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LiteraturaPeriodismoBiografía

Díaz Valcárcel, Emilio (1929-VVVV).

Narrador, dramaturgo, ensayista, periodista y profesor universitario puertorriqueño, nacido en Trujillo Alto el 29 de enero de 1929. Autor de una espléndida producción narrativa que le sitúa en los puestos cimeros de la literatura puertorriqueña contemporánea, es uno de los novelistas y cuentistas más destacados de la denominada "Generación del 45", en la que sobresalen otros prosistas como José Luis González, Abelardo Díaz Alfaro, René Marqués, Esther Feliciano Mendoza, Pedro Juan Soto, Luis Rafael Sánchez, Vivas Maldonado, Edwin FIgueroa, Salvador M. de Jesús, Violeta López Suria, Ana Luisa Durán, Wilfredo Braschi, Marigloria Palma y Edmira González Maldonado, todos ellos -como el propio Díaz Valcárcel- consumados especialistas en el cultivo de la narrativa breve. Al margen de los rasgos comunes que identifican las obras de este grupo generacional, la prosa del autor de Trujillo Alto se singulariza por su hábil descripción de los paisajes característicos de su isla natal, así como por su extraordinaria utilización del lenguaje popular puertorriqueño.

Vida

Al término de sus estudios en la Escuela Superior, fue reclutado obligatoriamente por el ejército norteamericano en 1951 y enviado al frente de la Guerra de Corea (1950-1953), donde acumuló una triste experiencia bélica que luego habría de surtirle de abundante material para sus cuentos y novelas. De regreso a su isla natal, cursó estudios superiores de Ciencias Sociales y, merced a un beca de la fundación Guggenheim, pudo ampliar sus conocimientos en los Estados Unidos de América. De nuevo en Puerto Rico, trabajó durante algún tiempo como editor y libretista para División de Educación a la Comunidad, dependiente del Departamento de Instrucción Pública. Posteriormente, pasó largas temporadas en Nueva York y en Madrid, ciudad -esta última- en la que escribió una parte considerable de su obra narrativa. Ejerció luego la docencia como profesor de literatura en la Facultad de Letras de la Universidad de Puerto Rico, ocupación que compaginó con su constante dedicación al cultivo de la creación literaria y con su fructífera trayectoria periodística, que le llevó a dirigir algunos medios de comunicación tan relevantes en su nación como la Revista Cupey (del Colegio Universitario Metropolitano) y el rotativo independentista Claridad.

Obra

En su faceta de escritor, Emilio Díaz Valcárcel fue uno de los grandes renovadores de la prosa puertorriqueña de mediados del siglo XX. A grandes rasgos, su producción narrativa puede dividirse en dos etapas: en la primera, profundamente marcada por sus experiencias en la Guerra de Corea, se sirve de una lenguaje sobrio, firme y dinámico que alza con valentía su voz para protestar airadamente contra la política oficial de las autoridades de su país y las lacras sociales que ha generado; en la segunda, el estilo de Díaz Valcárcel se vuelve mucho más exuberante y, a la par, irónico, con el propósito de seguir abordando el conflicto permanente entre las sociedades hispana y anglófona de Puerto Rico y Estados Unidos, pero ahora desde una lúcida comicidad y unas nuevas técnicas expresivas que le aproximan a las vías transitadas por las nuevas generaciones de autores puertorriqueños.

