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PinturaBiografía

Domínguez Bastida, Valeriano, "Bécquer" (1834-1870).

Pintor español, más conocido por el nombre de Valeriano Bécquer. Nació en Sevilla y murió en Madrid, hermano del poeta Gustavo Adolfo Bécquer, firmó su obra con los apellidos de su abuelo paterno, que eran los que había utilizado también su padre (Dominguez Insausti en realidad) como nombre artístico, aunque ha concluído por ser conocido, al igual que su hermano, como Valeriano Bécquer. Dio sus primeros pasos en la pintura de la mano de su tío Joaquín, que tenía estudio de pintura en Sevilla. Del taller del tío aprende, junto con las técnicas básicas, el estilo costumbrista andaluz que le ayudará a sustentarse en años difíciles a través de la venta de cuadros pequeños de este género, que tenían salida fácil entre el público. Con todo, pronto dará muestras de un estilo propio que desarrollará en la medida en que sus precarias condiciones de vida lo permitan.

Hacia 1589, conoce a Winifred Coghan, de familia irlandesa radicada en el Puerto de Santa María. Pronto se convierten en amantes y en 1860 tienen la que será su primera hija: Julia. Al año siguiente, se casan, bien que el matrimonio fracasará y se separarán en 1862, tras el nacimiento de otro hijo: Alfredo. En este mismo año de 1862, Valeriano parte con sus dos hijos rumbo a Madrid, donde llevaba ya unos años Gustavo Adolfo instalado.
En unión de su hermano, recorre Aragón, Castilla, Navarra y el País Vasco. Durante el viaje, recoge numerosos apuntes que después transformará en cuadros. En 1864, acompaña a su hermano y a su cuñada Casta en su retiro en el monasterio de Veruela. Los dibujos de Valeriano completan la imagen que el poeta nos dejó de aquellas tierras. Respecto de la relación de Valeriano con la mujer de Gustavo Adolfo, varios biógrafos han atribuído a celos entre ambos parte de la mala situación que se produjo en el matrimonio de aquellos. Sin embargo, las contradicciones entre los biógrafos son tales y las mixtificaciones sobre la historia de Gustavo Adolfo y Casta tan frecuentes que poco es lo que, objetivamente, se puede afirmar a estas alturas. A la etapa de Veruela pertenecen los bocetos de cuadros como En busca del diablo, La pecadora o La vendimia.
En 1866 recibe una pensión del Ministerio de Fomento para viajar por España pintando tipos y costumbres populares que se consideraban en trance de extinción. Dichos cuadros, destinados al museo de pinturas instalado en el antiguo monasterio de la Trinidad, pertenecen en la actualidad a los fondos del Casón del Buen Retiro. Son El Presente, Interior de una casa de Aragón, El Baile o La Carreta de los pinares, El Leñador, La Hilandera, La fuente de la ermita, Tipo del Valle de Amblés y Vendedora de huevos. Era misión del pintor entregar dos cuadros al año, aunque en 1867 y 1868 entregó tres, tal vez para compensar el retraso con que se produjo la entrega el primer año. En 1868, el cambio de gobierno propiciado por la Gloriosa lo deja sin pensión. Sobrevive como puede vendiendo cuadros de género costumbrista hasta su muerte en 1870, sólo unos meses antes que su hermano Gustavo Adolfo. Las precarias condiciones de vida a las que se vio abocado le impidieron ocuparse en trabajos de más empeño que los que hemos conservado, bien que su capacidad artística lo hubiese merecido.
La pintura de Valeriano Bécquer se reliza al modo tradicional: reuniendo en el lienzo tipos y escenas copiados del natural a los que se somete a la elaboración necesaria para unificarlos dentro de la escena que se pretenda reflejar. En cuanto a inspiración, su obra se inicia dentro de la órbita de Murillo, tal y como era frecuente en los pintores sevillanos, que acudían a copiar sus obras al Museo de Pinturas de la capital hispalense. No obstante, y dentro de la búsqueda de un estilo propio, pronto tenderá Valeriano a tomar como modelo al también sevillano Velázquez, del que es palpable el influjo en cuadros como el Leñador Soriano o El conspirador carlista lector de "La Esperanza". En sus últimos años, el influjo de Goya es palpable en sus cuadros de tipos populares, influjo que se mezclará finalmente con el de Alenza, discípulo a su vez del de Fuendetodos, bien que con un deje mucho más amargo en su expresión.
A su etapa sevillana pertenecen obras como Feriante sevillano o los retratos de Gustavo Adolfo, de los qe sólo uno ha llegado hasta nosotros, el primero de ello, el menos conocido, se perdió durante la guerra civil y sólo nos ha llegado en una reproducción a color. El segundo de ellos es muestra suficiente del arte de Domínguez Bécquer como retratista. De su talento en este género son muestra también el Retrato del conde de Ibarra y, ya en su etapa madrileña, el Retrato de niña, en la actualidad en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid, el de Caballero de Rodas, el del marqués de Valmar o los de Antonio Díaz Cendrera y señora, sus últimas obras, y las más logradas, en esta faceta de su arte.
Realizó, asimismo, obras de decoración como las destinadas al palacio del marqués de la Remisa, en la que colaboró también Gustavo Adolfo, o al del marqués de Valmar, para, el que pintó una serie de alegorías teatrales basadas en obras de Calderón, Rivas, Alfieri o Shakespeare, del que dibujó una Ofelia que motivó la rima de Gustavo Adolfo "Como la brisa que la sangre orea". Publicó, asimismo, numerosas ilustraciones en periódicos, sobre todo El Museo Universal y La Ilustración de Madrid, que dirigía su hermano. A su muerte, la viuda vendió tres carpetas de apuntes de las que sólo una ha llegado hasta nosotros: la que custodia la biblioteca de la Columbia University de Nueva York. De entre los dichos dibujos, destacan Baile en una taberna, La bendición de la comida, La limosna, La misa de alba, Mercado de Bilbao o Las jugadoras.
Caso aparte son las láminas que forman la colección Los Borbones en pelota, publicadas en 1991, y realizadas, al parecer, en colaboración por los dos hermanos Bécquer, durante los últimos meses del año 1868 y 1869, bajo el seudónimo de SEM. En ellas se realiza un burla cruel y ácida de la corte de Isabel II, que anticipa los esperpentos que Valle-Inclán le dedicaría años más tarde, en la que la reina, el rey consorte y varios de los más conspicuos cortesanos (del amante regio Marfori y el confesor padre Claret a la monja de las llagas o el propio González Bravo, favorecedor de los hermanos Bécquer hasta la revolución de septiembre) aparecen celebrando todo tipo de orgías y encuentros sexuales, así como caracterizados como cómicos de feria que enseñan como fenómeno a la reina por su peso, o bien bajo la figura de diferentes animales. La importancia de estas láminas, casi tangencial en la obra del poeta, es algo mayor dentro de la del pintor, ya que nos lo muestra como hábil caricato y como cuidadoso pintor de interiores y ambientes, amén de mostrárnoslo al día en lo que al género pornográfico se refiere.

G. Fernández San Emeterio.

Bibliografía

  • GUERRERO LOVILLO, José; Valeriano Bécquer: romántico y andariego (1833-1870); Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla, 1994.

  • Gerardo Fernández San Emeterio.

Autor

  • G.F.S.E.