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Clavijo y Fajardo, José (1726-1806).

Naturalista español, nacido el 19 de marzo de 1726 en Teguise (Lanzarote) y fallecido en Madrid el 3 de noviembre de 1906.

De padres también canarios, Nicolás Clavijo, de La Orotava en Tenerife, y Catalina Faxardo, de Lanzarote, José Clavijo llevó a cabo sus primeros estudios de Filosofía en Las Palmas junto a un tío suyo en el Convento de dominicos de San Pedro Mártir, para continuar después con el estudio de Leyes en la Real Audiencia de Las Palmas, junto al regente Tomás Pinto Miguel.

Según sus más destacados biógrafos, como Sebastián de la Nuez, a los 19 años Clavijo ya se había trasladado a la Península y había iniciado su carrera de cortesano ilustrado, una carrera que le llevaría desde sus pequeños puestos de archivero a la dirección del Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, una de las grandes apuestas de la nueva ciencia ilustrada carolina. En este sentido, su primer nombramiento parece datar de 1745, cuando fue nombrado para un puesto en la Secretaría del Ministerio de Marina, primero en Ceuta, luego en San Roque y cuatro años más tarde como secretario particular del comandante José Vázquez Priego en Madrid, ciudad en la que conoció al marqués de Grimaldi, el poderoso ministro que le apoyó en diversas etapas de su vida, aunque, como veremos, le cesó también en una ocasión a causa de sus andanzas amorosas.

Tras varios viajes por España y Francia, Clavijo comenzó a publicar en 1762 el semanario que le haría famoso, El Pensador, una imitación española del Spectator de Addison, con una interesante crítica de costumbres. Al año siguiente el ilustrado canario era nombrado oficial del Archivo de la Secretaría de Estado y comenzó la publicación del Estado Militar de España, un género que se haría duradero y que sin duda provenía de sus primeros trabajos administrativos, así como por su afición a los temas militares como lo demuestra su obra Estudio general, histórico y cronológico del ejército..., escrita dos años antes.

En 1764 se produjo un hecho singular en la vida de José Clavijo y Fajardo que aún hoy en día le reporta mayor celebridad que su labor como naturalista, aunque sea negativa en un cierto sentido. La ruptura de sus relaciones sentimentales con María Luisa (Lisset) Caron, hermana del escritor francés Pierre-Agustin Caron de Beaumarchais, provocó el viaje a Madrid de este último y el desarrollo de una intriga palaciega de cierta proporción que culminó con la vuelta de Beaumarchais a París y la caída en desgracia de Clavijo durante un período de unos tres años.

Sin adentrarnos en los detalles de esta situación, podemos recordar que el propio Beaumarchais utilizó sus andanzas madrileñas y su enfrentamiento con Clavijo en su drama Eugenie, así como en sus Memorias, en tanto que Goethe llevó el asunto a la literatura alemana con su drama Clavijo y más recientemente Ricardo Baroja reconstruyó el suceso en su Clavijo, tres versiones de una vida. Pasados tres años, parece que se restableció la situación personal de Clavijo, ya que volvió a publicar El Pensador y en 1770 fue elegido director de los teatros de los Reales Sitios con el encargo expreso de iniciar la reforma del teatro español, una empresa que abordó mediante la traducción de comedias y tragedias francesas. Incluso el ministro Grimaldi le nombró en 1773 encargado de la publicación del Mercurio Histórico y Político, sustituyendo a su paisano Tomás de Iriarte.

La unión de José Clavijo al Real Gabinete de Historia Natural de Madrid data de 1777, poco después de la inauguración oficial, en el que el rey le nombró “Formador de Índices y Secretario para la correspondencia de dentro y fuera del Reino”. Sin duda, Clavijo estuvo muy al tanto de todo el proceso de aprobación del Real Gabinete: en calidad de encargado del Mercurio Histórico y Político, había publicado el año anterior la Instrucción para que se recogiesen objetos de historia natural, un texto preparado por el director de la institución, Pedro Franco Dávila, de forma similar al del anterior Gabinete dirigido por Antonio de Ulloa, su antecedente inmediato.

La apertura pública del Real Gabinete se produjo en 1776 y al año siguiente comenzaron su labor Eugenio Izquierdo, como vicedirector y profesor de historia natural y química, y José Clavijo y Fajardo, como formador de índices del Real Gabinete. Para este último puesto se requería un “sujeto hábil, instruido, y dedicado a la Literatura, el cual posea algunos idiomas, y tenga práctica de escribir correctamente con precisión y gusto sobre materias eruditas”, prendas que poseía José Clavijo y Fajardo.