Tras el estreno de su pieza teatral titulada Una sola puerta hacia la muerte (1957) -un drama que cautivó a la crítica y al público de Puerto Rico, sobre todo después de su emisión por las pantallas de la televisión nacional-, Emilio Díaz Valcárcel irrumpió en el panorama editorial hispanoamericano con una espléndida colección de narraciones breves titulada El asedio y otros cuentos (México: Arrecife, 1958), a la que siguió, al cabo de cinco años, una segunda recopilación de relatos presentada bajo el título de Proceso en diciembre (Madrid: Taurus, 1963). En ambas obras -la segunda de las cuales fue originariamente concebida bajo el título de "La sangre inútil"-, el escritor de Trujillo Alto reflejaba con descarnada sobriedad los penosos efectos de la guerra en los jóvenes puertorriqueños que habían sido obligados a combatir en ella, que o bien habían perdido la vida por una causa que no era la suya, o bien regresaban a sus casas gravemente mutilados o severamente traumatizados por los horrores vividos durante su reclutamiento forzoso en el ejército norteamericano. En general, los personajes protagonistas de estos relatos de Díaz Valcárcel encarnan los arquetipos marginales de la sociedad (el cobarde, el tullido, el impotente, la lesbiana, el drogadicto, etc.) que, agobiados por la nostalgia de la patria y confundidos en un ámbito hostil donde se acentúa su angustia y su incomprensión, son víctimas propiciatorias de la degradación, la depresión y la aniquilación impuestas por quienes llevan la mejor parte en la batalla de la diferencia cultural.

Idéntico tono de protesta antibelicista domina en su siguiente libro de relatos, El hombre que trabajó el lunes (Río Piedras [Puerto Rico]: Ediciones Puerto, 1966), y en su primera narración extensa, publicada a comienzos de los años setenta bajo el terrible y elocuente título de Napalm (Madrid: Zero, 1971). En ella, Díaz Valcárcel refleja a la perfección el clima de terror, angustia y desesperación generado por la prepotencia belicista estadounidense durante el amplio lapso de tiempo comprendido entre las guerras de Corea y Vietnam; y, al tiempo que vuelve a dejar bien patentes los efectos traumáticos causados en la juventud puertorriqueña por la obligatoriedad de incorporarse al servicio militar estadounidense, plasma también el clamor de indignación que brota de otras muchas partes del mundo ante las operaciones bélicas llevadas a cabo en Asia por las tropas norteamericanas. No es de extrañar, por ende, que los cuentos y relatos de esta primera etapa de su producción contasen enseguida con el favor de unos lectores que vivían, en su propia realidad cotidiana, los efectos dramáticos de la sumisión al poder imperialista estadounidense.

El mismo año en que vio la luz la novela Napalm pasó también por la imprenta una selección antológica de los relatos escritos por Díaz Valcárcel durante esta primera etapa de su trayectoria literaria, publicada bajo el título de Panorama: narraciones 1955-1967 (Río Piedras [Puerto Ric0]: Cultural, 1971). Al cabo de un año llegó a los anaqueles de las librerías españolas e hispanoamericanas una nueva novela del autor de Trujillo Alto, Figuraciones en el mes de marzo (Barcelona: Seix Barral, 1972), obra que había quedado finalista en el prestigioso Premio "Biblioteca Breve" convocado por la editorial catalana, lo que aconsejó su edición en una gran tirada que supuso la consagración internacional del escritor puertorriqueño. Precursora, por su estilo, temática e intención, de una de las grandes novelas hispanoamericanas de todos los tiempos -La guaracha del macho Camacho (1976), del ya citado Luis Rafael Sánchez, con la que comparte la crítica a una sociedad degradada por la nimiedad de la rutina diaria, y la denuncia del colonialismo norteamericano y la anulación de la identidad nacional por parte de los Estados Unidos de América-, esta segunda narración extensa de Emilio Díaz Valcárcel abre su segunda etapa creativa, caracterizada por la intención satírico-humorística, la utilización de un léxico y una sintaxis de rica complejidad barroca (del todo opuesto a la sobriedad estilística de su etapa anterior), y la explotación de técnicas renovadoras que situaron al autor de Trujillo Alto a la cabeza de la modernidad literaria de su país.

Uno de los procedimientos constructivos que mayor rendimiento produjo en esta segunda fase de la producción de Díaz Valcárcel consiste en la selección de una serie de rasgos característicos de la cultura popular, que se convirtieron, por obra y gracia de su madurez en el cultivo de la narración, en elementos estructurales básicos de sus nuevas obras. Así, v. gr., en Figuraciones en el mes de marzo la trama argumental se desarrolla a partir de la correspondencia mantenida entre los personajes, de los cupones que compran y los recibos que pagan, de los pronósticos adivinatorios que consultan y, en suma, de cuantos materiales "de segunda mano" -en lo que se refiere a su presencia en el corpus narrativo tradicional- permiten configurar, con audacia y humor, ese universo caótico en el que vive aislada la pareja protagonista. El tema central, en cambio, se mantiene constante desde su etapa anterior: el trauma lingüístico, cultural y existencial que paraliza a una sociedad dominada -política, económica y culturalmente- por la primera potencia del mundo.

