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LiteraturaBiografía

Castillejo, Cristóbal de (ca. 1490-1550).

Poeta español, nacido en Ciudad Rodrigo (Salamanca) en la última década de 1490, y muerto en Viena el 12 de junio de 1550.

Vida.

No se conoce la fecha exacta de su nacimiento, y tampoco hay datos acerca de su niñez ni de la educación recibida. El primer dato que poseemos nos indica que a los quince años entró al servicio de Fernando el Católico como paje, primero, y más tarde como secretario del infante don Fernando, hermano de Carlos V. Para poder explicar la entrada en estos puestos debemos recurrir a dos hipótesis: era poseedor de unas cualidades intelectuales extraordinarias, o tenía un protector con gran influencia en la corte, aunque se ha escrito también que el puesto de paje fue comprado.

Al lado del infante Fernando vivió las intrigas cortesanas que pretendían que fuera éste el sucesor de los Reyes Católicos, pues había nacido y había sido educado en España, en lugar de su hermano Carlos, que contaba con el apoyo del partido flamenco. Cuando Carlos V llegó a España decidió apartar a su hermano de la corte y lo envió a Flandes, hacia donde salió en 1518, aunque entre el séquito que lo acompañó no se encontraba el poeta. El último dato que tenemos de su juventud es su viaje con el Rey a Extremadura en 1515.

A partir de aquí se abre una laguna de casi diez años, en que no sabemos nada de su existencia, aunque parece ser que se dedicó a sus estudios religiosos, incluso se sugirió que fue miembro de la orden del Císter, y que residió en el monasterio de Santa María de Valdeiglesias. En 1525, Martín de Salinas, embajador del archiduque Fernando, propuso que Castillejo volviera otra vez al servicio de su señor, del que se convirtió en secretario. Fernando aceptó la propuesta y Castillejo salió pronto de España. También se ha aventurado la hipótesis de que el poeta aceptó el ofrecimiento porque había participado en la rebelión de los comuneros.

El 30 de septiembre de 1525 se hallaba ya en Viena al lado de Fernando, donde residió casi permanentemente hasta que, veinticinco años más tarde, se produjo su fallecimiento. Tenemos noticias de algunos viajes que realizo al servicio de Fernando: uno importante a Inglaterra (1532), varios a Italia (Roma y, posiblemente, Venecia) y a otros lugares de Europa, pero no a España, donde parece ser que no volvió. Su cargo se secretario no le proporcionaba el suficiente soporte económico para sobrevivir, pues Martín de Salinas pidió en varias ocasiones al Emperador beneficios, encomiendas y pensiones, que tardaban en concederse. Logró una pensión en el obispado de Ávila, un beneficio eclesiástico en la colegiata austriaca de Ardegge, al que renunció pronto, y una pensión en el obispado de Córdoba. Por fin, un año antes de su muerte recibió del Archiduque una pensión de doscientos florines, que no llegó a cobrar en su totalidad. Murió el 12 de junio de 1550 en Viena.

Su vida, pues, transcurrió casi siempre, excepto por su estancia en el convento, dentro del ambiente cortesano, en el que recibió honores, pero poca ayuda económica; así Carlos V le concedió un escudo de armas con tres ruiseñores de oro. La estancia en la corte vienesa influyó en su erasmismo, corriente ideológica que predominaba en aquella corte austriaca, pues Erasmo había sido preceptor del infante don Fernando. Otra faceta de la vida de Castillejo sobre el que han escrito los críticos es su vida sentimental. Se le ha considerado como clérigo mujeriego, enamoradizo. Parece que es un poco exagerada esta calificación, pues no existen testimonios que la sostengan, aunque sabemos que en Viena vivió amancebado y tuvo, al menos, un hijo; incluso es posible que los que se consideran hasta hora sobrinos suyos (Juan y Pedro de Castillejo) fueran en realidad sus hijos.

Obra.

La figura y obra poética de Cristóbal Castillejo suelen asimilarse tradicionalmente a la reacción antirrenacentista. Esta consideración se basa sobre todo en su famosa y citada "Reprensión contra los poetas españoles que escriben en verso italiano", que comienza: “Pues la sancta Inquisición”, y en la que, en sus primeros versos, se compara a los seguidores de la nueva poesía con los seguidores de Lutero, ya que “han renegado la fee / de las trovas castellanas, / y tras de las italianas / se pierden, diciendo que / son más ricas y lozanas”, y pide que se resucite a Lucero, un famoso inquisidor cordobés, para que se acabe con ellos. A esta composición se une otra "Contra los encarecimientos de las coplas españolas que tratan de amores", para defender también esa visión.

