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LiteraturaBiografía

Colette.

Escritora y actriz francesa nacida en 1873 en Saint Sauveur en Puisaye y fallecida en París el 3 de agosto de 1954. Su verdadero nombre era Sidonie Gabrielle Colette.

Colette nació del matrimonio entre Jules Colette y Adele Sidonie Landoy, una joven viuda de posición relativamente acomodada que tenía dos hijos de su anterior marido. En cuanto a Jules, era un militar sin patrimonio que perdió una pierna en acción de guerra y tras su invalidez hizo intentos infructuosos de labrarse una carrera política. Sidonie Gabrielle fue la segunda hija del matrimonio, y ya desde pequeña se reveló como una niña inteligente y curiosa, que aprendió a leer a los tres años y creció entre los libros de Alphonse Daudet, Balzac y Víctor Hugo. En la escuela fue una excelente alumna, aunque decididamente díscola, que solía mostrarse insolente con los profesores que la examinaban.

Colette era una adolescente cuando, por problemas económicos, su familia tuvo que dejar Saint Sauveur y la enorme casa familiar para instalarse en una vivienda más modesta en Chatillon. Para la futura escritora, el pueblo en el que pasó su infancia se convertiría en una especie de mito. Poco después de su llegada a su nueva residencia, Colette conoció al periodista, escritor y crítico Henry Gauthier Willars, "Willy". Ella tenía diecisiete años y le fascinó el aire mundano, la experiencia y la vasta cultura de aquel hombre bastante mayor que ella y que parecía tratarla como a una igual. La joven Sidonie se enamoró. Willy, que vivía en París, iba a verla de vez en cuando a Chatillon, y para entretener el tiempo entre una visita y otra ella le escribía largas y apasionadas cartas. Colette también consiguió visitarle en París, y en uno de aquellos viajes iniciaron una relación. El noviazgo duró casi cuatro años y llegó incluso a las páginas de la prensa parisina. Willy era un personaje popular en la capital del Sena, y sus paseos con aquella joven rubia y bella no habían pasado desapercibidos para los chismosos, que debieron sentirse sorprendidos cuando, en el mes de mayo de 1893, la pareja contraía matrimonio.

Por aquel entonces, Henry Gauthier Willars estaba considerado uno de los autores más fecundos del momento, y triunfaba por igual en los salones sociales y en las tertulias literarias. Aunque lenguas maliciosas decían (aunque con razón) que solía utilizar "colaboradores" en sus tareas como escritor, era un hombre popular e intelectualmente respetado. No era demasiado atractivo, pero tenía mucho éxito con las mujeres y presumía de ello. Poco después de casarse reincidió en sus conquistas. Colette no tardó en enterarse de que su marido la engañaba, y la decepción fue tan grande que cayó enferma. En su convalecencia apreciaría las visitas de un intelectual que luego se convertiría en gran amigo: el escritor Marcel Schwob.

El descubrimiento de las infidelidades de Willy, de quien seguía estando enamorada, fueron el principio del proceso de maduración de Colette. Fue entonces cuando su esposo advirtió en ella un raro talento literario que se propuso no desperdiciar. Él, que pagaba pequeñas fortunas a toda una legión de "negros", tenía en casa a una escritora en potencia. Willy animó a Sidonie a escribir sus recuerdos de los años de colegio. Nacería así el personaje de Claudine en el primer episodio de la serie, Claudine en la escuela, que se editó con la firma de Henry Gauthier Willars en marzo de 1900. El libro fue un éxito completo, casi un fenómeno editorial. Se vendieron miles de ejemplares de la historia de una joven campesina lista y descarada, perversa en su inocencia, capaz de retratar sin piedad a sus contemporáneos pueblerinos.

Claudine era Colette, pero eso no importaba a nadie. Willy obtuvo el aplauso colectivo de la crítica y el público. Había que seguir explotando el filón, así que Colette, asesorada por su esposo, escribió una segunda entrega del personaje: Claudine en París. Al parecer, Willy llegó a encerrar a su esposa para facilitar su concentración. Vendrá luego Claudine y el matrimonio, que arrastra consigo un porción idéntica de éxito y escándalo: la protagonista del libro tiene una relación lésbica con una mujer casada con el consentimiento de su marido. Lo cierto es que el París de la Belle Epoque era el momento perfecto para publicar este tipo de historias y para entregarse al puro hedonismo. También en estos años Colette descubrió el amor homosexual, y fascinó igualmente a hombres y mujeres con su inteligencia y su belleza.

La cuarta entrega de la serie, Claudine se va, se publicó en 1903. El matrimonio vivía ya un momento de prosperidad económica que coincidió con las primeras dudas reales de Colette. Ya no sabía si seguía amando a Willy, y ahora se daba cuenta de que quizá tampoco le necesitaba. Un año más tarde aparecería el primer libro firmado por ella, Diálogos de animales. Y en mayo de 1905 se separaban "amistosamente".

