Castro Rodríguez, Fernando de (1896-1967).
Histólogo e investigador español, nacido en Madrid el 25 de febrero de 1896 y fallecido, también en Madrid, el 15 de abril de 1967.
Licenciado en Medicina en 1921, ya poseía una prometedora trayectoria científica forjada en el Laboratorio de Investigaciones Biológicas de Santiago Ramón y Cajal. Alcanzó su doctorado con un estudio sobre los ganglios sensitivos del hombre, trabajo que fue premiado por la Real Academia de Medicina.
En los primeros años de la década de 1920 fue nombrado, sucesivamente, ayudante de Clases Prácticas de Cajal, becario de la Junta para Ampliación de Estudios y responsable de becarios en el laboratorio cajaliano. Su situación profesional se fue estabilizando, alcanzó la categoría de profesor auxiliar de la cátedra de Histología en 1925, la ayudantía tercera del Instituto Cajal en 1929 y, finalmente, la cátedra de Histología y Anatomía Patológica de Sevilla en 1933.
El trabajo científico de Fernando de Castro en los años previos a la Guerra Civil española se centró en el estudio neurohistológico del cuerpo carotídeo, estableciendo su naturaleza sensorial y planteando hipótesis sobre su significado fisiológico. Otra área de su interés fue el trasplante de ganglios y las transformaciones sufridas por las neuronas transplantadas.
Dotado, como otros miembros de la escuela cajaliana, de una enorme capacidad y conocimiento de la técnica histológica, publicó en 1933, junto a Ramón y Cajal, un manual de Técnica Micrográfica del Sistema Nervioso.
Los años treinta fueron para Fernando de Castro los de mayor proyección internacional en su carrera científica. En 1932 colaboró con dos capítulos, uno sobre ganglios simpáticos y otro sobre ganglios sensoriales, en la obra Citology and Cellular Pathology of Nervous System de Wilder Pendfield, que se convirtió en un clásico de la disciplina. Gran parte del año 1934 la pasó junto a Giusseppe Levi, en la Universidad de Turín, estudiando las técnicas de cultivo de tejidos.
Desgraciadamente, el estallido de la Guerra Civil española, en 1936, interrumpió bruscamente la trayectoria científica de Castro. Permaneció en Madrid durante los tres años de contienda, luchando junto a Jorge Francisco Tello por mantener la integridad del Instituto Cajal. En esos años tuvo que hacer serios esfuerzos y sacrificios para alimentar a los animales del laboratorio, defender el recinto del Instituto de ocupaciones y saqueos, etc. Su situación no mejoró tras la Guerra Civil, con Tello expedientado y el Instituto en franca decadencia, Castro se vio obligado a simultanear sus investigaciones científicas con tareas de ayudante quirúrgico y clínico.
Aunque en 1950 obtuvo por concurso la cátedra de Histología y Embriología General de la Facultad de Medicina de Madrid, su carrera científica, en un ambiente más hostil al de los años previos a la Guerra Civil, no logró recuperar las cotas de originalidad que había mostrado.
