístico de la Inglaterra isabelina. Por las noticias que hoy poseemos acerca de su vida, así como por lo que puede deducirse de la sensibilidad característica de sus canciones y de sus obras para laúd, podemos adivinar en el compositor un carácter melancólico, casi pre-romántico, así como una personalidad particularmente sensible a las críticas y propensa a caer en los estados de desolación. Sin embargo, también parece haber en su personalidad una faceta ambiciosa, así como una combinación de introversión e inocencia propia de ciertos espíritus idealistas e inteligentes, aunque emocionalmente inmaduros. Lo cierto es que Dowland se lamentó constantemente durante su vida a propósito de la falta de reconocimiento por parte de sus contemporáneos, pero el tiempo parece haber corregido esta falta de consideración y ha terminado colocando a John Dowland entre los más importantes compositores ingleses de todos los tiempos.

Bibliografía

  • POULTON, DIANA: John Dowland (Londres, 1972).

  • SPINK, IAN: English Song: Dowland to Purcell (Londres, 1974).

  • Grove´s Dictionary of Music and Musicians.

Autor

  • Lucía Díaz Marroquín.