Sin embargo, ambas poesías no reflejan una actitud antirrenacentista y de anquilosamiento en las prácticas poéticas del siglo XV, sino que nos revelan a un poeta partidario de una renovación poética distinta a la que habían impulsado Boscán y, sobre todo, Garcilaso, una transformación que permitiese una evolución de la poesía cancioneril sin caer en el extranjerismo de las formas italianas; es decir, utilizar las coplas castellanas pero con una cultura y unas vivencias de la poesía renacentista.

Así tenemos que recordar sus traducciones de varios episodios de las Metamorfosis de Ovidio (el "Canto de Polifemo", la "Fábula de Acteón" y la "Historia de Píramo y Tisbe") y de varios tratados de Cicerón (De amicitia y De senectute). Su actitud es la que se ha considerado como una muestra más de nacionalismo, que, al fin y al cabo, es una característica del Renacimiento, por la cual el poeta transfiere a los versos octosílabos los modelos latinos o humanísticos. Pero esto no quiere decir que rechazara absolutamente las formas italianas; en esta composición incluyó tres sonetos y una octava real, que son las únicas muestras de poesía italianizante que han quedado en lo que conocemos de su obra.

En este sentido hay que entender la segunda de las poesías citadas, en las que Castillejo no rechaza las poesías de Mena o Manrique, sino “de las trovas españolas / al presente”, que personifica, sobre todo, en Garci Sánchez de Badajoz. Castillejo constata la saturación y agotamiento de la práctica cancioneril. Los poemas de esta corriente son, en su época, obras “sin ningún fundamento”, coplas de amor “sin tener causa por qué”, que en constante repetición de motivos “van a parar en morir”.

Castillejo recuerda que ya el propio Boscán había confesado la imposibilidad de seguir con la práctica poética cuatrocentista: “Los requiebros y primores / ¿quién los niega, de Boscán, / y aquel estilo galán / con que cuenta sus amores? / Mas trovada / una copla muy penada, / él mesmo confesará / que no sabe dónde va / ni se funda sobre nada”. Como vemos, Castillejo empleó casi siempre el verso octosílabo, uniformemente o con pie quebrado, raramente el dodecasílabo, y los de cinco, seis y siete sílabas en los villancicos, que presentan ejemplos de versificación irregular. En cuanto a las estrofas, utilizó todas las recibidas de la tradición cancioneril.

Las obras completas de Castillejo fueron publicadas después de su muerte, concretamente en Madrid en 1573. Con anterioridad se habían publicado sus obras más conocidas: el "Sermón de amores", apareció por vez primera en 1542, sin lugar de impresión, aunque es probable que fuera en Venecia. En esta misma ciudad, pero dos años más tarde, se imprimió la primera edición del "Diálogo de mujeres". Ya en el siglo XVII se hicieron ediciones sueltas del "Diálogo entre la verdad y la lisonja" (Alcalá, 1614) y la "Historia de Píramo y Tisbe" (Alcalá, 1615). Las obras póstumas, recordemos que publicadas después de la muerte del poeta, aparecieron estructuradas temáticamente en tres libros: obras de amores, obras de conversación y pasatiempo y obras morales y de devoción.

La profesión religiosa del poeta no fue obstáculo para que compusiera poemas amatorios, caso que no es raro en nuestra literatura si pensamos en Juan Ruiz, Fernando de Herrera o Luis de Góngora, también clérigos enamorados literariamente; aunque, a diferencia de los dos últimos, sabemos que Castillejo vivió amancebado con una mujer, de la que tuvo un hijo. Sus versos amorosos no tienen, como es el caso de otros poetas, una sola destinataria femenina, sino que son varios los nombres que aparecen: Mencía, Inés, Ángela y una Ana que se ha identificado con Ana von Schaumburg.

Para estos poemas siguió la moda cancioneril tanto en las estrofas que les sirven de soporte como en los conceptos que reflejan del amor cortés. Pero lo más interesante dentro de esta poesía son sus dos largos poemas amorosos: el "Sermón de amores" y el "Diálogo de mujeres". El primero de ellos se inicia con la introducción de un cura que anuncia a los buenos de este lugar la llegada del famoso predicador florentino “Maestre fray Ridel de la Orden del Tristel”, con un ingenioso juego de palabras entre Cister o Cistel, orden religiosa a la que perteneció Castillejo y cristel, clistel o clister, que significa “ayuda” o “jeringuilla”.

