A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
LiteraturaBiografía

Crébillon, Prosper Jolyot de (1674-1762).

Dramaturgo francés, nacido en Dijon (en el actual departamento de Côte d'Or) el 15 de febrero de 1674 y fallecido en París el 17 de junio de 1762. Fue padre del escritor del Siglo de las Luces Claude-Prosper Jolyot de Crébillon (1707-1777), célebre por sus obras libertinas. En su longeva existencia -murió a los ochenta y ocho años de edad- conoció la riqueza y la miseria, fue objeto de la admiración y el desprecio de sus contemporáneos, y dejó, en fin, una interesante producción dramática cuya mayor virtud es la haberse alejado del teatro de Racine (1639-1699), imitado hasta la saciedad por los dramaturgos franceses del siglo XVII.

Vida

Nacido en el seno de una familia acomodada -su padre era el Escribano-Jefe del Tribunal de Cuentas-, heredó el título de "Sieur de Crais-Billon" ("Señor de Crais-Billon"), del que procede el apellido con el que ha pasado a la historia universal de las Letras. Gracias a las prerrogativas de que gozaba su progenitor, gozó de una esmerada formación académica iniciada en el Collège des Godrans, de su ciudad natal, donde los padres jesuitas que le tuvieron por discípulo le catalogaron de "puer ingeniosus sed insignis nebulo" ("niño inteligente pero insigne tunante"). Ya en plena juventud, se afincó en París y comenzó a trabajar como pasante de un procurador, en cumplimiento de los designios de su padre, que quería orientarle por el sendero de la magistratura. Pero, haciendo buena la observación de sus primeros maestros, tan pronto como se hubo integrado en la vida mundana de la ciudad del Sena volvió la espalda al ámbito de las Leyes y se entregó a una vida bohemia y disipada, al tiempo que empezaba a escribir sus primeras piezas dramáticas.

En su faceta de autor teatral, pronto gozó del aplauso de sus contemporáneos, que celebraron sus buenas dotes para el género de la tragedia y lo contrapusieron a su rival Voltaire (1694-1778). Aunque ganó mucho dinero con el producto de sus estrenos, la vida disoluta que llevaba en París le condujo a la ruina, hasta el extremo de tener que subsistir, al final de sus días, con una subvención que le otorgara la marquesa de Pompadour (1722-1764). Además, su talante cáustico y pendenciero le granjeó numerosos enemigos que, en diferentes etapas de su vida, obstaculizaron sus aspiraciones de medrar en el plano económico y social. Así, v. gr., en 1708 difundió una corrosiva sátira contra los contertulios habituales del café Laurent, a la que respondió con presteza el poeta y dramaturgo Jean Baptiste Rousseau (1670-1741) con un virulento ataque en el que censuraba sus costumbres libertinas. Esta polémica contribuyó al retraso con que Crébillon fue elegido miembro de la Académie Française, en la que no ingresó hasta el 1 de septiembre de 1731, fecha en la que pronunció un discurso en verso que fue muy celebrado por todos los académicos. Otro de sus detractores fue su rival -sobre los escenarios de la época- Voltaire, para quien Crébillon poseía "más talento que literatura". A pesar de todas estas enemistades, el dramaturgo de Dijon dejó un grato recuerdo entre las gentes del teatro, que organizaron a su muerte unas tumultuosas honras fúnebres a las que asistieron todos los académicos, la mayor parte de los actores de París y numerosos seguidores de las obras del finado, lo que provocó la indignación de las autoridades eclesiásticas francesas.

Obra

La mejor descripción acerca de su producción teatral la ofreció el propio Crébillon cuando afirmó que "Corneille avait pris le ciel, Racine la terre, il ne me restait plus que l'enfer, je m'y suis jeté à corps perdu" ("Corneille había tomado el cielo, Racine la tierra, y a mí no me quedaba nada más que el infierno, al que me he lanzado de cabeza"). En efecto, en todas sus complejas y truculentas tragedias predomina el horror, la exploración de ese sentimiento tan humano como es el miedo, auténtico resorte dramático que mueve los hilos de las intrigas que puso sobre los escenarios. En ocasiones, esta predilección por los efectos truculentos aproxima el teatro de Crébillon al género del melodrama, lo que ha llevado a una parte de la crítica a valorar su escritura escénica sólo por su notable dominio de la acción teatral, en detrimento de un estilo literario que, ciertamente, no brilla con tanto fulgor como en las obras de sus rivales.

Entre las nueve tragedias del dramaturgo de Dijon que han llegado hasta nuestros días, cabe destacar las tituladas Atrée et Thyeste (Atreo y Tieste, 1707) y Rhadamiste et Zénobie (Radamisto y Zenobia, 1711), consideradas unánimemente por la crítica y el público como sus dos obras maestras. Sus otras siete tragedias son las tituladas Electre (Electra, 1708), Xerxès (Jerjes, 1714), Sémiramis (1717), Phyrrus (Pirro, 1726), Catilina (1748) y Le triumvirat ou la mort dde Cicerón (El triunvirato o la muerte de Cicerón, 1754).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.