Colette empezó a escribir y a publicar asiduamente. Fue en ese momento cuando inició una intensa relación con Mathilde "Missy" de Morny, marquesa de Balbeuff, con la que representó una historia de alta intensidad sexual sobre las tablas del Moulin Rouge. Fue el principio de una carrera como actriz, que seguiría cultivando durante toda su vida. Escribió El retiro sentimental, que provocó un nuevo escándalo, a la par que mucho interés en el público. También entonces redactó algunos agudos ensayos llenos de recuerdos infantiles que fueron publicados más adelante con el título de Los zarcillos de la vid, y muchos artículos que fueron publicados en La vie parisienne. Para entonces, ya se sabía de forma oficiosa que era ella la autora de todos los libros de la serie "Claudine". Willie renunció a todos los derechos sobre ellos a cambio de una compensación económica.

La publicación de La ingenua libertina le deparó otro éxito. Este libro, cuajado de escenas escabrosas, era en realidad una adaptación de otro titulado Minne, escrito por ella y firmado por Willy. En el verano de 1910 comenzó una novela que, como otras, tiene un fuerte componente autobiográfico y que empezó a publicarse por capítulos en La vie parisienne. Su relación con Missy seguía siendo muy intensa, pero tocaba a su fin, porque Colette iba a reencontrarse con un viejo conocido, el periodista Henry de Jouvenel, con quien inició una relación que acabaría en boda y que la propia autora retrató en la novela El obstáculo. Para entonces, Colette era ya colaboradora fija del diario parisino La Matin, donde escribía una columna semanal. Los artículos de La matin aparecerían luego en forma de libro.

Tras su matrimonio con Jouvenel, Colette dio a luz a una niña a la que puso su mismo nombre. Tres días después del parto ya había vuelto a trabajar en sus escritos. El estallido de la guerra vino a complicar la vida de la pareja, pues Henry fue llamado a filas y Colette se ofreció para colaborar en un hospital de campaña en Verdún. Luego se las arregló para ver la guerra de cerca trabajando como cronista. En Italia conoció a D'Annunzio, y fue en Roma donde le llegó una oferta para adaptar al cine La vagabunda. En noviembre de 1917, La vie parisienne publicó el primer capítulo de Mitsou, la última novela de Colette, en la que cuenta la relación entre una actriz de cabaret y un oficial del ejército, y que empieza siendo solamente superficial y se convierte en amor tras un intercambio de correspondencia. Hay que decir que, durante la guerra, Colette y Jouvenel también se enviaron decenas de cartas, además de aprovechar todos los permisos de él para reunirse en alguna zona pacífica. La escritora había encontrado un compañero vital.

El fin de la guerra permitió a la pareja retomar su vida en París, y a Colette concentrarse en una nueva novela, Cheri, que se convertiría en uno de sus trabajos más reconocidos. Desarrollada en forma de diálogo, cuenta la historia de un muchacho, Cheri, que abandona a su amante entrada en años para casarse con otra mujer. Fue un éxito. Colette se había convertido ya en una celebridad con admiradores que le escribían desde una docena de países. Se le concedió la Legión de Honor, una distinción que anhelaba desde hacía tiempo. Cheri se convirtió también en obra de teatro. Colette había llegado así a su plenitud como autora, y en esa época sólo le molestaba ser consciente de ir perdiendo su atractivo con el paso del tiempo. Había establecido una rara relación de complicidad (que acabó siendo carnal) con el hijo de su esposo, Bertrand de Jouvenel, y la juventud de aquel adolescente le recordaba a diario que estaba cerca de cumplir medio siglo de vida.

A continuación, Colette publica La casa de Claudine y El trigo en ciernes. Su trabajo marchaba viento en popa y escribió más que nunca, pero su matrimonio iba a la deriva: Henry, que sabía más de lo que quisiera de la relación entre su esposa y su hijo, le dijo que quería el divorcio. En cuanto a Bertrand, aunque quiso permanecer a su lado, acabó aceptando un destino diplomático en Praga y convirtiéndose en un prestigioso profesor de ciencias políticas. Colette le echó de menos mucho más que al propio Henry. Quizá la experiencia la alentó a escribir El fin de Cheri, igual que una atractiva oferta económica de Vogue le hizo aceptar una colaboración mensual en la edición francesa de la revista. En 1925 se estrenó en Montecarlo la pieza de ballet El niño y los sortilegios, con música de Ravel y libreto de la propia Colette. En ese mismo año obtenía el divorcio.