Para su traducción de la obra de Georges Louis Leclerc, conde de Buffon, Historia Natural, General y Particular, Clavijo redactó un prólogo que aporta muchas de las claves de su actividad como naturalista, sus ideas científicas y su posición en el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid. En este escrito, fechado en 1785 y dedicado al conde de Floridablanca, Clavijo explicó las curiosidades del Real Gabinete y cómo se le había nombrado en 1777 para formar índices de las producciones naturales, así como para hacer un catálogo científico de las mismas. Esta actividad le condujo a manejar el vocabulario científico en varios idiomas y a buscar los equivalentes en castellano, hasta realizar un mediano diccionario de historia natural. El propio estudio le hizo descubrir el atraso de la historia natural española, con excepción de la botánica, crítica de la que se disculpa por no querer ofender a la nación española. Por esta razón se planteó desde su puesto en el Real Gabinete la traducción de la obra de Leclerc, con fines de difusión y educación; Clavijo pensaba que los gabinetes de historia natural no debían ser meros depósitos de las producciones naturales, sino escuelas para conocer la Naturaleza con método y orden, para lo cual los libros de historia natural eran indispensables.

Entre las autoridades consultadas por Clavijo para su traducción de la obra de Leclerc destacaban Guillermo Bowles, autor de la Introducción a la Historia Natural de España; el erudito fray Martín Sarmiento; el abate Rozier y el célebre naturalista alemán Zimmermann; además, la Enciclopedia Metódica había considerado la Historia Natural de Leclerc como una de las obras más importantes del siglo. A pesar de todo, Clavijo también conocía las críticas recibidas por esta obra, especialmente los apartados Théorie de la Terre y Époques de la Nature, debido a que contradecían el relato bíblico: la teoría de Leclerc sobre el origen de la formación de la Tierra, basada en el desprendimiento del Sol por el paso de un cometa, y la antigüedad que le concedía, superior a los seis mil años reconocidos en la Biblia, había obligado al sabio francés a retractarse ante la facultad de Teología de la Sorbona en París, admitiendo que su sistema era puramente hipotético. Para salvar la situación, Clavijo recurrió a las palabras de San Basilio: “Cuando la Escritura Santa ha hablado, no sé recurrir a sistemas imaginarios, en los cuales no hay más realidad que en los sueños”, además de insistir en su posición contraria, seguro del poder censor de la iglesia. Clavijo también consideró conveniente remitir a las hipótesis toleradas de Copérnico y Galileo. El 16 de febrero de 1786 recibió Clavijo la carta que más confirmaba su trabajo y el propio conde de Buffon le escribió para felicitarle por la traducción al español de su obra, recibida a través del "Caballero de Betancourt" (seguramente el ingeniero canario Agustín de Betancourt).

Tras el fallecimiento de Pedro Franco Dávila en 1786, se hizo cargo de la dirección nominal del Gabinete Eugenio Izquierdo, demasiado ocupado con su labor de mediador en las negociaciones secretas entre Godoy y Napoleón. Fue José Clavijo y Fajardo, nombrado vicedirector, quien realmente se ocupó de dirigir el Gabinete. Su labor a partir de 1786 se centró en mantener la relación administrativa con la Secretaría de Estado, especialmente en lo referente a adquisiciones y personal, y coordinar los envíos de ejemplares de historia natural de los colectores peninsulares y americanos. Clavijo también elaboraba las instrucciones científicas y se encargaba de mantener una buena política de intercambio con otros gabinetes de historia natural europeos. El ejercicio de todas estas funciones le llevó a enfrentarse con Eugenio Izquierdo.

Durante estos años finales del siglo XVIII, Clavijo recibió numerosos envíos de las expediciones americanas, incluida la de Alejander von Humboldt, de las colecciones del portugués Antonio Parra desde Cuba, las del mallorquín Vilella y las de los colectores Francisco Xavier Molina y Juan Palafox Rovira, así como los objetos y manuscritos de Félix de Azara, uno de nuestros principales zoólogos, en tanto que la geología quedaba en manos del destacado Carlos de Gimbernat, nombrado vicedirector del Real Gabinete de Historia Natural en 1798, y de Christian Herrgen, nombrado profesor de mineralogía.

Según un informe de Christian Herrgen, fue la relación de Clavijo con el barón de Forell, embajador de Sajonia en Madrid y especialista en mineralogía, lo que permitió que se conocieran en Europa las riquezas mineralógicas de España y que comenzasen a solicitarse colecciones de todas partes, lo cual ya era posible por el establecimiento que existía en Madrid regentado por la familia alemana Thalacker, en la propia casa de Forell de la calle Santa Bárbara. Solamente el trabajo de los Thalacker como colectores de minerales y la ayuda de Forell permitió su instalación en España, donde dos de ellos, Juan Guillermo y Enrique Thalacker, fueron contratados en 1793 por el Real Gabinete de Historia Natural. En 1793 Clavijo recibió una curiosa sal estalactítica descubierta por el barón de Forell y Jacob Forster. Este último materializó la venta de su colección mineralógica al Real Gabinete de Historia Natural a través de sus sobrinos Conrado y Cristian Heuland, quienes a partir de 1795 dirigirían la conocida expedición mineralógica a los reinos de Perú y Chile.

