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LiteraturaBiografía

Chulkov, Mijaíl Dmítrievich (1743-1792).

Poeta, novelista, dramaturgo, editor y folklorista ruso, nacido en Moscú en 1743 y fallecido en su ciudad natal en 1792. Humanista fecundo y polifacético, abarcó los géneros más diversos y, arropado por su importante labor periodística, se convirtió en uno de los grandes animadores del panorama cultural ruso de la segunda mitad del siglo XVIII.

Nacido en el seno de una familia de la clase media -su padre era uno de tantos comerciantes moscovitas-, mostró desde niño una innata curiosidad humanística que, ya en su adolescencia, le permitió obtener con brillantez el título de bachiller en un liceo público de Moscú. Llevado por sus pruritos artísticos y literarios, en su temprana juventud quiso seguir la profesión de actor; pero, ante las dificultades inherentes a la vida de los cómicos de su tiempo, optó por la seguridad y puso su inteligencia al servicio de una cómoda carrera dentro de la Administración Pública, que tras varios años de fiel servicio le deparó algunos cargos de cierta responsabilidad. Alternó, eso sí, su trabajo como funcionario con su acusada vocación literaria, que le impulsó a redactar su primera obra teatral cuando apenas contaba veintidós años de edad. Se trata de la comedia titulada Llámalo como quieras (1765), obra que, aunque no llegó a merecer los honores de la imprenta, le permitió comenzar a adentrarse en los foros teatrales y literarios de Moscú, donde parece ser que este fruto precoz del talento de Chulkov fue estrenado con cierto éxito.

Sí vio impresa, al cabo de un año, su primera incursión en el género narrativo, una extraña y amena novela que, publicada bajo el título de El burlón (1766), anunciaba bien a las claras una de las principales características del talante de Mijaíl Dmítrievich Chulkov y de su incipiente producción literaria: el gusto por la mezcla de elementos procedentes de cualquier cultura o tradición, reflejo de su atenta observación de la proteica variedad del saber humanístico. La combinación de ingredientes mitológicos con cuadros y escenas costumbristas, enriquecida con los más variados episodios fantásticos procedentes del caletre del propio autor, y con otros elementos de la tradición literaria culta (como la novela picaresca y los libros de caballerías) y popular (como dichos, consejas, refranes y otras acuñaciones léxicas), hacen de El burlón una amalgama de materiales dispersos que, a pesar de su rareza, causó una grata impresión a los lectores de la época.

Avalado por esta buena acogida, cuatro años después el escritor moscovita volvió a las librerías con una nueva novela cuya rareza causó otra vez un notable revuelo en los medios literarios rusos, ahora debido a que, bajo el elocuente título de La lozana cocinera o Las andanzas de una mujer perdida (1770), reflejaba las peripecias de una mujer de vida disipada, tema ciertamente novedoso en las letras nacionales. Haciendo gala, al mismo tiempo, de su vastedad de saberes y su condición de humanista polifacético, en el transcurso de aquel mismo año Mijaíl Dmítrievich Chulkov dio a los tórculos su pronto célebre Colección de canciones varias (1770), considerada como una de las mayores aportaciones al estudio del folklore ruso, habida cuenta de las más de trescientas canciones populares que recoge entre sus páginas. Por esa vía de erudición e investigación humanística, pero ahora en dirección a la riqueza del legado clásico, en 1777 Chulkov publicó su no menos famoso Breve glosario mitológico, en el que recogía abundantes noticias sobre los mitos eslavos y la mitología de la Antigüedad greco-latina. Unos años después, volvió al campo del folklore y los estudios etnográficos con un nuevo acopio de utilísimos materiales para el investigador o, simplemente, para el lector curioso, ahora agrupados bajo el epígrafe de Diccionario de supersticiones rusas (1782).

Chulkov supo compaginar estas labores de funcionario, investigador, novelista y autor teatral con la edición, durante buena parte de su vida, de un par de revistas satírico-burlescas en las que enjuició las obras de los principales autores de su tiempo, lo que acabó consolidándole como uno de los principales animadores culturales del país. Desde estas tribunas periódicas -provistas de cabeceras tan intencionadas como Esto y lo otro y El quisquilloso del Parnaso-, el escritor moscovita arremetió, en efecto, contra los personajes más destacados del mundillo literario y periodístico, sin respetar siquiera a los editores y articulistas de la publicación rival De todo un poco, promovida por la emperatriz Catalina II. Pero el principal objetivo del humor y las sátiras de Chulkov fue Nóvikov, un editor de moda que, a la sazón, le hacía la competencia en la publicación de revistas literarias.

Cabe, por último, hacer siquiera una breve referencia a la condición de poeta que también exhibió Mijaíl Dmítrievich Chulkov, autor de Grishka Otrépiev, un poema satírico de tema histórico que gozó de gran aprecio entre los lectores de la época.

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.