Deligne, Rafael Alfredo, o "Pepe Cándido" (1863-1902)
Poeta, narrador, dramaturgo, periodista y crítico literario dominicano, nacido en Santo Domingo en 1863 y fallecido en su ciudad natal en 1902. Hermano menor del célebre escritor dominicano Gastón Fernando Deligne, publicó sus artículos periodísticos bajo el pseudónimo literario de "Pepe Cándido".
A pesar de su breve existencia -no llegó a cumplir los cuarenta años de edad- dejó impresa una interesante producción creativa y crítica que, aunque eclipsada en parte por la fama de que gozó en vida su hermano Gastón, le convirtió en una de las voces más destacadas del panorama intelectual antillano de finales del siglo XIX. Especialmente fecundos y enriquecedores fueron sus artículos de crítica literaria, que hicieron de Rafael Alfredo Deligne una de las figuras más respetadas por los lectores y escritores de su tiempo. Se centró, fundamentalmente, en el estudio de las obras de sus contemporáneos, con singular maestría a la hora de señalar en ellas la presencia de los nuevos postulados estéticos que, procedentes de Europa y de otras latitudes hispanoamericanas, comenzaban a hacerse presentes en las Letras de la República Dominicana. Además, esta obra crítica del escritor de Santo Domingo fue muy valorada por su riqueza estilística y su intención estética.
Rafael Alfredo Deligne (que, impulsado desde su juventud por una entusiasta vocación humanística, había cursado la carrera de Leyes y ejerció la abogacía durante su breve trayectoria laboral), dejó dispersa gran parte de su obra entre las páginas de los periódicos y revistas que se nutrieron de sus valiosas colaboraciones. Como poeta, destacó por las composiciones recogidas en su obra titulada En prosa y en verso (Santo Domingo: La Cuna de América, 1901); en su faceta de prosista, dio a la imprenta el libro titulado Vidas tristes (1901); y, en su condición de autor teatral, publicó con éxito la pieza dramática La justicia y el azar (Santo Domingo: J. R. Roques, 1894), una curiosa obra escrita en verso que dio lugar a una encendida polémica entre los dramaturgos dominicanos de su tiempo, muchos de los cuales consideraban que la dramatización rimada constituía una recuperación anacrónica de modelos teatrales ya desfasados.
