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LiteraturaBiografía

Destouches, Louis-Ferdinand o Céline (1894-1961).

Narrador y médico francés, nacido en Courbevoie (en las afueras de París) en 1894, y fallecido en Meudon (París) en 1961. Aunque su verdadero nombre era el de Louis-Ferdinand Destouches, es universalmente conocido por su pseudónimo literario de Céline, que usó detrás de su nombre de pila a la manera de primer apellido (Louis-Ferdinand Céline). Autor de una espléndida producción narrativa que, partiendo de una visión cínica y nihilista de la condición humana marcada por la presencia obsesiva de la muerte, evoluciona hasta una brillante y sugerente prosa en la que el delirio fantástico alcanza las más elevadas cotas de invención lingüística, está considerado como una de la voces más destacadas de la literatura francesa del siglo XX. Durante el último tercio de su vida, su persona y su obra fueron muy criticadas en Francia y en buena parte de Europa debido a su ideario político -peligrosamente escorado hacia el más puro fascismo- y su defensa expresa de los postulados antisemitas; pero, con el paso del tiempo, este enjuiciamiento socio-político ha ido cediendo terreno ante la admiración despertada por la deslumbrante calidad literaria de sus escritos.

Vida

Escritor relativamente tardío (dio a la imprenta su primera novela cuando ya había cumplido los treinta y ocho años de edad), sintió desde su temprana juventud una acusada inclinación hacia el estudio y la práctica de la medicina, aunque no pudo alcanzar el título oficial de doctor hasta que no hubo concluido la Primera Guerra Mundial, en la que tomó parte activa tras haberse alistado como voluntario en la Armada francesa. Herido de suma gravedad en el transcurso del conflicto bélico, llegó a ser condecorado por el Gobierno de su nación en reconocimiento a su actuación heroica; tras la victoria de los aliados, se matriculó en la Universidad de París para completar una carrera de medicina que le permitió incorporarse de nuevo al Ejército francés en calidad de oficial de los cuerpos sanitarios. Especializado en la rama de epidemiología, por cuenta de la Sociedad de Naciones recorrió gran parte de África, Canadá y los Estados Unidos de América en el ejercicio de su profesión, para acabar regresando a su país natal y aceptar un empleo en una modesta clínica de Clichy (en los suburbios de París), donde se consagró a la atención de las clases humildes que poblaban los alrededores de la capital gala. Fruto de esta densa experiencia facultativa fue su tendencia a observar los rasgos más sombríos y desalentadores de la naturaleza humana, pronto elevados a la categoría de material literario en su primera novela, Voyage au bout de la nuit (Viaje al fin de la noche, 1932), elaborada con numerosos ingredientes autobiográficos y saludada con entusiasmo por parte de la crítica y los lectores franceses, que pronto la reputaron como una de las obras capitales de la literatura contemporánea.

Alentado por la excepcional acogida dispensada a su opera prima, a lo largo de la década de los años treinta Céline fue desplegando una intensa labor literaria que dejó plasmada en sus textos de ficción su singular evolución ideológica desde el nihilismo anarquista de su primera novela hasta la plena aceptación de los postulados fascistas, pasando por una virulenta fase de encono y resentimiento contra la expansión del comunismo y el pueblo semita. El estallido de la Segunda Guerra Mundial encauzó el fascismo del escritor francés hacia el nazismo, y, durante la ocupación de Francia, fue acusado de colaboracionismo con el Ejército alemán, al que llegó a sumarse durante su retirada del territorio galo. Esta innoble actuación de Céline provocó, en 1944, su arresto y encarcelamiento por parte de las autoridades francesas, que acabaron decretando su expulsión del país. Durante más de un lustro de exilio, vivió primero en Alemania y posteriormente en Dinamarca, hasta donde le llegó la amnistía del Gobierno francés en 1950.

Instalado nuevamente en su país natal en 1951, reanudó sus actividades facultativas en el municipio de Meudon, al suroeste de París, al tiempo que continuaba entregado a unas labores de creación literaria enriquecidas, ahora, por el recuerdo de sus experiencias como exiliado. Falleció en dicha pequeña ciudad de las orillas del Sena en 1961, después de haber dejado escritas -y, en parte, inéditas- algunas de las obras más relevantes de la literatura universal.

Obra

La aparición, a comienzos de los años treinta, de Voyage au bout de la nuit (Viaje al fin de la noche, 1932) supuso la llegada a las Letras francesas contemporáneas de la prosa más nihilista, anárquica, desesperada y sarcástica que se había escrito en suelo galo desde el ya remoto legado de algunos de los grandes ilustrados enciclopedistas del siglo XVIII (como Voltaire o Diderot). Tras haberse enfrentado abiertamente, en su condición de médico epidemiólogo, con las miserias y flaquezas de la naturaleza humana, Céline concibió la vida como una experiencia trágica y absurda en la que cualquier intento de reflexión conducía necesariamente hacia la desesperación nihilista, y plasmó esta forma de pensar en su magnífica opera prima, elaborada -como ya se ha indicado en parágrafos superiores- a partir de abundantes materiales autobiográficos.