Asimismo, el 20 de noviembre de 1798, Mariano Luis de Urquijo aprobó el reglamento realizado por Herrgen y Clavijo del nuevo Real Estudio de Mineralogía, que dejaba entrever el poderoso apoyo político de que disfrutaban. En realidad el plan de formar el nuevo establecimiento científico databa de junio de 1798, fecha en la que José Clavijo había presentado al ministro Francisco Saavedra su escrito Medios de hacer útil para la prosperidad de la Nación Española el Real Gabinete de Historia Natural. En él insistía en la necesidad de convertir al Gabinete en una moderna institución científica y de que no fuese un mero depósito de producciones naturales para satisfacer la curiosidad de los desocupados, por muy ricas que fuesen sus colecciones.

La obsesión de Clavijo por la mineralogía es notable y aparece señalada frecuentemente en los oficios y escritos de esta época del Real Gabinete, durante los últimos años del siglo XVIII. En este mismo plan, cuyo título es bastante más general, la alusión a esta disciplina es continua. Se alaban las traducciones de Herrgen y su trabajo como colector del Real Gabinete, se compara su posible trabajo como profesor con el desarrollado en las cátedras del Real Jardín Botánico o en las cátedras de química, y, cuando el Plan tiene que concretarse para hacer útil el Real Gabinete nos encontramos con que Clavijo propone la creación de un Gabinete Sistemático de Mineralogía y la cátedra a él asociada, que recaería en Herrgen.

Fue José Clavijo y Fajardo uno de los personajes claves de la estancia madrileña de Humboldt. El gran naturalista alemán pudo establecer sus primeras conexiones científicas en Madrid gracias a su relación con Clavijo, comenzando por los propios alemanes que éste protegía en el Real Gabinete, Christian Herrgen y los Thalacker. Acompañado de Clavijo y de Herrger visitó Humboldt frecuentemente el Real Gabinete, donde se encontraban importantes colecciones mineralógicas y zoológicas americanas. Humboldt conoció también los pormenores de la nueva escuela de mineralogía, acompañado del químico francés Louis Proust, quien había abandonado la dirección de la Casa de la Química del Real Colegio de Artillería de Segovia para dirigir en Madrid un nuevo laboratorio químico creado tras la supresión de los de François Chavaneau y Pedro Gutiérrez Bueno.

Sobre la relación de Clavijo con Humboldt en el transcurso del viaje de este último por la América española, cabe recordar que se conservan dos interesantes cartas del sabio alemán. La primera, fechada en Popayán el 25 de noviembre de 1801, da cuenta de la lista de minerales que enviaba Humboldt al Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, cumpliendo el compromiso que había adquirido antes de su partida hacia América. La segunda carta de Humboldt está fechada en Quito el 12 de junio de 1802 y en ella vuelve a relacionar los minerales que enviaba para enriquecer el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid, además de relatar algunas de sus andanzas por tierras americanas, especialmente sus ascensiones a los volcanes de Chimborazo y Pichincha, junto a Aimé Bonpland y Carlos Montúfar, el hijo del marqués de Selva Alegre, agregado al viaje en Ecuador, una proeza casi más deportiva que científica de la que el sabio prusiano estuvo siempre muy orgulloso.

Poco después del regreso de su amigo Humboldt a Europa, José Clavijo y Fajardo, ya jubilado, merecía algunos honores como su ingreso en las Academias de Berlín y Copenhague poco antes de su muerte en 1806. La Gaceta de Madrid del 1 de mayo de 1807 daba la noticia con las siguientes palabras:

El día 3 de noviembre pasado falleció en ésta a la edad de 80 años, 7 meses y 8 días, el Sr. D. Josef Clavijo y Faxardo, director jubilado del Real Gabinete de Historia Natural [...]”, aunque el resumen mejor de su vida quedó expresado en el poema que le dedicó su primo y gran historiador José de Viera y Clavijo en su obra Constelación canaria (1805):

“¿Qué cuerpo Celestial, qual Astro fixo
Puede ensalzar sus sabias producciones,
Si se comparan a Don José Clavijo,
Pensador que emuló los Adisones,
Redactor de un Mercurio no prolixo,
Glorioso Traductor de los Buffones,
A quien tres Reynos dan por privilegio
La Dirección del Gabinete Regio?”

Bibliografía

  • BAROJA, R. Clavijo. Tres versiones de una vida. Barcelona, Atenas, 1942.

  • BARREIRO, A. J. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (1771-1935). Aranjuez,

  • Doce Calles, 1992.

  • CLAVIJO Y FAJARDO, J. Antología de El Pensador. Madrid, Gobierno de Canarias,

  • Biblioteca Básica Canaria, 1989.

  • ESPINOSA, A. Don José Clavijo y Fajardo. Las Palmas, Cabildo Insular, 1970.

  • GOETHE, J. W. Clavijo. Madrid, Tip. Renovación, 1920.

  • NUEZ, S. José Clavijo y Fajardo (1726-1806). Las Palmas, Ed. del Cabildo Insular

  • de Gran Canaria, 1990.

  • VIERA y CLAVIJO, J. Constelación canaria. Santa Cruz de Tenerife, Gobierno de Canarias-Universidad de La Laguna, 1985.

Miguel Ángel Puig-Samper
Consejo Superior de Investigaciones Científicas

Autor

  • Miguel Ángel Puig-Samper