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DerechoBiografía

Diego, Felipe Clemente de (1866-1945).

Jurista y político liberal español contemporáneo, nacido en la provincia de Toledo, en la villa de Guadamur, en el seno de una familia de acomodados labradores relacionados con el político Cristino Martos. De este matrimonio nacieron dos hijos, Pedro Gregorio de Diego (quien sería abogado del Estado), y Felipe Clemente de Diego, los cuales estarían siempre muy unidos, incluso profesionalmente.

Estudió Felipe Clemente sus primeras enseñanzas en el colegio de los Escolapios de Getafe. De ahí pasó a la Universidad de Madrid, en donde se matriculó en las carreras de Derecho y Filosofía y Letras; a los dieciocho años se licenció en Derecho y, más tarde, se graduó también en Filosofía. La mala situación económica en que se había visto envuelta su familia paterna produjo que Felipe Clemente de Diego -mientras estudiaba sus carreras en Madrid- impartiera clases en el colegio Ciceroniano sobre Psicología, Lógica y Ética. Tras la finalización de sus estudios, ingresó en el Ministerio de Fomento, del que saldría al cambiar el turno político. Sin embargo, gracias a las gestiones del citado Cristino Martos, fue admitido en el Ministerio de Hacienda en la Dirección de Propiedades. Junto a su hermano Pedro Gregorio, creó una academia preparatoria de Derecho para conseguir superar la escasez de sus retribuciones ministeriales.

En el año 1897 inició su verdadera carrera docente al obtener ese año la cátedra de Derecho Romano de la Universidad de Santiago de Compostela. De esta ciudad, y también como Catedrático, ingresó en la Universidad de Barcelona, impartiendo clases de Derecho Civil, su verdadero objeto de estudio. En 1906 ganó mediante oposición la cátedra de Derecho Civil de la Universidad Central de Madrid. Ya instalado en Madrid, desarrolló una intensa labor que se encarnó en los diversos cargos ocupados. Así, será director de la Sección de Derecho Civil del Centro de Estudios Históricos; Inspector General de Enseñanza Superior; jefe de la Sección de Universidades del Ministerio de Instrucción Pública; miembro del Instituto de Reformas Sociales; miembro de Número de la Real Academia de Ciencias Morales y políticas; Académico desde 1884 de la Real Academia Nacional de Legislación y Jurisprudencia; y más tarde será elegido académico profesor de la misma institución en 1894, para pasar a ser su presidente en 1924; asesor de la Bolsa de Madrid; senador del Reino por el distrito de la Universidad de Valladolid; consejero de Instrucción Pública; miembro de las Comisiones de Trabajos Prácticos y de Relaciones Científicas Hispano-americanas en 1920 y 1923; vocal de la Comisión de Códigos; presidente del Tribunal Supremo; y, por último, Consejero de Estado. Obtuvo, así mismo, varias condecoraciones civiles y extranjeras, como la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort o la Real Orden Americana de Isabel la Católica.

Aunque sus primeros intentos científicos se centraron en la Historia, encontró Clemente de Diego su verdadera vocación en el Derecho, fundamentalmente en el Derecho Civil, y fue en este campo en el que se ubicó definitivamente, y en el que se convirtió en uno de los máximos exponentes de la ciencia iusprivatista española contemporánea. Su producción científica es cuantiosa, y entre sus libros destacan: Introducción al estudio del Derecho Romano; Programa de las Instituciones de Derecho Romano; Fuentes de Derecho Civil Español; Transmisibilidad de las Obligaciones; Curso de Derecho Civil español, común y foral; La jurisprudencia como fuente del Derecho; El silencio del Derecho; etc. Su obra cumbre, sin duda, es el Curso de Derecho Civil español, común y foral, que ha sido reeditado en innumerables ocasiones tanto por el autor como por sus discípulos, con las correspondientes actualizaciones.

Discípulos de la importancia de Ursicino Álvarez calificaban su vida como "ejemplar, dedicada al estudio del Derecho y a la práctica de la virtud; siendo, como jurisconsulto y como hombre, su figura un símbolo permanente de sabiduría y bondad", o seguidores de la relevancia de Hernández Gil, para el que De Diego era "ponderado y ecuánime en el pensamiento, disciplinado en el discurso, cauteloso en el juicio, elegante en la dicción, buen jurista y hombre, por excelencia bueno, el Derecho Civil cobra con él un sentido paternal y aleccionador".

LDG.

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