Viaje al fin de la noche narra, en efecto, la peripecia del médico francés Ferdinand Bardamu, movilizado durante la Primera Guerra Mundial y herido en el campo de batalla -como le ocurriera al propio Céline-, quien, durante su larga convalecencia en París, entabla una íntima relación con Lola, una joven norteamericana. Una vez repuesto de sus heridas y liberado de sus obligaciones militares, concibe la idea de marcharse a América para vivir allí al lado de su compañera, pero una azarosa concatenación de circunstancias imprevistas le conduce finalmente a África, en donde se convierte en protagonista de los episodios más peregrinos, unos marcados por la tragedia y otros de sesgo inequívocamente cómico. Esta plasmación de la existencia humana como un cúmulo de absurdos lances tragicómicos pone de manifiesto, a través de la experiencia del doctor Bardamu, la impostura y el caos de la modernas sociedades occidentales, entregadas de lleno a su ambición bélica, a su explotación de las colonias y, en definitiva, a su intención palmaria de deshumanizar por completo la ya de por sí patética condición del hombre.

Bardamu consigue finalmente abandonar África y arribar a los Estados Unidos de América, en donde se alista en los servicios de inmigración y comprueba, desilusionado, que todas las ilusiones que albergaba acerca de hallar una vida mejor en América carecen de sentido, pues la sociedad norteamericana se le antoja tan insoportable como las estructuras del poder colonialista que ha conocido en suelo africano. Tras pedir prestada a Lola una considerable suma de dinero, regresa a su Francia natal y se establece como médico en una pequeña localidad de provincias, en donde subsiste gracias a su falta de escrúpulos morales y profesionales a la hora de practicar abortos. Defraudado también por esta forma de vida, se instala nuevamente en París y, sin grandes esperanzas en el futuro, acepta resignado el empleo que le proporciona su amigo Parapine.

Idéntica concepción pesimista de la vida -caracterizada por los oscuros presentimientos de la muerte que acechan al hombre a cada paso, y por la observación minuciosa de los aspectos más sórdidos de la naturaleza humana (la violencia, el crimen, la sinrazón y la negación nihilista)- aparecen en la segunda entrega narrativa de Céline, publicada al cabo de cuatro años bajo el título de Mort à credit (Muerte a crédito, 1936), otra novela excepcional cuyo estilo se inscribe en la misma línea realista y desgarradamente coloquial de Viaje al fin de la noche. En ambas obras, bajo la aparente frialdad que rodea el cinismo anarquista del autor, late un doloroso sentimiento de compasión hacia el ser humano y una angustiosa apelación a la fraternidad; sin embargo, la crudeza, el desprecio, la desesperación y el odio que afloran visiblemente a la superficie de la prosa de Céline dieron pie a que sus lectores menos atentos tildaran estas primeras obras suyas de nihilistas e, incluso, pornográficas, a pesar de que pronto se convirtieron en modelos de referencia obligada para los jóvenes escritores franceses, que, como el poeta, periodista y cineasta Robert Desnos, acusaron notablemente su influencia.

Consagrado, tras la publicación de estas dos obras, como una de las grandes voces de la narrativa francesa del momento, el escritor de Courbevoie imprimió luego un brusco giro temático y estilístico en su trayectoria literaria, pronto orientada hacia una fecunda experimentación lingüística y hacia unos derroteros fantásticos que, en cada entrega sucesiva, fueron incrementando sus dosis de excitación y delirio hasta culminar en unos soliloquios sincopados de arrebatadora fuerza lírica. Tras la publicación, un año después de la salida a la luz de Muerte a crédito, de un inflamado panfleto antisoviético -escrito tras un decepcionante viaje a la URSS- titulado Mea culpa (1937), y de la también airada soflama antisemita Bagatelles pour une massacre (Bagatelas para una masacre, 1938) -obras en las que dejó bien patente la poderosa seducción que ejercían sobre él el auge del fascismo en toda Europa y la consolidación del nazismo alemán-, Céline guardó un prolongado mutismo literario que, sostenido por sus irregulares acciones políticas durante la Segunda Guerra Mundial, se mantuvo hasta comienzos de la década de los años cincuenta, cuando emprendió la redacción de algunas obras menores como Féerie pour une autre fois (Magia para otra ocasión, 1952) y Normandie (Normandía, 1954). Posteriormente, dio a la imprenta la narración extensa titulada D'un château l'autre (De un castillo a otro, 1957), en la que recogió algunas de sus experiencias durante el exilio, para buscar luego nuevas fuentes de inspiración fantástica y experimentación lingüística por medio de obras como Nord (Norte, 1958), Le pont de Londres (El puente de Londres, 1964) y Rigodon (Rigodón, 1967), las dos últimas inéditas en el momento de su muerte, y publicadas póstumamente por mor de la progresiva revalorización de la obra del autor de Courbevoie.

Bibliografía

  • ÁLVAREZ MOLINA, D. Lo grotesco en la obra de Louis-Ferdinand Céline (Oviedo: Universidad de Oviedo/Servicio de Publicaciones, 1991).

  • BARDECHE, M. Louis-Ferdinand Céline (Madrid: Aguilar, 1990), tr. de Francisco Pérez Gutiérrez.

  • COLE, B. Céline (Madrid: Alfaguara, 1992), tr. de Pedro Barbadillo.

  • KRISTEVA, J. [et alii]. Dossier Céline (Zaragoza: Alcrudo Editor, 1980).

  • VARGAS COTERA, E. Análisis del discurso en los panfletos de Céline (Valladolid: Universidad de Valladolid/Secretariado de Publicaciones, 1997).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.