Dicha temática reaparece, una vez más, en su siguiente novela, escrita en Madrid y publicada a mediados de los años setenta bajo el título de Inventario (Río Piedras [Puerto Rico]: Cultural, 1975). En ella, Díaz Valcárcel muestra su preocupación por la merma del patrimonio cultural y material de su pueblo, continuamente amenazado por la implantación de nuevos valores procedentes de Estados Unidos y negativos para el desarrollo del bienestar en Puerto Rico (y, en general, en todo el ámbito hispanoamericano sometido al pernicioso influjo del poderoso vecino del Norte).

Una nueva indagación novelesca en la identidad cultural de sus compatriotas configura el esquema argumental de la siguiente narración extensa de Emilio Díaz Valcárcel, Harlem todos los días (México: Nueva Imagen, 1978), esta vez ambientada en Nueva York -concretamente en los barrios habitados por emigrantes hispanoamericanos- y centrada en las vivencias cotidianas de esos ciudadanos sometidos a la cultura anglófona (ya en Figuraciones en el mes de marzo había introducido el novelista de Trujillo Alto la crítica contra el proceso de "norteamericanización" aplicado a sus compatriotas, y llevado a cabo por vía del poder mediático, la propaganda consumista y el tenaz y sistemático empobrecimiento de la riqueza lingüística del español, en beneficio de un detestable spanglish). Si siguiente novela, dirigida específicamente a aquellos compatriotas que se sienten perdidos en el cruce de caminos conformado por la influencia norteamericana, el legado cultural español y lo propiamente puertorriqueño, es una pieza satírico-burlesca que lleva por título Mi mamá me ama (Barcelona: Seix Barral, 1981).

El resto de la producción literaria de Emilio Díaz Valcárcel comprende la selección de narraciones breves titulada 17 del taller: antología de cuentos y relatos (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1978), el ensayo La visión del mundo en la novela "Tiempo de silencio" de Luis Martín Santos (Río Piedras [Puerto Rico]: Editorial de la Universidad de Puerto Rico, 1982), y la narración extensa Dicen que de noche tú no duermes (Río Piedras [Puerto Rico]: Ed. Cultural, 1985).

Bibliografía

  • ACOSTA, Belén. "Encuentro con Emilio Díaz Valcárcel", en rev. Plural (México), nº 99 (1979), págs. 7-13.

  • CAMPOS, J. "Díaz Valcárcel: Puerto Rico y Corea", en Ínsula (Madrid), nº 226 (1965), pág. 11.

  • GONZÁLEZ, José. "Figuraciones en el mes de marzo", en Sin Nombre (San Juan), III, nº 1 (1972), págs. 106-108.

  • HERRERA-SOBEK, María. "Identidad cultural e interacción dinámica entre texto y lector destinatario en Mi mamá me ama", en Explicaciones de Textos Literarios (Sacramento [California, U.S.A.]), 15, nº 2 (1986-1987), págs. 123-137.

  • DÍAZ VALCÁRCEL, Emilio. "Cómo se satiriza una visión distorsionada de Puerto Rico", en Cuadernos Americanos (México), 1, 252 (1984), págs. 216-226.

  • MATILLA, Alfredo. "Signos claves para el mejor entendimiento de Mi mamá me ama", en Explicaciones de Textos Literarios (Sacramento [California, U.S.A.]), 12, nº 2 (1983-1984), págs. 49-57.

  • PARRILLA SOTOMAYOR, Eduardo E. "La discusión sobre la cultura en Figuraciones en el mes de marzo", en Cupey: Revista de la Universidad Metropolitana (Río Piedras [Puerto Rico]), I, 2 (1984), págs. 71-79.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.