A continuación se entabla un diálogo cortés entre el cura y el fraile, para continuar con un exordio grotesco con invocación a la madre Celestina. Después se inicia propiamente el Sermón con un tema, según Castillejo, sacado de la Cárcel de amor de Diego de San Pedro: "¿Adónde iré? ¿Qué haré? ¡Qué mal vecino es el amor!". Se divide en dos partes: en la primera el tema es de las penas que sufren los que aman sin ser amados, aunque aparecen otros conceptos ya tratados en la literatura erótica castellana del siglo XV: el amor como instinto natural (“no sólo los racionales, / mas los brutos animales, / le siguen naturalmente”), el amor ciego, etc.; en la segunda parte, el tema es el de los favores y amarguras de los amantes correspondidos, en el que sigue el tono paródico que es predominante en la primera. En esta segunda hay que destacar la censura que hace de las malas costumbres de los clérigos, sobre todo por lo que se refiere a su amor prohibido por las mujeres: “las mujeres son / beneficios de por vida / y aun curados. / ¡Cuántos hay beneficiados / que después que las apañan / nunca las desacompañan / hasta que son sepultados / con el vicio”. En esta obra abundan las citas y alusiones a Virgilio, a la Cárcel de amor ("tratado excelente, / de grande doctrina e fama [...], / muy sabido entre la gente / española") , y La Celestina, a la que se cita para habla de las mujeres interesadas o de las prostitutas.

El otro poema extenso sobre el amor es el "Diálogo de mujeres". El tema tiene una gran tradición en la literatura occidental, con ejemplos en el Corbacho, del Arcipreste de Talavera o en las famosas "Coplas de maldecir de mujeres", de Torrella. La obra es, como lo indica el título, un coloquio entre dos personajes masculinos (Alethio y Fileno) que debaten desde dos posturas antagónicas (antifeminista y profeminista) la calidad de las mujeres.

El "Diálogo" se ajusta a la tradición medieval de las contiendas o procesos. En el poema es Alethio el personaje que más participa, suyos son los razonamientos más insistentes y el anecdotario más rico. Alethio representa el hombre maduro, desengañado ya de las mujeres que quiere comunicar sus experiencias a Fileno, el más joven, con una cultura más libresca y más teórico que práctico, que es vencido por la elocuencia de su interlocutor maduro. La discusión entre los dos interlocutores está implícita y claramente señalada en la obra, aunque los editores posteriores añadieron los títulos; la división, según Reyes Cano, es:1) mujeres en general (vv. 1-434 y 3185-3759); 2) casadas (vv. 435-755); 3) doncellas (vv. 756-1374); 4) monjas (vv. 1375-1949); 5) viudas (vv. 1950-2409); 6) solteras (vv. 2410-2960), y 7) alcahuetas (vv. 2961-3184).

La forma del diálogo es una de las preferidas por Castillejo, que recibió en este punto las influencias de la literatura medieval, por una parte, y del erasmismo, por otra. Recordemos que Castillejo vivió los veinticinco últimos años de su vida en la corte vienesa, donde la influencia de Erasmo fue muy importante (este teólogo fue maestro del infante Fernando). El diálogo erasmista permitió a los autores españoles de la época abordar los temas más diversos: costumbres, acontecimientos políticos, sátira social, etc. El diálogo de Castillejo participa de los ideales modernos de naturalidad y sencillez, que se daban en el modelo erasmista: llaneza en el decir, empleo de refranes y anécdotas, sintaxis libre, etc.

El poema es uno de los más claros ejemplos de la misoginia española del siglo XVI, fenómeno de amplia representación en nuestra literatura medieval, pero que en el caso de Castillejo y su "Diálogo de mujeres" se ve reforzado por el erasmismo, en lo que se refiere a la cuestión estilística y a la referencia a las faltas en lo religioso de las monjas. Uno de los rasgos originales de la crítica misógina del "Diálogo" es la división en estados, que no es nueva, aunque sí es más amplia que en obras anteriores. En cada una de las divisiones, Castillejo presenta los vicios típicos de las mujeres pertenecientes a ese estado. El primer apartado presenta los vicios de la mujer en general: principal elemento perturbador de la vida del hombre, y causante de todos los vicios de éste. Dentro de este apartado se le recordará su natural imperfección, su condición de esclava, su predisposición y precocidad para el engaño amoroso, su concuspicencia, su inconstancia, su descortesía.

Cristóbal de Castillejo, Reprensión contra los poetas españoles que escriben en verso italiano.

El primer grupo ya individualizado es el de las casadas, a las que se ataca por las preocupaciones que ocasionan al marido. Después vienen las doncellas, de las que Alethio destaca la paradoja: hay muy pocas, y las que hay no los son realmente, porque quieren dejar de serlo. También las viudas son objetos de duros ataques por parte de Alethio, que las divide en dos grupos: las malas, pero disimuladas, y las deshonestas y desmandadas. Los ataques contra ellas echan mano de algunos de los tópicos ya manidos en la literatura medieval: que quieren volver a casarse inmediatamente después de la muerte de su marido, la alegría que sienten cuando éste muere, etc.

