Cortés, Ana (1895-1998).
Pintora chilena, nacida en Santiago el 24 de agosto de 1895 y fallecida en la misma ciudad el 5 de enero de 1998, integrante de la Generación del 28. Contribuyó a introducir en su país las modernas tendencias europeas y fue una de las primeras mujeres chilenas, junto con Inés Puyó y Henriette Petit, que destacó en las artes.
Hija de madre francesa, su relación con el país galo marcó en gran medida su trayectoria vital y artística, de forma que tras licenciarse en la Escuela de Bellas Artes de Santiago, donde había ingresado en 1920, se trasladó a París para completar su formación en la Academia Grande Chaumiere y en el taller de André Lothe, uno de sus maestros reconocidos, como también lo fueron Boris Gregorieff, Richon-Brunet y el chileno Juan Francisco González. En la capital francesa tomó contacto con las corrientes vanguardistas del momento, el cubismo y especialmente la abstracción, reunidas en la Escuela de París, y expuso en el Salón Oficial de Otoño de 1927.
Al regresar a Chile expuso algunas de sus primeras obras en el histórico Salón Oficial de Santiago de 1928, acontecimiento que marcó una ruptura con el arte chileno anterior y el nacimiento de una generación de jóvenes artistas con nuevas ideas. En 1930 fue nombrada profesora titular de la Escuela de Bellas Artes y posteriormente de la Escuela de Artes Aplicadas de la Universidad de Chile, convirtiéndose así en la primera mujer en desempeñar dichos cargos. Como docente, promovió la incorporación de nuevos métodos de enseñanza, más modernos y libres del rigor academicista, y apoyó la construcción de una biblioteca propia para esos centros. En 1956 viajó a Italia, donde realizó un curso de etruscología. En 1966 fue nombrada miembro académico por la Universidad Católica de Chile, y en 1974 recibió la más alta distinción chilena, el Premio Nacional de Arte.
La obra de Ana Cortés está claramente influenciada por su estancia en Francia, lo que le situó respecto al arte chileno a la cabeza de las tendencias vanguardistas de la época. Desde una pintura figurativa heredera del postimpresionismo y de las enseñanzas de su maestro Juan Francisco González, Cortés evolucionó hasta la más pura abstracción geométrica, un lenguaje en el que las formas se liberan de la representación objetiva y al que llegó después de haber experimentado con la descomposición de las figuras y el estudio de su estructura con André Lhote. Empleó tanto la técnica del óleo como el pastel y la acuarela, en un uso delicado del color que encontró en las tonalidades claras y diáfanas, cercanas al gris y el blanco, un vehículo perfecto para sintonizar con su particular estilo intimista, pleno de romanticismo. Los paisajes de su tierra natal, desnudos femeninos, retratos y flores fueron motivos de gran inspiración en su obra, ya que en estos temas supo plasmar el lirismo y la fina sensibilidad que encerraba su pincel. Entre sus cuadros más importantes cabe señalar Niña tejiendo, ejemplo de la primera época; Visión Nocturna; Flores; Andamios de ensueño y Ciudades, estas últimas muestras características de su pintura abstracta.
Además del ya citado Premio Nacional de Arte, entre los premios y galardones recibidos por Ana Cortés se encuentran: Tercera Medalla en pintura del Salón Oficial (1935), Primera Medalla de los Salones Oficiales (1937, 1941, 1942, 1945 y 1949), Premio de Honor (1949 y 1962), Premio Especial Herminia Arrate (1942), Primera Medalla de Dibujo del Salón de Viña del Mar (1954) y el Premio de Honor y la Medalla de Plata en el Certamen Nacional Lircay (1979).