Poco más tarde conoció a Maurice Godeket, un vendedor de perlas quince años más joven que ella que había hecho algunas incursiones poco exitosas en el campo de la literatura. Se convirtió en el tercer hombre de su vida. En esos años su hija, la pequeña Colette, empezó a mostrarse como una niña rebelde y conflictiva. La escritora la envió a un internado. No era capaz de ocuparse correctamente de la educación de una niña y seguir con sus escritos y sus proyectos teatrales. A pesar de todo, siempre supervisó los estudios de su hija y le dedicó mucho tiempo en la época de vacaciones escolares.

Colette protagonizó la versión teatral de La vagabunda cuando se estrenó en Bruselas y empezó a trabajar en la novela Al rayar el día, donde una madre y la madura amante de su hijo libran una sorda batalla por el joven: de nuevo, el elemento autobiográfico, que no pasó desapercibido para la crítica. Sin embargo, su siguiente trabajo, La segunda, está libre de la presencia real de la autora. En Sido, su siguiente novela, recupera la figura de la madre y los recuerdos de infancia en Saint Seveur.

Viajó por Europa dando conferencias y fue objeto de las más cálidas bienvenidas. Era una celebridad internacional. Todos sus libros suscitaban el fervor del público. También el escándalo, pero nadie se atreve a anatemizar a Colette. Su libro Esos placeres (que años más tarde de su publicación pasaría a llamarse Lo puro y lo impuro) es descrito por Herber Lotman como "un compendio de variaciones sexuales en el que [Colette] adopta el papel de mera observadora". En efecto, la autora estudia los placeres físicos, el amor entre sexos, el amor bisexual y la pasión lésbica desde la observación. El libro empezó a publicarse por entregas en diciembre de 1931, cuando la polifacética Colette ya estaba embarcada en una nueva aventura: un negocio de cosmética femenina. La escritora se convirtió en empresaria. Daba consejos de belleza a clientas que pasaban por su tienda intrigadas por la personalidad de Colette, y se iban llevándose un agua de colonia y un libro firmado.

En 1932 inició la redacción de uno de sus libros más famosos, la novela corta La gata: la historia de un joven recién casado que siente una extraña fascinación por la hermosa gata de su madre. La gata es una obra redonda, perfectamente delimitada, que tuvo mucho éxito en su momento y sigue reeditándose setenta años después.

El 3 de abril de 1935, Colette y Goudeket contrajeron matrimonio tras una relación de casi diez años. Colette tenía sesenta y dos, y su marido cuarenta y cinco, pero la diferencia de edad entre ellos nunca fue un problema. Él colaboraba en el negocio de cosmética, y ella se entregaba a la escritura, en parte por vocación, en parte para mantener su elevado nivel de vida. Un año después de su boda fue elegida miembro de la Real Academia de Lengua y Literatura francesa de Bélgica, donde pronunció un memorable discurso de ingreso.

El estallido de la guerra coincidió con el inicio de la decadencia física de Colette, que se dio cuenta de que le costaba mucho trabajo caminar. Pasó la guerra en París, donde su marido, judío, fue detenido y llevado a un campo de prisioneros en Compiegne. Sólo por pura suerte se salvó de ser deportado a Alemania, y Colette consiguió su liberación recurriendo a los colaboracionistas. Nunca dejó de escribir. Durante la guerra empezó a escribir la que sería la más popular de su obras, Gigi, un retrato de la sociedad de principios de siglo a través de la educación mundana de una joven de manos de su tía. Al mismo tiempo, su artritis y los dolores en los huesos se hicieron más intensos.

Tras la liberación de París empezó la cuenta atrás para el fin de la guerra. La salud de Colette era ya tan mala que pasaba casi todo el día tumbada; eso sí, maquillada cuidadosamente y rodeada de objetos hermosos. Las ediciones de sus obras se multiplicaban, también las traducciones y el interés de los productores por los derechos de sus novelas. Junto a Maurice, repasaba su vida y su carrera, y confesaba sentirse satisfecha de lo que había conseguido. Convertida en una inválida, le molestaban más los dolores de la artritis que la inmovilidad. Siguió ilusionada por el éxito; cuando, en 1951, se estrenó en Broadway la versión musical de Gigi, Colette escribió una nota a su protagonista, una joven Audrey Hepburn: "Todo mi amor y gratitud para siempre". Así reconocía ella a quienes contribuían a inmortalizar a sus personajes.

Gabrielle Sidonie Colette murió a los 81 años en París, el 2 de agosto de 1954, y sus restos fueron enterrados en el cementerio de Pere Lachaise, donde reposan también Balzac, Oscar Wilde y Moliere.

Marta Rivera de la Cruz

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  • 0309 Marta Rivera de la Cruz