El grupo siguiente es el de las solteras o prostitutas, que son consideradas más bajas que los propios animales, puesto que hacen el amor por dinero. Las alcahuetas constituyen el siguiente estado, y a ellas no se les dedica demasiada atención; eso sí, se las tilda de mentirosas, ladronas, pesadas, etc. Las monjas constituyen un grupo que recibió también bastantes críticas en la época medieval, no por su carácter de religiosas, sino por el hecho de ser mujeres. En este apartado, Castillejo recoge dos tradiciones: la medieval que presentaba los vicios mundanos; la erasmista que hacía hincapié en los errores con que las mujeres entendían la vida religiosa.

Castillejo resalta tres aspectos negativos: el vicio de la carne, aumentado por el hecho de que entraron en el convento cuando aún eran muy niñas, y eso las mantenía en un estado permanente de pasión amorosa; su tendencia al acicalamiento y galanteo, y aquí entra la tradición de los galanes de monjas que luego satirizará Quevedo en el Buscón, por ejemplo; sus faltas propiamente religiosas (sacrilegios que cometen en la práctica de ciertos sacramentos, manipulación de santos y devociones, rencillas entre distintos monasterios y conventos, excesiva dedicación a las ceremonias exteriores). Frente a estos densos y pormenorizados ataques, la postura profeminista se muestra escasa en los argumentos propuestos. Fileno defiende a la mujer alegando que hay mujeres buenas y honestas y que el origen de la mujer es más digno que el del hombre, pues, al fin y al cabo, viene de la costilla de Adán y no del barro; y se acuerda de la servidumbre de la mujer casada, de la soledad y el desamparo de las viudas, y de la necesidad que el mundo tiene de las solteras y de las alcahuetas.

El segundo libro de las obras de Castillejo contiene las obras de diversión y pasatiempo. En él nos encontramos con las poesías de temas literarios como la "Reprensión contra los poetas españoles" y "Contra los encarecimientos de las coplas españolas"; también escribió otras de temas actuales como "La fiesta de las chamarras" o "Querella de un macho"; y otras que se refieren a sus enfermedades, glosas de algunos romances, y el "Diálogo entre el autor y su pluma", tema humanístico, en el que el autor, en una forma autobiográfica, refleja la desilusión ante la ingratitud del poderoso; y, por último, un texto académico en tono burlesco, su "En alabança del palo de Indias".

El tercer libro incluye las obras morales y religiosas. Entre las primeras cabe destacar las consolatorias y querellas de sus males, diálogos entre la "Verdad y la Mentira" y entre "Memoria y Olvido", y sobre todo su "Aula de cortesanos o Diálogo de la vida en la corte". Castillejo afirma haber compuesto este último diálogo a instancias del doctor Carnicer que le indicó la forma (metro castellano) y el contenido (alguna cosa de la vida y miserias de palacio). También le indicó los modelos que debía seguir: la epístola "De curialum miseriis" de Eneas Silvio Piccolomini y el diálogo Misaulus de Ulric von Hütten.

Del segundo toma la forma dialogada y la alegoría de la navegación y del primero la “insistente idea básica de la locura”. Los dialogantes son dos: Lucrecio, un joven ávido por el dinero, el lucro, la ganancia y el medro que cree poder lograr en la corte; y Prudencio, un hombre sabio y desengañado de la vida cortesana. También compuso algunos poemas religiosos ("A las pinturas de una iglesia" o "La invención de la cruz", entre otros).

Bibliografía.

  • CASTILLEJO, Cristóbal de. Obras. 4 vols. (Ed. De J. Domínguez Bordona). (Madrid: Espasa-Calpe, 1960).

  • CASTILLEJO, Cristóbal de. Diálogo de mujeres. Ed. de Rogelio Reyes Cano. (Madrid: Castalia, 1986).

  • NICOLAY, Clara Leonora. The life and works of Cristóbal de Castillejo. The last of the nationalists in castilian poetry. A thesis. (Filadelfia: Lancaster Wickershan Press, 1910).

  • PERIÑÁN, Blanca. "Un caso de imitación compuesta: el Aula de cortesanos", en Crotalón, 1 (1984), 255-281.

  • PRIETO, Antonio. La poesía española del siglo XVI. I. Andáis tras mis escritos. (Madrid: Cátedra, 1984).

  • REYES CANO, Rogelio. Medievalismo y renacentismo en la obra poética de Cristóbal de Castillejo. (Madrid: Fundación Juan Maech, 1980).

VICTORIANO RONCERO LÓPEZ

Autor

  • MFE.