Doisneau, Robert (1912-1994).
Fotógrafo francés, nacido en Gentilly el 14 de abril de 1912 y muerto en París el 1 de abril de 1994. Está considerado mundialmente como uno de los más interesantes “fotógrafos callejeros”, y ello es debido a que supo retratar como nadie el espíritu entre doloroso y cómico, amable y melancólico del París de este siglo.
Se formó como litógrafo y estudió Artes Gráficas y Grabado en la École Estinenne de París entre 1926 y 1929. Se acercó a la fotografía en calidad de autodidacta a la edad de 17 años, registrando con su objetivo la vida de la ciudad de París. Encontró en la fotografía el mejor modo de fijar las experiencias que diariamente vivía al pasear por sus calles: mendigos, niños, gendarmes, jóvenes..., nada escapó al siempre atento registro de Doisneau.
Su salto a la fotografía profesional no se produjo hasta 1934, momento en el que la empresa Renault, en sus fábricas de Billancourt, le contrató como fotógrafo industrial y publicitario. Las imágenes realizadas poco tienen que ver con esa otra visión de la fotografía que iniciara en su juventud, de modo que, ese mismo año, se instaló por su cuenta como reportero de prensa.
La autonomía profesional le duró poco, el estallido de la guerra le sorprendió, lo que le obligó renunciar al sueño de independencia y, durante unos años, sirvió al ejército francés -hasta 1940- y a la resistencia -hasta el final del conflicto- donde trabajó como falsificador. Lo que la guerra no consiguió es que abandonara absolutamente su carrera fotográfica y, durante este breve paréntesis, Doisneau realizó algunos trabajos, fundamentalmente tarjetas postales. La publicación de sus fotografías a propósito de la liberación de París, tomadas en 1944, le dieron reconocimiento mundial, razón por la cual pasó a ser reportero de la agencia parisina de noticias Rapho.
En 1949 firmó contrato con Vogue, prestigiosa revista de moda en la que trabajó hasta 1952 como fotógrafo permanente y después como free lance. La moda aportó a Doisneau un universo distinto, glamouroso e inquietante, lleno de belleza pero antipático. En este sentido, los círculos de la alta sociedad no fueron atrapados por el artista del mismo modo que el universo modesto, pobre y austero de la calle, al que reflejó con un humor inusual.
La publicidad y la moda no fueron pues los ámbitos en los que el autor se movía con mayor agrado. Si Doisneau ocupa un lugar en la memoria fotográfica, se debe a las tomas callejeras, a esos instantes únicos, emotivos y cómicos con su carga de tristeza y melancolía de las zonas más pobres y las clases sociales menos acomodadas del viejo París.
La vida francesa podría repasarse a partir de la inconografía de Doisneau. Desde La novia en casa de Gégène, una obra de 1948 donde la joven muchacha disfruta como una colegiala ataviada de largo traje blanco en el extremo de un balancín en una toma llena de encanto, frescura y alegría, al Vagabundo del café de Halles, donde en un plano medio y, recostado sobre una mesa, la expresión de dureza del personaje introduce al espectador en un ambiente parisino que no es, precisamente, el del "sueño" francés.
Sin duda, la obra más famosa de Robert Doisneau es El beso ante el ayuntamiento. La instantaneidad, la frescura, la dulzura y la ternura se dan cita en una imagen reproducida a miles por todo el mundo y que ha quedado para la memoria colectiva como símbolo de amor joven y desbordante, en la ciudad del romanticismo. Con motivo de una intensa polémica para saber si la foto fue improvisada, Doisneau tuvo que revelar el secreto guardado hasta entonces, y reconocer que los personajes fueron dos estudiantes de Arte Dramático a los que el fotógrafo convenció para que posaran para él en 1950.
En 1956, recibió el premio Niépce de fotografía y en 1983 el Gran Premio Nacional de Foto. Un año después, obtuvo el nombramiento de Caballero de la Legión de Honor. Como fotógrafo de la calle y de los ambientes marginales, está a la altura de un Brassai con el que expuso en el Museo de Arte Moderno en 1951 o, de un Cartier-Bresson aunque, el "momento decisivo" de Doisneau resulte más simpático, agradable y comprensivo. Su gran sentido del humor se esconde tras esos rostros menos acomodados que miran al espectador en busca de una sana complicidad.
En abril de 2005 El beso alcanzó los 155.000 € en una subasta en el hotel Dasault de París. La copia vendida pertenecía a Françoise Bornet, la protagonista de la instantánea a la que el propio Doisneau dedicó dicha copia.
Bibliografía
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SOUGEZ, Marie-Loup. Historia de la fotografía. (Cuadernos Arte Cátedra. 2ª edición: Madrid, 1985).
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VV.AA.: La fotografía del siglo XX. (Taschen: Colonia, 1997).
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